Rodeado de sus históricos aliados, mientras las principales democracias occidentales le hacen el vacío, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, juró este lunes su quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta, ante el titular de la Asamblea Nacional, el oficialista Gustavo Porras.
El juramento lo realizó en una ceremonia oficial celebrada en la Plaza de la Revolución, en Managua, la capital del país, en presencia de los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel; de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Honduras, Juan Orlando Hernández, y otros representantes internacionales, entre ellos de China, Irán y Rusia.
"Sí, lo juro", respondió Ortega al juramento leído por Porras, quien luego le colocó la banda presidencial.
Ortega, que se encuentra en el poder desde enero de 2007, juró para estar en el cargo hasta 2027.
El presidente Hernández recibió abucheos y gritos de "¡Fuera JOH", cuando fue presentado al público.
Durante parte de su discurso, Ortega reconoció el "coraje" de Hernández de acudir a su acto de toma de posesión.
"Se quiere coraje para estar presente aquí en Nicaragua", señaló Ortega, que también cargó contra Estados Unidos y la Unión Europea (UE), que este lunes aprobaron nuevas sanciones contra allegados al mandatario e instituciones nicaragüenses.
A la ceremonia de investidura también acudieron los expresidentes salvadoreños y nacionalizados nicaragüenses Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, así como el exmandatario guatemalteco Vinicio Cerezo.
El exguerrillero sandinista, de 76 años, que gobierna sin contrapesos en Nicaragua desde 2012, cumple 15 años seguidos en el poder tras haber coordinado una Junta de Gobierno de 1979 a 1985 y presidir por primera vez el país de 1985 a 1990.
El líder sandinista podrá permanecer en el cargo hasta enero de 2027 y cumplir 20 años seguidos en el poder, un caso inédito en la reciente historia de Nicaragua y en la América Latina actual.
Se impuso en noviembre pasado en unas elecciones en las que no participaron sus principales rivales políticos porque, en los meses anteriores, las autoridades disolvieron tres partidos políticos y arrestaron a más de 40 dirigentes opositores, entre ellos siete aspirantes presidenciales, incluida la independiente Cristiana Chamorro, la favorita, según las encuestas.
En reacción, la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó una resolución en la que aseguraba que esos comicios carecieron de "legitimidad democrática" y no fueron ni libres, ni justos, ni transparentes.
En tanto, Estados Unidos calificó de la elección de "pantomima", y la UE de "fake".
El Gobierno sandinista acusó de "injerencia" al organismo hemisférico y denunció la Carta de la OEA, su documento fundacional firmado en 1948, un proceso que llevará dos años para que se haga efectivo su retiro del ente.