Santiago Peña se convirtió este domingo en el nuevo presidente de Paraguay, consolidando así la hegemonía del histórico Partido Colorado, que ha gobernado el país durante 71 años.
Con 44 años y economista de profesión, Peña sucederá en agosto próximo al actual gobernante del país, Mario Abdo Benítez. Llegará al cargo respaldado por la figura de su mentor y expresidente Horacio Cartes (2013- 2018), sancionado por Estados Unidos por presuntos hechos de corrupción.
"Gracias mi querido Partido Colorado, vamos a honrarte hasta el último segundo de nuestra gestión. Muchas gracias, mi querido presidente de la Asociación Nacional Republicana (ANR), Horacio Manuel Cartes Jara", dijo emocionado Peña, después de proclamarse ganador de unos comicios que dieron la tercera victoria consecutiva al oficialismo.
Peña se impuso en las elecciones presidenciales con un 42,93% de los votos sobre el liberal opositor Efraín Alegre (27,52%), según los resultados provisionales del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), dados a conocer con un 94,74% de las mesa procesadas y una participación del 63,11%. Peña y su compañero de fórmula a la vicepresidencia de la República, Pedro Alliana, sumaron un total de 1.255.104 votos. Por su parte, Alegre alcanzó 785.338 votos en la eleccion, que se celebró a una sola vuelta.
El monopolio del Partido Colorado
El holgado triunfo de Peña confirma la hegemonía del Partido Colorado, una formación política nacida en 1887 y que se declara nacionalista, republicana y conservadora.
La Asociación Nacional Republicana (ANR), nombre oficial del coloradismo, es el segundo partido de América Latina con más tiempo en el poder, sólo superado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que ha gobernado México durante 77 años.
“La victoria oficialista en Paraguay ha roto la tendencia del voto de castigo a los oficialismos que estaba vigente en la región desde 2019”, declaró a EFE el politólogo y jurista argentino Daniel Zovatto, quien ha seguido sobre el terreno los comicios paraguayos durante la última semana.
El rotundo triunfo de Peña, junto con el importante apoyo obtenido tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado y la victoria en 15 de las 17 gobernaciones dibujan un cómodo escenario para un partido acostumbrado a ejercer el poder sin apenas oposición, salvo la de sus propias filas, en un ejercicio que algunos analistas califican como gatopardismo político. Éste ha sido el caso del actual gobernante, Mario Abdo Benítez, enfrentado a su antecesor en la presidencia, y quien se impuso hace cinco años en las elecciones internas a Santiago Peña, apoyado precisamente por Horacio Cartes.
Esta alambicada construcción política explica que esta misma noche, Peña dirigiera sus dardos hacia la gestión del actual mandatario, a pesar de ser correligionario de su mismo partido. El propio Mario Abdo Benítez, hijo de quien fue secretario privado del dictador Alfredo Stroessner (1954-1989), decidió no acudir al cuartel electoral de los colorados y se limitó a felicitar a quien será su sucesor en la jefatura del Estado mediante un lacónico mensaje en las redes sociales. “Felicitaciones al pueblo paraguayo por su gran participación en esta jornada electoral y al presidente electo @SantiPenap. Trabajaremos para iniciar una transición ordenada y transparente, que fortalezca a nuestras instituciones y a la democracia del país”, escribió en su cuenta de Twitter.
La tarea que debe enfrentar el futuro Gobierno, proclamó Peña, "no es para una sola persona o solo para un partido", después "de los últimos años de estancamiento económico, de déficit fiscal, con un preocupante índice de desocupados y el aumento de la pobreza extrema”.
Y aunque durante 71 de los últimos 75 años el país ha estado gobernado por el Partido Colorado, proclamó: “Desde mañana empezaremos a diseñar el Paraguay que todo queremos, sin groseras desigualdades ni injustas asimetrías sociales”.