El cementerio más antiguo de América Latina se encuentra en Lima, Perú: se llama Presbítero Maestro, y el pasado 31 de mayo se cumplieron los 216 años de su fundación. Desde 1999, el lugar es un museo de sitio, con el objetivo de subrayar su importancia histórica, social y artística.
Situado en los Barrios Altos de la capital peruana, el camposanto fue creado en 1808 bajo el mandato del virrey Fernando de Abascal. El proyecto arquitectónico, de estilo neoclásico, fue a cargo del presbítero Matías Maestro Alegría, quien concibió el recinto como una auténtica ciudad, con sus avenidas, calles y pasajes para articular la comunicación interna del recinto.
En declaraciones recogidas por la agencia EFE, la directora del Museo Presbítero Maestro, Roxana Ayvar Díaz, cuenta que "anteriormente los ciudadanos eran enterrados en las iglesias, con esta idea de estar más cerca de Dios", por lo que "hubo un primer rechazo de la ciudadanía a ser enterrados en un lugar no sagrado".
En ese contexto, se comenzaron a levantar en el cementerio los llamados mausoleos-capillas, diseñados por cada familia y considerados como "un lugar sagrado, porque eran una pequeña iglesia en un cementerio". Hoy, en las 22 hectáreas del recinto se erigen alrededor de 600 mausoleos-capillas.
Tumbas de grandes personalidades
En 1810 tuvo lugar el primer entierro, el de una religiosa llamada María de la Cruz. Desde entonces, el cementerio ha albergado las tumbas de algunas de las figuras más importantes de la historia del Perú: desde los héroes de la Guerra del Pacífico, como Alfonso Ugarte y Francisco Bolognesi, hasta presidentes de la nación, como Ramón Castilla, José de La Mar y Juan Antonio Pezet, pasando por renombrados artistas, académicos y escritores, entre ellos Ricardo Palma, Mercedes Cabello, Manuel González Prada y José Carlos Mariátegui.
Para conmemorar el aniversario del cementerio, la Sociedad de Beneficencia de Lima, gestora del recinto, ha organizado la inauguración de dos murales y recorridos nocturnos guiados.
Una oportunidad para descubrir la riqueza cultural de este espacio que ha trascendido su función original.
