Ciguapa (2016) agrupa unos zapatos de hombre, mujer, niño y niña en cerámica y desarrolla una reflexión en torno a la infancia, el género, las formas de abuso doméstico y la idea de la fragilidad. El bosque camina (2022), formado por 10 piezas acrílicas sobre papel, muestra a personas con rostros oscurecidos por las plantas; lo humano y lo vegetal se colocan en un diálogo cercano y poderoso. Afro (2006), obra elaborada con madera, carbón y pintura, se compone de una figura de pie contra la pared y su peinado afro, representado en un gran dibujo realizado directamente en la pared. No vemos su cabeza ni su cara, tan sólo nos quedan códigos sociales como la ropa o el peinado para identificarla. En Paredón: retrato de una mujer a partir de una foto de Ana Mendieta (2016), un mural sobre la pared dibujado con pintalabios de diferentes colores, la imagen de la artista cubana —que murió al caer desde el piso 34 del apartamento que compartía con su marido, el escultor Carl Andre— se convierte en la de cualquier mujer abusada y asesinada por el simple hecho de serlo.
“Mis imágenes son metáforas de una sociedad que se niega a crecer y no asume sus responsabilidades. El espectador decide de acuerdo con sus referentes”. En esas palabras pronunciadas por Jorge Pineda (Barahona, 1961 - Santo Domingo, 2023) con motivo de una de sus exposiciones está la intención de desnudar a su obra de toda moraleja, de incluir solo los datos de una fábula que el espectador reconstruirá a su imagen y semejanza. Y es que el artista dominicano, fallecido hace un año, entendía el arte como un generador de preguntas, no siempre dando una única respuesta.
Cuestionarse la realidad
“Potenciar que el espectador se haga las preguntas pertinentes sobre la realidad circundante era su objetivo y el de su obra”, dice Javier Martín-Jiménez, comisario español de la retrospectiva HAPPY. Ensayos sobre la obra de Jorge Pineda, la cual se puede visitar hasta el 7 de abril en el Centro Arte Complutense de Madrid y que es fruto de la colaboración entre la Universidad Complutense —sede de la sala de exposiciones— y la Fundación Alberto Cruz y el Centro León —dos instituciones de República Dominicana—.
“La selección de este espacio no ha sido para nada casual, al revés, ha sido buscado. Es una sala de exposiciones maravillosa, de 700 metros cuadrados, ubicada bajo el Museo del Traje, en un ámbito universitario que se vincula perfectamente a la obra de Jorge Pineda y su idea básica de generar espectadores emancipados, críticos, para que nadie se sienta ajeno a la realidad, sino que cada espectador sea capaz de preguntarse si esa realidad es la correcta y también para generar cambios, por supuesto. Qué mejor que hacerlo en un espacio universitario, en un ambiente educativo como es la Universidad Complutense de Madrid”, explica Martín-Jiménez, quien ha trabajado en colaboración con el equipo curatorial del Centro León. “De hecho, el propio Jorge Pineda fue invitado en diciembre de 2008 a la Cátedra Juan Gris. Estuvo en Madrid durante una semana haciendo un taller con estudiantes de Bellas Artes que, a día de hoy, son artistas que podemos ver ya bien implementados en el contexto artístico español, como Javi Cruz, Elena Alonso o Irene de Andrés. También es una especie de homenaje a esa vinculación de Jorge con el ambiente universitario”, agrega.
Ahora, la relación entre la Complutense y Pineda vuelve a trascender. Un total de 20 estudiantes de la Facultad de Bellas Artes han participado en el montaje de algunas de las instalaciones gracias al sentido didáctico de la producción del artista, que dejó por escrito instrucciones precisas sobre cómo recrearlas. Es el caso de obras como El bosque (1999-2000), una gran pintura de carbón vegetal sobre pared, o de la ya mencionada Paredón. Estas son solo dos de las 69 obras expuestas, las cuales proceden de la gran exposición sobre el artista organizada entre 2022 y 2023 en el Centro León de Santo Domingo, de colecciones privadas y de importantes instituciones públicas españolas como el Museo Reina Sofía, el Domus Artium 2002, el Instituto Valenciano de Arte Moderno o el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León.
“En diciembre de 2022, se inauguraba la exposición en el Centro León de República Dominicana. Jorge estaba ya muy enfermo y él quiso que la muestra más importante de su carrera se titulara HAPPY, para que le recordáramos feliz, como yo también le recuerdo siempre”, cuenta el comisario de la muestra madrileña. “Lamentablemente, unas semanas después, el 16 de febrero de 2023, falleció y, en el mes de marzo, Alberto Cruz, un importante coleccionista de República Dominicana [y presidente de la Fundación Alberto Cruz], me contactó en Madrid y me dijo: ‘Javier, tenemos que traer esta exposición de Jorge a Madrid y hacerle un gran homenaje en España’”. Un tributo lleno de momentos en los que cada persona podrá involucrarse sensorial, emocional y cognitivamente con el universo creativo del artista.
La retrospectiva llegó a Madrid coincidiendo con la elección del Caribe como protagonista de la última edición de ARCO, feria de arte en la que la figura de Jorge Pineda siempre estuvo muy presente. “Tuve la suerte de conocerle a través de la galerista Raquel Ponce, que en aquel momento llevaba su obra. Fue en 2008, cuando tuvo dos exposiciones muy importantes en su galería. También alcanzó mucha repercusión en ARCO durante esos años. El impacto de Jorge en España se puede ver en las colecciones de los principales museos de nuestro país”, apunta Martín-Jiménez.
Maestro de la metáfora
Jorge Pineda fue un narrador de historias. Su rica y diversa producción lo convirtió en uno de los artistas más importantes de la historia contemporánea dominicana, algo que consiguió al combinar la calidad artística con una gran maestría de la metáfora. “Logra presentarnos temas indeseables, incómodos y difíciles en obras que queremos tener a nuestro alrededor y que nos incitan a adentrarnos en un proceso de diálogo con ellas y a mantener un proceso de evolución continua, a raíz de esas reflexiones que nos transportan a nuestra esencia misma”, destaca Alberto Cruz.
Su producción artística de 40 años de trabajo ininterrumpido abarca su pasado en los medios y lenguajes de la gráfica, su trayecto hacia discursos espaciales, la relación indisoluble con sus contextos y su constante implicación conceptual. A lo largo de su trayectoria, el artista transitó desde una modernidad tardía hacia la contemporaneidad en los lenguajes y discursos artísticos de su país.
“Mi vida ha estado llena de muchos momentos felices, el haber tenido una infancia llena de amor y protección me motiva a hablar desde la felicidad”, decía Pineda en una de sus últimas entrevistas. Ahora, la retrospectiva madrileña permite apreciar la mirada de este creador esencial del arte contemporáneo dominicano.