Ayer, hoy y mañana de Mitú

El músico Julián Salazar capitanea un proyecto en el que no hay lugar “para la melancolía”. Ahora, ya sin Franklin Tejedor a su lado, presenta ‘Danzaa’.

El músico colombiano Julián Salazar, motor de Mitú. CAMILO GEORGE JIMENO
El músico colombiano Julián Salazar, motor de Mitú. CAMILO GEORGE JIMENO

Los rumores son ciertos: Mitú se separó.

En septiembre de 2023, luego de 12 años juntos y en el último show de una gira nacional, la dupla musical colombiana formada por el exguitarrista de Bomba Estéreo Julián Salazar y el maestro percusionista de la tradición palenquera Franklin Tejedor ‘Lamparita’ se disolvió.

Y aunque el proyecto sigue vivo en manos de Julián, es importante detenerse para entender la sinergia de esos dos que formaron un uno: Mitú. La obsesión por la síntesis y las máquinas de Julián sumada al frenesí catalizador de golpe de cuero que ejerce Franklin con sus manos y la potencia de su pregonar en dialecto palenquero hicieron de este un junte único que logró trascender en el mundo de la electrónica latina. Primero, bajo la etiqueta de “techno palenquero”; luego, como “techno selvático”; y más adelante, simplemente como “la dupla electrónica colombiana”, o cualquier otro lugar común que nunca logró encajar en una descripción certera de eso que hacían, porque en cada paso se dieron la libertad de crear sin presiones, sin fórmulas y sin pretensiones. Y quizás fue esa libertad creativa la que situó el nombre de Mitú como un referente de la electrónica de este lado del charco, un junte de máquina rígida y cuero tenso que solidificó el sonido de ambos y que a partir de ahora será la experimentación sonora de uno de ellos.

A propósito del lanzamiento de Danzaa, el primer disco tras la separación de la banda —y el octavo publicado bajo el nombre de Mitú—, nos sentamos a charlar con Julián. En los últimos tiempos, aparte de haber disuelto el dúo que formaba con Franklin, el músico —que en breve girará por Europa— también ha sido padre por segunda vez, y en medio del desgaste de energía que esto implica hablamos de sus procesos creativos, la celebración como acto necesario y las exploraciones tropicales brasileñas y guaracheras que están condensadas en su último trabajo.

- Antes de hablar del nuevo disco, me gustaría echar la mirada hacia el paso previo que fue Astra (2023), un disco tan mediático y que caló tanto porque volvió un poco a esa esencia de las canciones cantadas, temas que tenían una literalidad en la que uno se puede sentir identificado. Terminó siendo el último disco como dúo junto a Franklin Tejedor. ¿Qué pasó entre Astra y Danzaa?

- Nos pasó la vida entera, casi. Astra fue un tiempo largo de decir: “Quiero volver a tocar guitarra”. Me mudé de ciudad y en todo ese proceso me doy cuenta muy tarde de que, para poder lograr lo que ha sido Mitú, todo su recorrido y su discografía, yo he optado por una posición muy anárquica.

- ¿Por qué tarde?

- Pues porque supongo que a raíz de eso también sucede una ruptura. Pero es también la manera en que la banda se ha proyectado. Si no hubiera tomado esa posición, tal vez estaríamos deambulando más, o incluso ya no existiríamos.

- En una publicación reciente en la que anunciabas tu primer show del año adelantabas este nuevo disco y hablabas de cómo la vida cambia. Nada es estático, nada es para siempre, y la música da fe de ello. ¿Cómo tramitas esta etapa?

- Pues sí, pasó una ruptura, pero he sido muy cauteloso en la forma de anunciarlo, porque quiero hacerlo de una manera que sea honrándolo a él [Franklin Tejedor]. Nosotros nos queremos muchísimo y somos hermanos. A mí me dejó en shock porque, claro, era mi relación más larga en toda la vida. Ni siquiera con la mamá de mi hijo ni con la mamá de mi hija he durado tanto. Era muy difícil para mí afrontar esa decisión, no tenía ni idea de qué hacer, creo que duré casi tres días desvelado. Me lo dijo después del último show de la gira en Bucaramanga.

- ¿Qué detonó esa decisión de separarse? Porque yo tengo una versión de que Lamparita quería volver a Palenque a estar con su familia y a reconectarse con su raíz...

- Es completamente una decisión artística. El planteamiento de Franklin fue: “Quiero volver a estar en Palenque y hacer música de mi pueblo y para mi pueblo”. Y uno no puede intervenir en eso. Después de tanto tiempo de hacer un cierto tipo de música, es innegable que pueda estar fatigado.

Por otro lado, también reconozco que esa visión de proponer el camino y decirle: “Vamos a bajarle un poquito al chispun y vamos a hacer canciones y quiero invitar a unas chicas a cantar”, independiente del éxito que haya tenido en cierto sentido, al final era una decisión solamente mía. Entonces, también creo que eso puede generar una fatiga de preguntarse: ¿por qué tengo que estar siguiendo todo el tiempo el espíritu de una persona? Igual, Franklin siempre fue muy noble en hacerlo y en seguirlo, pero supongo que ya en un punto fue demasiado.

- ¿En qué momento se empieza a manifestar Danzaa como proceso creativo? Porque, instrumentalmente, siento que es un disco de celebración, muy juguetón, donde no solamente resalta una música que invita a bailar, por muy obvio que pueda resultar el nombre del disco, sino que está muy presente la alegría de alguna manera.

- Sí, definitivamente es así, es una celebración. Astra yo lo culminé hacia febrero de 2023 y ahí empecé a preparar la gira. Y cuando ya estuvo lista la gira e hicimos los primeros conciertos, a mí otra vez me pica el culo y me dice tengo que hacer nueva música. Pero los primeros conciertos también coincidieron con el nacimiento de mi segundo hijo, y creo que es eso, la celebración de ese nacimiento.

Ya luego, en junio, empiezo a trabajar en música nueva y salen unos dos temas. Realmente no hice mucho más porque no daba el tiempo, no daba la paternidad, no daba la gira… Este álbum realmente me senté a hacerlo en diciembre de 2023, lo hice en 15 días. Y es un alivio, porque hay pesos que uno está llevando. Me estoy dando cuenta también de que estoy siendo un obstáculo para alguien, y a esa persona, al liberarse de ese obstáculo, yo ya dejo de ser un peso también. Entonces, soy más liviano y me permito jugar.

- Cuando los Beatles se separaron, dejaron de ser los Beatles. Sin embargo, Mitú sigue siendo Mitú tras la separación de Franklin. ¿Cuál fue la razón de mantener el nombre y no arrancar otro proyecto aparte?

- Estéticamente, pertenece a lo mismo, no estoy partiendo a otro lado, a hacer pop o a hacer rock. Y tiene el mismo espíritu desde la génesis. Yo empecé Mitú, y durante un año y medio lo hice solo. Entonces, ahora dije: “Vuelvo a estar solo”. Mitú ha sido mi bandera desde 2014, desde Balnear.

Videoclip de la canción 'Balnear' de Mitú. YOUTUBE

- Y, sin embargo esa manera de hacerlo solo, yo la conecto con ese show de Barcelona en el que coincidimos en octubre del año pasado. Ya no estaba Lamparita y recuerdo escuchar a la gente diciendo: “¿Dónde está el Asina Hue?”, como extrañando ese ímpetu palenquero de Franklin que animaba los shows en su lengua nativa…

- Yo también lo extraño. Ya no tengo a Franklin, ya no tengo esa contraparte que claramente hacía un todo. Ahora lo que estoy planteando no es reproducir una cosa que ya hice, porque sigo en un camino de exploración, en el que no puede haber lugar para la melancolía. Y ha sido siempre lo que yo he pretendido con Mitú: hacer una cosa nueva, no plantarme en la comodidad. Cada álbum viene nuevo; cada álbum tiene sus defensores, sus detractores, pero melancolía aquí no hay. Vamos para adelante.

- ¿Y esa melancolía tampoco se da en lo musical?

- Estoy repensando los temas clásicos que siempre van a sonar. Ahora el sábado tenemos un show —tengo un show, perdón— y los temas clásicos espero hacerlos en rock, como con una banda, no voy a poner sintetizadores, nada, voy a coger una guitarra. Ya los temas nuevos sí van con sintetizadores y toda la cosa. Pero no me voy a estancar aquí, porque para mí la música es evolutiva. 

Además, tengo un bebé de ocho meses, todo es nuevo. Me desvela y simplemente no sé cómo administrar su energía, tengo que estar a la par de él. Tengo una hija de ocho años y yo decía: “OK, ya me la sé un poco en la paternidad”. Y este man llegó, me dio una bofetada como diciendo: “Usted no sabe nada y lo voy a trasnochar hasta la mierda y se va a sentir cansado, va a querer renunciar a hacer música”... Me he sentido en noches así que no puedo más, no quiero más. No quiero nada más.

- Pero aún así, es un álbum muy celebrativo…

- Es una celebración, sí. Jajaja.

- ¿Y en qué momento entre la paternidad y la gira está el tiempo para sentarse en diciembre y decir: “Bueno le voy a dar 15 días a lo que salga”? ¿Cuál fue ese instante de revelación?

- Yo sentía que tenía algo entre las manos cuando empecé a hacer eso en junio, pero que no le había dado rienda hasta hacer esos shows en Europa en octubre. En Barcelona me acompañó un percusionista, pero los otros shows los hice solo y yo estaba tan maravillado… Y justo en diciembre mi esposa me dice que tiene que ir a Santa Marta sí o sí y yo le digo que tengo que grabar un álbum sí o sí, porque lo tengo en la punta de la lengua. Ahí me separo por primera vez unos buenos días de mi hijo, y ahí hago el álbum.

- ¿Qué es tener un álbum en la punta de la lengua?

- Es que me lo saboreo, sé exactamente a dónde quiero ir. O sea, lo tengo concebido. No lo he hecho, ni siquiera he compuesto las canciones, pero sé que quiero hacerlo.

Julián Salazar, de Mitú. CAMILO GEORGE JIMENO
Julián Salazar. CAMILO GEORGE JIMENO

- ¿Y qué ideas estaban rondando? Porque siento que hay ciertos guiños a esa cadencia del funk carioca y la música brasileña, y por otro lado este lado medio retro, como de casetera viejas, de Nintendo 64, con esos elementos digitales pero casi que analógicos... ¿Cómo termina todo eso en Danzaa?

- Definitivamente, ha habido como una cosa brasileña. Estrené un par de temas en Lisboa y era como que sentía ahí esa cadencia, el feeling transoceánico. Pero, por otro lado, yo lo siento como muy de acá, estoy más aquí en la montaña y qué está pasando acá… No sé, sentía más como un pulso como guarachero.

- Ahora que mencionas ese instinto guarachero, con ese paisaje de fondo que es la montaña, me gustaría conectarlo con esa visión europea que existe hoy sobre el latincore y la uwuracha, que tiene una intención de partir de algo de acá. ¿Cómo dialoga todo esto?

- Siempre he perseguido timbres desde la síntesis que sea muy de acá, que se sienta como que esto está hecho acá. Ni siquiera es de la frontera, esto es colombiano.  Sí hay un pulso que me interesa traspasar, porque igual sigue siendo la línea de Mitú, ¿no? Voy de aquí para allá y no me interesa quedarme en ningún lado, por eso digo que la melancolía no tiene lugar acá.

Por otro lado, ya hablando más técnicamente, me volví a armar de un nuevo set [de sinterizador] Moog, antes tenía un set muy Roland, más digital. Ahora es muy análogo y estoy muy feliz, es un sonido muy filudo, no es amable, tiene esa sensación de crudo y es disonante, porque se tarda en afinar y a veces nunca afina.

- Si bien en el disco hay una predominancia de lo celebrativo, hay un par de canciones, ‘Onda’ y ‘Vago’, que las conecto un poco más con ese sonido rebajado y casi que celestial o muy ambient del disco Los Ángeles (2018), como mucha síntesis pero contemplativa de alguna manera...

- ‘Onda’ originalmente se llamaba ‘Oto’, que es el nombre de mi hijo, y es un tema para elevarse, como que parte de esa aura suya de ser de una vibración altísima. Y ‘Vago’ es el bar de mi amigo Alejandro en Lisboa, donde estrené las canciones. Entonces, como que tiene unas asociaciones claras: está el tema que empezó esta línea estética y el tema que reivindicó irse por ese lado creativo. No son tan guaracheros, son más celestiales.

- Hay otro detalle que no es mínimo y es que en ‘Cachito’, que es la canción que cierra el disco y que tiene en la voz a Loyal Lobos, es la única que temáticamente raya con el resto del disco al ser la única que sí tiene letra, ¿por qué incluirla en este universo de Danzaa?

- ¿Quién era el que decía “confunde y reinarás”? Jajaja. Para mí, el fin siempre es un punto de partida. Los temas que cierran un álbum son los más importantes. Desde pequeño escuchaba álbumes enteros y el último tema tiene que ser una cosa como que solo se lo merece el que tiene la paciencia de llegar hasta ahí.

Periodista musical. Creador, director y productor de Sudakas Podcast. Colaborador de medios como Radio Gladys Palmera, Remezcla, Revista Cambio y BeeHype. Fue editor de Noisey en Español y redactor de la revista Vice. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2020.

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