Una pequeña pero luminosa habitación de hotel en la Cuesta de San Vicente, en Madrid, frente a los Jardines de Sabatini y el Campo del Moro. En su interior apenas hay una cama, una sencilla mesa, dos sillas, una maleta aún sin deshacer y un huésped que acaba de instalarse. Ese huésped es Bhavi, que abre la puerta con cierta desconfianza y recibe a COOLT mientras consulta, preocupado, su teléfono móvil: ha pedido una hamburguesa a domicilio y el reparto se está demorando más de lo previsto. La conversación que tendrá lugar a continuación transcurrirá mientras se aguarda la llegada de esa anhelada hamburguesa.
El nombre real de Bhavi es Indra Buchmann. Nació en Bélgica en 1997 y desde entonces su vida ha sido un continuo ir y venir. Ha vivido en Uruguay y en Argentina, y desde que comenzó a destacar en la música no ha parado de moverse.
—Resido en Buenos Aires desde hace cuatro años, pero me he mudado ocho veces. Lo hago cada seis meses. He vivido en un departamento elegante y nuevo, en uno antiguo, en una casita… Incluso una vez alquilé un hostel entero. Eran seis habitaciones y en cada una puse una cosa: una sala para dibujar, una sala para el gato, dos para mí, otra para hacer música… No sé, me gusta cambiar.
Nos sentamos a charlar frente al amplio ventanal de la habitación. Desde nuestra ubicación se observa la carretera y, al otro lado, parte de la fachada del Palacio Real de Madrid. “¿Acá tienen rey o reina?”, pregunta con interés mientras mira hacia el imponente edificio. “Rey”, respondo, “aunque es posible que pronto reina. De todas formas no viven aquí, sino en las afueras”.
Bhavi es delgado y alto, y tiene unos ojos azules que esconde con la ayuda de unas amplias gafas de ver y un pelo largo y despeinado. Viste de negro, está descalzo y se sienta con las piernas cruzadas sobre la silla. Aparenta timidez, al menos durante el comienzo de la entrevista, y le cuesta mantener contacto visual con su interlocutor.
El músico llegó a España hace un día y apenas ha podido descansar. Hoy mismo, último jueves de octubre, ha impartido una conferencia en el Festival BIME de Bilbao, y ahora está en Madrid porque al día siguiente dará un concierto en la sala Insomnia de Móstoles, un municipio cercano a la capital. Luego se trasladará a Barcelona para actuar el domingo en la sala Upload. Esta es la tercera entrevista de la jornada.
Hace cuatro meses, en junio, Bhavi publicó Pochoclos, su más reciente álbum (pochoclos es la palabra empleada en Argentina para referirse a las palomitas de maíz). El disco, que mezcla canciones de rap melódico con otras que se aproximan al reguetón o incluso al drill, dialoga con sus dos referencias anteriores: el EP Butakas (2020) y el álbum Cinema (2021). Los tres trabajos, editados por Sony, se articulan bajo una temática común:
—Quise desarrollar una trilogía basada en el cine. Fue una experiencia relinda, y siento que la pude pilotear bastante bien. Pero, nada, ya terminó, ahora se refresca.
Escuchándole hablar, uno tiene la impresión de que Bhavi vive así, sin aferrarse demasiado a las cosas, siempre otorgándole más importancia a lo eventual que a lo estable. “Las mudanzas no me afectan, apenas tengo nada material”, dice. “Poseo una silla, un televisor y tres bolsas de ropa, porque las prendas estoy siempre regalándolas y comprando nueva. Me gusta mucho regalar y hacer trueques con mis amigos. Soltura, ¿viste? Las cosas materiales son plomo”.
Para algunos, la rutina significa comodidad y calma; para otros, como en el caso de Bhavi, esta no es más que sinónimo de aburrimiento y apatía. Un ejemplo: el artista cuenta que, cuando presentó Pochoclos, realizó una semana de prensa y acto seguido se fue de viaje durante tres meses con la única intención de grabar más canciones:
—Mis vacaciones consistieron en seguir grabando. Estuve un par de semanas en Nueva York, un par de semanas en Ámsterdam, un par de semanas acá en España y un par de semanas en Bélgica. Organicé cuatro o cinco destinos y me puse a formar nuevos proyectos.
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En 2017 algo cambió para siempre en la escena musical de Argentina. De pronto, un puñado de jóvenes que antes se limitaban a rapear en las plazas de las ciudades comenzaron a grabar canciones que luego subían a internet, canciones que en un abrir y cerrar de ojos acumulaban millones de visitas en YouTube. Entre aquellos artistas se encontraban nombres como Cazzu, Khea, Duki, Neo Pistea o Ysy A. Para algunas voces críticas, esos chicos tan solo eran chavales que se tatuaban la cara y que cantaban sobre amor, sexo, marcas de lujo, drogas y dinero. Otros, en cambio, consideraron que lo que estaba sucediendo tenía más que ver con una verdadera revolución en la música latinoamericana. El tiempo dio la razón a los segundos. Hoy en día figuras como Duki, Trueno, Bizarrap, Cazzu o Nicki Nickole, figuras que vienen de aquel cambio de paradigma, andan construyendo la música popular de toda una generación de jóvenes latinoamericanos y españoles.
Bhavi también formó parte de esa ola que entre 2017 y 2018 se llevó todo por delante. En esa época el artista residía en Bélgica y hacía canciones en inglés, con vistas a abrirse al mercado europeo y estadounidense. Cuando se percató de lo que estaba pasando en Argentina, no dudó y regresó al país, donde conocía los productores más exitosos del momento. Quería su oportunidad y no iba a desaprovecharla. A comienzos de 2018 logró hacerse un hueco entre toda esa vorágine gracias a tres temas: ‘Mojaa’ (con Duki), ‘Piso’ (con Ecko) y ‘Bésame’ (con Seven Kayne).
Bhavi escogió un camino y por suerte acertó. En cuestión de meses, el niño que creció escuchando los discos de Dr. Dre, Eminem y Wiz Khalifa se convirtió en un personaje famoso que daba conciertos multitudinarios y acumulaba millones de visitas en YouTube gracias a sus canciones.
Preguntado por las razones de esa explosión, por las causas de ese crecimiento acelerado e inaudito del llamado “trap argentino”, Bhavi contesta que, bajo su punto de vista, el éxito responde a tres factores. Primero, el freestyle, que llevaba siendo algo muy grande en el país desde años atrás. Segundo, la unión entre el mundo de las batallas y el mundo de las producciones. “En Argentina había una escena underground de productores de dubstep y música electrónica que triunfaba fuera del país, en Europa y Australia”. Y tercero, la singular y apasionada personalidad del argentino, que ama ser fanático, que ama apoyar a quien cree que mejor lo representa.
Durante 2018 y 2019, en aquellos años de progresión asombrosa del trap argentino, desde España se decía que aquel éxito tenía que ver con la cohesión y unión entre los artistas del país latinoamericano. Ese discurso, que con el tiempo acabó convirtiéndose en una especie de cliché, se articulaba en base a la idea de que en Argentina todos los artistas colaboraban entre sí, que se apoyaban para seguir creciendo, que no había envidias ni rencillas entre ellos.
—Es cierto eso, y sí siento que acá en España los artistas no se apoyan tanto entre ellos. Es todo más cerrado, cada uno en su mundito. Aunque, bueno, en Canarias hicieron ‘Cayó la noche’ y les fue rebien. El tema se pegó porque se unieron muchos nombres.
Según Bhavi, al ser Argentina un país con no demasiados recursos, las circunstancias llevaron a que se generase una atmósfera de apoyo y unión. “Los argentinos se ayudan entre ellos porque lo necesitan. El dinero a veces te aleja del resto, porque si lo tienes puedes proteger tu jardín y aislarte de los demás. Pero en nuestro caso todos crecimos en conjunto. Igual ahora ya no es tan lo mismo, pero sigues yendo a una fiesta o a un evento y aún ves mucha unión y colaboración entre artistas. Es bastante hermandad”.
Por ahí se comenta que a Bhavi no le gustan demasiado las entrevistas. Le irrita que le pregunten siempre las mismas cosas, los mismos tres o cuatro datos básicos sobre su biografía y su carrera. Le irrita porque, al formular tales cuestiones, entrevistado y entrevistador se sumergen en una especie de diálogo robótico y soporífero, una conversación monótona, sin aristas y llana como un páramo.
No obstante, hay cuestiones que no pueden pasarse por alto. En el caso de Bhavi, el asunto que se repite en cada entrevista es el de su vínculo con Bizarrap. Junto al exitosísimo productor argentino, Bhavi grabó, hace ya casi cuatro años, la primera BZRP Music Sessions de la historia.
—Me preguntan sobre esto todo el tiempo y yo pienso: “La puta madre… ¿esto va a ser así toda mi vida?”.
Era febrero de 2019 y Bizarrap le ofreció a Bhavi hacer una BZRP Freestyle Session, un proyecto que el productor recién acaba de iniciar. “Respondí que no, más que nada porque yo no sé hacer freestyle. Entonces le propuse desarrollar algo más musical, tipo Tiny Desk o Colors, pero haciendo una canción desde cero, nueva”.
El resto, como suele decirse, es ya historia.
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Cuando era niño, a Bhavi le fascinaba pasar los días en su habitación dibujando y leyendo cómics de superhéroes. Pensado con detenimiento, resulta llamativo que una personalidad así, aunque aún inmadura, evolucionara con los años hacia el rap, una disciplina en la que sobre todo prima la chulería, el carisma, ser el más echado hacia delante. Sin embargo, para el joven Bhavi rap y cómic no eran mundos que por necesidad tuvieran que mantenerse separados.
—Mirá, te voy a mostrar una cosa que nunca le mostré a nadie.
En ese instante, Bhavi agarra el móvil, hasta al momento perdido entre sus piernas, y muestra unos vídeos que grabó de adolescente y que están colgados en YouTube. Son vídeos de él pintando, pero donde solo aparecen el dibujo en construcción y sus manos moviéndose a una velocidad acelerada. Lo que se ve en la pantalla se llama speed drawing, y consiste en grabar el proceso de creación de un dibujo y luego acelerar el vídeo para que el desarrollo completo pueda verse en apenas unos minutos. En el speed drawing es habitual que de fondo, acompañando a la imagen, se incluyan canciones. Y Bhavi recuerda que en los vídeos que él subía siempre colocaba canciones de rap, un estilo de música no demasiado popular entre los amantes al dibujo de cómic.
—El mundo del cómic es bastante conservador, creo yo. Recuerdo que cuando de chico ponía canciones de Wiz Khalifa o de Eminem la gente me decía: ¡muy lindos los videos, pero deberías ponerle otra música!
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Esta va a ser la primera vez que Bhavi toque en Madrid, aunque su relación con la ciudad española viene de mucho tiempo atrás. En concreto, de 25 años atrás. Al recordárselo, sonríe y sube el tono de voz.
—¡Casi fui madrileño, casi! Mis papás se conocieron en Ibiza, pero se enamoraron y se fueron a vivir los dos juntos a Madrid.
El padre del rapero es belga y la madre argentina. Se conocieron en Ibiza, como el artista relata, un lugar donde su madre aprovechaba las temporadas de verano para trabajar. Durante un tiempo, la pareja vivió en Madrid y más tarde se mudó a Bélgica, donde finalmente él nació. “En el séptimo mes de embarazo de mi mamá se fueron a vivir a Bélgica. O sea, casi nazco acá, casi soy de acá. Hay gente de acá que me dice: ¡Tú eres de aquí! ¡Si te hicieron aquí, tú eres de aquí!”, comenta divertido mientras trata de imitar, sin demasiado éxito, el acento madrileño.
La carrera profesional de Bhavi ha experimentado un impulso importante en los últimos meses. Desde hace poco, el rapero tiene un equipo que le acompaña y le ayuda a gestionar los conciertos, las relaciones con la prensa, la asistencia a eventos. Para él, rodearse de gente en la que confiar es una de las claves del éxito.
—Me costó mucho tener un equipo. Hace cuatro años que vivo de la música y recién ahora estoy tocando en España por primera vez. Es decir, me perdí cuatro años de desarrollo por no saber delegar esa parte. He tenido muchos problemas de confianza. Esta es una industria donde hay que tener cuidado, porque hay mucha águila que se acerca a ti, pica y rápido se va.
El pasado septiembre Bhavi hizo tres sold outs sucesivos en Buenos Aires. Luego, a mediados de octubre, tocó dos días consecutivos en Santiago de Chile. Tras su viaje exprés a España, el rapero regresó a América para actuar en Cordoba, Rosario y Montevideo. Este 24 de noviembre será el turno de Ciudad de México. “Gracias a mi equipo estoy teniendo mi primera gira internacional, y está yendo rebien. Siento que ahora estoy en mi mejor momento”, asegura con entusiasmo.
La entrevista finaliza y bajamos al vestíbulo del hotel. Como despedida, en vez de la mano, Bhavi ofrece un abrazo. La hamburguesa por fin llega y él sonríe. En estos últimos tiempos todo parecen ser buenas noticias.