Un niño flaquito y con gafas que cae mal a sus compañeros. Un juicio en medio de un campamento escolar para decidir si lo matan. Una niña con miedo que se siente fatal por no intervenir en el momento, pero que huye y acaba contándoselo a unos profesores que, encima, se sienten incómodos ante la información. Patadas desde fuera del saco de dormir como represalia contra la niña, que, por otra parte, también sufre bullying porque es lesbiana.
No es el punto de partida de Cerdita, sino un recuerdo nítido de la directora de la película, la cineasta española Carlota Pereda, que se ha vengado de esa herida sin sangre (o con sangre ficticia), sin agredir, sin herir, con “un thriller moral” —palabras suyas— rural y trepidante, que convierte el bullying y la gordofobia en experiencias tan desagradables que el espectador llega a plantearse si un asesino justiciero puede tener la razón.
La protagonista de Cerdita es Sara, interpretada por la actriz Laura Galán, quien, con sus respiraciones, carreras en bikini, sollozos y llantos, casi sin diálogos, consigue transmitir la angustia de un personaje que no tiene tiempo ni espacio para una mínima existencia digna: una joven acosada por la crueldad de otras adolescentes, que vive agobiada por el “qué dirán” de los habitantes de un pequeño pueblo de Extremadura y la torpeza sobreprotectora de su tragicómica madre, una Carmen Machi que brilla con luz propia —“la mejor actriz interpretando a una persona normal en España”, según Pereda—.
Para Galán, transmitir con silencios y movimiento no supone gran dificultad. “Algunos trabajos de teatro que he hecho antes han sido muy físicos y me han dado mucho subidón, más incluso que los guiones con más texto. Me encanta mi cuerpo, y me gusta mucho entregarle mi cuerpo con esta fuerza a la profesión”, reflexiona la actriz en conversación con COOLT, al tiempo que aclara: “Yo he sido gorda toda mi vida y no he sufrido bullying”.
Ante el bullying que sufre la protagonista, un asesino llega desde fuera del pueblo. No sabemos nada de él: ni su nombre, ni su biografía. “Lo saben él [el actor Richard Holmes] y Laura. Escribí una biografía y un nombre para que ellos supieran quién es, pero no podían transmitirlo a los espectadores”, explica Pereda, a quien le gusta que el público “se implique en la trama, que se pregunte qué haría” en cada caso.
Cerdita logra su objetivo. Y, como en su día hizo REC (2007), sitúa al cine de género español en un alto nivel que no siempre consigue: cosechó alabanzas en la última edición del Festival de Sundance, en Estados Unidos, y acaba de tener un paso triunfal por el Festival de Sitges, donde obtuvo el Premio Méliès de Oro y recibió una ovación que, según le llegó a la directora, “fue la más larga de la historia” del certamen. “Fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida, junto con la llegada de mi hija y el Goya”, celebra Pereda, recordando el premio al cortometraje de 2018 que dio pie a este filme.
En su primer largometraje, Pereda —con larga experiencia como guionista y realizadora en series de televisión— consigue remover temas tan de actualidad como la presión estética y el acoso centrándose en la acción y las decisiones de los personajes. “Me gusta que la gente se entretenga y el thriller me da espacio para hacer cosas muy locas y extremas, llevar los temas más lejos que otros géneros no permitirían, películas no cerradas donde la gente juzgue y luego rectifique”, dice.
Fan de Hitchcock y Billy Wilder desde pequeña, la cineasta se identifica con el terror o la intriga que retratan películas como Una joven prometedora o Déjame entrar, y dice que le inspiran directores como Bong Jon-Hoo, autor de Parásitos. Concretamente, la anterior película de Jon-Hoo, Memories of murder, del año 2003, le llevó a la acción: “Esto es lo que quiero hacer”.
El proceso hasta Cerdita fue largo: Pereda tardó dos años en escoger a la protagonista. “Tenía que tener cierto control emocional, no quería que tuviera que pasar por algo horrible para grabar las cosas como yo quería”. Así, una mujer de 36 años que puede aparentar 20 tranquilamente y que además está a gusto con su cuerpo fue la candidata ideal. “Laura es mayor, sabe quién es y su belleza en el mundo”, confirma Pereda.
La participación de Laura Galán como protagonista puede suponer un antes y un después en un cine acostumbrado a dar grandes papeles mayormente a personas —especialmente en el caso de las chicas— con bellezas normativas. “Yo ya he visto un cambio, en la última serie en la que he trabajado he visto que se han escogido a los mejores actores y actrices y no a quienes cumplen además con un patrón estético”, dice Pereda.
“Flipo, porque al final se me considera una persona no normativa, pero llevo una de las tallas de ropa más utilizadas en España. Hay que ver quién marca esta normalidad. Espero que rompamos barreras en eso y que pueda tener este cuerpo y protagonizar películas, aunque por ahora no me están lloviendo papeles. El siguiente paso, aunque este es mi cuerpo, lo amo y lo voy a explotar, es que me den un papel y en él no ponga nada sobre mi físico, tan solo que soy una abogada o lo que sea”, reflexiona Galván, quien se reconoce “un poco exhibicionista” y aún más cuando ve enormes pósters de la película, con ella en bikini, colgados por Madrid.
La mirada de Carlota Pereda, tan comprometida con la reflexión como con la diversión, llega a las grandes pantallas con Cerdita en medio de un boom de mujeres insólito en un cine español donde lo femenino era antes excepcional en la dirección y donde de repente ya no faltan referentes: Carla Simón (Estiu 1993, Alcarràs), Pilar Palomero (Las niñas), Clara Roquet (Libertad), Belén Funes (La hija del ladrón), Júlia de Paz (Ama), Carol Rodríguez Colás (Chavalas) o la documentalista Alba Sotorra han debutado en los últimos cinco años copando aplausos y premios del cine español. Cerdita y Carlota Pereda se suman ahora a esta lista.
