Artes

‘Competencia oficial’, el cine como performance

Los cineastas argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn invitan a Antonio Banderas y Oscar Martínez a reírse de sí mismos bajo la mirada de Penélope Cruz.

Barcelona
Oscar Martínez, Penélope Cruz y Antonio Banderas, en la película 'Competencia oficial', de Mariano Cohn y Gastón Duprat. MANOLO PAVÓN

Gastón Duprat y Mariano Cohn son como un matrimonio a prueba de bombas, un tándem artístico con muchos kilómetros en su haber. Llevan haciendo películas juntos desde principios de siglo —no se presten a engaño, si Cohn firmó en solitario 4x4 (2019) y Duprat hizo lo propio con Mi obra maestra (2018), cada uno de ellos seguía implicado en el proyecto del otro de una u otra manera—. Así, tras dos décadas rodando estrechamente juntos, han vuelto para abrazar a un público más amplio con Competencia oficial, una comedia presentada en la Mostra de Venecia que sólo puede verse como una “mise en abîme”, un trampantojo tan socarrón como conceptual de ese arte poblado de actores equipados con una vanidad más grande que la vida.

Producida por Mediapro, Competencia oficial acaba de aterrizar en las salas españolas —en Latinoamérica lo hará a lo largo de marzo—, y presenta a un millonario que, para dorar su inexistente prestigio y hacerse fotos con estrellas de cine, decide producir una película. Para ello contrata a una excéntrica directora —interpretada por una despelucada Penélope Cruz, más divertida que nunca—, y a dos astros como Antonio Banderas y Oscar Martínez, que bajo nombres supuestos parecen estar burlándose de ellos mismos.

Competencia oficial es un ejemplo raro de cine dentro del cine, porque se centra en el trabajo previo del director con los actores, y lo hace en clave de performance, construyéndose la película como una serie de viñetas conceptuales en las que los intérpretes se mueven a su aire. Elegante y a ratos muy divertida, Competencia oficial es otra vuelta de tuerca a esos temas que han perseguido a Duprat y Cohn desde siempre, desde El artista (2008), donde el cuidador de un geriátrico se apropia de los cuadros de uno de sus inquilinos, a la reciente El ciudadano ilustre (2016), en la que Oscar Martínez encarna la fantasía argentina del Premio Nobel de Literatura, un galardón que nunca ha llegado a materializarse en el país de Borges y Cortázar.

Penélope Cruz y Antonio Banderas, dos estrellas del cine en la alfombra roja en 'Competencia oficial'. MANOLO PAVÓN

Competencia oficial vuelve a ser una película sobre el ego del artista, un tema que habíais explorado previamente de distintas formas. Si me tomo como ejemplo, llego a la conclusión de que el ego es condición sine qua non para la condición de artista, ¿estáis de acuerdo? ¿El ego es un motor o un hándicap?

- Gastón Duprat (GD): (risas) No sé, para nosotros una película es más bien algo desafiante. Es algo que te puede llevar a hacer doler la cabeza de pensar, y de preocuparte por temas complejos, que está bueno desmenuzar. El verdadero significado de las cosas, lo que transmite una imagen o un discurso... A mí, al menos me divierte manejar estas cosas tan complejas que debatimos todo el tiempo con Mariano. La mayor responsabilidad de un director es tratar de entender cabalmente los significados profundos de lo que uno está haciendo.

- La vi en el auditorio de Mediapro en Barcelona, y era como estar dentro de la película. Tanto por el edificio como por esa figura del millonario mecenas, ¿hay algo de eso ahí?  

- GD: No he estado nunca en el edificio de Mediapro, y esta es nuestra tercera película producida por Jaume Roures, después de Mi obra maestra y el thriller 4x4, aunque aquellas eran producciones mayoritariamente argentinas. Pero el puntapié de la película es la figura de un empresario farmacéutico, medio corrupto, altanero, y que a cierta edad quiere conseguir lo único que no tiene, que es prestigio, y empieza a pensar en variantes para conseguirlo. Un puente, museos, o finalmente una película, gracias a la cual puede estar rodeado de actores y directores, en vez de empresarios y políticos.

- En el aspecto arquitectónico, ese tipo de no lugares siempre os ha interesado, ¿no? Creo que la casa de El hombre de al lado (2009) era de Le Corbusier, que es como el diseñador de no lugares por excelencia…

- Mariano Cohn (MC): Sí, en este caso la responsabilidad es de Alain Bainée, el diseñador de producción, que ha diseñado unos espacios absolutamente gélidos. Nos interesaba que el espacio fuese completamente aséptico para poder disfrutar todavía más de las interpretaciones.

Penélope Cruz, Oscar Martínez y Antonio Banderas, en una escena del filme. MANOLO PAVÓN

¿Competencia oficial vuelve a ser una idea de tu hermano, Andrés Duprat, como las anteriores?

- GD: Esta vez fue una idea de los tres, porque resultó que Penélope Cruz y Antonio Banderas habían visto nuestras películas anteriores y querían hacer algo con nosotros.

- Ah, qué curioso, porque está claro que Banderas disfruta parodiándose a sí mismo, como el latino que triunfó en Hollywood…

- GD: Sí, estábamos en su casa de Londres con una hoja en blanco y preguntándonos que clase de película íbamos a hacer juntos, y de ahí surgió todo.

- MC: Luego empezamos a trabajar en torno a las figuras de estos dos actores tan opuestos…

Antonio Banderas y Oscar Martínez, en 'Competencia oficial', donde interpretan a dos actores famosos. MANOLO PAVÓN

- El personaje de Oscar Martínez se parece al de El ciudadano ilustre. Además, ahí era un escritor galardonado con el premio Nobel, y aquí va a participar en la adaptación de una novela argentina galardonada con el Nobel...

- GD: Eso es una cita a la otra película. Yo creo que si se parecen los personajes es por su tono actoral, tan preciso, de Oscar. Esa voz estupenda, esa dicción perfecta, que es común a muchos personajes que ha hecho. De hecho, cuando el guion empezó a hacerse más preciso, nosotros les propusimos que invirtieran los personajes, que Antonio hiciera de Oscar, y Oscar de Antonio, pero ellos prefirieron mantener sus posiciones. Prefirieron estacionar su instrumento en el lugar que más cómodo les quedaba...

- MC: Más cómodo en el buen sentido. Les gustaba reírse de ellos mismos. Y nos encantó, porque esta película sobre lo que significa ser actor sólo podían hacerla estos tres grandes actores. Sólo ellos tienen la autoridad suficiente para lograrlo. No podían ser unos principiantes. Banderas, mejor actor en Cannes; Martínez, Copa Volpi en Venecia por El ciudadano ilustre, y Penélope…

- Penélope. favorita al Oscar por Madres paralelas, de Almodóvar. No me parece nada mal que se lo lleve.

- MC: Nosotros preferimos que lo gane por Competencia oficial, que todavía no se ha estrenado en Estados Unidos, e irá para la próxima temporada (risas).

GD: Creo son tres papeles de riesgo para ellos, porque se exponen al hablar tanto de su profesión, y reírse de ella. No es cómodo hacer eso. Es más cubierto hacer un western… Creo que fueron muy generosos en ese sentido.

- Penélope es la que aparece más alejada de su propia realidad como artista, puesto que encarna a una directora. ¿Cómo modelasteis su personaje?

- GD: Fue un guion, como siempre, muy participativo. Los guionistas fuimos nosotros tres, pero ellos nos contaron muchas cosas que les habían ocurrido en rodajes, y también queríamos mostrar esos artistas que se sienten moralmente superiores por el mero hecho de ser artistas, como si fuesen más que un periodista, un taxista… porque ellos sufren, son sensibles y son más importantes porque sufren mucho.

Penélope Cruz, una de las protagonistas de 'Competencia oficial'. MANOLO PAVÓN

- Ahí veo un punto autoparódico, porque Penélope Cruz siempre está muy emocionada.

MC: Bueno, ella nos habló de un director que le preguntó que por qué no se comía la ropa de sus personajes para tenerlos incorporados. Pero eso no lo pusimos, porque ya nos pareció demasiado.

GD: Creo que va a ser imposible para un director dirigir a Penélope después de esto, porque cualquier cosa que le diga va a ser un tópico que ya está en la película. Pero sí, hay muchas cosas, más allá de las exageraciones, como la de enfrentar a los actores entre sí, que están sacadas de la realidad. Conocemos a mucha gente que lo hace…

- ¿Por ejemplo?

GD: No, directores de teatro más antiguos, que hacían que se estuvieran matando entre ellos todo el tiempo para no debilitar tu cuota de poder.

- Divide y vencerás.

- GD: Exacto. Banderas también nos contó de no me acuerdo qué director que les calentaba la oreja a él y al otro para que se maten.

- MC: Y era una película de boxeo. Y le partieron una costilla.

Tráiler de la película 'Competencia oficial', de Mariano Cohn y Gastón Duprat. YOUTUBE

- Con esos datos, tendríamos que estar hablando de Ron Shelton en Jugando a tope (1999). En cuanto a Penélope, hay quien ha visto en ese personaje a la gran Lucrecia Martel.  

- GD: Es un Frankenstein de muchos directores conocidos e inventados. De hecho, no hay directores de cine tan excéntricos como su personaje, porque un director de cine es alguien que tiene que estar muy a tierra, ya que maneja una cosa muy compleja. No tiene los permisos de las artes plásticas como le ocurre al personaje.

- MC: Una película es un artefacto costoso e inestable, y en manos de esa mujer se convierte en una bomba de tiempo…

- GD: Nos la inventamos así, para que pudiera hacer suyas las libertades que le permitiría el arte conceptual, alguien al estilo de Marina Abramović...

- De hecho, vosotros venís de ahí, del mundo del arte, y esos planos tan prolongados pueden leerse como performances de arte contemporáneo encadenadas en un todo.

- MC: Sí, no hicimos muchas tomas para montarlas luego, sino que tratamos que la toma sirviera entera, para tener completa la interactuación de los actores, sin mutilarla. Queríamos evitar a toda costa el plano/contraplano, y mostrar toda la dinámica de la actuación. Si ensayaban una escena, siempre teníamos a los dos actores compartiendo plano, para que a uno le impacte el texto y al otro las consecuencias de ese texto, pero todo en la misma imagen. Y sí, tiene que ver con el arte contemporáneo, sobre todo en esas escenas en las que la directora experimenta con los micros o con la piedra. Desde la butaca también, porque queríamos que fuese una experiencia plena.

- GD:  Sí, creemos que es una gran manera de volver al cine. La escena de los micrófonos en una sala es tremenda, con todos esos sonidos. Y el cinemascope, con esos ambientes gélidos, que charlábamos recién. En tele, que también la hemos visto, pues baja. No es lo mismo.

Los cineastas argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat. ALEJANDRA LÓPEZ

- Hablando de tele, estáis produciendo muchas series. ¿Cómo veis el futuro del cine, que lo tiene tan cuesta arriba?   

- MC: Hacemos series en paralelo con las películas. Son series para adultos para Disney. En general las creamos nosotros, y las escriben y dirigen otros, como es el caso de Ana Katz, entre otros muchos directores. Pero hay tres que nos hemos quedado para nosotros: El encargado, con Guillermo Francella, que se estrena en octubre; Nada, con Luis Brandoni, otro actor argentino increíble, y Bellas artes, que protagonizará nuestro querido Oscar Martínez. Esas tres son creadas, dirigidas y escritas por nosotros.

- GD: A nosotros nos gusta que la gente vaya a ver las películas al cine, pero también que las vean en teléfonos, en plataformas o dónde carajo quieran verlas. Pero que las vea mucha gente. Por eso, el productor tiene con nosotros un punto a favor, porque yo no voy a agredir al público adrede con algo intolerable de ver, que sea una masturbación o algo aburridísimo. Nosotros discutimos mucho de eso, tenemos mucho aprecio y respeto por la gente que va a ver las películas. Creo que no hay películas buenas olvidadas. Eso de que esa película es tan genial que el público le dio la espalda, yo no creo en eso. A una película pequeña no se puede pedir que genere millones, pero en su medida, si es buena, no pasará desapercibida. Me parece que esa es una excusa de muchos directores, como si el imperio o Marvel estuviera en contra de ellos.

- Quizás Competencia oficial sea un peldaño más en ese sentido, porque, si la comparamos, sin ir más lejos, con el Ciudadano ilustre, esta es menos incómoda y más relajada.

- MC: Sí, yo creo que esta vez es así porque, si bien los personajes son muy despiadados entre ellos, nosotros no lo somos tanto con ellos. Eso viene de que queríamos centrarnos en lo que nunca se ve, que es la creación actoral, la cocina, cómo se construye la emoción. Pero no queríamos que fuese una película romántica. Yo no tengo cariño por el celuloide y las farolas…

- GD: Hay muchas películas de cine dentro del cine, pero no sobre cómo hacen los actores para crear la emoción. Eso nunca lo vi.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.