Artes

Cuando Sylvia Plath veraneaba en Benidorm

La cineasta María Antón Cabot imagina el encuentro entre la malograda poeta americana y Belén Esteban en la ciudad de los rascacielos.

Barcelona
Fotograma de 'Sóc vertical pero m'agradaria ser horitzontal', la película que imagina a Sylvia Plath en Benidorm. DVEIN FILMS

En Benidorm, no todo es el legado de María Jesús y su acordeón, también quedan trazas de poesía. Hace nada Isabel Coixet nos recordó que Sylvia Plath había veraneado en España en Nieva en Benidorm. Una Carmen Machi metida a improbable mujer policía evocaba su paso por la ciudad alicantina de los rascacielos. Además de destino turístico, Benidorm es desde hace años un solicitado plató cinematográfico en el que se han rodado todo tipo de películas, desde Huevos de oro (Bigas Luna, 1993), en la que Javier Bardem construía uno de sus edificios más emblemáticos, a Sueñan los androides (Ion de Sosa, 2014), un Blade Runner de andar por casa que se nos quedó grabado en la retina. Así que es hasta normal que el paso de Sylvia Plath por Benidorm —cuando estaba de luna de miel con Ted Hughes, en el verano de 1956, seis años antes de meter la cabeza en el horno de una cocina británica, harta de la vida— vuelva a ser carne de película, aunque una vez más de forma totalmente original.

Esta vez ha sido una cineasta natural de Benidorm la que ha resucitado a la poeta del bikini blanco, reencarnada en Odette Galbally, para Sóc vertical però m'agradaria ser horitzontal, traducción valenciana de uno de los versos más famosos de la escritora. María Antón Cabot, que ya causó sensación con <3 (2018), documental en el que partía a la caza del amor adolescente en el parque del Retiro, estrenó este nuevo mediometraje en el pasado festival de Cine Europeo de Sevilla, y se ganó al público del festival Márgenes, en Madrid, seguramente porque no se limita a evocar aquel Benidorm en el que los edificios todavía no rasgaban el cielo, sino que hace que Plath viaje al futuro donde conoce a Belén Esteban (a la que da vida Ruth Gabriel), famosa por el mero hecho de serlo.

Una idea de lo más audaz, y a la par rigurosa, puesto que involuntariamente el verano que pasó Plath en Benidorm marca el inicio de una nueva era. Así lo consignó en sus diarios, en los que dejó escrito que “excepto por sus hoteles, el pueblo no tiene nada de comercial”, aunque “últimamente los turistas han empezado a llegar”. El nuevo plan urbanístico ya estaba en marcha. Era el grandioso, acaso desproporcionado, proyecto de Pedro Zaragoza, el conocido “alcalde de la Vespa”, que en 1953 se fue en una ídem hasta Madrid para pedirle a Franco que hiciera una excepción y autorizara en sus playas el uso del polémico dos piezas, como el que Sylvia Plath luce en la película de María Antón Cabot. 

- La última vez que hablamos justo te pillé rodando una escena de la película. Isabel Coixet acababa de estrenar Nieva en Benidorm, y yo quería hablar de Benidorm contigo, porque tú sí que eres de ahí, y quería contrastar. 

- Sí me pillaste rodando una toma en la playa, y sí que nací en Benidorm. Pero Isabel Coixet se entregó mucho a la causa de rodar en Benidorm. Todo el mundo habla muy bien de ella. La he escuchado en programas de radio, y la verdad es que se ha metido completamente.

- ¿Qué fue lo primero? ¿Te gustaba Sylvia Plath y descubriste que había estado en Benidorm, o al revés?

- La conocí a través de un profesor de mi instituto, que hizo un estudio a partir de sus diarios, en 2007 o por ahí, y reconstruyó todos los sitios por dónde había pasado. De hecho, hay lugares que no figuran. Según la tesis de este profesor, era imposible que no hubiese ido a visitarlos, por lo que lo más probable es que Ted Hughes, que fue albacea de su obra, los censurase. Cuando murió apenas había publicado La campana de cristal, y algo de poesía. Luego él ya lo fue sacando todo cuando quiso.

Odette Galbally, como Sylvia Plath, en 'Sóc vertical però m'agradaria ser horitzontal'. DVEIN FILMS

- Interesante esa tesis del viudo censurador. ¿Pero tú eres fan de Sylvia Plath?

- Yo he leído sobre todo los diarios. La poesía me ha costado más, aunque la encuentro maravillosa. En los diarios está esa voz tan personal de ella, con todos sus pensamientos y sus amarguras. La parte que transcurre en Benidorm fue un momento clave de su vida. Le encantó la ciudad, el clima y además estaba en plena luna de miel. Aunque se peleaban, todavía estaban enamorados. 

- El Benidorm de entonces no tenía mucho que ver con el de ahora. Era prácticamente un pueblo pesquero.

- Sí, pero justo ese año, en 1956, fue cuando se aprobó el plan urbanístico de la ciudad que es ahora.  En aquel momento se soñó la ciudad que iba a ser en el futuro, y que se materializa para nosotros en el ahora, por eso podría decirse que mi película es casi de ciencia-ficción. También es una manera de preguntarse por los sueños de cine.

- Sí, de hecho Benidorm tiene un punto muy retrofuturista, muy de ciudad del futuro tal y como se imaginaba entonces, en los años cincuenta.

- Totalmente.

- ¿Ha dejado mucho rastro Plath en Benidorm? ¿Tiene una calle, una plaza o una estatua?

- No tanto, está una de las dos casas en las que estuvo viviendo durante aquel verano. Ahora hay un bar que se llama El Pulpo Pirata.

- ¿Cómo se te ocurrió juntar a Sylvia Plath y Belén Esteban? Imagino que es algo que sucede en un nanosegundo, como en un flash.

- Bueno, yo estaba con un proyecto en la Elías Querejeta, que es una escuela de cine del País Vasco, y Sergio Oksman, que era mi tutor, me dijo: ¿por qué no haces algo de Benidorm? Y luego sucedió que, como las estaba leyendo al mismo tiempo, me dije que tenían muchas cosas en común. A las dos les gustaban los hombres y la fiesta, pero sobre todo contar sus intimidades, con las que se identificaba el resto del mundo.

- Las memorias de Belén Esteban las escribió Boris Izaguirre, y fueron un boom editorial.

- Sí, él escribe muy bien. Se titulan Ambiciones y reflexiones, en alusión a la finca de Jesulín. Y son muy directas, muy amenas, y te ríes mucho con ellas.

- A Belén supongo que ya la tenías más vista, ¿no?

–Sí, sí. A ella siempre la he visto por Benidorm. Ahí conoció a Jesulín, su padre está enterrado ahí. Y siempre ha defendido a Benidorm en la tele. Que le pongan una calle ya en Benidorm, porque lleva muchos años defendiendo la ciudad.

El encuentro entre Belén Esteban y Sylvia Plath fabulado por María Antón Cabot. DVEIN FILMS

- Creo que al principio pensaste en que Belén se interpretase a sí misma...

- La llamé para proponérselo. Estuvo muy simpática. Pero me dijo que no podía porque tiene un contrato en exclusiva para Mediaset.

- ¿Le sorprendió la propuesta?

- No mucho, la verdad. Creo que debió pensar: bah, es un corto.

- De hecho, al durar más de 30 minutos, técnicamente es un mediometraje. ¿Por qué ese formato tan poco comercial? Habrá que esperar que llegue a Filmin.

- La vi como un cuento desde el principio, y pedimos las ayudas para cuento. Igual fuimos un poco inconscientes, pero estamos muy contentos. No iba a dejar de hacerlo en su justa medida porque la industria no lo considere práctico.

- Cuando hablas en plural, te refieres al colectivo Lacasinegra, del que formó parte Elena López Riera, con la que estuvimos hablando hace poco a propósito de El agua. ¿Cómo funciona este colectivo?

- Lacasinegra es un colectivo que se ha convertido en productora. Nos producimos las películas los unos a los otros, todos participamos en las películas de todos. Nos influenciamos mucho los unos a los otros. La prueba es que nuestra próxima película, que dirigirá Gabriel Azorín, también es un viaje en el tiempo, aunque arranca en unas termas romanas de Orense.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.