La 40 edición de Arco, la feria internacional de arte contemporáneo de Madrid, ha traído los inevitables cambios derivados de la covid-19: el evento se ha pasado de invierno a verano, del 7 al 11 de julio; el número de galerías se ha reducido casi a la mitad y la anchura de los pasillos del recinto ferial de Ifema ha aumentado para evitar las ya famosas aglomeraciones.
Pero, a pesar de esos condicionantes propios de los tiempos de pandemia, Arco se ha puesto como objetivo contribuir a la reactivación del mercado del arte contemporáneo a nivel internacional. Un ejemplo: de las 130 galerías presentadas en esta edición de la feria, 26 de ellas proceden de países de América Latina. El programa de este año ha incluido también la exposición Remitente. Arte Latinoamericano, una muestra comisariada por el argentino Mariano Mayer cuya principal voluntad reside en poder presentar en Madrid obras de galerías venidas de Latinoamérica que, por dificultades derivadas de la crisis sanitaria, no han podido asistir a Madrid.
Y es que, desde sus inicios, la feria madrileña se ha distinguido por apostar por las galerías y artistas latinoamericanos. “Esto hace que muchos directores de museos y comisarios que se interesan por todo lo que está ocurriendo en América Latina, que es fundamental hoy en día en el mundo del arte, consideren Arco como un punto de encuentro y de referencia”, comenta a COOLT Jimena Blázquez, directora de la Fundación Montenmedio Arte Contemporáneo.
Recorriendo el programa general
La galería guatemalteca Proyectos Ultravioleta ha presentado en Arco 2021 obras de dos artistas que además son madre e hija: Elisabeth Wild y Vivian Suter. Wild nació en Austria en 1922, pero vivió en Argentina gran parte de su vida hasta que, en los años 60, se vio obligada a regresar de nuevo a Europa huyendo de la dictadura de Juan Perón.
Vivian Suter, hija de Elisabeth, goza de más presencia en el espacio que Proyectos Ultravioleta ha montado en la feria madrileña. Suter nació en Argentina, pero desde los años ochenta reside en Guatemala, donde la artista, de 72 años, ha realizado la mayor parte de sus trabajos. Suter estableció su residencia y lugar de trabajo en una casa en plena selva guatemalteca, lo que ha afectado enormemente a sus obras. Sus lienzos, de considerables dimensiones y sin marcos, se desarrollan en profunda conexión con el paisaje y las inclemencias naturales de los trópicos. Casualmente, en el Palacio de Velázquez de Madrid puede verse una exposición sobre la artista hasta mayo de 2022.
Las cuestiones relacionadas con la historia y la memoria son también frecuentes entre los (y sobre todo las) artistas presentes en Arco. El trabajo de la mexicana Cyinthia Gutiérrez (Guadalajara, 1979), que llega a Madrid de la mano de la galería Proyecto Paralelo, representa una búsqueda y una reivindicación de precisamente eso: colocar el foco sobre lo que a México le ha sido quitado o se le ha instado a olvidar.
La obra Alusiones, I (2018) es un tapiz típico del país centroamericano, pero que incorpora una leyenda en su parte inferior derecha que alude a una pieza de arqueología de la cultura mexicana que se encuentra expuesta fuera del país. La tradición, lo robado y lo callado son ideas que sobrevuelan esta pieza de Gutiérrez. La galería mexicana presenta también Así comienza una montaña, otra obra de Gutiérrez consistente en rocas volcánicas (piedras típicas utilizadas para confeccionar los morteros que las mujeres mexicanas usan para elaborar el guacamole y otras especias) rodeadas, constreñidas, con hilos y lazos característicos del país.
Conectado a estas ideas y preocupaciones se presenta en la capital de España El peso de la muerte (2016), obra del cubano Reynier Leyva Novo y traída a la feria por la galería El Apartamento de La Habana. La pieza consiste en una escala de 10 pesas que van de 1 gramo hasta 1 kilogramo. Las pesas están hechas con el latón de balas sacadas de circulación. Con esta obra Leyva Novo juega con el tamaño y peso de las piezas y la cantidad de balas, de muerte en última instancia, empleadas en su elaboración.
También la galería parisina Mor Charpentier ha llevado a esta edición de Arco obras de artistas latinoamericanos. Entre sus propuestas destaca, sobre todo, la obra de la reputada Teresa Margolles (México, 1963). La artista, que lleva décadas investigando sobre la muerte, la violencia y el comportamiento humano en situaciones extremas, se encontraba en China cuando en mayo de 2008 un fortísimo terremoto sacudió la provincia de Sichuan y dejó tras de sí más de 80.000 personas fallecidas. El de Sichuan está considerado uno de los terremotos más funestos de la historia del país, y Margolles estuvo allí los días posteriores al seísmo ayudando y fotografiando el desastre.
De aquella experiencia la artista mexicana compuso Escombro, una mínima obra que incluye una pequeña reliquia de oro de 18 quilates en forma de pirámide y, sobre ella, un trozo de madera que perteneció a una de las casas derruidas en el seísmo. La reliquia lleva grabadas las siguientes inscripciones: Sichuan, 12/05/2008 / 1.370.000 personas desplazadas / 64.197 muertos / 18.263 personas desaparecidas. La reliquia se la ofreció a Margolles una mujer que acababa de perder su casa, casa de la que también la artista obtuvo el trozo de madera que se coloca sobre la pieza de oro.
Pero además de la potente propuesta de Margolles, la galería Mor Charpentier también expone a la artista chilena Nohemí Pérez (Santiago de Chile, 1944). Concretamente, el cuadro Bajo el cielo protector V (2020) es interesante por la manera en que Pérez utiliza el estilo y la belleza de la pintura romántica del siglo XIX, aunque modificando sustancialmente el tema de la obra. En el cuadro los protagonistas parecen ser una familia que se mueve, que huye o se desplaza. Así, la pintora chilena hace uso de técnicas del pasado para presentar problemas del presente: inmigración, desplazados, violencia, fronteras y conflicto.
Recorriendo los pasillos y secciones de la feria es inevitable que el visitante termine topándose con unos cuadros de considerable tamaño y compuestos a partir de tonos blanquecinos, amarillentos y rosados. Son los expuestos por la Galería Walden. Las obras que esta galería argentina ha decidido traer a Madrid pertenecen a la artista mexicana Magalí Lara (Ciudad de México, 1956). Concretamente, estos trabajos de Lara pertenecen a su serie Coraza. La artista, influida durante toda su carrera por las cuestiones relacionadas con el feminismo, la poesía y también el psicoanálisis, ha tratado de bucear en su pasado (su infancia y adolescencia) para tratar de comprender la construcción de su propia identidad.
La propia artista explica así su proyecto: “Coraza. Descubrí este concepto de Wilhelm Reich a través de mi interés por lo que el cuerpo dice. El mío es un desconocido con el que me comunico a través de síntomas. Me gusta la idea de construirlo como un paisaje producto de la negociación entre el pasado y el presente. Es verdad que en estos años mi infancia y adolescencia han vuelto a surgir, como si la pérdida de la familia me recordara que comencé otro camino desde entonces, que mucho de lo que creí cierto no era más que una serie de malentendidos. ¿Esto es lo que nos contamos a nosotros mismos para explicarnos que los eventos y las repeticiones tienen un propósito? ¿O es el carácter quien lo convoca?”.
Como novedad de este año, Arco anunció que los 25 proyectos individuales de artista presentados en esta edición de la feria iban a estar protagonizados por mujeres. De todos ellos, solo uno estuvo organizado por una galería latinoamericana, la uruguaya Piero Atchugarry. Su proyecto se centraba en los trabajos de Verónica Vázquez (Montevideo, 1970), una artista que trabaja a partir de materiales perecederos como el metal.
Centrada en asuntos como la memoria o el paso del tiempo, Vázquez utiliza elementos y materiales viejos y en mal estado, prácticamente basura, que recoge de lugares abandonados como fábricas. El propósito de Vázquez es darle una segunda vida a los objetos que expone, para así reflexionar sobre la utilidad, la vejez y el deterioro asociado al paso de los años.
‘Remitente. Arte Latinoamericano’
Como complemento al programa general de la edición de 2021 de Arco Madrid, la exposición Remitente. Arte Latinoamericano, producida por Mariano Mayer, ha traído obras de 19 artistas procedentes de 15 galerías argentinas, brasileñas, chilenas, colombianas, mexicanas y peruanas.
Remitente dialoga, a su vez, con Prelibros, otra muestra comisariada por Mayer y que permanecerá en la Casa América de Madrid hasta el próximo 31 de julio. “Ambas [muestras] tienen que ver con inventar estrategias para poder traer las obras desde el continente americano”, dice Mayer en conversación con COOLT. “A causa de la covid-19 las comunicaciones requeridas para que las obras y los artistas viajen y se muevan son muy costosas y complicadas. Con esto en cuenta, lo que hicimos, por un lado, fue trabajar con obras que ya estaban en Europa, mientras que otras las hemos montado nosotros a partir de instrucciones que los artistas nos han facilitado”.
Paseando por Remitente y Prelibros resulta complicado hallar un hilo conductor que vincule, más allá de su lugar de origen, a los artistas que allí aparecen. El propio Mayer señala que es difícil ver la exposición como algo “lineal y homogéneo”, lo que es lógico teniendo en cuenta la “diversidad” del arte latinoamericano. Pero añade: “Hay un vínculo o una insistencia con determinadas cuestiones: puede haber una inclinación hacia lo político, hacia lo poético, o hacia la búsqueda de poéticas que generen reflexiones políticas, de género, sobre feminismo o sexualidad”.
En este aspecto destacan nombres como el de la artista argentina Fernanda Laguna (Hurlingham, 1972), presente en la exposición emplazada en Arco y también en Casa América, y que aborda el feminismo o el abuso infantil apoyándose en la poesía, la ironía y, en ocasiones, un cierto toque naif. O el de Mauro Guzmán (Rosario, 1977), cuya serie La Guzmanía & el amante de las hiedras hermafroditas conecta con el mundo LGTBI y queer.
Lo más explícitamente político se encuentra en la obra del artista visual Andrés Denegri (Buenos Aires, 1975), que con su trabajo Tomar las calles (2019) trata de realizar una labor documental, pues se sumerge en manifestaciones y protestas que recientemente han tenido lugar en América Latina.
Denegri presenta una recopilación de fotografías de tres concentraciones diferentes, con un texto acompañando a cada una. La primera marcha corresponde a la que se realiza en Argentina cada 24 de marzo con la intención de concienciar para que los golpes de Estado no se repitan nunca más en el país. La segunda agrupación de imágenes se centra en las luchas por la legalización del aborto en Argentina, lideradas por la organización Ni Una Menos. Por último, la tercera galería de fotografías retrata las manifestaciones que organizaron los camioneros chilenos en 2019 con la intención de ampliar y mejorar sus derechos laborales.
En Remitente también destaca otra artista argentina como Laura Mema (Santiago del Estero, 1978), de quien se muestran, entre otras obras, unas mantas compuestas a base de telas tradicionales de la provincia argentina de Santiago del Estero. La conexión entre producción artística y naturaleza, y el interés por un regreso a la tradición, es lo verdaderamente llamativo de las mantas, pues, como explica el propio Mayer, éstas están tejidas por un grupo de teleras que llevan dedicándose tres generaciones a esta actividad. “Además”, añade el comisario de arte, “los patrones que se observan en las mantas salen de la vibración de un insecto de la zona llamado coyuyo. A partir de la frecuencia de la vibración de este insecto, Mema ha definido un patrón geométrico con el que ha generado las composiciones que las teleras después han tejido”.
Al ser cuestionado Mayer sobre cómo de ágil es la relación entre España, la puerta de entrada a Europa para los artistas latinoamericanos, y América del Sur y Central, el organizador de Remitente responde que “la comunicación entre España y Latinoamérica cada vez es más fluida: “Sabemos muchísimo más sobre arte latinoamericano que hace 20 años. Además, creo que hay un interés mutuo. Tenemos, por ejemplo, el caso del Museo Reina Sofía, que sí ha prestado mucha atención a América Latina, con lo que ha hecho que tengamos muchos elementos como para poder generar vínculos. A su vez, el asunto de la lengua nos une casi de una manera inconsciente, y eso es un elemento que siempre va a estar presente”.
