Artes

‘Giro gráfico’: el museo ‘pa’ la calle’

El Reina Sofía explora los modos de protesta en América Latina desde la década de los sesenta hasta nuestros días.

Detalle de un cartel de 1970 de Jesús Ruiz Durand sobre la reforma agraria peruana incluido en la exposición 'Giro gráfico'. MUSEO REINA SOFÍA

Con frecuencia, un cambio de escenario supone un cambio de pensamiento. Se necesita distancia, sacar fuera del contexto habitual la materia de estudio para que esta signifique algo o para que signifique otra cosa, dejando ver todas sus facetas, sus matices, su complejidad. Giro gráfico. Como en el muro la hiedra, la exposición que acaba de inaugurar el Museo Reina Sofía de Madrid, lleva la calle al museo y saca el espacio expositivo pa’ la calle, como dice una de las obras del artista cubano Reynier Leyva Novo que forma parte de la muestra.

Más que una exposición es un proyecto, y más que un proyecto es el resultado o la materialización de un camino. Comenzó a principios de la década pasada, cuando el Reina Sofía inició una colaboración con la Red Conceptualismos del Sur (RedCSur), una plataforma de investigación internacional que trata de “actuar en el campo de disputas epistemológicas, artísticas y políticas del presente”. Esa colaboración dio lugar a la exposición Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina, inaugurada en el otoño de 2012. De alguna manera, este Giro gráfico, que recorre distintas formas de acción gráfica callejera que han tenido lugar en América y el Caribe desde los sesenta hasta la actualidad, es una continuación de aquello.

“Es posible que cierre un círculo, pero abre un debate”, comentó el director del museo, Manuel Borja-Villel, en la presentación de la exposición, donde planteó algunos de los interrogantes que la atraviesan: “¿Quién representa a quién? ¿Quién tiene la voz? ¿Quién cuenta la historia de las culturas ágrafas o que no la escriben? Giro gráfico cambia la percepción sobre qué significa el espacio público, a quién pertenece. En unas salas se oye el estruendo de las manifestaciones. En otras, el silencio de los desaparecidos”.

Obra de Julio Le Parc para una muestra de 1972 del Frente Antiimperialista de Artistas de Rosario en Argentina. MUSEO REINA SOFÍA

Aparte de una experiencia social y política, la muestra también supuso un reto desde el punto de vista curatorial. Ana Longoni, del equipo coordinador de la RedCSur junto con Tamara Díaz, André Mesquita, Guillermina Mongan y Sylvia Suárez, explica a COOLT: “Hace seis años empezamos este proyecto y se pospuso uno por la pandemia. Queríamos que el presente resonara en el museo, pero era difícil porque el presente no dejaba de cambiar vertiginosamente y con él las formas de la protesta callejera. También con el confinamiento mutaron drásticamente una vez más, de modo que fue todo un desafío imaginar formas nuevas de penetrar en el museo bajo esas nuevas circunstancias, cuando la lista de obras se cerró hacía dos años”.

Hubo que imaginar nuevas formas y prácticas distintas para poder incorporarlas, y que el museo fuera capaz de conjugar el presente. ¿De qué manera? “Más que transformarse, la idea original fue incorporando otras dimensiones u otras lógicas de habitar el espacio expositivo que no fueran las convencionales. Por ejemplo, se ideó un espacio que llamamos la biblioteca cuir, donde se pudieran sumar materiales nuevos para tocar, leer, manipular… que no estuvieran en la lista de obras. Otro, el ágora del presente, está concebido como un espacio asambleario donde se pueda reunir gente a debatir. Allí tres pantallas de vídeo emiten las formas más recientes de protestas, entre ellas las de Lastesis o las del movimiento cubano San Isidro, como momentos distintos de una conversación”.

Vuelta y revuelta de los tipos móviles

Esas dos incursiones sirven de aperitivo a un recorrido que se organiza alrededor de conceptos, huyendo de relatos lineales o geográficos. El primero de ellos, Graficas intempestivas, presenta los carteles compuestos con tipos móviles de madera o metal. Recordatorios como que “el pasado nunca está donde crees que lo dejaste”, palabras de Alejandra Pizarnik, Italo Calvino y ecos de Beckett que invitan a fracasar de nuevo, pero mejor, dan la bienvenida al visitante y lo interpelan desde el primer momento. 

“Poné voluntad”, exhorta uno de los carteles que firman Resistencias tipográficas. ¿No sale bien? “Como el culo”, se lee en el otro.  Pero no pasa nada: “No es que hayamos perdido, es que todavía no ganamos”. Los trabajos de jóvenes artistas cubanos como el mencionado Reyner Leyva Novo o Hamlet Lavastida completan este primer espacio conceptual interviniendo sobre los restos de un pasado que nunca acaba de pasar.

Algunos de los carteles de la exposición 'Giro gráfico'. MUSEO REINA SOFÍA MUSEO REINA SOFÍA

Los 43 de Ayotzinapa y 99.957 más

Cien mil personas desaparecidas en México desde mediados de los sesenta, cuando se empezaron a contar. Cien mil con sus historias, sus rostros, sus muertes probables y sus incertidumbres seguras. Cien mil de los que los 43 de Ayotzinapa son una mínima, pero representativa incursión en ese horror: un día 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa salieron de sus casas para participar en una marcha conmemorativa de la matanza de Tlatelolco en 1968 y ya no volvieron, sino que protagonizaron la suya.

Allí están las cometas, los papalotes con sus rostros que voló el artista Francisco Toledo en las calles de Oaxaca y los que salen de la máquina de escribir realizados por el artista y activista argentino Javier del Olmo. En la presentación, este autor subrayó la fragilidad de un medio sencillo, “inacabado, en construcción permanente que pueda ser tomada por otro para seguir avanzando en la recuperación de la memoria”. El mensaje es potente: “Ayotzinapa somos todos”. Son las letras, la sustancia de la que está hecha esta obra.

'Papelotes de los desaparecidos', de Francisco Toledo (2004). MUSEO REINA SOFÍA

Bordados contra el borrado

La lucha por la recuperación de la memoria y en contra del olvido impune atraviesa diversos bloques de Giro gráfico.  A los rostros de los desaparecidos, se añaden las historias de guerra y pérdida que bordaron las mujeres salvadoreñas refugiadas en Honduras durante los largos años del conflicto armado (1980-1992). Se entregaban a los visitantes extranjeros de los campos de refugiados donde estaba acogidas buscando la solidaridad internacional y ahora se están tratando de recuperar. Relatos sobre inmigración que ilustran el concepto de  “pasafronteras” llegan con los xilobordados  de las mujeres bolivianas y paraguayas radicadas en Argentina. Los bordados también ocuparon las plazas, el espacio público de la mano del colectivo mexicano Fuentes Roja, que se reunía dando forma al proyecto Una víctima, un pañuelo por cada muerto en la guerra contra el narcotráfico en México.

'Una víctima, un pañuelo', del colectivo Fuentes Rojas (2011-2019). MUSEO REINA SOFÍA

Otros mapas posibles: ‘contracartografías’

Si los mapas explican el territorio y permiten hacerse una idea aproximada de su extensión u orografía, por ejemplo, ¿por qué no diseñar otros que hagan lo mismo pero con las relaciones de poder y explotación? Mapas que subrayen zonas afectadas por problemáticas sociales, económicas o que merezcan reflejarse por la incidencia de las políticas de memoria y olvido. Los hay, los han concebido colectivos como Iconoclasistas, Redretro o Bureau d’Études y se incluyen en el capítulo denominado Contracartografías.

Dejando de lado la representación, ese mismo espíritu lo recogen ya sobre el terreno los trabajos que se exponen en Territorios insumisos; carteles, señalética, pósters y vídeos que reúnen modos de resistencia de personas, pueblos y comunidades empeñados en demostrar que el territorio, además de la tierra, lleva la carne, la sangre y los recuerdos de quienes la habitan.

Carteles de reivindicaciones LGTBI, en la exposición 'Giro gráfico. Como en el muro la hiedra'. MUSEO REINA SOFÍA

En secreto

En las décadas de los setenta y ochenta, en América Latina surgieron diversos colectivos de liberación sexual que de forma clandestina en numerosas ocasiones pusieron en marcha acciones gráficas para politizar el espacio público y concienciar a la sociedad sobre sus derechos y reivindicaciones. Buen ejemplo de ello es la caracterización del icónico retrato de Túpac Amaru II, que muta en conocidas figuras femeninas del imaginario pop, socavando el habitual emblema masculino, militarista y hegemónico.

La falsificación de las Tupamaro. Dina Amaru, Farrah Amaru, Marilyn Amaru y Frida Amaru del peruano Javi Vargas Sotomayor evoca e indaga en la cicatriz que dejó el asesinato de travestis de un bar de Tarapoto a finales de los ochenta por parte del movimiento revolucionario Túpac Amaru. Es una de las más representativas que se puede ver en el capítulo En secreto.

Detalle de 'La falsificación de las Tupamaro', de Javier Vargas Sotomayor (2006), de la exposición 'Giro gráfico'. MUSEO REINA SOFÍA

Cuerpo de protesta

El cuerpo como soporte, como presencia y ausencia tiene mucha importancia en Giro gráfico. Camisetas, pancartas, cartulinas y carteles que se llevan y se portan se convierten en superficies gráficas vivas, andantes o actuantes. A veces unos cuerpos recuerdan a otros que desaparecieron, que dejaron de ser cuerpo y no por ello de existir. En este sentido son míticas ya las series Calados, de la chilena Luz Donoso, con las que señalaba lugares de la ciudad que habían funcionado como centros de detención y tortura en la dictadura de Pinochet; o las Miradas ausentes del uruguayo Juan Ángel Urruzola, fotografías de desaparecidos por la dictadura uruguaya superpuestas sobre calles desiertas que circularon como carteles callejeros.

Todo para no olvidar. Persistencias de la memoria es el título de otro, el último en esta revisión, de los bloques temáticos de Giro gráfico. Lo es por accidente, porque el recorrido presenta intersecciones, meandros, incursiones que hacen que unos bloques completen a los otros, dialoguen con ellos o les rebatan. Persistencias de la memoria agrupa trabajos de artistas como DjLu, Natalia Iguiñiz o Ricardo Wiesse pero podría acoger la mayor parte de las obras —o todas— que reúne la exposición. Toda ella responde al propósito de vivificar un pasado, hacerlo desde el museo —y gracias a él— presente continuo para que incida y afecte la construcción conjunta del futuro, de otro futuro posible.

Periodista cultural. Colaboradora de medios como La Maleta de Portbou, El Salto y La Marea o de las revistas Diseño Interior y La Aventura de la Historia, con temas que van desde la filosofía y la poesía hasta la arquitectura y el diseño. Es autora de la novela La otra vida de Egon (2010) y los libros de relatos Siete paradas en el país de las sombras (2005) y La carretera de los perros atropellados (2012).