Artes

‘Historias para no contar’ por pudor, orgullo o ridículo

Cesc Gay regresa al cine con una comedia coral, que profundiza en la torpeza del ser humano en el amor. “Me alimento de lo que me rodea”.

Chino Darín y Anna Castillo, en la película 'Historias para no contar', dirigida por Cesc Gay. IMPOSIBLE FILMS

Cesc Gay (Barcelona, 1967) tiene el “superpoder” de arrancar trozos de la realidad y convertirlos en películas. De construir personajes cercanos y de poner en su boca palabras y en su cabeza pensamientos que podrían ser los nuestros. En esta ocasión, el director y guionista ha creado cinco Historias para no contar con una misma premisa: sus protagonistas prefieren ocultarlas, no compartirlas ni revelarlas, por pudor, por ridículo o por orgullo. Estos relatos muestran reacciones muy propias de la condición humana, que se maneja torpe en el sentimiento del amor, y que el director y guionista sirve en clave de comedia, un género que lo aleja de nuevo, como en su anterior cinta, Sentimental, del drama que trabajó con Truman, la gran triunfadora de los Premios Goya 2015.

La nueva película del cineasta repite el formato de Una pistola en cada mano y brilla por su reparto coral. Está la historia de Chino Darín, Anna Castillo y Javier Rey. Está la de Maribel Verdú, Nora Navas y Alexandra Jiménez. Está de José Coronado y Alejandra Onieva. Está la de Quim Gutiérrez, Brays Efe y Verónica Echegui. Y está la historia de Antonio de la Torre, María León, Álex Brendemühl y Eva Reyes. Son encuentros inesperados, momentos ridículos o decisiones absurdas ante la incapacidad de las personas de gobernar sus propias emociones. Siempre, bajo la mirada ácida y compasiva de Cesc Gay.

- De nuevo, has conseguido que cualquiera de nosotros, como espectadores, nos veamos reflejados en cualquiera de tus personajes. ¿Esto cómo se hace?

- [Risas] Si tuviera la respuesta a esa pregunta sería todo muy fácil… ¿Cómo se hace? No lo sé… Es verdad que yo escribo historias y personajes muy cercanos, con los que cualquier espectador se puede sentir muy identificado. No escribo películas sobre personajes más alejados, como pueden ser los del thriller o la ciencia ficción. Mis personajes pueden ser cualquiera de nosotros.

- ¿De dónde nace esa necesidad de hacer un cine tan cotidiano e íntimo?

- Me alimento mucho de lo que me rodea, de lo que parte de mí, de lo que uno puede sentir; obviamente, sin entrar nunca en lo autobiográfico, pero te nutres de ti como escritor. Luego, es verdad que tengo siempre las antenas puestas, y mis amigos lo saben: siempre están preocupados porque puedo pillar cualquier frase… ¡Mira! Anteayer fui a cenar con tres amigos míos de toda la vida y pasaron dos cosas que —yo no dije nada en ese momento— eran de película. De cómo a veces nos decimos las cosas o nos respondemos, de cuando algo se te queda dentro o hay malentendidos… Lo que a mí me gusta retratar es este mundo de lo que aparentamos, por un lado, y de lo que nos afecta, por otro, de cómo manejamos todo lo emocional. Ese ha sido siempre mi lugar de trabajo.

Los actores Verónica Echegui y Quim Gutiérrez, en una escena de 'Historias para no contar'. IMPOSIBLE FILMS

- Si aplicamos el título de la película a tu vida, ¿tienes en tu haber alguna que otra historia para no contar?

- Uy, muchísimas, pero eso no te lo voy a decir [risas] ¿Quién no las tiene? Todo el mundo, en el grado que sea. Nadie ha matado a nadie, evidentemente, pero todos tenemos un mundo interior lleno de inseguridades, frustraciones, miedos y pudores, de muchas cosas que nutren estas historias.

- Las historias que, ya en la ficción, sí que has querido contar son cinco. ¿Nacen de anécdotas reales o son situaciones que has imaginado?

- Cuando construyo las cosas no recuerdo después muy bien de dónde han salido... Suelen llegar de la observación, alguna puede salir más de mí o de un lugar más cercano, pero luego tampoco soy fiel a eso porque crecen y se convierten en otra cosa. Por ejemplo, la primera historia, la que interpretan Anna [Castillo], Javi [Rey] y Chino Darín, ya la trabajé hace bastantes años como algo que se podía convertir en una película, como tantas ideas que se quedan ahí y a las que, finalmente, les das una forma de episodio corto. La historia de Maribel [Verdú], Alexandra [Jiménez] y Nora [Novas] es un diálogo en un encuentro que no dura más de una hora. La de Quim [Gutiérrez], que cierra la película, sí que nace de todo un vínculo de una infidelidad que escuché, que me contaron, pero que luego la transformas y te la llevas a tu terreno. Nada nace de un lugar en concreto.

- En la forma, son cinco relatos con distintos personajes que no se conocen y a los que solo les une el hecho de vivir en la misma ciudad, Barcelona. En el fondo, ¿cuál es el denominador común de todos ellos?

- El título, porque unos más y otros menos, en el fondo, ocultan eso que están pasando. El título le daba un sentido a ese tipo de historias que prefieres no contar. Estoy seguro de que el personaje de José Coronado no va a querer contar demasiado lo que ha vivido ese día y lo que ha hecho. O Quim o las chicas… Era un título que le daba un carácter a la película y un contexto desde el que escribir todo.

El cineasta Cesc Gay. IMPOSIBLE FILMS

- ¿Qué tiene el amor que despierta las reacciones más absurdas, embarazosas o sorprendentes, tal y como narras en la película?

- Posiblemente, es el sentimiento más poderoso, el único que existe y que el ser humano tiene. Yo ya estoy llegando a la conclusión de que estamos hechos de eso, de amor o de ausencia de amor, y que, a partir de ahí, hacemos lo que podemos para relacionarnos. Los hombres tenemos una manera posiblemente mucho más compleja de hacerlo, mucho menos natural. Y las mujeres, una relación más orgánica y más fluida con todo lo emocional. Pero bueno, al final cada uno hace lo que puede.

- Abordas tus cinco historias desde el humor. ¿Mejor hacerlo así que desde el drama?

- Hay grandes películas dramáticas sobre estos temas. Cuando uno se pone a Bergman y a Woody Allen, se puede ver magia. Los dos trabajan con, exactamente, el mismo material. ¡Y fíjate la diferencia! Las pelis de Bergman no son comedias y Allen sí que les da esa versión. Yo creo que lo primero que tenemos que hacer quienes nos dedicamos a contar historias es decidir el tono. Es como la música: tiene que estar afinado en un tono y tú escribes desde ahí. Es verdad que yo, en mis últimas dos películas, tanto en Sentimental como en esta, he apostado o he querido pisar más el terreno de la comedia desde un lugar más claro que con Truman o mis películas anteriores.

- No volvías al cine con una propuesta episódica desde Una pistola en cada mano. ¿Qué te ha hecho revisitar esta manera de narrar?

- Siempre he sido muy amante de las narraciones cortas, los poemas, las canciones, los cuentos… Reconozco que el formato corto me gusta mucho y sé que con el cine no siempre se ha llevado muy bien. Pero cuando hice Una pistola en cada mano —que nos costó mucho que se confiara en ella—, nos fue muy bien. Me quedaron siempre las ganas de algún día volver a hacer algo así, y tenía material acumulado. Además, este tipo de cine tiene una manera de rodar más relajada. Vas rodando por historias, puedes trabajar con muchos actores que, si fuera una película más larga, no tendrías. Por eso he podido juntar un poco este elenco, porque les pedía 4 ó 5 días, una semana de trabajo, y puedes acomodarlos a todos.

- Es sabido por todos que los actores adoran esa habilidad tuya para construir personajes tan potentes y llenos de contenido…

- No me voy a quejar de la suerte que siempre he tenido con ellos, pero bueno, no ha sido fácil. También ha habido actores que querían estar y no pudieron. Hoy en día tienen mucho trabajo, hay mucho proyecto y a veces se lían y se meten, por ejemplo, en series en las que están medio año. Como José Coronado, que lo peleó bastante. Estaba con Telecinco haciendo Entrevías, pidió una semana libre, y fue fantástico.

Alejandra Onieva y José Coronado protagonizan una de las 'Historias para no contar' de Cesc Gay. IMPOSIBLE FILMS

- ¿Cuál es el verdadero reto, en la dirección, de hacer una película así: con historias diferentes y un reparto tan coral?

- El otro día fui al auditorio a escuchar un concierto con mi padre, al que acompaño porque ya está mayor y le gusta mucho, y siempre, al principio, está ese momento en que el primer violín da la primera nota y ves a toda la orquesta afinar. Y pensé: claro, eso es lo que yo hago, ese es mi trabajo, sobre todo en una historia coral. Tener que recordar cada día y a medida que van viniendo y se van yendo los actores que estamos en ese tono. Ese es, básicamente, el gran reto.

- ¿Cuánto has cambiado como profesional desde que regresaras de Nueva York con una película bajo el brazo, Hotel Room (1998), hasta ahora, en que estrenas Historias para no contar?

- Básicamente, cuando volví de Nueva York, no era más que una especie de estudiante que había hecho una película de fin de carrera, por llamarla de alguna manera, y me encontré aquí, donde empecé a convertirme en un profesional. Recuerdo con Krampack, la primera película que hice, ir al set y no tener ni idea de lo que tenía que hacer o de qué significaba tanta gente preguntándome cosas. Volver de Nueva York fue empezar a aprender lo que era este oficio.

- Hasta hoy. ¿Qué será lo próximo?

- Ando escribiendo, esa fase en que le vas dando vueltas y más vueltas a las cosas, y que a mí me gusta mucho. Estoy preparando un largometraje.

Periodista cultural. Colaboradora de medios como Cinemanía, La Vanguardia, Viajes National Geographic y El Confidencial