Javiera Mena está enamorada de Madrid. Dice que esta ciudad que la recibió por primera vez hace ya una década, le gusta cada día más. Que no podría dejarla. Javiera (Santiago de Chile, 1983) es una figurita en el mapa que se mueve lento de un lado del océano Atlántico al otro. Va y viene. Pasa del invierno al verano en algo así como 15 horas, más de una vez al año.
Ella en el verano madrileño. Yo en el invierno chileno. Así transcurre esta conversación con COOLT. Ella en una camiseta ligera, albergada en su casa junto a un aire acondicionado que le ayuda a soportar la tarde. Yo envuelta en lana y con una estufa en los pies. Dice que todo le gusta en esa ciudad, especialmente “caminar a todas partes”, la gente y la comida. “También me encanta que hay mucha cultura, muchas cosas para hacer”. Pero extraña siempre Santiago de Chile. Incluso, confiesa que es más creativa en su localidad natal. Y que una de las cosas que más extraña de ella es la vista.
“En Santiago no tienes que ser millonaria para tener una buena vista. En Madrid, sí. La ciudad es más encajonada, todos los edificios miden lo mismo, entonces no hay vista”, dice.
En la capital chilena, “tener vista” significa ver la cordillera. Sea cual sea el barrio en el que vives, puedes verla. Siempre aparece, aunque la codicia de las inmobiliarias construya bloques de cemento que la esconden. Le recuerdo a Javiera que en una conversación que tuvimos, fácilmente hace 10 años, también hablamos sobre la cordillera. En ese momento ella llegaba a la conclusión de que uno de los factores por los que en Chile la creación artística siempre tenía un nivel de tristeza era convivir de forma permanente con esta cadena de montañas que nos aislaba.
Ella lo recuerda, pero, además, ahora agrega otras razones. Como el clima —“de la cuarta región al sur no es tan cálido”—. “Y las injusticias sociales. Todo repercute en los artistas”.
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I.Entusiasmo es la última publicación de la cantaurora chilena (seguida de una versión Deluxe con remixes junto a artistas como Alejandro Paz y Mamacita, Zoe Gotusso y Collrbone, entre otros). Editado a finales de mayo, este EP, junto a otro que planea sacar en noviembre, forma parte de un álbum que verá la luz por completo en 2022. Es la primera vez que su discografía se distribuye de esta forma. Desde sus inicios, Javiera ha sido una artista de singles de adelanto y luego discos completos. Álbumes que se componen lento: ella siempre se toma su tiempo.
Javiera dice que este nuevo trabajo ya está listo, pero que está buscando —junto a su equipo— “la mejor manera de entregar las canciones a la gente”. Atribuye esta forma de mostrarlo en capas “por la era que vivimos, por la pandemia”. De hecho, hace mucho tiempo que tiene canciones guardadas, asegura, pero su management le recomendó “que no sacara el disco entero de una”.
Reconoce que no siente ansiedad por la espera, una rareza en una industria musical dominada por el frenesí. “Creo que es una buena prueba que no exista esa ansiedad. Es una prueba de que las canciones están ahí, funcionan y no responden a un momento tan contingente, es algo mío nada más. Algo propio”, dice la cantante, que espera que su obra trascienda a la época de hoy.
Una de las esencias de Javiera como artista siempre fue la de mezclar influencias, armando un rompecabezas personal, de la misma forma en que creció escuchando música: “Siempre he hecho playlists, desde que era chica. En casetes, en cedés. Me hacía compilados y muy pocos son los discos que escucho completos. Tener a la misma persona hablándote durante 40 minutos, al mismo artista, es un poco tedioso y tienes que ser muy fan o tiene que ser un disco muy conceptual, como los de Stereolab. Esos sí los escuchaba enteros”.
Javiera cree que lo fundamental para que un disco atrape la atención del oyente es una idea que suena simple, pero que no siempre es fácil de concretar: “Estar diciendo algo que realmente te esté movilizando. No tiene que ser esta cosa de hoy en que el artista es solo una marca. Yo estoy constantemente negociando con eso, porque no es que haga todo el tiempo lo que yo sola quiero, también le hago caso a la gente que me rodea, a mi equipo y trabajo en una industria; pero sí creo que el artista realmente poderoso es el que tiene algo que decir”.
Y cita a la cantante británica Sade. “Ella decía algo así como ‘no soy una marca, voy a sacar discos cuando tenga algo que decir’. Y ahí ves su trayectoria, lo sólida que ha sido. Yo me demoro en hacer los discos, pero siempre trato de tener algo que decir, a pesar del calendario”.
Un calendario que se hace cada vez más evidente por el monopolio de la atención de las plataformas de streaming, que tiene su máximo exponente en Spotify y su Radar de Novedades. La competencia por esa atención del público siempre es descarnada los viernes, le explico a Javiera, por ser el día de estrenos de la mayoría de discográficas, semana a semana.
—Me dan pena los viernes por los periodistas. Me da pena mandarles un disco, porque quizás no lo van a poder escuchar —dice la artista.
—Se hace lo que se puede, Javi —le respondo.
La inocencia
Entre 2020 y 2021 hay grandes discos de pop chileno que cumplen una década, como Audiovisión de Gepe; Música, Gramática, Gimnasia de Dënver, Odisea de Alex Anwandter, Al Vuelo de Fakuta, Le Disc de Astrou de Astro y Éxito Mundial de Adrianigual, entre otros. También Mena, el segundo de Javiera, publicado por el sello Unión del Sur en 2010. Fue una época que se leyó con entusiasmo desde Club Fonograma, la biblia indie latinoamericana de esos años, y que en España se describió como una explosión (la primera vez, desde el la revista digital Jenesaispop).
Pensar en estos últimos 10 años, Javiera lo califica como vertiginoso. “Han pasado demasiadas cosas, la acelerada que se pegó la humanidad es gigante, nunca había habido algo tan rápido en cuanto a medios de comunicación e internet. En estos años mis papás se hicieron milenials, todo el mundo está todo el día con la pantalla. Hace 10 años yo estaba conectada en MSN haciendo el Mena, ni siquiera tenía teléfono celular con internet. Era otro mundo, yo recién había empezado a venir a España, pero todo era diferente. Yo era igual de volada que ahora, pero no había una escena en Chile. No había [el festival musical] Lollapalooza, no había nada, por eso me demoraba también en hacer los discos, porque era un desierto. Chile era diferente, pero se estaba gestando algo, se sentía que estaban empezando a pasar más cosas”, dice.
Con el tiempo, todos estos discos —y otros— crecieron dentro de muchas personas. Quizás porque fueron la confirmación de que el pop chileno ya no cargaba con los prejuicios de años anteriores. Quizás porque ya no todo lo popular era sinónimo de rock y banda de hombres. Quizás porque se abrieron otros imaginarios.
Para Javiera, varios motivos explican la importancia de estos álbumes.
“Por una parte, la frescura. Éramos todos chicos, eran proyectos nuevos y teníamos ese no-miedo a hacer cosas sin tener expectativas. Eso se juntó con que Chile se estaba abriendo, también con que estábamos todos muy adictos a internet y queríamos mezclar influencias”, dice.
“También, tal vez, separarnos de la generación anterior, eso también te da un ímpetu”, añade. “Cada generación quiere separarse de la anterior y esta cosa noventera yo la encontraba tan amargada… incluso la manera de ser que teníamos los chilenos en los noventa. Un poco snob. Eso ya está totalmente pasado de moda. Las ganas que tenía de mezclar las influencias de mi abuela, de Daniela Romo, creo que eso le pasó a todos, ese no-miedo a caer en una mezcla de sonidos muy rica que pudimos mostrar afuera también, porque todos empezamos a tener internet”.
Al Unísono es un documental lanzado en 2008, dirigido por Rosario González y Pablo Muñoz, en el que aparecen un Gepe y una Javiera Mena adolescentes, dando los primeros pasos en sus carreras. Quizás, lo más valioso de este registro es ver la aproximación totalmente inocente hacia la música. Los primeros ladrillos puestos en estas carreras artísticas, guiadas más por la intuición que por un plan.
Le pregunto a Javiera si cree que dentro de ella aún queda algo de eso. “Ojalá”, responde con rapidez. “Me encantaría, porque creo que para todos, sobre todo en las artes o cosas que requieren un análisis, el acercamiento a la disciplina es desde un lado honesto, inocente. Después vas aprendiendo cómo se hace, vas habitando los mismos espacios, vas viendo que la gente te está mirando y eso le va restando espontaneidad. Entonces, a pesar de que llevo muchos años, trato de conectarme con esa eterna juventud que puede tener la inocencia, y creo que esa es la clave para una carrera musical larga, no perder esa cercanía a la música tan bonita y tan pura. Pero cuesta, porque todo el mundo te está hablando de los números por aquí, de tal plataforma por acá, entonces es casi imposible”.
Su forma de intentar conectar con ese estado de pureza actualmente está siendo el trabajo en equipo: “A través de la composición con otras personas, la visión de otros. Me conecto mirando cómo los otros tienen sus propias formas de hacer las cosas. Es bonito, porque otras personas te enseñan a revisar tu manera de crear”.
Nuevas formas de vivir el amor
‘Dos’ es la balada de I.Entusiasmo —“me encanta esa palabra”, dice Javiera en referencia al título del EP, “tiene que ver con la pasión”—. Apenas se publicó la canción, muchas personas hicieron referencias a la vuelta al piano de la cantautora y a su primer disco, Esquemas Juveniles (Índice Virgen, 2006). Pero es mucho más que eso. Hay un componente de la gran balada tradicional latina que, en esas primeras grabaciones, no aparecía tan claro. Javiera coincide con esto: “Sí, esas canciones eran más bedroom pop y esto es más Miami”.
‘Dos’ es una canción que no glorifica ni culpa la idea de un triángulo amoroso y que explora el debate de las nuevas formas de pensar y vivir el amor. Javiera explica su génesis:
—Sale de toda una búsqueda de nuevas formas, lejos de esta cosa cerrada de montarse esas parejas falsas, que se sacan fotos en Instagram, que está todo bien y son felices. Quería un poco darle la vuelta a eso a través de una ofrenda que es esta canción. Tampoco es una glorificación del poliamor como alguna gente cree, sino que habla sobre lo confuso que puede ser estar amando a dos personas a la vez, pero también es un sentimiento válido y una pregunta que hacer. A mí me inspira mucho la Brigitte Vasallo, de hecho le mandé la canción y le dije ‘este tema está inspirado en ti’.
—Y ¿qué respondió?
—‘Me encanta que nos multipliquemos’, dijo, ja ja. Esto es algo de lo que habla mucho ella. Le preguntaban en una entrevista, cómo podemos decirle a nuestras parejas que nos gusta otro, etcétera, y ella respondía: no montándose la pareja de esa manera en que la montamos, tan cerrada, tan posesiva. Es una pregunta. Creo que estamos todas en modo pregunta, que nadie sabe cómo hacerlo, pero al menos la pregunta está y es potente, porque es la base de la sociedad. La sociedad te obliga a casarte, eso ya es algo muy heavy. Este tema está presente en muchas canciones, pero lo tratan de otra forma. En el reggaetón por ejemplo, lo de ‘salí con tu mujer’o ‘yo soy mejor que ella’... Siento que ‘Dos’ habla desde un lado de redención y más femenino también. Desde una mujer que está reflexionando y tampoco quiere herir a nadie, pero lo hace.
Cuando apareció el videoclip de ‘Flashback’, el primer adelanto de I.Entusiasmo, Javiera nos presentaba imágenes inspiradas en el manga Akira y una idea del futuro distópico que la artista conecta con la actualidad. “El ejemplo máximo de futuro distópico que he vivido es llegar a Santiago de Chile en un vuelo a día de hoy”, dice la cantante. “Cuando me fui, ya estar en un aeropuerto era raro. Cuando volví, tuve que estar en residencia sanitaria, por cinco días en un hotel. Te daban almuerzo frío, era bonita la habitación, pero después de cinco días es difícil no sentirse presa. Yo me sentí presa allá adentro. Mi vuelo además venía con la variante Delta. Esas cosas van generando traumas, y el futuro distópico tiene que ver con vivir situaciones extremas todo el tiempo, tipo El cuentro de la criada, cosas que están pasando hoy en día igual. Estamos súpercontroladas. El futuro distópico está pasando”.
La conversación termina con el inicio de todo. Una radio de la marca Marantz. Cuadrofónica. Ese es el primer recuerdo musical de Javiera:
“Vivía con mis abuelos y mi abuelo tenía esta radio increíble. Fui una niña muy privilegiada. Iba al living y me quedaba ahí toda la tarde. Recuerdo mucho A contraluz de Luz Casal y, especialmente, un Greatest Hits de Queen que él tenía, me encantaba escuchar ‘Flash’. Creo que de ahí viene mi amor por los sintetizadores, porque ese tema tenía sonidos que venían de allá para acá repartidos por los cuatro parlantes. Debo haber tenido cinco años. Recuerdo mucho la imagen de Freddie Mercury. Yo me trasvestía también un poco en el baño, pintándome bigotes, y me creía él. Esto no le he dicho mucho, ahora me vinieron esos recuerdos, ya de grande. Freddie Mercury fue importante para mí. A veces en el escenario pienso en él cuando estoy interpretando”.