Joel Prieto, el tenor que no quiere dejar de aprender

El cantante hispanopuertorriqueño ha actuado en los mejores teatros de ópera del mundo, pero cree que será un “estudiante hasta el último momento”.

El tenor Joel Prieto. SIMON PAULY
El tenor Joel Prieto. SIMON PAULY

Maravillado por la majestuosidad de Tokio, entrevistamos al tenor Joel Prieto (Madrid, 1981) durante los primeros ensayos de Così fan tutte, a finales del pasado mes de mayo, en el New National Theater de la capital japonesa. “Es una maravilla cantar aquí”, dice el artista, que en este montaje de la ópera de Mozart dirigido por Damiano Michieletto se pone en la piel de Ferrando, el joven que quiere poner a prueba la fidelidad de su prometida.

“La orquesta es fantástica, el director de orquesta es maravilloso, está trabajando para nosotros, para que estemos cómodos, y eso es una gozada”, agrega Prieto, alguien habituado a actuar en los escenarios más exigentes.

Nacido en España pero criado en Puerto Rico, el tenor inició su formación en el Conservatorio de Música de la isla caribeña, y luego pasó por la Escuela de Música de Manhattan, en Nueva York, y el Atelier Lyrique de la Ópera Nacional de París. En 2008 ganó por unanimidad el concurso Operalia, un reconocimiento que le abrió las puertas de los principales teatros de ópera del mundo.

De trato sencillo y cordial, Prieto atiende a COOLT con una sonrisa eterna y un brillo en los ojos sólo dado a los elegidos.

- ¿Como fueron sus primeros años en Puerto Rico?

- Pues mira, yo nací en Madrid y de ahí, como a los tres años y medio, nos fuimos a Puerto Rico. Me acuerdo de Madrid un poco: tengo una vaga memoria de la Plaza Mayor, de algún columpio, de casa de mi abuela... Pero casi todos mis recuerdos de la niñez son de Puerto Rico, claro. Y me cuenta mi madre que yo vine con un acento español bastante marcado, y que mis compañeros del colegio me decían el ‘españero’. Pero yo, tratando de acoplarme, rápido traté de adoptar un acento puertorriqueño.

Para mí, Puerto Rico es luz, es vida, vida propia; es el Caribe. O sea, es muy expresiva la cultura, la gente. Yo me crié muy cerca de mis abuelos y con unos principios muy de familia, muy de expresar el cariño, de corretear por los campos. Y fue mi primer contacto con la música desde muy, muy, muy pequeñito.

- Caribe y música son casi sinónimos…

- ¡Claro! Y en Puerto Rico, aparte de música clásica, pues [tienes] todo lo que es la música popular... Es una isla muy pequeña pero tiene un peso muy grande a nivel mundial: Tito Puente, Gilberto Santa Rosa, Ricky Martin, Marc Anthony, ahora en el género urbano Bad Bunny... Hay música por los poros, se escucha por todos lados, y hay muy buenas voces y muchísima creatividad.

- Y ahora mismo, ¿cual es su relación con la isla?

- Pues me fui cuando tenía 19 años, en 2001, y ahora tengo 42. He ido yendo y viniendo muchísimo. No solamente para cantar, sino también para dar clases magistrales, para ayudar un poco a dar una perspectiva a los jóvenes de qué posibilidades tienen en la música clásica, porque mucha gente que estudia en el conservatorio piensa: “Pues voy a cantar La traviata y ya está”. Pero hay tantas cosas que se pueden hacer... Se pueden hacer grupos de renacentistas, una carrera de concierto, cantar ópera barroca, cantar ópera dramática...

El tenor Joel Prieto. SIMON PAULY
Joel Prieto es uno de los grandes nombres de la ópera actual. SIMON PAULY

- ¿Como fue crecer en una familia de artistas?

- Me siento muy afortunado porque mi punto de vista, igual que el de mis hermanas, siempre ha sido muy respetado. Desde muy pequeñitos estuvimos en un colegio Montessori y su filosofía es mucho de descubrir quién es quién, y de fomentar tener una opinión propia y un ojo crítico sobre el que no te digan las cosas porque sí. Entonces, en mi casa siempre hubo esa puerta abierta al diálogo, y siempre me he sentido muy respetado por mis padres y mis hermanas. Y ha sido bastante mutuo y de mucho chiste, porque todos tenemos un punto de vista diferente sobre lo que es el arte, y nos reímos uno del otro. A veces tenemos un debate muy positivo que me ha venido muy bien, porque me mantiene un poco como en la búsqueda.

- Como dice la paremia: de la discusión nace la luz…

- Claro. Mis padres están muy conectados con la literatura, y de la literatura sale todo lo que yo hago también. Me ha dado un cierto nivel de profundidad: cuando estudio una obra, me meto también en la parte literaria, para descubrir colores, facetas, niveles de emoción.

- ¿Qué aspectos de su experiencia en Puerto Rico cree que han influido más en su carrera?

- En Puerto Rico, tiras una semilla y rápido crece un árbol o se cae una una fruta y se pudre en un día, porque es tal el nivel de vida y muerte. Uno vive muy en el momento, fluye muchísimo. Esa fluidez me ha ayudado a navegar en mi carrera y en los cambios tan grandes que se dan de país a país, de compañía, de elencos, de música, de repertorio. Tener una flexibilidad dentro de mi propia estructura como artista. Y también hay una parte de la jovialidad: el puertorriqueño es muy, muy del Caribe. Si hay algún problema, como un huracán o algo así, toda la comunidad se ayuda. Es muy de: “Mi casa, es tu casa”. Hay una apertura, una sonrisa, no hay miedo a abrirse a los demás. Eso me ha ayudado bastante.

- ¿Y cómo ve la escena artística de Puerto Rico comparada con la de otros lugares?

- Ha decaído bastante en los últimos 10 años por temas económicos. Puerto Rico tuvo una época de oro donde se hacían cinco producciones al año, con muchísimas performances; ahora se hace una ópera al año con dos funciones. Han pasado muchas cosas: aparte de un mal manejo económico, ha habido terremotos y un huracán que devastó la isla, que fue más grande en los últimos 100 años y del que todavía nos estamos recuperando. Entonces, obviamente, los fondos van primero a ayudas sociales más que al arte. El arte es lo último a lo que se le da ayuda.

- ¿Qué nos puede decir de Ferrando, el personaje de Così fan tutte que ha venido a interpretar en Tokio?

- Es un personaje que llevo haciendo desde 2009 y he hecho muchas producciones diferentes, muchas tomas diferentes del personaje. Para mí, Ferrando es un chico al que se le ha dado todo, un chico mimadísimo al que le han dicho siempre que todo lo hace bien. Pero, realmente, cuando está a solas, es una persona muy sensible.

- ¿Cual es el aspecto más desafiante del personaje?

- La parte vocal: es un personaje muy difícil. Para tenor, puede que sea el más difícil que he cantado. O sea, no es para una persona inexperta, joven; tienes que negociar muchísimo el pasaje de la voz todo el rato. Es bastante agudo para Mozart: un ‘la’ parece un ‘do’ sobreagudo. Es un personaje que requiere distintos tipos de color. No es monocolor ni monotonal, es multicolor.

- ¿Diría que Ferrando es el mejor personaje que ha tenido?

- A mí me gusta mucho Ferrando y me gusta Mozart, pero es verdad que he cantado Mozart casi 20 años de mi carrera y mi voz y mi temperamento han cambiado, estoy entrando en otro terreno. No me estoy despidiendo de Mozart, pero me estoy moviendo hacia un tipo de repertorio un poquito más dramático, más temperamental. En ese tránsito, he podido hacer de don José en Carmen. Me enamoré completamente del papel, porque a nivel vocal hay una evolución; es realmente excitante, muy visceral. Y a nivel actoral, viendo que es un chico ingenuo que llega a matar a una persona, tienes que saber bien cuál es ese puente dramático que te lleva hasta ahí. Eso es muy interesante, creo que hasta ahora es mi papel favorito.

- Son dos registros bastante diferentes…

- Pero hay lazos que unen a todos los papeles que interpreto: tratar de buscar lo más genuino y lo más real. No te puedo decir: “No me gusta este papel”, porque todos tienen una realidad. Tienes que defender el personaje, por qué piensa que está haciendo lo mejor que puede desde su punto de vista. Hay que meterse completamente. Ese es el juego que me toca jugar en ese momento.

El tenor Joel Prieto, en la ópera Così fan tutte, en elNew National Theater de Tokio. NNTT
Prieto (derecha), como Ferrando, en la ópera 'Così fan tutte', en el New National Theater de Tokio. NNTT

- ¿Cómo ha evolucionado su carrera después de haber ganado el Operalia en 2008?

- Fue un salto bastante grande, porque estaba encaminado a una carrera internacional. Estuve dos años en la Ópera de Berlín como fijo del teatro y ya tenía unos contratos fuera. En uno de esos contratos fuera, conocí a Plácido [Domingo], en Viena, cantando la zarzuela Luisa Fernanda. Yo cantaba un papelito pequeñito, pero él se quedó con mi voz y me dijo: “Vente a hacer el concurso, creo que te puede ir bien”. Y yo le dije: “Maestro, no sé, ya empecé mi carrera, no sé si debería hacerlo”, ya que participé en 2006 y no llegué a ningún sitio. Pero me dijo: “No, no, ven, ven; creo que te irá bien”. Y me dije: “Bueno, si Plácido Domingo me dice que venga a Operalia, yo voy a ir a Operalia, no le voy a decir que no al señor, semejante eminencia”. Y fui y pasó lo que tenía que pasar: gané.

Entonces me llegaron muchísimos contratos de golpe... Yo tenía 26 años en ese momento y me llegaron contratos de todos lados: de Washington, de Munich, de Salzburgo, de Londres, de Barcelona, de Houston; de muchísimos sitios. Fue un poco difícil gestionar todo eso al principio, porque me puse muchísima presión. Hasta que me di cuenta un día de que yo voy a ser estudiante hasta el último momento de mi vida. Así fue como me quité la presión de la perfección: si no la consigues, hay que perdonarse un poco, porque uno siempre está en el proceso de búsqueda. ¿Y qué es el arte? El arte no es perfección, de hecho, las imperfecciones son de las cosas más bonitas del arte. Darme cuenta de eso ha sido otro enfoque completamente diferente.

Estoy entrenando con mucha más sutileza, con más cariño, más entrega, más juego, más amor... Ahora me siento más hombre por un lado, pero más niño por otro. Desde que gané he tenido la oportunidad de cantar en la mayoría de los teatros del mundo y aprender de los mejores artistas de esta generación. Y nada, espero que siga la cosa, espero seguir divirtiéndome.

- ¿Tiene alguna rutina o hábito para mantener la voz y la salud en óptimas condiciones?

- Medito todos los días. Esta búsqueda personal me ayuda muchísimo a crear la base de lo que quiero hacer: es como tocar el presente; o sea, estar muy presente para dejar salir lo que tiene que salir en ese momento y que sea genuino, verdadero. Empezando por ahí, pues me gusta caminar muchísimo. Aquí [en Tokio] he caminado 20 kilómetros como mínimo al día. Voy al gimnasio muchísimo, hago ejercicios de respiración todos los días, entreno cinco o seis veces por semana. La voz... Trato de darme un día o dos de no cantar. Veo mucho lo que como, sobre todo antes de cantar. Y hago pilates y también yoga, dependiendo del día.

- ¿Tiene algún proyecto de futuro que le haga especialmente ilusión?

- Sí, ahora voy a hacer mi primera Traviata en Florida, en Estados Unidos, y tengo muchísimas ganas de preparar el papel de Alfredo, porque no lo he cantado nunca. Hay muchos proyectos interesantes: voy a hacer una versión de Carmen con La Fura dels Baus en Holanda en agosto, y está guay porque nunca he trabajado con ellos y son fantásticos. Por suerte, tengo la agenda del año que viene llena: hay muchas cosas y cada proyecto tiene lo suyo.

- ¿Y hay alguna cosa que tenga en el tintero y que diga: “Esto me gustaría hacerlo y aún no me lo han propuesto”?

- Sí, me gustaría cantar Romeo y Julieta, por ejemplo, creo que lo podría hacer bien. Bueno, no creo: sé que lo puedo hacer, pero todavía no se me ha ofrecido. Y también La Bohème.

- ¿Cómo ve los cambios que se han producido en el mundo de la ópera en estos últimos años?

- Ha habido un cambio bastante grande en los últimos 20 ó 30 años. Antes se requería cantar bien y más o menos actuar, pero ahora se requiere hacer las dos cosas porque muchísimos directores de escena son directores de teatro, de cine; gente que busca una realidad actoral absoluta. Aparte de eso, el tipo de producciones que se hacen son mucho más vigentes, contemporáneas.

También hay un elemento que son las redes sociales: la relación con el público es mucho más estrecha ahora, y cada artista puede controlar su comunicación un poco más. Creo que es bueno y malo, obviamente, como todo. La parte buena es la inmediatez.

Periodista. Corresponsal de la región Asia-Pacífico para el diario El Punt-Avui.

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