Lo primero que se ve en La revolución y la tierra es un hombre en un archivo polvoriento, todo un símbolo del trabajo con ingente material de archivo que, además de las entrevistas, compone este monumental documental que se convirtió en un auténtico fenómeno en Perú a partir del momento en el que se estrenó, en octubre de 2019.
Aprovechamos la visita a Barcelona de su director, Gonzalo Benavente Secco (Lima, 1982), invitado por Casa América Cataluña para presentar el filme en los Cinemes Girona este 28 de junio, para charlar con él sobre esta película tan fascinante y necesaria tanto desde un punto de vista político como cinéfilo. Lo primero porque, entre otros movimientos revolucionarios peruanos, la película profundiza en la historia silenciada de la reforma agraria llevada a cabo por Juan Velasco Alvarado durante los años que estuvo en el poder, entre 1968 y 1975, expropiando a los grandes hacendados y devolviendo las tierras a los que las habían cultivado. Lo más curioso es que Velasco era militar y llegó al poder con el clásico golpe de Estado. Un caso completamente atípico.
Desde un punto de vista ya puramente cinéfilo, La revolución y la tierra es un artefacto fascinante porque, haciendo gala de un montaje prodigioso, convoca toda una historia del cine peruano que ha permanecido tan oculta como la de Velasco, el golpista reformista. A lo largo de estas dos apasionantes horas, contemplamos fotogramas rescatados de películas como La muralla verde (1968), de Armando Robles Godoy, que introdujo la modernidad en el cine peruano; o El viento del Ayahuasca (1983), de Nora de Izcue, el primer largo dirigido por una mujer en el país andino (El viento del Ayahuasca, 1983). Federico García Hurtado, Francisco J. Lombardi, Alberto Durant, Rosario García Montero, el Grupo Chaski, Bernardo Arias, Bernardo Roca Rey, Guillermo Fernández Jurado, Juan Carlos Torrico, Enrique Cornejo Villanueva, Alberto Santana o Felipe DeGregori son otros de los cineastas citados. Impresionante, ¿no? Pues sí, muy impresionante. Pasen y vean, no se la pierdan.
- Es increíble la cantidad de películas que se recogen en La revolución y la tierra, ¿cómo se fraguó este homenaje al poco conocido cine peruano?
- Hay un gran vacío histórico de imágenes que lo llenan las películas. Algunas salen un ratito no más, pero todas nos ayudan a contar esta historia. Muchas las conocíamos solo de nombre, y las descubrimos durante el proceso de hacer esta película.
- Ese vacío histórico de imágenes se debe, en parte, a que, como denuncia la película, durante el gobierno posterior al de Velasco, con Francisco Morales en el poder, se quemaron muchas películas, ¿es así, no?
- Sí. No mencionamos ese dato en el documental, pero del cine peruano del siglo XX apenas se conserva un 10%. Hay un 90% que ya no existe. En parte porque no se conservó bien, y en parte porque fue destruido. Hubo, por ejemplo, el incendio de un coleccionista, que tenía mala reputación en los años noventa porque se le vinculaba a ciertas mafias. Hay algunas como En la selva no hay estrellas (1967), de Armando Robles Godoy, que estuvo desaparecida 30 años hasta que le llegó al director un DVD de Rusia. También hay una película de Federico García que se daba por perdida, y apareció en un Betacam en el proceso de hacer nuestra película, y así muchas. Pero Ganarás el pan (1965), la primera película de Robles, que es anterior a la Reforma Agraria, sigue perdida.
- El documental se anuncia como “el más visto en la historia del cine peruano”. ¿Cómo es eso?
- Hicimos 90.000 espectadores en sala, y eso que estrenamos en tan solo 20 salas. Otras que estrenaron en 100 salas hicieron 9.000 espectadores. Pasó algo muy atípico: la segunda y la tercera semana fue más gente que la primera, por más que teníamos menos salas que un estreno normal. En un momento ya no había un solo espacio vacío, y la gente viajaba de una región a otra para verla. Eso no tiene solo que ver con la película en sí, sino con un tema que ha sido silenciado durante mucho tiempo y que es muy importante y muy valioso para mucha gente. Eso conectó con muchos peruanos y peruanas.
- ¿Por qué la Reforma Agraria de Velasco ha sido silenciada en Perú?
- Es algo que no estudiamos en los colegios. Aunque es parte de nuestra historia, está como enterrado a propósito. Lo único que se dice es que no fue productiva. No se mencionan los cambios sociales que trajo consigo. Es como si, al hablar de la esclavitud en Estados Unidos, solo se mencionara que bajó el precio del arroz. Tampoco se habla del conflicto armado que vivimos de 1980 al 2000. Hay una serie de mecanismos legales que impiden hablar de ciertos temas en Perú. En lo que respecta al conflicto armado, existe una ley de apología al terrorismo que está redactada para perseguir a cualquier persona que tenga un discurso distinto al hegemónico. Hay una cosa en Perú que se llama el terruqueo, y que consiste en asociar al terrorismo cualquier protesta ciudadana. Cualquier política progresista o de carácter social es perseguida y tildada de terruqueo. Cualquier cosa que tuviera relación con Velasco y con la Reforma Agraria siempre fue terruqueado, por más que es un proceso histórico anterior al conflicto armado. De hecho, uno de los primeros atentados de Sendero Luminoso fue dinamitar la tumba de Velasco.
- ¿Te han perseguido por hacer esta película?
- Por esta concretamente no, pero la próxima irá sobre conflicto armado y la estamos haciendo con mucha cautela. La verán abogados antes que nadie. Por ejemplo, no puedo decir que una convicta por terrorismo era una buena bailarina aunque destacara en eso porque técnicamente es apología del terrorismo, ya que da un matiz positivo de alguien que ha sido convicto por terrorismo. Hubo también una campaña para que no se estudie en los colegios el informe de la Comisión de la Verdad que se hizo después del conflicto armado. Hay muchas deudas pendientes con nuestra historia reciente y la Reforma Agraria es una fundamental, creo yo.
- Entonces, La revolución y la tierra no tuvo dificultades para estrenarse, ¿no?
- Bueno, nos sacaron de una cadena de cines antes de estrenar, porque los dueños odian a Velasco; expropió a su padre. Se cayeron esas salas un día antes del estreno. Pero la película ha tenido muchas vidas. Antes de su estreno en televisión, un ex primer ministro tuiteó que no podía ser que pasasen esta película en señal abierta antes de las elecciones porque supuestamente apoyaba a la candidata progresista, la cual no parece en la película y no tiene nada que ver. Fueron las elecciones que ganó Pedro Castillo, en 2021. Ahí está la idea de silenciar todo lo que tenga que ver con una manera de pensar distinta al statu quo. Y finalmente no se pasó la película por televisión. Pero mucha gente empezó a subir la película a las redes sociales, donde tuvo como un millón de visitas en un par de días. Hay quien dice que también se subió a páginas pornográficas, pero ya no sé si es verdad o no.
- Ahora ya no está Pedro Castillo en el poder...
- No, ahora hay una coalición. Castillo terminó en la cárcel, y la que era su vicepresidenta, Dina Boluarte, se alió a los grupos conservadores. Hemos tenido seis presidentes en los últimos seis años. Ahora mismo, están intentando apoderarse de los organismos electorales, y eso es algo que no se ve desde los noventa. Hay protestas y muertes. La policía ha matado a manifestantes y niñas que simplemente cruzaban la calle. La vida en algunos lugares vale menos que en otros. A Dina Boluarte la llaman Dina Balearte.
- En la película se dice que la élite peruana desciende de los invasores españoles, y se arroja una cifra escalofriante: cuando llegaron los españoles, de 15 millones de nativos, al poco quedó uno solo. ¿La clase política sigue siendo descendiente de españoles?
- Sí, durante el Virreinato del Imperio español ya se dividió la sociedad entre los que descendían de los invasores y el resto la población indígena. Luego, cuando llegó la independencia en 1821, al liberarse el territorio, esa élite inscribió los territorios en registros, de modo que la gente que había vivido ahí por los siglos de siglos, de repente se encontró en una propiedad que legalmente ya no era la suya. Tenía que pagar un impuesto y, como no tenía para pagar, tuvo que trabajar gratis. No es esclavitud propiamente dicha, pero sí servidumbre.
- Un sistema feudal, con derecho a pernada incluido. Incluso recuerda a la Conquista del Oeste en Estados Unidos, por aquello de que pagaban a los indígenas con aguardiente, otra forma de dominación.
- Tal cual, es el mismo proceso. No estoy diciendo que todos los hacendados fuesen villanos, pero el problema es que tenían potestad para hacer lo que quisieran. Los campesinos no podían ir a la escuela, tampoco podían votar. Hasta después de la Reforma Agraria no pudieron votar.
- Antes de Velasco, hubo otros líderes revolucionarios que lucharon por la colectivización de la tierra, como Hugo Blanco, ¿qué opinión te merece su figura?
- Justamente falleció ayer [25 de junio]. Es un personaje fundamental de la historia social peruana del siglo XX. Fue un revolucionario, y acabó preso. Velasco lo amnistió. Estuvo en el exilio, pero luego volvió como diputado izquierdista, y supo adaptarse a los tiempos. En las últimas décadas dio un giro hacia la lucha contra el cambio climático. Fue modernizándose igual en su forma de ver el mundo. Sigue siendo una inspiración para mucha gente joven, porque siempre fue un luchador social y siempre fue muy consecuente con lo que decía. Representa un poco la lucha desde abajo, mientras que lo de Velasco fue una revolución desde arriba. Así lo denominaba él mismo: una revolución por decreto.
- Otro nombre destacado en el documental es el fotógrafo Martin Chambi, que en los años veinte del siglo pasado dotó de un imaginario al mundo indígena, ¿fue el primero en hacerlo?
- Hay varios fotógrafos, aunque Chambi es el más representativo. La fotografía democratiza, ya no hay que acceder a una escuela de Bellas Artes para poder generar una producción artística. Tampoco es que una cámara sea fácil de conseguir, pero digamos que ya es la posibilidad de tomar imágenes y no salir únicamente como telón de fondo. El indígena se convierte en un personaje complejo: no es solo mano de obra barata, es un ser humano.
- Velasco utilizó el fútbol para fomentar el nacionalismo, eso es universal: en España es indisociable de los nacionalismos. ¿Siempre se instrumentaliza el fútbol?
- Todos los gobiernos lo intentan de alguna manera cuando hay algo medianamente exitoso. Lo curioso es que, en el caso de Velasco, fue nuestra época más exitosa en términos futbolísticos.
- Tras la muerte de Velasco, Morales acabó con todas las reformas sociales, y se ajustó a lo que uno espera de un militar que llega al poder en Latinoamérica, ¿no es así?
- Sí, Morales borró todos los avances sociales que se habían logrado con Velasco. Estuvo preso por su vinculación con el Plan Cóndor de asesinatos selectivos, como otros militares de Latinoamérica, que fueron muy distintos de Velasco. Él pudo ser autoritario, pero venía del pueblo y no fomentó la represión.
- Volviendo a lo de la élite que se siente más española que peruana, hay un momento hilarante del documental en el que un político con apellido italiano declara eso mismo ante el rey de España, ¿quién era ese personaje?
- Francisco Petrozzi. Fue elegido ministro de Cultura la semana que estrenamos La revolución y la tierra. Tuvimos que hacer una función privada, porque la película se había hecho con financiación del Ministerio de Cultura. Lo curioso es que estaba feliz de haber salido en una película porque su sueño de toda la vida era aparecer en una. Le regalamos un pin de La revolución y la tierra, y al día siguiente tenía actividades oficiales y ahí estaba con su pin (Risas).
- ¿La nueva película tendrá una estructura similar a esta?
- Se llamará El arte de la guerra, y será un poco distinta. Si La revolución y la tierra es un documental histórico que, por debajo, tiene un homenaje al cine peruano, que es algo que descubrimos en el proceso y que nos emocionó mucho como cineastas, en este caso es al revés, ya que partimos de la producción artística y cultural en los tiempos de la violencia. A partir de ese material, descubrimos la historia de lo que sucedió en los ochenta y noventa en el Perú. Será casi el mismo equipo que La revolución y la tierra. Esta vez codigiendo con Grecia Barbieri, que fue mi coguionista en el anterior.
- Naciste en 1982, ¿recuerdas algo de los tiempos de Sendero Luminoso y Túpac Amaru?
- Era muy pequeño entonces, pero los coches bomba, las explosiones y los apagones que se daban de manera diaria en Lima. En este caso hay una cercanía, porque entré en la universidad en el año 2000, cuando las marchas contra Fujimori, que fueron fundamentales para la caída de ese régimen. En el caso de Velasco, se trataba de responder a un gran interrogante.