¿De qué está compuesto el carisma? ¿Por qué nos enamoramos de inmediato al ver a alguien moverse en la pantalla, bailar sobre el escenario o al escucharla por un parlante? Es una especie de magia —negra, claro— que te atrapa y se adueña de tus sentidos, que se concentran únicamente en esta persona. Dicen que el carisma es innato, que es algo que poseen algunas personas mortales anónimas y un puñado de estrellas del espectáculo que serán inolvidables, que traspasarán su tiempo para ser íconos. Las pruebas lo confirman: no se puede comprar ni entrenar, quienes intentan tener carisma suelen quedar como boludos, como gilipollas, como wannabes. Las viejas dicen que la gente de carisma nació con una estrella especial. No se sabe cuál es, pero hay pocas personas que lo poseen, y Lali es una de ellas.
Mariana Espósito, la de metro y medio, la piba de barrio, la pop star, la actriz infantil de novelas de la tarde, la que fue parte de la banda adolescente Teen Angels, la que hizo de monja en la telenovela de la noche junto a un galán argentino, la que sacó uno, dos, tres discos solistas, la jurada de La Voz Argentina, la que en su Disciplina Tour se besa con las y los bailarines mientras hacen coreografías de alto vuelo en los estadios agotados más importantes del país, la que va a El Hormiguero y en un “Lali live coach” le dice a un espectador que su conducta es abusiva al insistirle a una mujer que no quiere estar con él. “No es no”, le aclara, le afirma, mirando a la cámara. Lali, la misma que este mes de enero estrenó la última temporada de la serie Sky Rojo en Netflix, la que hizo de Tamara Tenenbaum en El fin del amor de Amazon Prime. Lali, la que entre todo eso tiene tiempo para salir de joda, pasar un rato en la playa, sacarse fotos con sus amigues y subir a Instagram un photo dump como si fuera una simple mortal de la Tierra. Lali Espósito, la dueña de todo el carisma que Argentina puede tener.
“Es encantadora”, dice la verdadera Tamara Tenenbaum consultada por COOLT. “Lo que creo que es uno de sus secretos, y lo descubrí trabajando con ella, es que es una chica muy abierta y con mucha curiosidad. Y eso no es común, creo, entre la gente del nivel de fama que ella maneja”.
Y pone un ejemplo. Cuando estaban filmando la serie donde Lali la interpreta, hubo una escena en la sede de Puán de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Al llegar, escuchó que varias personas del equipo se referían al pino que hay en el patio. “Es un pino medio emblemático, seco, medio rotoso, pero es un lugar donde pasan cosas, te sacás fotos, fumás porro. Entonces ella vino y me preguntó ‘qué onda esto del pino, porque todos dicen que es importante y quiero saber por qué’, y no tenía nada que ver con la escena que íbamos a filmar, simplemente necesitaba entenderlo porque llegó y se puso a escuchar lo que la gente conversaba y le interesó saberlo”.
Tenembaum, que fue guionista de la adaptación de su libro al audiovisual, tiene su respuesta a esa pregunta de por qué Lali es tan genial. Para ella, es por su calidez y su curiosidad. “Eso la gente lo siente, y la ayuda mucho como actriz y como artista para sentir la temperatura de las cosas que pasan. Ella se acerca desde un lugar de la escucha que no me parece común en la gente de ese nivel de fama”.
El manejo del aire televisivo cuando está siendo entrevistada o cuando ella es la que tiene el mando de la conducción es notable. Nunca pasa inadvertida. Se parece a una joven Susana Giménez pero morocha y pequeñita, más audaz en su humor, menos voluptuosa en su físico, pero de una misma frescura que enamora.
Basta verla haciéndole un mate a Pablo Motos, el conductor de El Hormiguero, el programa de entrevistas más visto en España, o cuando lo bautizó con un viajero, el famoso trago argentino que lleva fernet con cola en una botella de plástico cortada. En unos pocos minutos te hace reír a carcajadas, habla con argentinismos mezclados con buenas dosis de españolismos, hace bailar y mover el culo a David Broncano, el conductor del late night La Resistencia, canta a capella, y a los pocos minutos te habla de responsabilidad afectiva y menstruación, todo con total naturalidad.
Diríamos que su carisma está compuesto de frescura, humor e inteligencia. Si la personalidad fuera una cebolla, la capa que viene debajo de esas tres serían las de la espontaneidad, desfachatez y una velocidad lionelmessiana para contestar cada centro que le tiran. Pero si eso parece una enumeración random de atributos positivos e ideales, poco parece tener que ver con la magia que ocurre cuando la vemos, porque Lali genera que queramos ser su amiga, pasar tiempo con ella, besarla, salir de joda, vivir un poco en su compañía para ver qué sorpresa más depara.
Su mayor activo es su autenticidad. Emilio Zavaley, periodista que la entrevistó para su primera tapa en la edición argentina de Rolling Stone, lo define así: “Es auténtica como pocas estrellas argentinas, y en 2022 se mostró más real que nunca. Con eso ganó aire para que le dejen de preguntarle por exnovios o el rumor del momento. Y dominó el arte de hasta dónde contar o cuánto mostrar”.
Su refugio es la transparencia. Es como si supiéramos todo de ella, porque es igual a nosotras, porque todo lo muestra. Aunque no, es solo un espejismo. ¿Un personaje? ¿Un dominio total de su ser-público frente a las cámaras? Pareciera que eso que se ve es lo que hay, que Lali es así. Es una amiga, una piba común, una talentosa que trabaja mucho para ser una pop star. Una porteña pilla que dice lo que piensa, incluso cuando puede ser osado. Sin embargo, nada de lo que hace es polémico. Pero es Lali, es una estrella. O como dijo en marzo de 2021 a Broncano la primera vez que fue a La Resistencia: “Yo me creo mil cuando estoy en el escenario, creo que soy buenísima en lo que hago. Pero después bajo de ahí y soy una persona”.
Lali, la carismática, la talentosa, ahora está grabando nueva música. No se sabe cuándo sacará su nuevo disco, pero está haciéndolo con Galán y Mauro de Tommaso. Su vida gira en torno a Madrid y Buenos Aires, pero sigue eligiendo estar —y aportar— en el lugar que la vio nacer. Lali, la multifacética, no solo es música, aunque parece que es lo que más la apasiona, en ella hay una clara decisión de mantener e impulsar su carrera de actriz, como si todo fuera posible de ser habitado a gran escala. Y de hecho lo es, porque lo hace. Lali, la genuina, la espontánea, tiene su propia estrella en el firmamento de la historia. Queda ver qué más hace con su tiempo.