La ilustradora española Laura Pérez (Valencia, 1983) es el ejemplo de artista que empezó triunfando en el extranjero antes que en su propio país. The Washington Post, National Geographic, The Wall Street Journal y Vanity Fair son solo algunas de las publicaciones internacionales con las que esta autora colaboró antes de empezar a publicar sus propias novelas gráficas en español, ganadoras de diversos premios.
Pero el trabajo que, sin duda, le ha reportado más visibilidad es el de los títulos de crédito de la serie de Disney+ Solo asesinatos en el edificio, protagonizada por Steve Martin, Martin Short y Selena Gómez, por la que ha recibido una nominación a los premios Emmy.
Repasamos con ella su exitosa carrera en el mundo del cómic y la ilustración.
- En septiembre de 2022 estuviste en la gala de los Emmy, en Los Ángeles, porque nominaron los títulos de crédito de Solo asesinatos en el edificio, que están realizados con tus dibujos. ¿Cómo fue la experiencia, teniendo en cuenta que habías trabajado desde casa y que fue ahí donde conociste a todo el equipo en persona?
- Efectivamente, se tuvo que hacer todo el trabajo desde casa debido a la pandemia. Teníamos un chat en el que hablábamos y nos mandábamos todo el trabajo. Yo ya conocía a Lisa Bola, la directora artística, que fue la que me contactó, pero no al resto de mis compañeros. Fue genial vernos las caras en persona, vestidos ‘de normal’ el primer día y ‘de gala’ el segundo. ¡Fue muy divertido!
- Lisa Bola te contactó para este trabajo porque vio un dibujo tuyo en tu Instagram.
- Ella ya conocía mi trabajo de hace tiempo, pero hubo un dibujo que descarté de un libro que estaba haciendo entonces, Tótem. En el dibujo hay un edificio tipo francés, en el que se ven una chica y tres recuadros. Como no me encajaba en el libro, y para que no se quedara en mi carpeta, decidí subirlo a Instagram. Lisa me dijo que le encantaba y que era justo lo que estaba buscando.
- No es exactamente igual, pero encaja mucho con el estilo de la fachada de Solo asesinatos en el edificio.
- Ella se lo imaginó animado. Vio ese dibujo y me dijo: “Vamos a hacer muchos de estos”. A veces las ideas que no encajan en un sitio, si salen a la luz, pueden llegar a ajustarse en otro.
- ¿Te han ayudado mucho las redes sociales para darte a conocer?
- Las redes sociales ayudan porque, al igual que está bien tener una página web donde la gente pueda acceder a tus trabajos y tu biografía, ahora, los directores artísticos de todo el mundo utilizan Instagram para buscar talento de una manera más inmediata. Es una herramienta muy potente para encontrar creativos de todo tipo.
- Decíamos antes que trabajaste en Solo asesinatos en el edificio desde tu casa, en Valencia. Tu caso es un ejemplo de teletrabajo que funciona a la perfección.
- Sí, llevo haciéndolo mucho tiempo. Viví en el extranjero varios años y ahí también podía hacerlo. Llevo trabajando desde el 2011 de manera internacional, viviendo en diferentes lugares. Pero, ahora que estoy en Valencia, la verdad es que estoy muy cómoda. El nivel de vida que llevo no me exige lo que podría requerirme vivir en otros lugares.
- Estudiaste Bellas Artes en Valencia. ¿Cómo empezaste a dedicarte a la ilustración?
- Comencé en Valencia, pero pedí becas con las que me fui a Francia, Canadá, Barcelona y Londres. Cogí un poco la carrerilla de ver mundo y enriquecerme para luego, si quería, volver a Valencia, pero de otra manera. Cuando volví de Canadá, donde recibí clases de ilustración editorial, me fui a Barcelona e hice un trabajo personal a nivel autodidacta. Me puse a dibujar lo que veía por ahí, las cafeterías y tal. Un trabajo como muy naif pero muy descriptivo. Y comencé a enviarlo a páginas web, portafolios impresos, incluso a diferentes empresas de Estados Unidos ya que, al venir de Canadá, me hacía ilusión trabajar con América. Todos me decían que no o no contestaban. Pero una agente canadiense, Anna Goodson, lo hizo y estuve con ella 10 años.
-¿Te fue bien con ella?
- Maravillosamente bien. Empecé trabajando para revistas americanas y luego ya llegaron las españolas.
- ¿Qué diferencias hay entre unas y otras? Imagino que la económica es destacable...
- Sí, claro, económicamente siempre hay una gran diferencia. Hay revistas americanas que por una ilustración puedes cobrar 2.000 euros. Si haces cuatro, pues te apaña bastante. Sin embargo, en España, a lo mejor te piden 10 ilustraciones y te pagan por el precio de una allí. A 1.500 o 2.000 euros, con suerte. Lo bueno de llevar trabajando tanto tiempo es que puedo elegir en lo que quiero trabajar y rechazar lo que no quiero hacer, y eso da mucha tranquilidad.
- Combinas encargos con proyectos propios.
- Sí. Ahora estoy con dos libros que voy haciendo en el tiempo que tengo libre.
- En relación a los encargos, dispones de libertad para hacer lo que quieras, dentro del tema que tengas que ilustrar. ¿Cuáles son los últimos proyectos que te han confiado?
- He hecho el cartel de la feria del libro de Valencia, otro para un evento de cómic que hay en Alcalá de Henares y un encargo muy bonito para el especial aniversario de la revista Vogue, en el que hemos colaborado cinco ilustradoras.
- ¿Te han pedido algún otro título de crédito?
- Título de crédito, no. Lo que me han encargado desde Elastic, la productora de Solo asesinatos en el edificio, ha sido algún logo que he animado. Pero, como no me lo han mandado, no lo he podido compartir.
- ¿Te gustaría hacer algo más así?
- Sí, si les encajo, yo encantada. Me han solicitado varias veces para trabajar, pero estaba de viaje y no he podido. No siempre, pero muchas veces te piden las cosas de un día para otro por lo que no siempre es fácil que encaje todo.
- Comentabas que ahora estabas con dos proyectos de novela gráfica. ¿Puedes contar alguna cosa sobre ellos?
- Uno es mío personal y el otro es en colaboración. El mío se publicará con Astiberri. Aún no puedo contar de qué va, pero sigue más la línea de Ocultos que de Tótem. En principio, saldrá en 2024.
- La primera novela gráfica que publicaste fue Náufragos (Salamandra, 2016), escrita con Pablo Monforte, que ganó el IX Premio Fnac Salamandra Graphic y se editó en Francia, Italia y EE UU. ¿Esta primera experiencia te animó a hacer tus propios libros?
- Totalmente. Hasta entonces solo había hecho ilustración para las agencias. Siempre dibujaba para las ideas de otros y me había acostumbrado a esa dinámica. Con Náufragos vi que también podía hacer novela gráfica. Siempre había pensado que no sabía hacer cómics, que la narrativa era muy complicada, pero, simplemente, no lo había probado. Fue un trampolín porque, a pesar de que la historia no era mía sino de Pablo, dibujé y me enfoqué en la narrativa gráfica. Y eso me dio una seguridad para animarme a publicar mis propias obras.
- Tus siguientes libros son bastantes diferentes a Náufragos.
- Tienen una sensibilidad distinta. Decidí dedicar tiempo para sacar mi primer libro en solitario con los temas que a mí me gustan, tener voz propia y pensar qué quería contar. Llevaba toda la vida explicando las historias de otros y poniendo imágenes a las visiones de otras personas. Me dije: “Quiero un libro donde yo ponga imágenes a mis propias visiones”, que es algo que no había hecho nunca. Pero que hasta entonces no tenía la confianza de poder hacerlo.
- Tu obra tiene mucho de enigmático, de oculto; hay también muchos silencios. Es un tipo de cómic que te atrapa, te transporta y te transmite muchas sensaciones. Me recuerda a lo que hace el ilustrador Borja González en The Black Holes, por ejemplo.
- Sí, ambos utilizamos un lenguaje un poco similar, en el que se para un poco el tiempo y en el que se puede contar sin tener que explicar. No hace falta explicarlo todo. Hay veces que las cosas son y no tienen un sentido aparente. Y luego cada persona le puede dar una percepción distinta.
- Necesitamos respirar un poco…
- Y misterio también. Y enigma. Que no todo sea racional. Desde la ilustración, vivimos siempre de una manera muy racional pero también hay una parte más sensitiva, más emocional que es importante.
- Has dicho que Espanto ha sido el libro más sencillo que habías hecho en tu vida. ¿Imagino que es porqué son ilustraciones sueltas que habías ido recopilando de distintos momentos?
- Exacto.
- A la vez, dichos dibujos tienen una profundidad y una unión. La obra incluye frases muy potentes que se te quedan clavadas como, por ejemplo: “Dejó de pensar lo que hacía para hacer lo que pensaba”.
- Este libro fue como una manera de escapar de lo que estaba haciendo: los títulos de crédito de la serie, Ocultos, Tótem y muchos encargos. Los dibujos que hacía eran simplemente para descansar. Dibujar por dibujar. Por eso disfrutaba mucho. No han sido dibujos hechos con prisa sino elaborados con amor y con cariño. Al final, se los enseñé a la editorial y me dijeron que sería fantástico darles forma de libro y así nació Espanto.
- Tuviste un cáncer cuando tenías 30 años. Ahora tienes 40. ¿Cómo estás?
- Bien. Todas las revisiones salen perfectas. Aquello fue un linfoma durante cuyo proceso me dediqué a tomar notas y dibujar. Tuve un linfoma que podía ser Hodgkin, que es uno llevadero y bastante estudiado; o no-Hodgkin, que es el malo, malísimo. Para mi sorpresa, fue malo. Hubo muchas cosas que me sorprendieron durante el proceso y me dediqué a tomar notas, dibujar, hacer viñetas e historias basadas en lo que viví. Planeta quiso publicármelas, pero luego decidí que no quería sacar un libro sobre el cáncer. Al final, me curé. Pero durante el proceso de sacar el libro no sabía si lo iba a lograr. Una vez curada, decidí no hablar más sobre el tema porque quería pasar página, pero también entiendo perfectamente que haya gente que necesite publicar libros sobre ello, ya que ayuda mucho a otras personas para empatizar con la enfermedad.
- ¿Te cambió la manera de dibujar?
- Sí, sin duda me cambió a nivel personal, y de dibujo también. Me cambió la mente y esta va a influir en lo que dibujes. El estar con la incertidumbre de si vas a llegar a los 31 cuando acabas de cumplir 30 te hace preguntarte quién ha escrito el guión, te hace replantearte muchas cosas, y también aceptar cosas de las que no sabías que ibas a estar preparada: ver que la muerte es una opción muy probable y aceptarla.
Una de las cosas que más me impactó fue que me dieran el resultado del tipo de linfoma que tenía a través de una carta. Te dan un papel en un sobre y no tienes a ningún psicólogo al lado, cosa que sería importante. Tienes que abrirlo sola, en el hospital o en la calle, y leer lo que te ha tocado. Como si fuera una carta de Hacienda. Yo había investigado que el linfoma no-Hodgkin era muy agresivo porque las células crecen muy rápido. Y saber de repente que tienes eso dentro pues... digamos que necesitarías a alguien a tu lado que te ayudara. No sé si acabaré sacando ese cómic algún día o si me apetecerá hablar de ello, pero sí que me apunté las cosas que creo que son importantes que cambien.
- Tuviste que aceptar que te podías morir a los 30 años.
- Cuando lo aceptas, ya está. Por mí, no pasaba nada. Lo que más me fastidiaba eran los que se quedaban. No quería que tuvieran que pasar ese duelo.
- ¿El hecho de ser mujer te ha perjudicado alguna vez a la hora de hacer cómic?
- Cada vez somos más mujeres haciendo cómic y la verdad es que, personalmente, la sexualidad con la que he nacido no me ha afectado de una manera directa a la hora de trabajar. Mis libros han sido aceptados por la editorial para publicarse, se compran, me invitan a sitios y hago lo que quiero. Lo único que he notado es que, en el último año, después de la pandemia, en exposiciones o en algún evento en concreto, invitan a la autora, en este caso a mí, por ser mujer, por cumplir con la cuota. A veces te lo dicen de una manera directa y otras de manera indirecta. Si les gusta mi trabajo y lo que hago, acepto. Pero si solamente me invitan por el hecho de ser mujer y veo que no hay ninguna muestra de interés por el trabajo, digo que no.
- Tengo curiosidad sobre los cómics que te gustaba leer de pequeña. ¿Eras de Tintín, de Astérix, del TBO?
- ¡De Astérix! Yo nunca leí a Tintín. De hecho, lo leí por primera vez el año pasado: Tintín en el Tíbet, el único. Pensaba que era aburrido, pero ahora que lo he leído, creo que Hergé tenía curiosidades, intereses sobre lo oculto y la parapsicología, la clarividencia y demás que yo desconocía. En su momento no me interesó y ahora estoy descubriéndolo. ¡Cualquier momento es bueno!
A los ocho-diez años, leía lo que había en casa, que eran Astérix y Obélix. Mis padres eran muy fans de ellos y yo crecí con los gladiadores y las pócimas mágicas a tope. También a Mafalda. Quino gustaba mucho en casa. Y 13 Rúe del Percebe. Y también libros de todos los clásicos de Disney. No había mucha más lectura. No había cómics.
- Y, ¿cuáles son tus actuales referentes contemporáneos de cómic españoles?
- No soy una gran lectora de cómic. Sigo sin serlo. Me gustan mucho Borja González, Ana Galvañ, María Medem y Ana Penyas. También me gusta el libro más abstracto, como lo que hace David Sánchez.
- ¿Y en cuanto a ilustraciones internacionales?
Siempre recomiendo a Thomas Ott. Hace libros en blanco y negro, sin texto. Cuando le descubrí en el instituto, me pareció muy llamativo y me abrió un poco los ojos: ¡Podía contar historias sin palabras! Hasta entonces, los libros de cómic para mí eran un mogollón de viñetas. Como dibujo, Manuele Fior siempre me influye. Lo puedo recomendar hasta la saciedad. Su estilo es absolutamente maravilloso. Aquí de Richard McGuire para mí es una obra de arte; no hay ningún otro libro así. También hay un libro muy curioso de Tom Haugomat, A través, que es medio conceptual.
- ¿Se podrán disfrutar tus libros en el extranjero?
- La editorial Fantagraphics Books publicará Tótem este año en inglés en Estados Unidos. Y el que viene saldrá Ocultos. Los publican al revés. Tengo mucha ilusión porque eso ya me da la seguridad de que, cuando termine el que estoy haciendo, lo van a sacar también. Entonces es como un empujón, porque a veces la inspiración se va.
- ¿Te has quedado alguna vez sin inspiración?
- Cuando terminé Tótem se me fue la inspiración. Estuve un año sin dibujar más que encargos. He estado con un parón, un shock creativo bestial, como no me había pasado en la vida, y ahora vuelvo a resucitar.
- Un año tampoco es tanto…
- La maquinita se paró. Y no pasa nada. Al principio lo pasé muy mal. Pero luego dije, ¡qué demonios! Llevo desde el 2011 sin parar. Un año sin tener nada que contar, no está mal. Dejé de castigarme. Ahora hay que nutrirse otra vez de otras cosas y ya está.