De provocarnos grandes sustos y hacernos saltar en la butaca a sembrarnos la duda y obligarnos a la intriga hasta el último minuto. El cineasta uruguayo Gustavo Hernández Ibáñez (Montevideo, 1973) es capaz de cualquier cosa. Así lo ha demostrado en las cuatro películas de terror que atesora en su filmografía y en su nuevo trabajo, que llega este 27 de enero a las salas de cine españolas y supone su debut en el thriller.
Su primer largometraje, La casa muda (2010), fue seleccionado para representar a Uruguay en la carrera hacia los Oscar y presume de ser la primera película uruguaya con remake en Estados Unidos (Silent House, de Chris Kentis y Laura Lau). En 2014, Dios local tuvo su buen recorrido por festivales, y ya en 2018, No dormirás, una coproducción entre Argentina, España y Uruguay, logró la hazaña de convertirse en la cinta de terror más taquillera de la historia del cine argentino. Virus:32 (2022), una de zombies, es su última cinta estrenada al otro lado del charco.
Ahora, con Lobo feroz, el director cambia de registro y nos ofrece una visión renovada de la película israelí Big Bad Wolves (Aharon Keshales y Navot Papushado, 2013), alabada en su día por Quentin Tarantino y ganadora del premio a la mejor dirección en el festival de Sitges. Hernández construye un thriller oscuro y turbador, aderezado con buena dosis de humor negro, en el que un policía al borde de la ley (Javier Gutiérrez) y una mujer en busca de venganza (Adriana Ugarte) cruzan sus caminos obsesionados con descubrir al responsable de los brutales crímenes de varias niñas. Presuntamente, el personaje que interpreta Rubén Ochandiano. Al otro lado, una modélica detective (Juana Acosta) se esfuerza contrarreloj para evitar que se cometan errores... irreparables.
“La ambigüedad moral se masca en una atmósfera asfixiante y cruda, donde un bosque frío, una casa aislada y un sótano sirven de escenarios para descubrir la verdadera condición humana”, avanza el director. La tensión está servida.
- ¿Cómo llega hasta la ti la posibilidad de hacer un remake de Big Bad Wolves?
- Hace años había visto la película y conservaba un buen recuerdo. Pasó el tiempo y, por intermedio de nuestros socios productores, nos llegó la posibilidad de crear una propia versión y aprovechamos la oportunidad de ver esa historia desde otro perfil.
- ¿Por qué decidiste cambiar algunas líneas o personajes del relato original?
- Al rehacer una mirada, uno trata de implementar su propio sello. Quisimos agregar varios ángulos, hacer una película más coral, donde los personajes muestren más de una cara, donde podamos descubrir varias capas en los comportamientos. Hay una segunda línea externa que sirve para empujar y presionar a la narrativa principal y viceversa.
- En la película de Aharon Keshales y Navot Papushado, había un padre protagonista. En la tuya, hay una madre…
- La película original es una visión totalmente masculina y, en lo personal, no me interesaba tomar el mismo camino. Lobo feroz es mi quinta película, en las otras cuatro las protagonistas son femeninas. Siempre estuve rodeado de mujeres fuertes y, de alguna manera, me gusta plasmar esos espíritus en la pantalla.
- A pesar del tema tan sórdido que trata Lobo feroz, como es la pedofilia, no falta el humor negro. ¿Cómo se consigue ese difícil equilibrio entre la carga dramática y un componente cómico tan potente?
- Desde el primer momento supimos que necesitábamos un respiro de la tensión, y el humor es un gran vehículo de desahogo. Encontrar ese balance fue una de las cosas difíciles que trabajamos desde el guion y luego con todos los actores.
- ¿Cuánto te has inspirado en los elementos del cine de Tarantino o el humor negro de los hermanos Coen de antaño?
- Siempre tuvimos a los hermanos Coen de referencia. Soy un gran fanático de su cine. Antes de comenzar a rodar Lobo feroz, revisé varias de sus películas.
- Este trabajo supone un cambio de registro en tu filmografía. Abandonas el género del terror para estrenarte en el thriller. ¿Tenías ganas de probar otras cosas?
- Sí, tenía muchas ganas de cambiar un poco de aire, de abordar un thriller policial. Mis cineastas de cabecera son Scorsese, Brian De Palma, Coppola… Crecí mirando sus películas, que combinan el mundo del crimen con cuotas de violencia, suspense y hasta comedia negra.
- La venganza es uno de los temas más abordados por el cine. Los motivos cambian según las necesidades de la historia. ¿Cómo definirías la que retratas en Lobo feroz?
- Mas allá de una venganza de sangre, cada uno de los personajes pelea contra sus propios demonios, tratando de forzar de manera individual su justicia. Están vacíos, son intolerantes y sus pensamientos solo caminan en una sola dirección hasta que los choques de intereses derivan en una caída en espiral.
- Frente al presunto psicópata pedófilo (Rubén Ochandiano), dos personajes con motivaciones diferentes comparten un mismo objetivo: lograr su confesión. ¿El contrapunto era clave?
- Hay diferentes motivaciones y emociones en cada uno de los personajes, pero, mientras transcurren las tramas, se van disparando las vacilaciones hacia nuevos lugares. Creo que lo interesante de la película es ese contrapunto de miradas, y digerir cómo la duda va inundando a cada personaje y al propio espectador.
- ¿Quién es el auténtico Lobo feroz?
- Cada uno de los personajes muestra su lado más salvaje y malvado. Creo que no hay solo un Lobo feroz en esta historia.
- En esta coproducción hispano-uruguaya te has acompañado de actores y actrices españoles y has rodado en España. ¿Qué tal la experiencia?
- ¡Fue una experiencia espectacular! Todos actores son de primera línea, en lo profesional y en lo humano. Me ayudaron a crecer como director y a mejorar la película en cada escena. Rodar en España es un placer que espero repetir.