Copacabana, Brasil. La playa más famosa de toda Sudamérica, donde se mezcla el glamour y la riqueza con la bohemia, la zamba y el turismo. La viva representación de ese imaginario país en el que todo el año es carnaval. La covid-19 no solo suspendió la gran fiesta carioca sino que sacó a la superficie las grandes diferencias sociales de Río de Janeiro. Y creo un antes y un después.
Por la avenida Atlântica ya no circulan Ferraris y Lamborghinis, y en la playa vacía no se reúnen las estrellas del fútbol y la televisión. Ni siquiera se ve una mínima parte de aquel contingente eterno de turistas que venían a atiborrarse de caipirinhas en cualquier época del año. Con más de medio millón de víctimas, Río de Janeiro es la segunda ciudad más castigada por la pandemia en Brasil, el segundo país con más muertes por la enfermedad en el mundo.
Siempre hubo diferencias sociales en Río. Durante décadas había sido como el coche de dos corrientes. Las de turismo rico de todo el mundo. La de las familias en la miseria que bajan de las favelas, allá arriba, y dormían sobre cartones en la calle. O la leyenda de buses que bajaban con delincuentes armados con metralletas a hacer rapiña en la ciudad. La covid-19 transformó ese abismo, lo ensanchó. Durante la epidemia había familias ricas podían aislarse. La gente de las favelas tenían que salir a trabajar a toda costa.
Suena bossa nova desde algún garito clandestino. Pasa un avión con una publicidad de cerveza Antárctica. Corta el cielo en dos. La imagen hace que unos pocos turistas levanten la vista. Entre los hoteles de lujos se distinguen el hotel de estilo art déco Copacabana Palace y el imponente Río Othon Palace. Hacia el norte, la cima del Pan de Azúcar cierra la bahía. Aunque el conjunto no llega a tapar el resto. Entonces aparecen, allá en lo alto de los morros, las favelas.
Cuando años atrás llegó Google a Río de Janeiro con su Street View, olvidó las favelas. Río de Janeiro tiene más de 900 y en ellas vive el 22% de los 6,3 millones de habitantes de la ciudad carioca (1,4 millones de personas). Tras las críticas, cuando el gigante informático reescribió su mapa, la prensa brasileña se quejó de que los nombres de las favelas ahora sobresalían en exceso. Nadie estaba contento. O las favelas no existían o de repente lo hacían demasiado. En Río de Janeiro y en todo Brasil siempre hubo una lucha por lo que la favela significa. Por su existencia.
Aquello mismo lo tiene muy claro Macarrão, el rapero carioca de la favela Cinco Bocas. De allí mismo surge su rap. De sus entrañas profundas. De la necesidad de contar la favela y todo lo que ella encierra. Desde la vida de la gente trabajadora al narcotráfico o las matanzas de la policía. “Muchos raperos de todo Brasil utilizan la imagen de la favela para publicitar su rap. Y ni siquiera son de allí”, dice en entrevista con COOLT por videollamada. “Se hacen fotos con armas, con drogas, y luego se marchaban a sus barrios caros”. Macarrão está muy lejos de la pose. Original y auténtico son las dos palabras que definen su música.
Su historia
Macarrão nació en 1969 en Petrópolis, un pequeño municipio del estado de Río de Janeiro. Llegó a la ciudad siendo un niño junto a su madre y sus hermanos. Pasó toda su infancia en el pueblo de Mimosa, conocido como la zona roja o la zona de manglares, área de prostitución famosa en la ciudad carioca.
Su madre comenzó a trabajar entonces como camarera en el Caesar Park, un hotel de lujo en el sur de Río. El Caesar le recordaba cada día su condición. Odiaba la miseria y el lugar donde vivía con su familia. En la ciudad trabajaba en el corazón de la clase alta mientras soñaba con darles una vida mejor a sus hijos. Que no la tuvieron. Todos eran jóvenes y vivían en un lugar violento, y era difícil no involucrarse. Dos de sus hermanos se metieron en el narcotráfico. Para Macarrão, en cambio, fueron las apuestas clandestinas: durante años trabajaría como bicheiro. Bicheiro se le dice al que lleva las apuestas en las calles. El juego de azar ilegal de Brasil conocido como jogo do bicho —juego del animal— ocupa un lugar importante, aunque turbio, en la cultura popular y está penado por la ley.
“Era una vida dura pero tenía sus bailes, sus fiestas”, cuenta el rapero. En uno de estos, un baile funk en la colina de Minas Gerais, conoce a la que sería su esposa. Se conocían de antes pero aquella era la primera vez que estaban juntos. Con ella tiene tres hijos. Al igual que su madre, ella quiere salir de allí, de la favela. Pero Río de Janeiro es una ciudad totalmente desigual, como todo Brasil. “Alquilar una casa fuera de la favela es imposible de pagar para un trabajador común, tienes que ganar mucho para salir”, dice el rapero. “Salir es imposible”.
Por vivir en la favela, el último alumbramiento de la esposa de Macarrão tiene que ser en un hospital de la zona. Ella muere en el parto y el mundo de Macarrão da un giro. “Fue muy difícil, pensé que me volvería loco, los niños eran mi pilar y yo el de ellos, nos juntamos para aguantar la ola, pero fue muy complicado, tomó mucho tiempo, y aún hoy lloran por ella en Navidad y en su cumpleaños”.
Macarrão comenzó en el rock como cantante principal de la banda de hard punk IML (siglas de Insubordinados Muertos y Libertarios) Entonces llegó el rap. “El rap lo cambió todo”, dice. “¡Comencé a ver de otra forma el mundo! Yo era rockero, un tipo de barrio bajo que nunca había vivido en ningún otro lugar. Entonces un día llegó a mis manos una cinta con Racionais MC's y Thaíde, y de repente estaba escuchando rap hecho en Brasil. El rap hablaba de las realidad de las favelas con rima y poesía propia, todo cambió desde entonces”.
Cuando en 1996 comenzó a escribir sus propias rimas, conoció a DJ Pixote, a quien le gustaron sus letras. Poco después, DJ A lo llamó para formar una banda. Pero no fue sino hasta 2003, cuando se estrenó el largometraje documental Fala Tu (Habla Tú), que narra la vida de cuatro personajes del rap carioca, entre ellos Macarrão, que se hizo famoso. La película ganó varios premios nacionales e internacionales, haciendo de Macarrão un nombre conocido en el mundo del rap. La película también produjo un CD con la banda sonora, que contiene cuatro canciones con Macarrão. En 2009 Macarrão lanza O Diário y desde entonces no para.
Las letras de Macarrão hablan de la vida cotidiana de la favela, retratando tanto sus dramas y dificultades como sus alegrías y diversidades, narrando desde la perspectiva de quienes nacieron y crecieron en el interior. Duro. Volátil.
La entrevista
La gran mayoría de las favelas llevan el título de “pacificadas”. Lo que quiere decir que allí dentro se estuvo gestando una guerra y que ésta ha terminado. Aunque muchas veces aquel sea un título pretencioso.
En Cinco Bocas viven unas 134.000 personas. En medio de la pandemia, una banda de narcotraficantes invadió ésta y otras comunidades de la Zona Norte de la ciudad y creó un nuevo complejo de favelas. Ahora forma parte del llamado “Complejo Israel”, conjunto de favelas dominado por el narcotraficante Peixão. En cada barrera enseñan estrellas de David o banderas de Israel. Si antes las bandas definían su territorio con grafitis, en el norte de río lo hacen con esta bandera. Por todo ello, Cinco Bocas, llamada por la prensa “La fortaleza del crimen”, se ha convertido quizás en una de las favelas más peligrosas de todo Río. Un ejemplo de la violencia que se respira ahí: en 2019, por una guerra de narcos, cinco jóvenes fueron asesinados en Cinco Bocas y sus cadáveres fueron entregados a los cerdos para que se los comieran.
En Cinco Bocas hace un calor sofocante. “En Río siempre hace calor”, dice el rapero. Lleva un tatuaje en el cuello con la fecha de su nacimiento: 1969. Hasta el momento en que inicia la entrevista ha obviado la camiseta, dejando ver el resto de sus múltiples tatuajes. Se pone una camisa blanca para hablar con el periodista. En la calle, detrás de él, se ve el cielo a través de una madeja de cables.
- Los ricos que caminan por Copacabana y miran hacia la favela, ¿qué crees que piensan?
- Los ricos nos odian, nos odian con todas sus fuerzas. Se ve el odio a la hora de decir buenos días a un portero, a un vigilante de sus hermosos edificios, a un prestador de servicios, siempre son groseros y arrogantes con estas personas. Pero nosotros somos los que arriesgamos nuestra vida para que puedan aislarse durante el coronavirus. Más de 500.000 personas muertas en Brasil por covid-19 proceden de las favelas.
- ¿Cómo describiría Cinco Bocas?
- Como cualquier favela de Río, mucha gente, calor humano, pero sin la presencia de políticas públicas estatales en materia de seguridad, educación, esparcimiento, cultura para los jóvenes. Solo envían a la policía cuando hacen la política de enfrentamiento directo con las drogas y terminan matando a inocentes.
- ¿Qué relación tienes con la mafia de las favelas?
- Yo solo soy un corredor de apuestas, la relación se basa en la amistad porque estas personas de las pandillas se criaron contigo, fueron a la escuela contigo, ¿entiendes?
- En tus letras se palpa la violencia.
- La violencia es una constante en el cerro, en las favelas es así desde que era niño, nunca ha sido diferente. Siempre convivimos con armas y drogas. Nuestra relación con el crimen es cordial, están ahí y estamos aquí, cada uno en su universo.
- Pero también tu rap habla de otros temas.
- Mis letras hablan de la vida real, la vida en la favela, la visión del sistema que empuja a los jóvenes a las drogas y luego los mata. Pero también hablan del amor entre marido y mujer, padre e hijo, y de infinidad de vivencias personales a lo largo de todo lo que viví aquí.
- Cinco Bocas, donde vives, está muy cerca de Jacarezinho, donde el pasado 6 de mayo la Policía Civil de Río mató a 28 personas en el marco de la lucha contra el narcotráfico. La masacre pudo haber tenido lugar aquí.
- Jacarezinho también está en el lado norte, pero hay otra facción de la droga. La gente muestra odio a la policía, otros celebran las muertes, lo llaman limpieza...
- ¿Se ha vuelto habitual?
- Es importante señalar que masacres como esta ocurren cada tanto por aquí. En Jacarezinho la policía hizo 111 tiros a un coche con cinco jóvenes que iban a McDonald's... puro odio.
- ¿Cómo convive el rap con la samba?
- El rap y la samba conviven muy bien, son íntimos.
- Hay palabras específicas, una forma de hablar en la favela.
- Sí, mucha jerga, tenemos nuestro propio dialecto que, irónicamente, ahora imitan los playboys de la zona sur.
- Dices en una de tus letras: "Nací pobre, así que mi palabra vale mi vida"
- Cuando eres pobre, todo lo que tienes es tu nombre y tu palabra, ¿sabes? Tu palabra es importante, si la das, tienes que cumplirla.
- ¿Hay futuro para los nacidos en la favela?
- Sí, pero depende mucho de qué políticas públicas de educación se implementen. ¡Aquí la corrupción está en un nivel absurdo! Roban dinero de los almuerzos de los niños, roban dinero de los hospitales, de las escuelas, precisamente porque estos espacios son usados por gente pobre.
- ¿Cómo ha afectado la covid-19 a las favelas?
- La favela no se podía aislar, todos necesitan trabajar... La primera persona que contrajo covid-19 en Brasil fue una sirvienta que se vio obligada a ir a trabajar y contrajo el virus de sus jefes que acababan de regresar de europa. La criada murió. Sus jefes se salvaron.
- ¿Les usaron?
- Para que los ricos se aíslen y protejan a sus familias, es necesario que nosotros arriesguemos la vida. Somos los que manejamos buses, abrimos puertas, presionamos botones, horneamos pan, es decir, somos los que mantenemos el volante girando. No hubo aislamiento para la favela.
- ¿Cómo defines el momento actual del rap carioca?
- El público ha cambiado y muchos chicos no entienden nuestra letras. No han visto la devastación del sida, no saben de la violencia policial, no han llevado amigos fusilados a tiros en el regazo.
- ¿Cómo ves el futuro del rap?
- Cada vez más comercial, sin ningún contenido….Mi rap, en cambio, siempre será conductor de buenas ideas.