Mariana Astutti, flamenco con acento argentino

La artista se ha apropiado desde Latinoamérica del baile español por excelencia. “Tenía que lograr algo distinto”, dice.

La bailaora argentina Mariana Astutti. PAULA MENGA
La bailaora argentina Mariana Astutti. PAULA MENGA

Formada desde muy temprana edad en danza clásica y contemporánea, Mariana Astutti (Buenos Aires, 1978) se topó con el flamenco de manera fortuita, sin intermediarios ni herencia familiar.

Llegó a él —o él llegó a ella— en la década de los noventa, en la mítica sede de Puan, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, cuando cursaba su carrera. Un cartel pegado en la pared la interpeló sin más explicación que aprender algo nuevo y acercarse a un baile con nombre propio, y desde ahí no se separó más del género

“Como ya venía de la danza, me parecía que me iba a aportar mucho saber algo del zapateo; me llamaba mucho la atención que las mujeres para bailar usaran esos tacones. De a poco me fui interiorizando más en el mundo rítmico y en la complejidad del compás de doce tiempos”, explica a COOLT Mariana, que tuvo como maestras y referentes locales a Claudia Bauthian y Laura Manzella.

En simultáneo a su inmersión en la técnica flamenca, Mariana se nutrió de la movida gitana del Buenos Aires de la época y empezó a aprender cajón —cuando eso no era cosa de mujeres— con David Amaya, hijo de la mítica bailaora La Tati, con quien también tomó clases. Otros mentores suyos fueron La China, Eva Yerbabuena y Manolo Marín, quien la incentivó a continuar su formación en Sevilla, la gran capital del flamenco.

Argentina con raíces italianas y patagónicas, Mariana se acabó apropiando del baile resignificándolo desde su identidad. La artista, que es profesora en Artes Combinadas de la Universidad de Buenos Aires, ha hecho arriesgadas apuestas en lo teatral y musical, y hasta ha incursionado en el cine. Y siempre sostenida por un marco teórico y los distintos interrogantes que atraviesan su carrera: ¿cómo es interpretar flamenco a miles de kilómetros de distancia de su lugar de origen? ¿Qué hay más allá de las técnicas depuradas? ¿Cómo incide lo argentino y lo latinoamericano en las puestas en escena en este lado del mundo?

La bailaora argentina Mariana Astutti. MARIANA ROVEDA
Mariana Astutti, un artista ajena a visiones puristas. MARIANA ROVEDA

Una apropiación personal

“Nunca pude hacer una apropiación purista del flamenco como colegas míos que bailan lo más fieles posible a lo que se hace en un tablao andaluz o en España”, dice Mariana en conversación con COOLT. “Siempre tuve la sensación de que tenía que poder lograr algo distinto y territorial”.

La bailaora explica que estaba muy inquieta sobre sus raíces y la pregunta del flamenco en Argentina, “que tenía muy poco desarrollo”, y que lo suyo fue una “apropiación” puramente personal: “Yo elijo España sin tener un cuento familiar que me relate algo, toda mi construcción y pertenencia al flamenco y a esa comunidad la construí con mi propia trayectoria”.

En ese sentido, adaptó la estética de ese baile de fuerza seductora a lo que mejor cuadraba a su propio cuerpo e identidad, reemplazando los lunares por mariposas tejidas y faldas largas con textiles propios de Argentina. No era una cuestión de desacato o provocación, era una búsqueda incesante de hacer “su flamenco”.

Videoclip de 'Triana', de Mariana Astutti con el músico Macabre. YOUTUBE

Hoy, con 25 años de recorrido, Mariana siente que ocupa un lugar destacado en su país. Actualmente dirige una clínica creativa de flamenco en la que da clases con un método propio y donde las alumnas más avanzadas pueden trabajar sus puestas escénicas a modo de semillero, para crear obras y también para reflexionar y poner en cuestión qué le sucede a cada una con este género. Asimismo, cuenta con un grupo estable de mujeres que tocan el cajón y que la han acompañado en diversos proyectos, como sus colaboraciones con el cineasta español Gonzalo García-Pelayo.

Su propuesta artística también ha tenido buena acogida más allá de Argentina. Por ejemplo, en Ecuador, donde hay muy buen nivel de escuelas, ha calado su propuesta de abordar el flamenco desde lo regional, yendo más allá del formato clásico de tablao (con cante jondo, baile y guitarra flamenca) para incluir otros registros, alturas, colores. “Siempre me interesó lo lumínico, el maquillaje, el vestuario, todo como un sentido conceptual que trasciende la idea de tablao. Mi aporte tiene que ver con incentivar búsquedas de la propia identidad a través del vasto lenguaje flamenco”, explica Mariana.

Mariana Astutti, con su grupo de cajoneras, en la película 'Ritmo 2x3'. YOUTUBE

Últimas producciones

Entre sus más actuales producciones destaca Salir del ruedo, que, en coautoría con la actriz Laura Azcurra, ya lleva ocho años en escena. En esta obra, dos mujeres luchan, bailan, se espejan, entrelazando distintos géneros musicales, el grotesco teatral argentino y la danza contemporánea.

Otra puesta en escena destacada es Los abanicos de Chinchero, una obra conceptual nacida tras el encierro en la pandemia, cuando Mariana descubrió que tenía una colección de abanicos y zapatos que llegaba a más de cien, y en la que la artista contó con la colaboración musical de Macabre, productor y tecladista del grupo argentino Catupecu Machu, quien ideó una banda sonora que mezcla el flamenco electrónico con cantos amazónicos y otros elementos latinoamericanos.

Y hace unos meses Mariana estrenaba con la directora y dramaturga Ana Lidejover y la bailarina Victoria Herrera La Filo del Acantilado, una construcción teatral que aborda el origen de la mujer flamenca a través del personaje de una célebre bailaora que bucea en su identidad al someterse a una entrevista, desentrañando pasados y cruces.

La bailaora argentina Mariana Astutti. ARIEL IACOVONE
Astutti, en una imagen del espectáculo 'Los abanicos de Chinchero'. ARIEL IACOVONE

“El flamenco tradicional también me encanta, me emociona”, dice Mariana al hablar de este último montaje.

Pero, a pesar de esa conexión con las raíces del género, su carrera, solitaria, no ha estado exenta de críticas. “El flamenco es un arte tradicional, un campo bastante cerrado, con una rigidez en sus estructuras compositivas, y encima de otro país. ¿A quién se le ocurría estar interpelando eso desde Buenos Aires? Si hubiese elegido el folclore argentino o el tango, creo que habría habido más ida y vuelta. Me criticaban mucho”, dice la artista. 

Sin embargo, hoy sus colegas y maestros de España la reconocen y respetan. “Les interesa mucho lo que hago y me remarcan sobre todo el coraje y la valentía”, cuenta Mariana, que sueña con llevar alguna de sus obras a España, ese lugar que la sigue inspirando, seduciendo y nutriendo como en el inicio de esta aventura llena de arte.

Periodista. Ha colaborado con diversos medios en prensa escrita y radio. 

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