Artes

Los mitos oscuros de Belkis Ayón

El Museo Reina Sofía de Madrid acoge la primera retrospectiva europea de la artista cubana, exploradora de cultos secretos.

Detalle de 'La Cena', de Belkis Ayón (1991). MUSEO REINA SOFÍA/ESTATE BELKIS AYÓN

Su trayectoria fue fugaz: solo vivió 32 años. Pero su obra, enigmática, oscura y sugerente, permanece. 

Especializada en la técnica de la colografía, la artista cubana Belkis Ayón (La Habana, 1967-1999) llevó el grabado a unos niveles de maestría inusuales, centrando su mensaje en la misteriosa mitología abakuá, culto de origen africano que centró la iconografía de la autora desde sus inicios hasta su trágico final.

El universo de esta creadora aterriza ahora en Madrid, más concretamente en el Museo Reina Sofía, en la primera retrospectiva dedicada a la artista que se celebra en Europa: Belkis Ayón. Coreografías (1967-1999).

“A 22 años de su muerte, Belkis sigue marcando un antes y un después en el grabado internacional, además de seguir conmoviendo a todo el que se enfrenta a su obra”, afirma en entrevista a COOLT, Cristina Vives, amiga de la artista y comisaria de la exposición, quien destaca que la muestra da a conocer “los rasgos de su personalidad y de su vida que han hecho posible esa vigencia”.

Belkis Ayón, frente a una impresión en color de su obra 'La Cena', en 1988. MUSEO REINA SOFÍA

Vives subraya que Europa “necesitaba conocer” el legado de Ayón a través de una exposición antológica, y recuerda cómo hizo llegar el proyecto de la retrospectiva al Reina Sofía en 2018. Un año después, el director del museo madrileño, Manuel Borja-Villel, visitó a la familia Ayón en La Habana, y así acabó convencido “de que era una exposición impostergable”.

Visitable hasta el 18 de abril de 2022, la exposición recoge alrededor de 80 obras producidas por Belkis Ayón entre 1986 y 1999. De esta forma, se puede apreciar el proceso de madurez de esta artista que encontró su lenguaje a través del uso de la colografía, técnica de grabado consistente en pegar, a la manera del collage, diversos materiales a una plancha, generalmente de cartón, que dan como resultados una gama casi infinita de formas y texturas.

Formada en el Instituto Superior de Arte de La Habana, Ayón comenzó a experimentar con la colografía en 1988, y a través de ella creó un nuevo lenguaje artístico en el que se fusionan matices y texturas. “Belkis elevó la colografía a resultados inéditos para su época solo con el fin de lograr el dramatismo de los temas que expresaban sus escenas: violencia, censura, intolerancia, frustración, miedo, impotencia y falta de libertad”, explica Vives. 

La comisaria de la muestra detalla las particularidades de la forma de trabajar de Ayón con la colografía: “Hay dos niveles bien definidos. El primero, la manera en que construía las matrices, con volúmenes y texturas reales, casi escultóricas; y el segundo, cuando lograba que las impresiones obtenidas a partir de esas matrices tuvieran una gama casi infinita de tonos de grises, que va desde el blanco más puro hasta el negro más intenso”.

Vista de una de las salas de la exposición 'Belkis Ayón. Coreografías (1967-1999)'. MUSEO REINA SOFÍA

La etapa más productiva de Ayón tuvo lugar en los noventa. En esos años, abandonó el color para abrazar los grises y el blanco y negro y se centró en obras de gran escala, en las que, dice Vives, predominan las imágenes “de traición, desobediencia y añoranza”. Fue también en esa década cuando, integrada en el grupo de artistas cubanos que emergieron de la profunda crisis que atravesaba la isla caribeña, la grabadora profundizó en su legado afrocubano y desplegó un sugerente imaginario visual centrado en el culto abakuá, una sociedad secreta formada exclusivamente por hombres que tiene su origen en Nigeria y que fue llevada a Cuba por los esclavos africanos a principios del siglo XIX. Actualmente, esta religión cuenta con cerca de 30.000 fieles.

'My vernicle o tu amor me condena', de Belkis Ayón (1998). MUSEO REINA SOFÍA/ESTATE BELKIS AYÓN

Los rituales y las creencias de la hermandad —que estigmatiza a las mujeres, pero que cuenta con una diosa, Sikán, sacrificada por los mismos miembros del culto y que Ayón convirtió en su alter ego— sirvieron a la artista para abordar cuestiones universales mediante misteriosas imágenes en blanco y negro en las que en ocasiones aparecen referencias a otras religiones, como la cristiana. 

La Cena, Nlloro —que por primera vez se expone fuera de Cuba— y, sobre todo, el tríptico La consagración I, II y III son algunas de las obras en las que Ayón escenificó su fascinación por la sociedad abakuá, a través de un estilo completamente singular. Como recuerda Vives, la grabadora “nunca hizo concesiones ni en su arte ni en su vida; no aceptó la mediocridad, por eso fue tan exigente consigo misma; y pensó mucho en los demás, a veces más que en sí misma”. 

'La consagracion III', de Belkis Ayón (1991). MUSEO REINA SOFÍA/ESTATE BELKIS AYÓN

En 1999, Belkis Ayón se suicidó de un disparo en la cabeza. “No debemos especular sobre las razones que llevaron a la artista a su muerte”, dice Vives cuando se le pregunta si el espectador podrá entender el por qué de su suicidio a través de su trabajo. “Es obvio que sus últimas obras, realizadas entre 1998 y 1999, traspiran desasosiego y son más autorreferenciales. No olvidemos que ya desde 1991 la artista se había decidido por el blanco y el negro, por la monumentalidad, por escenas que traslucían el drama de sus contemporáneos y el de su país”. 

Para Vives, la retrospectiva del Reina Sofía se puede resumir en tres adjetivos: “sobrecogedora,  abarcadora y reflexiva”.

Periodista especializada en información cultural. Colaboradora de medios como Eldiario.es, Vice, ICON El País y El Salto.