Cuando tu ciudad se llena de ‘Esquirlas’

La argentina Natalia Garayalde debuta en el cine con un documental sobre las explosiones de Río Tercero de 1995. “La historia entró en mi casa”, dice.

Diversos fotogramas del documental 'Esquirlas', de la cineasta argentina Natalia Garayalde. PUNTO DE FUGA CINE/ELENA CANTÓN
Diversos fotogramas del documental 'Esquirlas', de la cineasta argentina Natalia Garayalde. PUNTO DE FUGA CINE/ELENA CANTÓN

El debut cinematográfico de Natalia Garayalde (Río Tercero, Argentina, 1982) causó sensación en la pasada edición del festival Documenta Madrid, su estreno en tierras españolas. Ojalá regrese pronto a nuestras salas, o en su defecto se estrene en alguna plataforma. Mientras tanto, Esquirlas sigue girando por los festivales del mundo: Mar del Plata, Sheffield, Jeonju, el Frontera Sur de Chile… La próxima parada no es otra que el Dokufest de Kosovo, un destino que tiene todo el sentido del mundo. Ya veremos por qué.

Esquirlas parte de las películas caseras que la familia de Garayalde fue acumulando desde que su padre, médico de profesión, se compró una cámara de vídeo Sony 8mm, a principios de los noventa. Natalia y su hermano, los pequeños de la casa, no tardaron en hacerla suya rodando ingeniosas películas caseras, de las que Esquirlas brinda un memorable greatest hits. Y de repente, ¡BOOM! La fábrica de armamento de la población donde residen —Río Tercero, en la provincia argentina de Córdoba, actualmente con 48.600 habitantes—, salta por los aires. El 3 de noviembre de 1995, alrededor de 20.000 proyectiles llovieron sobre la pequeña ciudad, dejando siete muertos, más de 300 heridos, un paisaje de desolación absoluta y una invisible nube tóxica.

El entonces presidente de Argentina, Carlos Menem, no tardó en personarse en el lugar del siniestro, asegurando que no se trataba de un atentado, sino de un desgraciado accidente cuya responsabilidad tampoco tardaron en atribuir a un operario, Omar Gaviglio: el clásico chispazo. Al cabo de unos días, el 24 de noviembre, se produjo una segunda explosión, que destruyó para siempre la ya muy endeble sensación de seguridad de los lugareños. Hubo vecinos, empezando por el propio Gaviglio que, desde un buen principio, no tragaron con la versión oficial. Al cabo de ocho años se demostró que era falsa. Un tribunal dictaminó que las explosiones habían sido programadas para ocultar la falta de material bélico que había sido vendido ilegalmente a lugares como Ecuador, en guerra con Perú, o Croacia, que en esa época luchaba contra Serbia. El escándalo persiguió a Menem hasta casi llegar a la tumba, aunque fue absuelto poco antes. Estaba ya todo muy prescrito. En Río Tercero, sin embargo, el aire sigue sin estar limpio.

Fotograma del documental 'Esquirlas', de Natalia Garayalde. PUNTO DE FUGA CINE
Fotograma del documental 'Esquirlas', de Natalia Garayalde. PUNTO DE FUGA CINE

- Uno de los aspectos más impresionantes de Esquirlas es que, a pesar del caos del material original, filmado en vídeo, de manera amateur y con una cámara temblequeante, todo fluye y resulta armónico, no marea. ¿Cómo lo hiciste? Imagino que el montaje llevó su tiempo.

- Sí, el montaje nos llevó como cuatro años. Primero lo hice junto a Julieta Seco, y luego con Martin Sappia. La voz en off, que es un elemento más, me ayudó a coser todas las partes.

- Esquirlas también tiene forma de thriller. Primero se toma su tiempo en familiarizarnos con los personajes; luego, de repente, las explosiones, y finalmente sus consecuencias. Esa estructura dramática también ayuda a canalizar el relato, ¿no?

- Sí, Agustina Comedi, que es la directora de El silencio de un cuerpo que cae, una película hermana, también de found footage, me ayudó a ordenarlo de esta manera: infancia feliz, interrumpida dramáticamente por este hecho, contar como fue esto, y luego segundas explosiones, que marcan un quiebre en la mirada de esos niños: Dejan de creer que es un juego, y empiezan a verlo como una amenaza constante que se puede repetir. Y luego la consecuencias.

- El plano aéreo rodado desde un helicóptero (hoy lo haría un dron) le dice al espectador que no todo el material proviene del archivo familiar, ¿es la primera imagen ajena?

- No hay un plano anterior, el de la huida en coche, que es de un vecino. Reuní material de distinta procedencia, pero quise darle la misma estética. Incluso con el material rodado por mí, o el de la televisión. En ese último caso escogí el que se movía un poco, y evité los planos fijos… La idea es que fuera difuso entre lo público y lo privado, y que generara cierta confusión.

Tráiler del documental 'Esquirlas', de Natalia Garayalde. YOUTUBE

- Además de que cada vez hay más realizadoras que trabajan con el found footage, como Carolina Arias y Carolina Astudillo, las directoras también tienden a ahondar en su pasado familiar. ¿Por qué crees que es así?

- No quiero arriesgar una teoría, pero las mujeres hemos sido históricamente empujadas adentro de la casa, y estas home movies coinciden con esa idea feminista de que lo personal es político. Lo que sucede adentro de una casa está atravesado totalmente por las condiciones socioculturales de su tiempo, y también habla de la Historia con mayúscula. Hemos dejado de ser las guardianas de los secretos, y ahora exponemos y contamos todo aquello que quedaba encapsulado. Al menos yo siempre supe que quería contar un acontecimiento histórico desde la microhistoria. Tanto en la literatura como en el cine, son las historias que más me llegan. Yo vivía en una familia feliz, pero me bombardearon y la historia entró en mi casa.

- ¿Algunas películas que te inspiraron en particular?

- Muchas a nivel estético, como The Impossible Picture (2016), de Sandra Wollner, que en realidad es falso found footage, y cuenta como si fuera una home movie los abortos que hacía clandestinamente su abuela. Ahí también toca un tema social a partir de su relato chiquito, mínimo, de su casa. En found footage, también está Homeland (Iraq Year Zero) (2015), de Abbas Fahdel, que cuenta la invasión de Irak a partir de sus videos familiares, filmados por él y su sobrino. Y luego, fuera del footage, My Winnipeg (2007), de Guy Maddin; Naomi Kawase, Chantal Akerman…

- ¿Y en literatura?

- Quizás una novela que se llama Distancia de rescate, de Samanta Schweblin. Pero mi inspiración es sobre todo periodística. Desde 1995, he estado muy involucrada en todos los movimientos de protesta alrededor de lo que sucedió, y eso me llevó al periodismo. Fundé una radio comunitaria, estuve ahí ocho años, y ahora sigo escribiendo. He leído todo lo relacionado sobre el caso. Todos los expedientes, etc. Hacer la película era una manera de sintetizar todo lo que había aprendido.

La cineasta argentina Natalia Garayalde, directora de 'Esquirlas'. CORTESÍA
La cineasta argentina Natalia Garayalde, directora de 'Esquirlas'. CORTESÍA

- Tener todas esas cintas fue un factor determinante.

- Sí. Al principio sólo las busqué, porque estaba en pleno proceso de duelo por la muerte de mi hermana. Y luego, cuando decidí hacer la película, quise hacerla a partir de la historia de Omar, el operario, que había sido acusado de provocar el desastre por negligencia, y con el que siempre había estado en contacto, porque era amigo de la familia. Era el testigo clave en la causa, primero porque fue señalado como presunto culpable del accidente, y luego porque fue el primero en denunciar que fue un atentado.

- En todos los crímenes de Estado, siempre hay un chivo expiatorio. Lo vimos hace poco en el caso de Manuel Buendía.

- Sí, Omar estuvo imputado durante cinco años, aunque no fue a la cárcel, porque se demostró que no había sido negligente. Ocho años después de las explosiones se demostró también que había sido un atentado. Rodamos en su casa, donde reproducimos los vídeos en los que presentaba sus pruebas, porque el vídeo original, al constituir una prueba, no me lo quisieron dar. Pero luego murió de cáncer. Se había muerto mi hermana y mi papá también enfermó...

- Imagino que no es fácil demostrar que, tal y como suponía tu padre, el fosfato blanco que contenían las bombas seguía flotando en el aire después de las explosiones, ¿no?

- Es una hipótesis. Pero basada en informes del impacto medioambiental. Hablé por ejemplo con un exdirectivo de la parte química de la fábrica, que me pasó un montón de material y me dijo todo lo que se producía. Y luego están los médicos que demostraron que con las fumigaciones con materiales que se hacen o almacenan ahí producen malformaciones etc. Pero no son las explosiones de 1995 las que presuntamente provocaron esas enfermedades, sino la producción continua de esos productos, desde los inicios de la fábrica y sin ninguna responsabilidad ciudadana. Mi hipótesis es que todo lo que se produce ahí contamina, y tiene consecuencias en la salud. Pero también el cáncer es el mal del siglo y puede ser causado por muchas cosas...

- Entonces, a ese nivel, las explosiones no fueron tan determinantes, sino que era algo que, por así decirlo, ya flotaba en el aire, ¿no?

- Sí, el mal olor que se nota cuando llegas a Río Tercero ya estaba ahí antes de las explosiones. Las explosiones fueron como la violencia pornográfica de lo que estaba pasando, y a mí me hicieron despertar. También me llevaron a conocer la política de Menem, basada en el neoliberalismo, en el vaciamiento del Estado, como casi todos los presidentes de Latinoamérica tras la caída del muro de Berlín, por mucho que su partido fuese supuestamente peronista. No voy a entrar ahora a hablar del peronismo, porque es complejísimo, pero tiene una presencia del estado en la distribución de la riqueza. Por lo menos a nivel teórico. El tráfico de armas ilegal sólo fue posible porque había un Estado mafioso.

Fotograma del documental 'Esquirlas', de Natalia Garayalde. PUNTO DE FUGA CINE
Fotograma del documental 'Esquirlas', de Natalia Garayalde. PUNTO DE FUGA CINE

- ¿Y las cosas no han cambiado en Río Tercero?

- No. En los últimos años, se ha recuperado la producción de vagones y otros productos civiles, aunque sigue la producción de material bélico. Es un complejo muy grande. Lo único que voló por los aires fue el polvorín. Y además hay otras dos fábricas químicas, Atanor y Petroquímica. Todos los  jueves a las 11 de la mañana suena la sirena de la fábrica de militar. En un principio era para que se hicieran simulacros, pero ya ni siquiera se hacen. La sirena crea un estado de alerta permanente. Te recuerda que está esa amenaza química, que tampoco se puede olvidar, porque el olor sigue siendo insoportable.

- ¿Vas mucho por ahí?

- Yo y mi hermano vivimos en Córdoba, la capital de la provincia, que está a 100 kilómetros de Río Tercero, donde sigue viviendo mi madre, en la misma casa, y otra hermana que tengo. Así que sí, voy a menudo.

- La película viajará ahora a Kosovo, que siempre recuerda a las guerras yugoslavas, con las que está conectada a través de todas esas bombas…

- Sí, pero yo no podré viajar a Kosovo, quizás a los festivales que vendrán después, y que todavía no están confirmados. Y además, desde Río Tercero vendieron armas a Croacia, como otras muchas potencias también lo hicieron, porque los serbios ya tenían  las armas del ejército yugoslavo.

- Al haber sido los serbios enemigos tanto de croatas como de kosovares, igual no les escandaliza que llegaran esas armas, más cuando los serbios tienen tan mala fama...

- Desde Occidente tenemos esa visión de los serbios como los malos de la película, pero es más complicado que eso. Hay monasterios y tierras de los serbios que fueron tomados, y además los serbios tuvieron peor prensa en Europa porque venían del lado ruso, digamos, mientras que los croatas estaban con la OTAN. Al final, como casi siempre, son líderes políticos y militares peleándose por tierras, mientras la población es masacrada.

- En la película solo aparece un plano de Croacia. Decides no ir ahí.

- Sí, pero ahora estoy trabajando en una película sobre los Balcanes, con un director de cine que es descendiente de bosnios. También tengo vídeos de un argentino boliviano que viajó ahí como casco azul. Así que será de nuevo un trabajo de found footage, pero esta vez no quiero estar en el centro de la historia, justamente se tratará de ver cómo se conoce a otra persona, y se accede a otra vida.

Periodista cultural especializado en cine y literatura. Fue redactor de la revista Fotogramas durante 17 años. Ahora colabora regularmente con medios como La Vanguardia, El Mundo, Cinemanía o Sofilm, entre otros. Ha comisariado la exposición Suburbia en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

Lo más leído
Newsletter Coolt

¡Suscríbete a nuestra 'newsletter'!

Recibe nuestros contenidos y entra a formar parte de una comunidad global.

coolt.com

Destacados