Cuando dos años atrás tuvo solo tres minutos para retratar a las estrellas de Hollywood ganadoras de los Globos de Oro, la fotógrafa argentina Paola Kudacki (Buenos Aires, 1971) ejecutó su obra con la misma determinación y valentía que al dar sus primeros pasos en Nueva York, ciudad meca de artistas a la que llegó a finales de los años noventa con el sueño de triunfar en mundo dominado por hombres.
“Disparar con la cámara es un momento de empoderamiento, es mágico, lo siento como un regalo que me hace esa persona que estoy fotografiando, a la que me interesa conocer y retratar como ser humano”, afirma Kudacki, quien hoy cuenta con la confianza de los editores más influyentes del mundo del arte, la música y la moda.
Reconocida por su versatilidad creativa, la fotógrafa sentó las bases de su carrera como profesional en la famosa revista Interview, fundada a finales de los años sesenta por el artista Andy Warhol y el periodista John Wiclcok, que definió una era en la que Manhattan se convirtió en una fábrica de superestrellas y el emblema de la cultura pop mundial.
Con el tiempo, sus fotos han acabado ilustrando la portadas de las publicaciones más importantes y prestigiosas a nivel global: desde Vogue hasta The New Yorker, pasando por ELLE, GQ, Harper´s Bazaar, Vanity Fair, Rolling Stone, New York Times Magazine y Allure, así como el influyente semanario Time.
Por la intrépida lente de la fotógrafa han pasado las mejores supermodelos de las últimas décadas, como Cindy Crawford, Naomi Campbell, Claudia Schiffer, Adriana Lima e Irina Shayk; así como actores y actrices de la talla de Hugh Jackman, Harrison Ford, Glenn Close, Angelina Jolie y Adam Driver. También, cantantes como Beyoncé, Lady Gaga, Rihanna, Alicia Keys, Celine Dion, Elton John, Billie Ellish y Dave Grohl. Y algunos de los empresarios más poderosos del siglo XXI, como Sundar Pichai, el CEO de Alphabet, la matriz del gigante tecnológico Google.
“En general, a mí me interesa fotografiar un momento que es real, de honestidad y vulnerabilidad, en el que puedo ver a la persona tal cual es, no necesariamente por lo que se destaque”, subraya Kudacki en entrevista con COOLT desde su casa en Nueva York.
El sueño truncado de ser bailarina
Si algo define a Paola Kudacki y la sitúa entre las grandes fotógrafas de la industria es su capacidad para captar la belleza más pura en un retrato o contar una historia en una imagen que puede convertirse en una obra de arte.
Para entender su propuesta visual, actualmente más orientada al performance art (arte escénico), hace falta bucear en su historia personal.
“Como fotógrafa, Paola es una gran coreógrafa”, dice su hermano Andrés Kudacki, otro reconocido profesional de la fotografía, más volcado al fotoperiodismo. Ambos crecieron en una casa bohemia en la ciudad de General Rodríguez, en la provincia de Buenos Aires, rodeados de arte y libros. El padre, ruso-polaco, era pintor. Paola cuenta que un día, cuando tenía 5 años, lo acompañó a comprar óleos a la capital argentina, y por primera vez pudo conocer el impresionante Teatro Colón, donde se presentaba el ballet ruso Bolshói con Carmen de Ravel. Insistente y curiosa, Paola convenció a su progenitor para que la dejara entrar al teatro sola —ya que él no podía cumplir con el dress code—. Desde el “Gallinero”, como se conoce la tribuna popular, aquella niña tuvo una de sus primeras experiencias reveladoras al ver a la poderosa Maya Plisétskaya.
Kudacki se obsesionó con ser bailarina y empezó a estudiar danza, pero jugando con una amiga una tarde hizo un salto y se quebró la pierna. “Mi sueño se desvaneció en el aire”, cuenta la fotógrafa sobre su gran desilusión infantil. El baile, no obstante, siguió siendo su fuente de inspiración, al tiempo que se volcó en el dibujo y la pintura, un punto en común con otros grandes fotógrafos.
“Para mí, la pintura y el dibujo son esenciales desde el punto de vista de la observación de la luz y la composición con el sujeto. De cómo la luz afecta a la forma y la creación del Chiaroscuro en la escena”, explica Paola. “Luego está la parte innata de la creatividad. Cuando hago una foto busco llegar a un lugar determinado que tengo en mi mente”, confiesa.
El descubrimiento
De adolescente, Paola ya era insaciable y tenía claro que quería dedicarse al arte. “Con 14 años enseñaba baile, zapateo americano y aeróbic. Una alumna me habló de un casting. Probé y quedé. También hice fotos para una agencia de modelos. Pero quería estudiar y no podía pagar una carrera de arte. Por eso empecé Negocios Internacionales y conseguí trabajo en [la compañía financiera] Merrill Lynch”, explica.
Lo que luego vivió como una injustica —la despidieron por un error del hijo del presidente de la compañía— fue su billete ganador. “Con el cheque que me dieron me pagué mis estudios de diseño gráfico —en la Escuela Panamericana de Arte y Diseño—, y empecé a trabajar de modelo con un fotógrafo que luego me pidió que lo ayudara a hacer el maquillaje y estilismo”, recuerda sobre aquellos años en los que descubrió que podía poner en práctica todos sus juegos creativos.
Por mala o buena suerte, su nuevo compañero decidió irse del país. “Entonces una amiga me dijo: ¿por qué no sacas tú las fotos?”.
Necesitaba trabajar, por lo tanto, el tiempo y el dinero eran obstáculos que debía superar. Paola conoció al director de una escuela de fotografía con el que llegó a un buen trato. Él le enseñaría la técnica y ella daría clases de diseño, estilismo y modelaría para sus alumnos.
“Me acuerdo de la primera vez en el cuarto oscuro, cuando puse el negativo, el papel, y cuando se proyectó la imagen. Se me puso la piel de gallina. Dije: esto es lo que quiero hacer”, relata sobre el momento de la revelación.
La intrépida Kudacki comenzó a sacar fotos a amigas modelos y actrices y en apenas seis meses decidió irse a Nueva York.
“La persona que me revelaba las fotos me dijo que estaba loca. Que si me quedaba en Argentina podía ser cabeza de ratón y allá iba a ser cola de León. Pero yo le respondí que me iba para ser cabeza de León”, sostiene la artista, que en aquel entonces —corría el año 1999— partió hacia la Gran Manzana sin cámara, con apenas 600 dólares y diez fotos en un sobre.
El gran salto a Nueva York
“Buscaba trabajo como asistente de fotografía y me decían que no perdiera tiempo porque no contrataban mujeres. En un estudio la chica de la recepción me invitó a que volviera después del mediodía porque se reunían los que trabajaban en la sala de equipamiento a escuchar música y comer lo que sobraba de catering. Y un día necesitaron a un asistente y me inventé un CV”, dice sonriendo con picardía Kudacki al recordar como consiguió su primer trabajo en Estados Unidos, donde vivía con lo justo.
Su siguiente paso fue puro brío e ingenio. “En Nueva York conocí a la modelo Adriana Lima y la invité a ir a un picnic. Le saqué fotos con una cámara usada que me había comprado, una Nikon FM2 totalmente manual. Se las llevé a su agente y me encargó algunas para imprimir. Le gustaron y me ofreció fotografiar a las nuevas caras de su agencia”, cuenta. Allí mismo había una chica recién llegada de Kentucky muy flaca y alta. Paola le hizo fotos y catapultó a la desconocida hasta la portada de Vogue Italia.
“Empecé a trabajar siempre en la calle, con luz natural. Me encontraba con la modelo en el Central Park o en una esquina. Era yo, mi cámara y un bolsito donde tenía algunos outfits”, detalla orgullosa de su osadía.
Punto de inflexión
“Estando en Nueva York, si tienes curiosidad conoces gente, y eso abre puertas. En mi caso, fue a través de una amiga editora que la contrataron para hacer un reemplazo en Interview Magazine y me dijo que le llevara mi porfolio y me intentaría presentar a alguien”, recuerda Kudacki, quien siempre había admirado a Andy Warhol, el creador de la revista.
Paola no se imaginaba que en el hall de la oficina se iba a cruzar con la famosa editora en Jefe Ingrid Sischy. Tras una breve charla, ella le pidió que le mostrara su trabajo y poco después le encargó un retrato.
Se trataba de Peter Sarsgaard. Una vez más, la joven fotógrafa debía agudizar su imaginación para solventar las dificultades. Decidió hacer la sesión en su propia casa, un loft al que el reconocido actor de Hollywood llegó acompañado de su publicista. “Aunque tenía que hacer un solo retrato, lo fotografié con varios looks. Uno con una chaqueta. Pero cuando iba a hacer la foto me di cuenta que algo faltaba y vi que su publicista tenía un broche. Se lo puse a él. Terminó saliendo un reportaje de varias páginas. Esa sesión cambió mi carrera”, reflexiona.
Después de haber colaborado con la revista en reiteradas oportunidades a través de los años, Paola se encontró a Sischy —meses antes de su fallecimiento— en un restaurante en el que estaba almorzando con su esposa Sandra Brant: “Me le acerqué y le dije que me había dado la oportunidad más grande de mi vida”.
Pasión por los retratos
El nombre de Kudacki comenzó a figurar en las campañas de las grandes marcas de moda y en editoriales, aunque su pasión siempre fueron los retratos. Su obra mezcla estilos, destaca por el blanco y negro, y por despojar a sus modelos de cualquier artificio. Cuando usa el color lo hace para buscar fuerza e intensidad en algún rasgo, como pueden ser los ojos o una piel con pecas.
Modelos, cantantes, actrices se entregan a su talento. “La clave es crear un ambiente de confianza en el que el sujeto se sienta a salvo y puedas captar un momento de vulnerabilidad”, dice la fotógrafa.
“Lo que más me interesa es el sujeto, la conexión especial e íntima que podés crear en poco tiempo y la posibilidad de lograr una imagen que puede ser icónica”, añade.
La argentina enfatiza en que pone el foco “en la simplicidad de cada individuo como ser humano” e intenta “capturar un momento despojado de información social y cultural”. No obstante, en algunos proyectos la propuesta es distinta, como el caso de un porfolio que hizo para Time Magazine sobre actores nominados a los Oscar, titulado Great Performances, en el que propuso a los talentos que hicieran una inmersión en sus personajes. “Buscaba una historia, quería emociones profundas, pero de forma más teatral”, explica.
Una de las grandes experiencias de su carrera ha sido ser la fotógrafa oficial de los Golden Globes en 2019. “Para mí cada trabajo es importante, y más si implica un desafío”, afirma Kudacki. La fotógrafa tenía apenas 3 minutos por foto y la presión de los actores de Hollywood. Esa experiencia puso a prueba todo lo que significa para ella ser fotógrafa y directora.
“Puedes planear las cosas, pero en esta profesión tienes que ser capaz de cambiar cuando es necesario. La experiencia te permite hacerlo de forma rápida y correcta. Lo importante es encontrar soluciones. Es algo que amo hacer. No dudo de mí”, asegura. “Mucha gente confía en ti y eres como el capitán de un barco. Con el equipo de trabajo compartimos opiniones y tenemos conversaciones creativas, pero la decisión final, cuando disparo, es mía”, señala.
Polémica portada en ‘Rolling Stone’
Las fotos de Paola son valientes y no dejan a nadie indiferente. Hace dos años fotografió a la cantante Halsey para la portada de Rolling Stone, donde por primera vez, la princesa del pop se mostraba natural, con su tono de piel real e incluso sin depilarse las axilas, lo que generó fuertes críticas y debate.
Halsey quería jugar con un look pero la fotógrafa insistió en retratarla lo más natural posible, sin maquillaje. “Le dije: quiero verte”, cuenta Paola.
“La foto que salió en la portada era poderosa y honesta, no le retoqué ni la piel ni los pelos debajo de las axilas. La revista preguntó qué hacían y estuvimos de acuerdo en dejarlo. Nunca me imaginé que iba a desencadenar comentarios tan llenos de juzgamientos”, sostiene la fotógrafa.
No era la primera vez que Kudacki convencía a una mujer talentosa para posar al natural y generaba tanto impacto. En 2016 la argentina hizo la portada de Here, el sexto álbum de estudio de Alicia Keys. La imagen de la cantante sin maquillaje sirvió de inspiración para el hashtag #nomakeup, con el que muchas artistas y modelos denuncian la presión que sufren las mujeres para ajustarse a cánones de belleza perjudiciales.
Sin embargo, algunos críticos creen que esta tendencia adoptada por las superestrellas responde a un cambio que ya se está dando en la propia industria. Kudacki, por su parte, defiende su apuesta personal y artística: “Mi punto de vista siempre fue el mismo, lo que cambian son las tendencias, lo que definen las redes, la opinión pública. A mí me gusta la gente tal cual es. Honestamente estoy interesada en conocer a mis sujetos”. Por otro lado, afirma: “Siempre dije que el cuerpo es más bello desnudo. No por la sensualidad, sino porque cuando alguien se despoja de la información y carga social del vestuario y maquillaje uno descubre una visión más honesta, más real y de belleza”, profundiza.
Dirección de arte y mundo creativo
A pesar de su apuesta por imágenes sin excesos, Paola cree que los artistas que hacen fotos más artificiales no traicionan a nadie.
“Hay una constante evolución y deseo de las personas creativas de buscar algo nuevo. Para mí, no se perdió nada. Algunas fotografías que son surrealistas, como un collage, son interesantes. El autor quiere llevar al observador a un lugar distinto y provocar otro tipo de emociones que un retrato natural, y ambos son válidos”, analiza.
“Es como la vida, cambia, y es lindo tener una sorpresa, un mensaje que no recibiste antes, una canción que nunca escuchaste”, ahonda la fotógrafa que en sus últimos proyectos está dejando salir su faceta más artística, explorando el uso de luces, sombras y reflejos.
Algunas de sus fotografías parecen escenas sacadas de una coreografía. “El lenguaje corporal es una forma de comunicar. Con moda y retratos estoy haciendo más performance art y es un desafío adicional, porque invito al sujeto a hacer algo que no necesariamente va a hacer por su cuenta”, argumenta.
Su impronta creativa —abierta a nuevas posibilidades visuales— se percibe claramente en la dirección del videoclip de ‘Shame Shame’, de la banda estadounidenses Foo Fighters, que este año obtuvo tres nominaciones a los Video Music Awards de la MTV. El vocalista Dave Grohl es un gran amigo de la fotógrafa y confió plenamente en ella a pesar de que no tenía experiencia en videos musicales.
“Fue increíble en todos los sentidos. Él me contó la idea en base a un sueño que tuvo cuando tenía 14 o 15 años, y luego armé la historia centrándome en la psicología de las emociones”, explica la directora, que recrea un paisaje oscuro por el que Dave se va arrastrando atrapado y manipulado por una mujer —la actriz y bailarina Sofía Boutella— que representa ‘Shame’ hasta encontrarse en un momento de desesperación que lo lleva a la perdición.
El proyecto ‘Humanity’
Más allá del reconocimiento obtenido en el mundo de la moda, Kudacki abraza constantemente nuevos proyectos. Uno del que se siente especialmente orgullosa es el que hizo como editora invitada de Humanity Magazine.
Se trata de un porfolio que inició estando embarazada y que está dedicado a su hija, Neon, como una carta de inspiración. “Puse énfasis sobre todo en mujeres que trabajan duro y con pasión por sus sueños, y que tienen la capacidad de superar dificultades”, describe la fotógrafa, que ha echado de menos tener más referentes femeninos en sus inicios profesionales.
Paola también se enfocó en las temáticas que le preocupan, como la violencia armada en Estados Unidos, la lucha contra el cambio climático o el machismo.
“Viajé al Amazonas para conocer a unas mujeres que son verdaderas guerreras, como en la película Avatar. Defienden a sus familias y a la tierra de la destrucción de las grandes petroleras”, comenta.
Junto a supervivientes de violencia armada y luchadoras medioambientales, aparecen Marianela Núñez, la primera bailarina argentina del Royal Ballet, la modelo polaca Anja Rubik, que creó una plataforma para ayudar a adolescentes que luchan por su libertad sexual en su país, o la polifacética actriz, productora y directora Maggie Gyllehaal.
“Desde el primer día que tuve una cámara en mis manos dije: soy fotógrafa. Nunca dejé de hacer fotos, de pensar ideas, buscar oportunidades, intentar nuevas técnicas”, asegura Kudacki, una artista visual que bebe de la sensualidad de Helmut Newton y de la elegancia de Richard Avedon y que, como Man Ray, convierte la fotografía en arte.