No nos engañemos. En este mundo inmerso en las fauces del capitalismo, la cultura es también un producto mercantil que ha sido delineado con intención premeditada.
Arte, consumo y mercado son aristas que se entrelazan en la globalización. A la par con la expansión de las redes comunicacionales y la interconexión global se ha insertado la amenaza a la diversidad, la visibilización y la inclusión de la amplia gama de agentes culturales en un contexto de igualdad de oportunidades. La globalización cultural ha reducido la diversificación y el capitalismo ha primado la hegemonía cultural.
Indudablemente, eso ha ocurrido también en la música. Es el caso de la escena de la música independiente en Puerto Rico, que tiene un gran impacto en la actividad económica, social y cultural del archipiélago, pero que está lejos de las oportunidades de producción, difusión y comercio con las que cuenta la corriente principal del mercado.
Puerto Rico ocupa actualmente un lugar relevante en el mapa musical internacional. Tanto es así que, en 2021, el conocido servicio de análisis, noticias y datos Bloomberg incluyó al país entre “las cuatro nuevas capitales mundiales de la música” junto a Colombia, India y Corea del Sur.
Esta presencia global del archipiélago se debe en gran parte al éxito del reguetón y el trap, géneros que han arrasado en la industria musical, sobre todo desde principios de la década de los 2000. Los exponentes de esta corriente musical dominante destacan en las listas de tendencias, premiaciones y reconocimientos.
El caso más claro es el de un artista puertorriqueño que ha acaparado la atención internacional y ha roto todos los esquemas: Bad Bunny. Desde 2020, la superestrella del pop latino —como lo presentó la célebre revista Rolling Stone— ha sido el artista más reproducido en Spotify; y en octubre del año pasado llegó a tener cinco canciones en solitario y cuatro en colaboración en la lista de los 100 sencillos más populares de la lista Billboard.
Asimismo, durante el período de 2017-2018, la colaboración entre los artistas boricuas Luis Fonsi y Daddy Yankee en la canción ‘Despacito’ logró romper varios récord Guinness, entre ellos el vídeo musical más visto en internet y el tema más transmitido en todo el mundo.
Pero, ¿qué sucede a la par que esa tendencia domina el mercado?
Sin tener el respaldo ni los recursos de las grandes discográficas, el sector independiente de la música ha demostrado su enorme repercusión en el desarrollo del ecosistema cultural. Según las conclusiones del estudio global a gran escala de la firma de investigación y análisis MIDiA Research, sellos y artistas independientes suman una cuota de mercado más grande que la admitida por la industria convencional y que crece más rápido que el mercado total.
Al adentrarnos en el panorama de la música independiente en Puerto Rico, hay dos asuntos claros: el país cuenta con una gran diversidad de talento musical y se enfrenta a retos enormes para su producción, comercialización y distribución.
Cuando en 2016 se presentó la Resolución del Senado Número 1409 para impulsar la industria de la música como fuente de desarrollo económico, una de las organizaciones que aportó sus recomendaciones fue Inversión Cultural. Entre los consejos de esta institución figuraban el desarrollo de un programa de música de amplio alcance que estimulara la creación de material innovador mediante una variedad de incentivos, la necesidad de un organismo que promoviera comercialmente la industria musical local en los mercados extranjeros, la presencia en circuitos de festivales musicales y el financiamiento diversificado para cada una de las etapas de la cadena de valor.
En el esfuerzo por crear una comunidad de artistas, La Escena Y promueve la música independiente, da a conocer los proyectos musicales autogestionados e investiga acerca de las necesidades de las personas que trabajan en ella. Para agosto de 2020 se habían registrado más de 1.200 exponentes y personas cuyo trabajo se relaciona con la escena, y alrededor de 100 proyectos originales de música.
Cuatro artistas boricuas vinculados a la escena independiente comparten con COOLT experiencias, retos y propuestas.
Andrea Cruz: “Se necesita organización y voluntad”
La cantautora Andrea Cruz es una de las portavoces de La Escena Y. Su álbum de debut, Tejido de laurel, lanzado en 2017, destacó en las listas de éxitos más importantes de Puerto Rico.
Con más de cinco años de carrera musical, la artista comparte los tres retos principales: escasez de promotores con interés en exponer y exportar artistas independientes; la falta de capital; y la escasez de venues (locales) con el equipo necesario para hacer producciones y presentaciones completas a costos accesibles.
“Puerto Rico tiene una lupa encima en cuestión de la música. Es mágico y esperanzador ver la cantidad de proyectos artísticos con algo que decir que no solo responde a lo que pasa en Puerto Rico sino que se logra atemperar a otras realidades”, expresa la cantautora. “Se necesita organización y mucha voluntad de querer potenciar estos proyectos y exponerlos a públicos indicados por parte de la industria de la música. El artista ya está haciendo más que suficiente”.
La también integrante del equipo encargado de La Ruta Celestina —iniciativa que promueve el rescate de espacios físicos con valor histórico-cultural para ponerlos a disposición de la comunidad musical— considera que en los pasados tres años ha habido una potenciación de proyectos nuevos.
“Necesitamos que distintas organizaciones amadrinen los proyectos musicales. Es importante el equipo detrás de ese artista y proyecto, al igual que los recursos económicos para lograrlo y una extensión de contactos o relaciones para que puedan insertar su proyecto en espacios de oportunidad”, señala.
Siloé Andino: “El hip hop en español carece de espacio”
El MC, compositor y cantante loiceño Siloé Andino coincide con Andrea sobre la falta de capital como un obstáculo que deben desafiar constantemente.
Con una trayectoria de casi tres décadas, Siloé asegura que la insuficiencia de recursos para financiar la música independiente dificulta que puedan vivir exclusivamente de la música sin tener que invertir la mayor parte de su tiempo en otro trabajo para costear sus responsabilidades cotidianas y los proyectos artísticos. Asimismo, entorpece la creación y la producción de propuestas musicales de manera consistente, así como la promoción que muchas veces depende del boca a boca o la difusión del tú a tú sin gran alcance.
“El hip hop en español, por ejemplo, carece de espacio en la radio puertorriqueña. La música urbana en general ha logrado presencia en las redes sociales con distintos blogs y programas, pero está dirigida mayormente a propuestas muy similares al mainstream”, comenta.
Ante la desigualdad de condiciones para la producción y la comercialización entre la música de tendencia dominante y la música independiente, Siloé enfatiza en la necesidad de la inversión de capital para producción y mercadeo, y el fomento y el apoyo para el desarrollo de oportunidades más consistentes, frecuentes e inclusivas para el gremio.
Fernando Madera: “Estamos frente a un renacer del arte”
Para el compositor y guitarrista Fernando Madera, que lleva más de una década creando pop alternativo con raíces caribeñas, la visibilización y la difusión de la escena de la música independiente por parte de los medios tradicionales es mínima. Igualmente, apunta que el consumo local favorece a artistas no locales y a superestrellas. Además, considera que la escena de artistas independientes necesita concertar más y mejores formas de colaborar para que no se limite a “microintentos” de cada artista por separado.
Acerca de los cambios en la escena durante la pasada década, Madera afirma: “Los desastres naturales y polémicas sociopolíticas tienden a darle impulso al arte, y aquí no ha sido la excepción. Estas situaciones y nuevas tendencias han destapado una singular respuesta por parte de los artistas que ha venido moldeando la escena por la pasada década”. El músico agrega que estamos “frente a un renacer del arte como respuesta al caos que nos rodea”.
En relación con las circunstancias favorables que deben presentarse para que la música independiente pueda insertarse en el mercado nacional e internacional de forma más amplia y visible, el cantautor urge la necesidad de apoyo estatal a las artes, la inserción de programas de arte en la educación y el estudio consciente sobre el arte local y el reconocimiento al legado de artistas nacionales.
Mila: “La oportunidad más grande es la diversidad”
Sustentabilidad, accesibilidad y reconocimiento son las palabras con las que la cantante y compositora Mila resume los principales retos para artistas de la música independiente. Esta graduada del Conservatorio de Música de Puerto Rico afirma que no hay oportunidades que posibiliten vivir de la música. También está de acuerdo en que la falta de incentivos por parte del Estado y la poca disposición de los medios de comunicación en reconocer que existen otros géneros musicales aparte del reguetón limitan a la escena.
“La oportunidad más grande que tiene nuestra escena es la diversidad. Puerto Rico es rico en música y en música diversa”, dice la artista de folk pop. “Nos hace falta crear microrredes que ayuden a exponer el arte musical diverso; pequeñas cooperativas que creen actividades y festivales que expongan nuestra música”.
A su vez, Mila hace hincapié en que la financiación destinada a la música debe ampliar su inversión a otros géneros y que la exportación incluya a la escena de la música independiente.
“Actualmente nuestra escena es mucho más accesible y comunicativa tanto entre artistas como con el público. Nos queda mucho por hacer, pero ha mejorado”, puntualiza sobre los cambios durante la pasada década.
El momento de dar el paso
La escena de la música independiente en Puerto Rico se sostiene casi exclusivamente por la imparable pasión, el trabajo, la autogestión y la constancia de artistas y profesionales en los diversos ámbitos relacionados con la producción.
Sumado a las deficiencias en la política pública del país en materia de cultura y arte, la escena tiene que enfrentarse a otros obstáculos. En 2020, La Escena Y denunció que en la plataforma digital Spotify no se reconocía a Puerto Rico en el listado de países y ciudades, sino que aparecía como parte de la ciudad de Gainesville, en Florida. Esto dificultaba la recaudación de regalías y afectaba la fluidez de los algoritmos en el sistema de recolección de datos de la plataforma.
Acerca de este asunto, Andrea Cruz brinda una actualización: “Ya salen los municipios, la bandera y el país en el mapa, pero no el nombre de Puerto Rico. Seguimos estando bajo Estados Unidos”.
Ciertamente, aquí cabría una larga exposición y discusión sobre los históricos efectos del colonialismo en el archipiélago.
Aunque es innegable la gran aportación de la escena de la música independiente que se produce en Puerto Rico y en su diáspora, al consumo cultural en la nación y a nivel internacional aún le queda mucho por conocer y reconocer. Es momento de dar el paso.
No es cuestión de sustituir un género musical por otro o relegar una expresión artística en lo absoluto, sino de coexistencia de igual a igual en los espacios de la cultura y en los procesos productivos. Hay vida más allá del mainstream.