Primero fue la pandemia. Luego, la guerra de Ucrania. Pero este año, en Arco, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid, se respira cierto optimismo: el mercado parece que está reactivándose. Y en gran parte, gracias a los coleccionistas latinoamericanos que en los últimos tiempos se han instalado en la capital española, convertida en una suerte de “nueva Miami”. Gente con dinero para invertir y casas para decorar, y que esta semana camina entre los estands de la feria buscando piezas de calidad.
¿Y cómo es el perfil del comprador latinoamericano en Arco? ¿Es un coleccionista con un amplio bagaje y conocimiento del mercado? ¿Qué le interesa comprar? ¿De qué países proviene? ¿Qué discursos y estilos artísticos llaman su atención? Estas fueron las preguntas que quisimos resolver en nuestra visita a la feria, que este 2023 cumple su 42ª edición.
Nada más entrar al recinto, ubicado como de costumbre entre los inmensos pabellones 7 y 9 de Ifema, un joven orienta a un grupo de visitantes algo perdidos: “La obra más cara de la feria, por allí; los cuadros de Miró, por allá…”. Pasear por Arco puede llegar a ser abrumador. Este año han acudido 211 galerías, el 66% de ellas extranjeras y, de ese porcentaje, un 29% latinoamericanas. La cantidad de obras expuestas es enorme, así que lograr verlo todo dedicándole a cada propuesta un mínimo de atención se convierte en una tarea inalcanzable. Por esa razón, lo más útil es fijarse un objetivo concreto —visitar tales o cuales galerías, pararse frente a la obra de ciertos artistas— y acto seguido lanzarse a cumplirlo en un periodo moderado de tiempo.
Nuestro interés por el perfil del comprador latinoamericano en Arco nos lleva en un primer momento a la galería David Zwirner, un proyecto con enfoque internacional con sede en Nueva York. Según sus responsables, el discurso de los grandes coleccionistas latinoamericanos presentes en la feria madrileña se oye mucho, aunque rápido reconocen que ellos todavía no han notado gran cosa.
Continuando con el recorrido llegamos a la galería madrileña Freijo, en cuya propuesta para esta edición destacan las obras de la artista española Concha Jerez. “Trabajamos con muchos artistas latinoamericanos, así que desde siempre tenemos mucha relación con coleccionistas de allí”, cuentan. “Pero, por lo general, son contactos que teníamos ya antes de la feria, aunque sí es cierto que algún cliente nuevo siempre se conoce estos días”. Interpelados sobre el tipo de piezas que suelen interesar a los compradores latinoamericanos, en Freijo responden que “es complicado categorizar, pero es cierto que les suele interesar obra de artistas también latinoamericanos”. Eso sí, indican que “hay muchos clientes que tienen sus colecciones aquí en España, así que están abiertos a comprar artistas españoles”. Eso sí, no existe un comprador tipo: “A unos les interesan obras históricas, mientras que otros se inclinan por lo conceptual”.
Intereses variados
La dificultad para trazar un perfil claro del cliente latinoamericano es un argumento que esbozan casi todas las galerías en las que uno se para a preguntar. En el estand de Lelong & Co., otra galería neoyorquina con fuerte vocación internacional, insisten en esa idea: “Cada coleccionista tiene unos intereses y es complicado establecer patrones”, dicen. Y añaden: “Muchos de los coleccionistas latinoamericanos que visitan la feria no viven en Latinoamérica, sino que la gran mayoría residen en Miami o Madrid”.
Cerca de la entrada principal, en uno de los primeros estands de la feria, se encuentra la galería Henrique Faria, un proyecto que, desde Nueva York, lleva más de 20 años especializándose en arte latinoamericano contemporáneo. La galería la dirige, como no podía ser de otro modo, Henrique Faria, un venezolano de mediana edad que con alegría y desparpajo comienza a explicar la obra que ha traído a Madrid. Colgando de las paredes del expositor hay pintura figurativa, pintura abstracta, carteles, arte conceptual o fotografías. Preguntado por la presencia de coleccionistas latinoamericanos, Faria responde que no ha visto demasiados estos días. Eso sí, entre los que sí ha localizado destaca dos cosas: la presencia de venezolanos y salvadoreños y la ausencia de mexicanos.
Justo frente al estand de Henrique Faria se halla el de la galería brasileña Vermelho, con sede en São Paulo. Para ellos, lo más destacable de Arco no es la presencia de compradores particulares, sino la actividad de instituciones y museos en la adquisición de piezas. “Que las instituciones estén bien representadas en Arco es muy positivo”, reconocen. Precisamente, este viernes, el Museo Reina Sofía anunciaba que durante estos primeros días de feria había adquirido 26 obras de 18 artistas diferentes por un valor aproximado de 400.000 euros.
Obras “de calidad” y vistosas
En la galería Mayoral, una de las más importantes de España, se exponen obras de pintores del siglo pasado español. El estand es bastante solemne, con cuadros de Miró, Picasso, Tàpies, Saura o Zóbel. Aquí, una empleada de la galería confirma que ha visto mucho coleccionista latinoamericano, “sobre todo venezolano, mexicano y colombiano”. También especifica que este tipo de cliente se caracteriza por ser “un especialista”. Son coleccionistas que no compran por comprar, sino que suelen tener una idea clara de lo que quieren. “Las familias latinoamericanas que coleccionan arte están interesadas en obra de calidad”.
Perdiéndose entre esa multitud de pasillos idénticos unos de otros el visitante llegará, en algún momento, hasta la galería Baró, un proyecto que nació en São Paulo en 1999 pero que desde hace unos años tiene su sede en Mallorca. Como consecuencia de su origen brasileño, en la galería conocen bien la escena artística latinoamericana. Preguntados por el tipo de arte que interesa al coleccionista latinoamericano, responden que, “a riesgo de caer en clichés, posiblemente el color es lo que más llama la atención a la hora de comprar”. También destacan que con los coleccionistas latinoamericanos se suelen mantener conversaciones “más cercanas, agradables y directas”. ¿La razón? “El arte va de eso, de conectar emociones y sensaciones”.
Pero no solo en la galería Baró hablan de ese interés por el color que llama la atención del coleccionista latinoamericano. En la mítica galería madrileña Juana de Aizpuru coinciden con esta idea. “Sobre todo interesan las piezas vistosas”, dicen. “Se busca menos arte conceptual y más obras de carácter decorativo, por mucho que este término deba cogerse con pinzas”.
La galería francocolombiana Mor Charpentier ha traído, como todos los años, artistas de renombre dentro de la escena artística latinoamericana. Figuras como Teresa Margolles u Óscar Muñoz están en su catálogo. También creadores menos conocidos como Alexander Apóstol. Cuando son preguntados por el perfil del coleccionista latinoamericano responden que es complicado generalizar. Pero, pese a que la variedad es la norma, se atreven a dar una respuesta: “Hay una voluntad clara de apoyar la escena latinoamericana, aunque ese interés no borra un buen conocimiento del panorama internacional. Es decir, los compradores de Latinoamérica no vienen a Arco para solo comprar obra de artistas latinoamericanos, vienen para verlo todo”, concluyen.
