Hace ya un tiempecito que salió Agent Cooper (2014), el lynchiano último disco de Lourdes Hernández, que cantaba folk en inglés como una gatita con nombre de barra de labios. Con tantos fans como detractores, como suele ocurrir con todo lo que sobrepasa un éxito razonable en España, y hasta puede que involuntariamente polémica, básicamente le habíamos perdido la pista: sabíamos que andaba por Los Ángeles, y poco más. Pero, ¡chás!, de repente Russian Red ha reaparecido a nuestro lado, inaugurando el Atlántida Film Festival en Mallorca con Ramona, el primer largo de Andrea Bagney, una película rodada en blanco y negro en un Lavapiés pandémico, que tuvo su estreno internacional en el festival de cine de Karlovy Vary. La realizadora también es internacional. Nació en Madrid en 1986, pocos meses después de Lourdes, y su familia es medio española, medio polaco-americana. Estudió en Londres, filmó un primer corto en Qatar y ahora vive alejada del mundanal ruido.
Ramona, por lo que veremos, podría ser una síntesis de las dos. Es una chica que acaba de llegar de Londres, con su novio de toda la vida (Francesco Carril), amable y comprensivo, pero conoce a otro (Bruno Lastra) en uno de esos bares que están en lamentable peligro de extinción. Él atrae su atención porque lo ve ponerse unas gotitas de uno de esos timos homeopáticos en el café, aunque puede que sólo sea una excusa… Y los dos se verán involucrados en una misma película, a cuyo casting Ramona acude con peluca. Al principio, pensamos en Coffee & Cigarettes, aquellos cortos que rodó Jim Jarmusch en los noventa con sus amigos.
- Tengo entendido que Andrea encontró a Ramona en un clip de Russian Red… ¿De qué clip hablamos?
- Andrea Bagney (AB): Pues sí, me lo sugirió YouTube cuando estaba buscando a Ramona, supongo que porque había escuchado alguna canción de Russian Red en Spotify. No sé de qué manera Google nos espía, pero el Dios Google nos dijo: “Mira, esta es Ramona”. Conocía sus canciones, pero no sabía cuál era su aspecto. En esa época yo no vivía en España, y tampoco suelo enterarme mucho de quién es quién. Era una versión acústica de ‘Fuerteventura’. Ella aparece como medio despeinada, sin maquillar, como muy suelta, y con una energía que me enamoró al instante. Pensé: ¡Esta es Ramona! Entonces leí que vivía en Los Ángeles, y que quería ser actriz. Le envié el guion, y le gustó.
- Lourdes Hernández (LH): Me encantó.
- No me extraña. La película es como un traje a medida para alguien que quiere convertirse en actriz, porque no sólo eres la protagonista, sino que vas a castings, tienes monólogos a cámara… Realmente, te da la oportunidad de demostrar que ya eres actriz, ¿no?
- LH: Sí, me gusta como lo has dicho, porque realmente parece una película hecha a medida para alguien que busca convertirse en actriz. Es muy meta, y al mismo tiempo mi personaje también es muy realista. La película es muy costumbrista, muy de estar por casa, aunque al mismo tiempo todo está hecho con muchísimo cuidado y con muy buen gusto.
- ¿El guion es tal cual, o lo modificasteis entre las dos? Creo que hay algunos guiños, ya que Lourdes también pensó en estudiar Traducción e Interpretación, como Ramona, por ejemplo.
- AB: Eso es absolutamente casual. Por eso el Dios Google, o el Dios del cine, me ha mandado a Lourdes. De hecho, en nuestra primera conversación por teléfono, fue una de las cosas que me dijo: “Yo empecé a estudiar Traducción e Interpretación, igual que Ramona”. ¡Qué coincidencia!
- LH: Era como si Ramona fuese una versión alternativa mía en una vida paralela donde no soy cantante, y me ocurren otras cosas. Me encantó que la película me ofreciese la oportunidad de vivir esa vida paralela. Pero, aunque las dos también hemos tenido un grupo en algún momento de nuestra vida, en verdad somos muy distintas. Es lo interesante de hacer un personaje, que eres otra persona. Tomas otras decisiones y te pasan otras cosas. Creo que eso es lo que más me interesa de la interpretación y de hacer cine.
- A mí me interesa que el personaje no es plano. Hay momentos en los que te cae bien, otros en los que no te cae tan bien, y luego otros en los que te vuelve a caer bien. Tiene inseguridades que son un poco irritantes, pero luego le coges cariño. Es muy oscilante, hay un momento Manhattan, y es verdad que el personaje es bastante Woody Allen en ese sentido, ¿no?
- AB: Está claro que el cine de Woody Allen ha sido una referencia muy directa, y concretamente Manhattan. El blanco y negro, el homenaje a su ciudad... Yo también quería homenajear Madrid, aunque tuvimos que rodar durante la pandemia, y lo que iba a ser una película con mucha vida de calle al final parece rodado en un set, porque la ciudad está vacía. Aunque creo que eso le añade una magia especial. Toda la película es distinta a lo que me había imaginado. Pero el retrato de Madrid ha quedado más estético de lo que tenía pensado.
- Bueno, el blanco y negro ayuda mucho. Hace poco hablamos con Amalia Ulman, cuya primera película, El Planeta, también es en blanco y negro y una oda a su ciudad, Gijón, y el efecto es similar.
- AB: No la he conseguido ver, porque creo que no está disponible. Pero he seguido su periplo por el mundo, ya que estuvo en los festivales de Sundance y de Gijón, y me gustaría mucho verla, porque seguramente tenemos muchas cosas en común, por el blanco y negro, por generación…
- Aquí introduces notas de color, como en El mago de Oz, bonita metáfora de la metamorfosis de Ramona en actriz.
- AB: El blanco y negro estuvo desde el principio, por Manhattan, por Frances Ha, por Billy Wilder… Pero sí, el hecho de que ella fuese una aspirante a actriz, y que estuviesen rodando, me permitía jugar con el color, que también me encanta. Nos permitía jugar con qué es realidad, qué es ficción. Para mí es como una manera de mostrar que el cine revela la verdad del actor...
- LH: ¡Qué bonito!
- AB: Sí, cuando Ramona aparece en color, de repente parece que la puedas tocar. Y eso es muy mágico.
- Da la sensación de que se realiza como actriz. ¿Podría querer decir que has aparcado tu carrera como cantante?
- LH: Bueno, está integrándose todo. No porque hagas una cosa la otra tiene que desaparecer. Simplemente, una historia tiene menos peso, para que otra historia pueda tener más peso. No somos una sola cosa, sino que somos muchas. Mi trabajo es ir integrando esta nueva faceta. Hay que ir conociéndonos y reconociéndonos. Lo que me gusta es contar historias. Pero también se puede hacer utilizando las dos cosas. Ahí lo dejo.
- AB: Hay una cosa que Ramona nos ha ayudado a comprender a las dos y es que, aunque las dos venimos de lugares muy distintos, hemos dado muchas vueltas para llegar a donde estamos. Lourdes tuvo mucho éxito como cantante muy pronto, pero yo he querido pintar, escribir, y por fin he acabado dirigiendo. Las inquietudes de Ramona van un poco por ahí. No sabe bien qué quiere. Cree que, para hacer bien una cosa, se tiene que focalizar en ella. Pero Bruno le dice lo contrario. Creo que Lourdes se ha podido sentir próxima a Ramona como mujer artista, no sólo porque en la vida te etiquetan desde fuera, sino porque te etiquetas tú misma, y eso te limita. Gracias a Ramona estamos las dos en un lugar donde podemos abrazar distintas disciplinas sin presión.
- LH: Y sin tener que responder a una idea de una misma que no necesariamente corresponde a quienes somos en realidad. Los procesos vitales, como el que atraviesa Ramona, son también procesos artísticos, aunque ella no lo tenga identificado así. Eso es un poco lo que hemos aprendido nosotras con ella.
- En la película cantas ‘Como una ola’, de Rocío Jurado, ¿eso también estaba cerrado en el guion?
- AB: En el guion estaba ‘To Ramona’, de Bob Dylan, pero era demasiado cara. Pero también hablamos de cómo rodar la escena del karaoke sin que el fantasma de Russian Red lo permeara todo. Fue ella la que me habló de Rocío Jurado.
–LH: Sí, porque pensé que a ella le iba muy bien. Yo canto más en inglés, cosas de los ochenta. Ramona cantando ‘Como una ola’ en el karaoke, claro que sí. Lo vi muy claro. Yo nunca la había cantado. Había cantado la otra, ‘Como yo te amo’. Es preciosa.
- La película se construye como una ‘chica conoce chico’, pero el meollo está en sus miedos, sus dudas y cómo lidia con ellos y los expresa ¿no?
- AB: Sí, creo que muchas chicas de nuestra edad se pueden identificar con Ramona por eso, porque es una edad en la que las decisiones tienen mucho peso. La maternidad, etc.
- LH: A decir verdad, yo no me identifico tanto con ella. El personaje ya estaba escrito, y somos muy distintas. Tenemos distintos traumas y tomamos decisiones de manera diferente. Pero cualquiera puede tener una amiga como Ramona. Existe, y es verdad que también personifica las encrucijadas de todas las mujeres a una determinada edad.
- ¿Ramona podría ser Ramón? Al fin y al cabo, está entre el amor que da seguridad y la pasión devoradora…
- LH: Eso es universal, pero ella pasa por muchas cosas que no podrían pasarle a Ramón.
- AB: Al final, es una persona de una determinada edad que está perdida. Pero es una mujer tan real que me hace espejo sin parar. Forma parte de esos personajes femeninos creados por nosotras mismas que nos representan. Es una manera de mostrar a las mujeres no cómo nos gustaría ser, sino cómo somos.
- LH: Está claro que es una historia contada desde otro sitio, por eso a veces te cae bien y a veces te cae mal. No es una chica que te intenta seducir todo el rato. Es una chica que es lo que es. A veces la quieres y a veces no. Me parece que es una historia de contar a las mujeres muy novedosa, y muy revolucionaria, la verdad.
- La presencia de Francesco Carril, que es un actor que me gusta mucho, remite al cine de Jonás Trueba. Imagino que su fichaje viene de ahí...
- AB: Sí, cuando escribí la película me influyó mucho Los ilusos, que también se rodó en Madrid, en blanco y negro y en 16 mm. Luego Ramona no tiene nada que ver en otros muchos aspectos, porque Jonás es muy de improvisar. Pero él habla mucho de cine posibilista, de hacer el cine que puedes hacer. Y Ramona le debe mucho a Jonás en ese sentido, por su libertad.
- LH: Sí, Andrea escribió esta película cuando vivía en el campo y acababa de tener un hijo. Al principio pensó: igual la puedo hacer con mis amigos, los fines de semana… Me parece un logro tan fuerte que la haya conseguido hacer. Sin ser madre, ya sé lo difícil que es meterte en algo y llegar hasta el final, y me parece muy fuerte sacar una película de la nada, cuando no conoces a nadie de la industria, y acabas de tener dos hijos. Es un milagro.
- AB: No quise renunciar al cine por ser madre. Escribí Ramona cuando tuve mi primer hijo, y he hecho la película cuando la pequeña ya tuvo una edad en la que la pudiera dejar con alguien. Ha sido muy duro a nivel logístico y emocional, pero en realidad me ha dado mucha fuerza, porque quería demostrarle a mi hija que nosotras podemos hacer lo que queramos. Soy tu mamá, pero también soy directora de cine.
- ¿Entonces, Lourdes, tú no quieres tener hijos?
- LH: ¿Por qué asumes eso? (risas) La verdad es que ahora mismo creo que no.
- ¿Y Lavapiés, el barrio donde transcurre Ramona? Yo pensaba que estaba en proceso de gentrificación, y en la película está más bien lleno de yonquis y violadores.
- AB: La gentrificación va más lenta en Lavapiés que en el resto del centro de Madrid. Pero muchas de las cosas que le pasan a Ramona las viví yo en ese barrio, desmitificándolo.
- ¿Y tú, Lourdes, sigues en Los Ángeles? ¿En qué parte?
- LH: Desde que hice Ramona, ya sólo vivo la mitad del año ahí. Mi corazón está aquí, pero paso mucho tiempo en Los Feliz, que es un barrio que está muy bien.
- ¡Como Kristen Stewart! Siempre anda por ahí tomando batidos veganos.
- LH: ¡Sí! Es mi vecina. Me la he encontrado varias veces.