A comienzos del nuevo milenio, conceptos como indie o mainstream seguían muy presentes en nuestro vocabulario. Entonces, las bandas más oscuras cotizaban al alza y alguien que presumiera de gusto musical no podía hablar de productos más comerciales, al menos, no en público. Pero con la llegada de la generación Z, aquellos placeres culpables fueron dejando de serlo: ahora ya nadie se avergüenza de decir que escucha a Britney Spears, más bien todo lo contrario.
Popularidad y modernidad maridan mejor que nunca; aunque esta no es la única fórmula posible. Sen Senra, nombre artístico de Christian Senra (Forcarei, España, 1995), consiguió estar sin estar, siempre a una distancia prudencial. En esa facilidad para mantenerse en esa fina línea entre ambos mundos, Senra tiene algo que ver con Andy Warhol, que demostró que se podían generar millones y estar rodeado de personajes extraños sin renunciar a su particular visión de la vida (y a su concepción del arte).
El músico de origen gallego, como el artista de Pittsburgh, también dejó su casa para probar suerte en una ciudad mucho más grande que la suya, pero él no aterrizó en Manhattan sino en el distrito madrileño de Puente de Vallecas. Y los comienzos, aunque distintos, le resultaron igual de arduos.
Aquel nuevo hogar, que había pertenecido a su amigo Carlos Pereiro ‘Carlangas’, de la banda gallega Novedades Carminha, supuso el comienzo de una nueva etapa que dejó huella en su creación musical —porque todos los traslados físicos son también mentales— y sirvió como el telón de fondo de su tercer álbum, Sensaciones, publicado a finales de 2019 por el sello Sonido Muchacho. Aquel piso, en donde Sen Senra compuso, produjo y grabó las canciones con las que reblandeció nuestros corazones, heridos y hastiados, resultaba idóneo para acompañar a aquellas melodías nostálgicas, serenas y curativas. Porque el tapiz psicodélico adornando una de las paredes, el tendedero apoyado en la estantería o el póster de la película Inside Out, ya estaban allí antes de que llegasen las cámaras.
Sen Senra convirtió su vivienda en el protagonista de sus primeros videoclips, sin complejos frente a una industria en donde artistas de su talla graban con presupuestos cada vez más elevados. No estaba solo, lo acompañaba Anxo Rodríguez, también integrante de Novedades Carminha, que esta vez ejerció su faceta como coproductor. “Todo [se grabó] en un cuarto muy enano… pero creo que gracias a eso también ha salido algo muy puro. Al principio lo pasaba mal, fue duro estar allí solo, todas las noches, pensando ¿qué hago aquí? No entendía nada. Me acuerdo de que ‘Ya no te hago falta’ salió a las tres de la mañana, con todo a oscuras, y yo con la guitarrita...”, contaba el músico aún incrédulo en 2019 al digital El Español.
Resulta evidente que Christian tiene un talento musical innato, sus melodías lo confirman, pero el trabajo y la pasión por el oficio resultan fundamentales. Y Sen Senra no se esconde: como buen milenial, reconoce que trabaja sin descanso y que lleva desde los 14 años tocando su guitarra, probando distintos sonidos y melodías. “Estoy 24/7 pensando en música. Bicheando con unos instrumentos y otros y haciéndola”, explicaba el pasado abril en El Confidencial.
Pero el músico gallego se permite trabajar sin prisa, y hasta el momento ha conseguido sortear las exigencias de la industria (los tiempos de publicación, los minutos que debe durar una canción o el estilo musical que es tendencia). Fiel a su sello, Sonido Muchacho, que se ha aliado con Universal Music Spain, está en plena presentación de Corazón Cromado, un EP de siete temas, con colaboraciones estelares como C. Tangana o el cantante colombiano Feid. Esta gira tendrá uno de sus puntos culminantes en enero de 2022, con los dos conciertos planeados en el WiZink Center de Madrid y en el Palau Olímpic de Badalona.
Pero probablemente, si el coronavirus lo permite, este tour no se limitará a España. Hace tiempo que Sen Senra es un artista en ascenso al otro lado del Atlántico, y sus fans le reclaman continuamente a través de sus redes sociales que visite México, Chile o Argentina.
Parte de su influjo proviene, sin duda, de la tranquilidad que desprende: frente a las producciones machaconas y los ritmos urbanos, Sen Senra apuesta por melodías limpias y cristalinas. La psicodelia y el garage pop de sus comienzos —muy presentes en sus dos primeros álbumes, Permanent Vacation (2015) y The Art of Self Pressure (2017)— ya forman parte del pasado.
Esta evolución responde a un proceso orgánico que ha acompañado a su carrera desde el día que comunicó a sus padres que dejaba el instituto para dedicarse a la música. No para alcanzar la fama ni el éxito (“Ni respeto ni dinero, no lo quiero”, canta en ‘Tumbado en el jardín viendo atardecer’), más bien por un deseo sosegado, sereno, y palpable en sus letras, tan generacionales y fatalistas. Porque Sen Senra se encuentra cómodo en una suerte de resignación que no tiene miedo de convertir en himnos proclamas que hasta no hace tanto podrían considerarse cursis (“A quien te quiera, tú quiérelo más”, dice en ‘Nos dará alas’) o demasiado idealistas (“Hice lo que hice porque quise, sin pensar en nada más”, de nuevo en ‘Tumbado en el jardín...’).
Lo dice un artista que mezcla guitarras con samples, y que recurre a una imagen que en ocasiones tontea con la masculinidad setentera, que a veces tira por el minimalismo, y que incluso se atreve con capotas de lana.
Todo ello sin renunciar a su principal propósito: seguir creciendo como músico. Por eso es posible verlo vestido de Bershka en un vídeo de la serie de conciertos Gallery Sessions o tiene entre sus planes hacer las Américas, empezando por México, tierra de Julieta Venegas, con quien Sen Senra ha colaborado recientemente. “Cuando nosotros lo firmamos en 2019, lo que resultaba evidente era que él tenía una ambición y que se trataba de un proyecto que tenía que crecer sí o sí. Todos veíamos en él un potencial tremendo y no podíamos hacerlo mal”, asegura el fundador de Sonido Muchacho.
El de América Latina se trata de un mercado que en ocasiones tendemos a reducir a estereotipos musicales. “Cuando hablamos de música latina, solemos pensar en reguetón, pero en Latinoamérica se hacen muchas cosas y la música indie que se está exportando a otros países va en la misma dirección que la de Sen Senra, que se acerca otras propuestas urbanas como Ed Maverick u Omar Apollo”, apunta Tomás Mayo.
Para Luis Fernández, la buena aceptación de Sen Senra allí tiene que ver con “el componente popular de sus canciones, capaces de conectar con la gente, con letras y melodías que llegan muy dentro, y con armonía y buenos estribillos”.
Un cóctel perfecto que ya se podía adivinar años antes, como casi siempre ocurre con los artistas que aún no han sido descubiertos. “Él ya había tocado en otras bandas y se veía que sabía lo que hacía; que en sus canciones había elementos de música popular, que muchos otros artistas de música urbana no han conseguido entender”, sentencia Fernández.
Quizás eso haya sido el secreto de su éxito: volver a los orígenes, porque a veces lo único que necesitamos es una melodía que nos ponga los pelos de punta, y lo de menos son los estilismos y los millones de likes. Sen Senra lo sabe y por eso se muestra sin artificios, con el pecho desnudo y una mirada honesta y difícil de falsear.