Tuvo una vida fugaz, entre Europa y América, atravesada por algunos de los hechos más importantes del siglo XX. Y hubo un tiempo en el que su recuerdo se desvaneció. “Como un puñado de niebla”, escribiría su amigo Pablo Neruda.
Pero era difícil olvidarse de Tina Modotti.
Por un lado, su trayectoria, apasionante: migrante, modelo, estrella de Hollywood, fotógrafa del México posrevolucionario, activista política, miliciana en la Guerra Civil española.
Por otro, su obra, rotunda: imágenes capaces de fundir belleza y compromiso social.
En los últimos años, libros y exposiciones han contribuido a resituar a la artista como una figura de referencia, algo impensable tras su muerte en 1942, cuando su huella se borró casi por completo de la memoria colectiva. En este contexto, el centro KBr de Fundación MAPFRE en Barcelona acoge ahora la exposición de Tina Modotti más ambiciosa hasta la fecha: son cerca de 240 fotografías (de una producción que apenas supera las 400), con un amplio número de copias vintage de la autora. Instituciones como el Museo Reina Sofía, el MoMa y Fundación Televisa han cedido sus obras para hacer posible la muestra, visitable hasta el 3 de septiembre.
De esta retrospectiva emerge pues el retrato matizado de “una mujer fotógrafa que no sólo fue fotógrafa”, en palabras de la comisaria de la exposición, Isabel Tejeda, quien destaca que Modotti tenía una “mirada encarnada”: ser mujer, de clase modesta, migrante económica; todo eso marcó su forma de ver el mundo.
Del glamour de Hollywood a la lucha obrera de México
Tina Modotti nace en Údine, Italia, en 1896. Su padre es mecánico; su madre, costurera. Una familia muy humilde. Con apenas 16 años, como tantos otros europeos de la época, cruza el Atlántico en busca de una vida mejor. Su destino, San Francisco.
En la ciudad californiana encuentra trabajo en el sector textil. También, una vocación teatral. Y el amor: conoce al poeta Roubaix de L'Abrie Richéy, alias Robo. Con él se muda a Los Ángeles: espera hacerse un hueco en Hollywood. Es la era del cine mudo. De las heroínas y femmes fatales. Papeles hechos a medida para Modotti, que rueda al menos tres películas. En la primera, The Tiger’s Coat (1920) —que se proyecta en la exposición del centro KBr— interpreta a una mexicana. A ojos de los estadounidenses, sus rasgos mediterráneos son indistinguibles de los latinos.
Su debut en el cine coincide con su trabajo como modelo para el fotógrafo Edward Weston. Una colaboración que deriva en relación amorosa, y que resultará crucial para Modotti: él le enseña el oficio y, al poco tiempo, ella pasa al otro lado de la cámara.
En 1923, tras la repentina muerte de Robo, Modotti se traslada a México con Weston. El país está en plena resaca de la Revolución. Las promesas de cambio social no se han cumplido, pero son años de efervescencia cultural. Establecidos en la capital, donde abren un estudio, Modotti y Weston recorren el territorio con la cámara a cuestas. Ella todavía es deudora del formalismo de él, como evidencian sus fotografías de flores, edificios y postes telegráficos, aunque se empieza a insinuar una mirada propia: si, cuando visitan un circo ambulante, Weston dirige el objetivo hacia las costuras de la carpa, Modotti prefiere captar a los campesinos que asisten al espectáculo.
“Trabajaban juntos, incluso con la misma cámara, pero cuando miraban lo mismo lo plasmaban de forma distinta”, explica Isabel Tejeda.
Es en esa época cuando emerge también la Modotti comprometida políticamente. La estancia en México agudiza los deseos de justicia social de la fotógrafa, que en 1927 se afilia al Partido Comunista. Ahí militan los grandes artistas del Renacimiento mexicano, como Frida Khalo y Diego Rivera, al que Modotti retrata mientras pinta sus murales.
Sus fotografías se convierten así en transmisoras de sus ideales. Campesinos y obreros desfilan por el objetivo de Modotti, y ella los muestra llenos de dignidad, al igual que a las madres indígenas a las que tanto le gusta inmortalizar. Imágenes del pueblo y para el pueblo, que aparecerán en publicaciones izquierdistas como el periódico mexicano El Machete o la revista neoyorquina New Masses, y que constituyen el grueso de la exposición del centro KBr.
El regreso a Europa y el paso a la acción política
En 1930, Modotti es deportada de México. El motivo: la acusan (falsamente) de participar en un atentado contra el presidente Pascual Ortiz Rubio.
La fotógrafa recala en el Berlín de la República de Weimar, donde no acaba de sentirse a gusto: de esa estancia se conserva medio puñado de fotografías costumbristas. Pronto se traslada a la Unión Soviética, a Moscú, y ahí, junto a su nueva pareja, el italiano Vittorio Vidali, empieza a trabajar a tiempo completo para el Socorro Rojo, la organización de asistencia social creada en 1922 bajo el paraguas de la Internacional Comunista.
Su nueva labor la lleva a Austria, a Francia y, en 1933, a España, adonde acude para apoyar a los represaliados tras la insurrección obrera de Asturias. No lo tiene fácil: es expulsada al menos en dos ocasiones antes de su entrada definitiva.
En 1936, estalla la Guerra Civil española, y Modotti se implica de pleno en el conflicto, integrada en el bando republicano. Es miliciana en el Quinto Regimiento y enfermera en el Hospital Obrero de Cuatro Caminos en Madrid. También trabaja como reportera de la revista Ayuda, donde firma artículos bajo el nombre de María, y organiza el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, en el que participan figuras como Ernest Hemingway, André Malraux, Octavio Paz, Robert Capa y Gerda Taro. Todo ello, sin dejar de lado sus obligaciones como principal responsable del Socorro Rojo en el país.
Pese a que testimonios aseguran que Modotti siempre llevaba una Leica encima —contradiciendo así el relato de Pablo Neruda, que aseguraba que la fotógrafa había lanzado su cámara al río en Moscú—, no hay rastro de fotos suyas de esos años. Eso sí, persiste algún interrogante. “Un brigadista asegura que algunas de las fotografías del libro de Miguel Hernández Viento del pueblo, que ella editó, eran suyas”, explica Tejeda.
Lo indudable es que la etapa española de Modotti concluye en 1939. Ante la victoria del bando franquista, la fotógrafa regresa a México, destino de tantos otros exiliados. No tendrá tiempo para mucho más.
La noche del 5 de enero de 1942, a los 45 años, Modotti muere en un taxi en Ciudad de México. El diagnóstico oficial: ataque al corazón. Un final fulgurante para una vida fugaz, capturada ahora en la exposición del KBr.