En el año 1885, Eusebi Güell y Bacigalupi, industrial, político y personaje clave de la burguesía de la Barcelona de finales del siglo XIX, encargó a Antoni Gaudí y Cornet el proyecto de su nueva residencia urbana, que debía construirse en los números 3 y 5 de la calle Nou de la Rambla, antiguamente calle Conde del Asalto. Esta ubicación fue la elegida para poder conectar el nuevo edificio con la casa que Güell había heredado de sus padres en la Rambla de Barcelona, como una ampliación.
La casa de la familia fue un palacio que cumplió varias funciones: vivienda, en el sentido más doméstico de la palabra; espacio social de conciertos musicales, tertulias literarias y reuniones culturales con la aristocracia, la alta burguesía, intelectuales y artistas; y, también, sede de los negocios de Eusebi Güell.
El edificio, una de las primeras obras diseñadas por Antoni Gaudí, destaca por su innovadora concepción del espacio y por el tratamiento de la luz. El genial arquitecto introduce soluciones diversas basadas en planteamientos muy personales y en formas expresivas fruto de su imaginación a partir de la utilización de materiales nobles, como la piedra, el mármol, la madera, el hierro forjado y los metales, la cerámica y el vidrio. De hecho, puede considerarse que el Palau Güell contiene la esencia de toda su obra posterior y resulta imprescindible para entender la arquitectura gaudiniana.
El 2 de noviembre de 1984, la UNESCO incluyó el Palau Güell en la lista del Patrimonio Mundial por su contribución e influencia en las técnicas y en las formas de la construcción moderna del siglo XX. Es el único edificio de nueva planta que Gaudí pudo concluir y es el mejor conservado, ya que nunca ha sufrido modificaciones esenciales. En este sentido, no es excesivo afirmar que se trata del edificio más genuino de Gaudí.
Como no podía ser de otra manera, para la ejecución de esta gran obra, Gaudí contó con la colaboración de excelentes artesanos, de reconocidos industriales y de artistas notables de la época. Gracias a todos ellos, al genial arquitecto y a la familia Güell, hoy en día podemos disfrutar de esta joya arquitectónica, que es el Palau Güell.
En cada estancia, en cada rincón del Palau, es posible descubrir piezas escondidas de piedra o de mármol, de hierro forjado o de latón repujado, cristales de colores o en forma de balustres, cerámicas esmaltadas, aparatos de luz, guadamecíes, esculturas, cabecitas de animales… También podemos contemplar vidrieras translúcidas, vitrales grabados al ácido y vidrieras policromadas, que ofrecen contrastes de luz y color muy distintos según la estancia... Madera labrada en techos, barandillas y muebles; cordobanes en sillas, asientos y baúles; cerámica decorativa vidriada en exteriores y chimeneas; cuadros pintados al óleo... Son algunas de las maravillas realizadas por artesanos y artistas que pueden admirarse.
El Palau Güell esconde entre sus paredes joyas de un valor incalculable. Un valor cultural, artístico y arquitectónico que la Diputación de Barcelona —titular del edificio des de 1945— ha contribuido a enaltecer y a preservar para que residentes, visitantes y turistas puedan disfrutar de este magnífico palacio urbano, una obra maestra de Antoni Gaudí.
Aprovecha el otoño para visitarlo o para redescubrirlo, por tu cuenta o siguiendo una de las interesantes visitas guiadas que ofrece. Es tiempo de Palau Güell.
Más información y venta de entradas en las taquillas del Palau Güell, en el teléfono 934 725 775, en la web del Palau Güell y en [email protected]