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Eduardo Matos Moctezuma, el arqueólogo de Tenochtitlan

El gran investigador del México azteca, reconocido con el Premio Princesa de Asturias, repasa su vida entre templos, libros y confrontaciones políticas.

Guadalajara
El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, en el Museo del Templo Mayor de Ciudad de México. INAH/HÉCTOR MONTAÑO

Eduardo Matos Moctezuma (Ciudad de México, 1940) está de enhorabuena. A las múltiples distinciones acumuladas a lo largo de más de 60 años de trayectoria, ha sumado recientemente el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Un reconocimiento más para esta leyenda en el campo de la arqueología.

El investigador es apreciado sobre todo por su trabajo al frente de las excavaciones del Templo Mayor de Ciudad de México, centro sagrado de la antigua Tenochtitlan, el cual ha aportado pistas cruciales para comprender mejor la historia del Imperio mexica y la evolución de la cultura azteca y la Mesoamérica prehispánica. Una labor que comenzó en 1978, después de que unos obreros toparan por casualidad con un monolito dedicado a la diosa Coyolxauhqui durante la instalación de cableado en el cruce de las calles de República de Guatemala y República de Argentina, en el corazón de la capital mexicana. A ese hallazgo le siguieron diversas campañas arqueológicas que, a lo largo de más de cuatro décadas, han permitido explorar alrededor de 13.000 metros cuadrados del subsuelo de la ciudad y sacar a la luz un gran número de esculturas, ofrendas, pinturas y edificaciones.

“Trabajar en el Templo Mayor me ayudó a observar que, antes de la llegada de los españoles, había muchos pueblos indígenas que estaban descontentos con el Imperio mexica, el cual había creado un sistema de conquista y sometimiento que incluía el pago de tributos”, explica Matos Moctezuma en conversación con COOLT. “Cuando aquellos pueblos ven la oportunidad de liberarse de esa imposición, lo hacen: se unen a las fuerzas españolas y marchan contra el Imperio”.

Comalcalco, Tepeapulco, Bonampak, Cholula y Tlatelolco son otros de los yacimientos en los que Matos Moctezuma ha desplegado su sabiduría, plasmada también en libros como Muerte a filo de obsidiana (1975), Vida y muerte en el Templo Mayor (1986), Los aztecas (1989) y Grandes hallazgos de la arqueología (2013), que han contribuido a acercar sus conocimientos al gran público.

El peligro del uso político de la historia

Formado en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y en la Universidad Nacional Autónoma de México, el arqueólogo define su disciplina como una ciencia que sirve para conocernos como humanidad, generando identidad, lazos, sociedad. Es por eso, alerta, que el poder político o económico busca apropiarse de ella.

“Siempre hago énfasis en algo que considero que es muy importante: tenemos que conocer la historia para no desvirtuarla, por ningún motivo y por ningún poder. Es decir, entender lo que ahora somos”, dice el investigador.

Esta concepción de la historia ha llevado al académico a enfrentar no sólo a las consecuencias del pasado sobre la materia a la intemperie, sino también a hacer frente públicamente a funcionarios y gobernantes que, según explica, tienen intereses en generar narrativas alternativas que beneficien al poder.

Eduardo Matos Moctezuma, con la escultura del Dios Viejo, en las excavaciones del Templo Mayor. INAH

De este modo, en 2021, el hombre que liberó del olvido al Templo Mayor logró ser acreedor de la hostilidad de la presidencia de la República al negarse públicamente a sostener la narrativa oficial sobre el México prehispánico. El choque se produjo cuando el actual Gobierno de Andrés Manuel López Obrador quiso conmemorar los 700 años de la fundación de Tenochtitlan para hacer coincidir el aniversario con otras dos efemérides: los 200 años de la independencia del país y los 500 años de la victoria de Hernán Cortés y sus aliados en la capital mexica. Matos Moctezuma explicó que, de acuerdo con los registros históricos y científicos, en realidad se cumplían 696 años de ese episodio, y su intento de corregir al Estado sólo logro ataques públicos.

“Yo hice ver a través de los medios de información que eso era un despropósito y que no se debería manipular la historia”, dice el arqueólogo. “Hay sobrados ejemplos de que tal cosa se ajusta o tal personaje se eleva a héroe porque así conviene al poder. Eso se ha dado en muchos países, desde luego, son casos en los que se puede ver cómo el poder político echa mano de muchas de estas figuras y procesos históricos para beneficiarse”.

Entre la poesía y la arqueología

El rigor con el que Eduardo Matos Moctezuma afronta su trabajo tiene su contrapunto en una faceta más sensible, ligada a la literatura.

El arqueólogo explica que su vida se puede medir en dos sucesos literarios que cambiaron su perspectiva para siempre. El primero de ellos es su encuentro con uno de sus textos de cabecera, Dioses, tumbas y sabios, de C. W. Ceram, el libro que alimentó su inquietud por estudiar las culturas antiguas.

“Siendo muy joven, estaba en el bachillerato, y no sabía qué iba a estudiar. Entonces un amigo me prestó un libro. Era Dioses, tumbas y sabios, que se trataba sobre las sociedades antiguas, los sumerios, los egipcios. En fin, la parte de Egipto me encantó, o sea, quedé atrapado en aquello, y por Egipto es que dije y decidí: voy a estudiar arqueología”, dice.

Luego de que la lectura de Ceram le ayudara a tomar una decisión sobre su futuro inmediato, Matos Moctezuma tuvo su segunda revelación literaria significativa: “Una novia me regaló Cartas a un joven poeta, de un checo que es Rainer María Rilke. Inmediatamente, cuando yo leí aquel libro, vi que había una empatía con el pensamiento. Hasta la fecha, soy un rilkeano total ¿no? Entonces, ves como un libro me llevó a mi profesión y otro me llevó a mi interior”.

Lejos de Indiana Jones

Hoy, los libros invaden las estanterías de la casa de Matos Moctezuma, desde donde estos días no para de atender llamadas por la concesión del Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. El arqueólogo recuerda que desde España le dijeron que estuviera pendiente del anuncio del galardón, que se produjo el pasado 18 de mayo a las cinco de la mañana de México. “Me advirtieron: ‘Esté usted alerta porque inmediatamente le van a empezar a llamar todos los periodistas’, y pues así lo he hecho. Tus compañeros son insaciables, pero bueno, es comprensible, es su labor”.

Seguramente, Matos Moctezuma, desde el asiento en su biblioteca y junto a su esposa, no se asuma a sí mismo como lo que ahora es: una leyenda de la arqueología que lucha por desmitificar la idea caricaturesca de su oficio forjada por la narrativa de la cultura popular. 

“Algunas personas se imaginan a Indiana Jones”, dice Matos. “Nada más alejado de la realidad”.

Periodista. Especializado en transparencia, investigación y reporteo de datos abiertos. Colaborador de Aristegui Noticias, Poder México Leaks, entre otros medios.