El primer idioma europeo hablado en el territorio de Estados Unidos fue el español, casi 100 años antes de que los peregrinos, provenientes de Inglaterra, pisaran esas tierras por primera vez.
Era el año 1513. El colonizador y recién inaugurado gobernador de la isla de San Juan Bautista (hoy Puerto Rico) se embarcaba en una expedición hacia un territorio en que, según lo indígenas taínos, existía la fuente de la eterna juventud.
Así fue como Juan Ponce de León descubría esa península de América del Norte que hoy conocemos como el estado de la Florida. Su nombre se debe a que el explorador llegó a estas tierras en los días de la Pascua florida.
Cuenta la historia que el oriundo de Valladolid, en vez de encontrar la juventud eterna en estas tierras, lo que enfrentó fue la muerte por causa de una flecha indígena envenenada.
Así pues, la primera vez que se habló inglés en el territorio de Estados Unidos fue en el 1607, cuando los colonos ingleses se asentaron en Jamestown, Virginia. Y aunque el inglés se convertiría en el idioma predominante de la nueva nación, el español siguió teniendo una prominencia a través de su historia, a tal grado que es, hoy día, el segundo idioma más hablado de los Estados Unidos.
Según los datos del censo del 2017, y si sumamos a los residentes de Puerto Rico, en este país de 350 millones de habitantes, casi 2 de cada 10 personas hablan español en sus casa. De hecho, Estados Unidos tiene, al día de hoy, el mayor número de hispanoparlantes en un país en que el español no es el idioma oficial. Se espera que esta tendencia continúe fortaleciéndose en años venideros, lo que llevará a Estados Unidos a convertirse, en el año 2060, en el segundo país con más personas que hablen español en todo el mundo (actualmente es el quinto, precedido por México, Colombia, España y Argentina, en ese orden). Así lo pronostica el último anuario del Instituto Cervantes.
La proporción más grande de hispanos se encuentra en los estados fronterizos con México, en particular Texas, Nuevo México, California y Nevada. Estos números representan un aumento significativo en los últimos 30 años: de 17 millones que había en el 1990 a 41 millones hoy día: un aumento que va del 7.5 % de la población en el 1990 a 18.1 % en la actualidad.
Como es previsible, el estado de la Florida también se encuentra entre los primeros, con cerca de una cuarta parte de sus habitantes que se comunican en nuestro idioma. En la ciudad de Miami, por ejemplo, aproximadamente un 80 % de sus habitantes son latinos. Ahí es posible mantener una conversación en español con casi cualquier persona en la calle. Algo parecido ocurre en Orlando como resultado de la gran cantidad de puertorriqueños que han emigrado a esta ciudad en tiempos recientes.
Según los datos oficiales del censo de 2010, todos y cada uno de los 50 estados de los Estados Unidos tuvieron aumentos significativos en su población hispana (un 43 % a nivel nacional). Estados como Carolina del Sur, por ejemplo, experimentaron un crecimiento de 148 % en solo 10 años. Incluso lugares remotos como Alaska y Hawái han registrado aumentos de 52 % y 38 % respectivamente. El único territorio de Estados Unidos que registró, en aquel entonces, un descenso en el número de hispanoparlantes lo fue mi país, Puerto Rico (-2 %). Es muy probable que el censo del 2020 muestre una disminución aún más dramática ante el aumento migratorio de los últimos años, sobre todo luego del paso del huracán María por la isla en el 2017.
A pesar de que Estados Unidos no reconoce el español como idioma oficial de su país (ni el inglés, por cierto, ya que su constitución no declara ningún idioma como oficial), existe allí, desde el 1973, la Academia Norteamericana de la Lengua Española, la cual se ha unido a otros 22 países que conforman la prestigiosa Asociación de Academias de la Lengua Española. Uno de los propósitos principales de esta asociación internacional es velar por la integridad y el crecimiento del idioma español en el mundo. Desde esa perspectiva, es lógico que Estados Unidos, el segundo país con mayor cantidad de hispanohablantes en el planeta, tenga su lugar en esta organización.
Por otro lado, la mezcla de culturas hispanas en los Estados Unidos ha dado origen al nacimiento de palabras que combinan el inglés con el español. Este ‘espanglish’ ha sido muchas veces criticado, pero nos olvidamos de que nuestro idioma español surge de la influencia de muchos otros idiomas (griego, latín, árabe, francés, inglés, entre otros). Los idiomas no son estáticos y evolucionan con los tiempos. Así pues, palabras como ‘chatear’ (del inglés ‘to chat’), puede sonarnos mal, pero son evoluciones naturales. Recordemos, por ejemplo, que el español tiene más de 4000 palabras que provienen del árabe como consecuencia de la presencia de los musulmanes por casi 800 años en el territorio de España. Decimos ‘ojalá’ sin problemas, a pesar de que estamos haciendo referencia al dios islámico, Alá (‘ojalá’ significa ‘quiera Alá’ en árabe).
Del mismo modo, los idiomas nativos de América han tenido una influencia, no solo en el español, sino en otros idiomas del mundo, inclusive el inglés. De todos ellos, es el lenguaje taíno, proveniente de las Antillas, que mayor impacto ha tenido. Cerca de 300 palabras que decimos hoy día son de herencia taína. Ejemplos son ‘iguana’, ‘maíz’ y ‘tiburón’. En otros idiomas vemos la influencia taína en palabras como ‘huracán’ (hurricane, en inglés), ‘hamaca’ (hammock) y ‘barbacoa’ (barbecue).
De hecho, el primer americanismo registrado de la lengua española es una palabra taína: ‘canoa’. Este término aparece por primera vez a solo dos semanas del descubrimiento de América en el diario de Cristóbal Colón, con fecha del 26 de octubre de 1492. Era la primera vez que él veía una embarcación como esa, hecha de un solo tronco de madera. Luego, tres años más tarde, la palabra queda registrada formalmente en el diccionario español-latino de Antonio de Nebrija.
De regreso a Estados Unidos, la constante inmigración latina a este país y la mezcla obligada de culturas e idiomas han aportado términos nuevos que se alimentan los unos de los otros. Por ejemplo, en el caso de Puerto Rico, se ha estudiado bastante el fenómeno denominado espanglish, en que una persona incorpora palabras del inglés en su vocabulario español y viceversa. En muchos casos, los puertorriqueños de Nueva York, quienes emigraron a esa ciudad a partir de la década del 50, españolizaron palabras del inglés, tales como ‘marqueta’ (de la palabra market, en inglés), ‘rufo’ (de roof, para referirse a techo) y ‘nuyorikan’, como nuevo gentilicio para identificarse a ellos mismos.
Asimismo, la incorporación de anglicismos al español es extensa. Estas palabras del inglés están registradas en el Diccionario de americanismos publicado en el 2010 por la Asociación de Academias de la Lengua Española, que cuenta con unas 70.000 palabras y expresiones que son propias del español de América. De estas, muchísimas provienen del idioma universal de los negocios, el turismo y la tecnología. Términos como ‘chatear’, ‘tuitear’ y ‘tableta’, en alusión a los dispositivos con pantallas táctiles, son parte de nuestro vocabulario.
La realidad es que los idiomas son vivos y evolucionan con el paso del tiempo, alimentándose de las influencias que provienen de la realidades geopolíticas e históricas del momento. Así fue con el italiano en la era del renacimiento, el francés en la era del imperio napoleónico y el árabe durante su presencia en la península Ibérica. Hoy día es el inglés, mañana… No sabemos.
Lo cierto es que el español sigue siendo el segundo idioma materno más hablado en el mundo, por encima del inglés, con cerca de 489 millones de hispanohablantes nativos. Solamente es superado por el chino mandarín, que cuenta con más de mil millones de hablantes nativos. Y si también tenemos en cuenta a las personas que manejan la lengua con competencia limitada, el español alcanza los 585 millones hablantes, cifra que equivale a la suma de toda la población de Estados Unidos, Brasil y Argentina combinados. Dicho de otra forma, alrededor del 7,5% de la humanidad habla español y 21 países, en tres continentes, lo tienen como idioma oficial. Asimismo, al momento, 22 millones de alumnos en 106 países del mundo estudian el español como lengua extranjera.
La fuerza del español es una prueba de su vitalidad y de su pertinencia como una de las lenguas más importantes del planeta. Debemos sentirnos privilegiados de que ese gran idioma es el nuestro, y de que pertenecemos a una inmensa comunidad de seres humanos con quienes nos podemos comunicar gracias a que compartimos un mismo lenguaje.
Valorémoslo.