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El desenterrador de leyendas nazis y otros misterios

Desde espías alemanes en Latinoamérica al plan de Hitler para arrasar Nueva York: el argentino Laureano Clavero investiga las historias ocultas del siglo XX.

Barcelona
Laureano Clavero, posando con recreadores de la Segunda Guerra Mundial. CORTESÍA

Cineasta, fotógrafo y escritor, el argentino Laureano Clavero (Buenos Aires, 1980) se ha convertido en un experto en desenterrar algunas de las leyendas e historias más enigmáticas de nuestro pasado reciente, como el desembarco clandestino de oficiales de las SS nazis en Argentina, la red de espionaje que operaba desde ese país sudamericano o el plan secreto de Hitler para bombardear Nueva York.

Residente desde hace años en Segur de Calafell, un pequeño pueblo de Cataluña, a Clavero le obsesiona el pasado y, concretamente, recrear episodios y batallas —algunas prácticamente olvidadas— de la Segunda Guerra Mundial. Un trabajo fotográfico y documental que hace con el objetivo de “poder explicar y recuperar nuestra memoria de la forma más fidedigna”.  

Su vocación detectivesca y pasión por la criminología lo han llevado a indagar en misterios rodeados de interrogantes desde hace décadas, como el incidente del paso de Diátlov, sobre el que acaba de publicar un libro. Clavero cree que la extraña —y ya célebre— muerte de nueve excursionistas rusos en los montes Urales en 1959 aún no ha sido esclarecida, a pesar de que el caso se reabrió recientemente y de que en 2020 la Fiscalía rusa concluyó que una avalancha de nieve habría sido la causa de la tragedia.  

“Al día de hoy no hay una explicación lógica. Cuando reabrieron el caso suspendieron a dos fiscales porque no decían lo que las autoridades querían escuchar. La historia sigue dando de sí”, explica Clavero en entrevista con COOLT al referirse a un episodio que ha dado lugar a cientos de relatos, algunos de ellos cargados de fantasía

Para estudiar el suceso, el investigador argentino, que dio sus primeros pasos en el mundo de la paleontología, se basó en documentos oficiales rusos que hizo traducir al español, y a partir de ahí volvió a analizar las autopsias con la ayuda de expertos —una criminóloga y un especialista de la policía catalana— que aportaron nuevas conclusiones desde una mirada más actual.

Una de las últimas fotografías de los excursionistas fallecidos en el paso de Diátlov en 1959. ARCHIVO

“Nos dimos cuenta de que las autopsias habían esquivado la cuestión criminal, estaban repletas de subjetividades, y detectamos muchas negligencias. Por ejemplo, las fotografías de los cuerpos fueron tomadas con las cámaras de los propios excursionistas. Este es el caso más documentando sin resolver de la historia de la criminología”, explica Clavero.

“La investigación se cerró muy rápido y en su momento los mismos equipos de rescate descartaron una avalancha. Encontraron primero cuatro cuerpos y luego los cinco restantes con un mes de diferencia en una zona que ya habían peinado. Dentro de la tienda de campaña la cena estaba preparada, con líquidos congelados”, detalla el investigador. Otro de los enigmas que contribuyeron a alimentar una conspiración —y la implicación de la KGB (servicios secretos rusos) en los hechos— es que, después de un año, los miembros del equipo de rescate empezaron a aparecer muertos. O se habían suicidado o los asesinaron en circunstancias poco claras.

Clavero se topó con esta historia de casualidad en una revista y, ante las sospechas de que había algo oculto, decidió indagar por su cuenta. Este suele ser su modus operandi. “Cuando me encuentro con algo que me intriga, sigo rascando”, relata Clavero, quien en su primer documental, 1.533 km. Hasta casa. Los héroes de Miramar, recuperó relatos inéditos de los excombatientes de la guerra de Malvinas.

El plan de Hitler contra Nueva York

Uno de los hallazgos más extraordinarios de Clavero ha sido Peter Brill, un soldado de la Luftwaffe (aviación alemana) que formó parte de un reducido grupo de pilotos entrenados para bombardear Nueva York. Una misión secreta y suicida que, hasta la aparición de su testimonio, era una de las tantas ideas locas e incomprobables que se atribuían a Hitler.  

“Estaba trabajando en un documental sobre aviones nazis estrellados en los Pirineos y buscaba a alguien que pudiera haber tenido algún contacto con esos aviones. A través de una librería especializada de Barcelona llegué a Brill”, cuenta Clavero.

El primer contacto fue telefónico, y ya le despertó mucha curiosidad. “Me atendió muy amable, pero me dijo que esa semana no podría recibirme porque había tenido un accidente”. El anciano expiloto le dijo: “He aguantado toda la guerra, he sido prisionero de los rusos y casi me mato en la bañera”.  

El día en que Clavero acudió al encuentro de Brill en su hogar —un ático de la Avenida Mitre de Barcelona con un piano y aviones de juguete colgados en la pared—, pudo escuchar la increíble revelación sobre el arriesgado plan de Hitler: “Cuando empezamos a hablar de los aviones, Brill sacó uno de juguete y lo hizo volar con la mano como un niño. Lo primero que dijo fue que ese avión lo habían usado para entrenarse para bombardear Nueva York. ‘He sido uno de los seis pilotos elegidos para la misión Bombardeo Americano’, me reveló”.

Carnet de Peter Brill de las Juventudes Hitlerianas. LAUREANO CLAVERO

Brill fue el único superviviente de aquellos peligrosos entrenamientos que se llevaron a cabo en la base aérea de Thorn, en Polonia, y cuenta con fotos y cartas como prueba. “Los pilotos eran voluntarios que habían sido convocados para un proyecto secreto. La misión era muy arriesgada, ya que volaban de noche, guiándose por las estrellas y con aviones acoplados para tener más autonomía. Los motores, que fueron modificados para ahorrar combustible, se incendiaban o explotaban”, relata Clavero, quien insiste en que Brill no era un nazi convencido, sino un joven atrapado por las circunstancias de la época.

Con aquel testimonio, el director argentino hizo un documental, El diario de Peter Brill (2017). Y, tras la muerte del piloto en 2013 —cuyos restos descansan en una cementerio de la isla de Mallorca—, también escribió un libro en colaboración con el historiador catalán Pere Cardona en el que, apoyándose en las memorias que el anciano alemán se animó a redactar tras su encuentro, relata su cautiverio en campos soviéticos, un pasado oculto que hasta su propia familia desconocía. 

Submarinos nazis en Mar del Sud

Clavero deshiló otra trama vinculada a los nazis que aún tienen cabos sueltos a partir de su investigación sobre Karl Gustav Einckenberg, un empresario y espía nazi implicado en una la red de espionaje que el Tercer Reich desplegó en el balneario argentino Mar del Sud y cuyas andanzas cuenta en el libro Segunda Guerra Mundial, 10 historias apasionantes (Ediciones Oblicuas, 2017).

Eickenberg era el dueño de una estancia bautizada como “El Porvenir” —ahora La Lucila— situada en estas solitarias playas del sudeste de la provincia de Buenos Aires, en una zona entre el mar y el campo conocida como El Remanso, que fue centro de un plan de desembarco de oficiales de la SS tras la capitulación del Reich.

El reciente descubrimiento de la lápida de uno de los jerarcas del Partido Nazi de Argentina, Richard Schmidt, y de su hermana, Clara Probst, debajo de una casita rústica levantada en el mismo pueblo balneario con apenas 500 habitantes refuerza la hipótesis en la que Clavero trabajaba desde hace muchos años sobre el papel de Mar del Sud como nido base de espías y colaboracionistas nazis en Sudamérica.

“Son muchas coincidencias en muy poco territorio. Creo que todavía no ha salido todo a la luz”, subraya Clavero, quien con la ayuda del mayor especialista sobre los nazis en Argentina, el escritor Julio Mutti, logró reconstruir esta apasionante historia que tiene prevista plasmar en un documental y un libro escrito a varias manos.

Un submarino nazi U530 en Mar del Plata, Argentina, en 1945. ARCHIVO

Clavero, que frecuentaba Mar del Sud desde su infancia, comenzó a levantar el manto que cubría el búnker secreto desde el que operaban los nazis en el sur del Atlántico mientras buscaba los restos de un hotel construido en 1888 que había desaparecido sin dejar rastro, tragado por la arena.

El investigador encontró los cimientos del Hotel Mar del Sud en 2010 gracias a la colaboración del arquitecto Pablo Grigera, con el que escribió un libro sobre el hallazgo, pero ya mucho tiempo antes los testimonios de los vecinos del balneario habían arrojado pistas respecto a la presencia de nazis en la zona, de ahí que siguió su instinto y rascó más profundo.

“El primer relato que recuerdo es de mi abuelo, que me contó que en los años cincuenta por la zona pasaba un indio pampa que vendía leche y que un día le explicó que sacaba las vacas a la playa y que vio emerger un submarino y bajar personas heridas en unos botes que hablaban un idioma raro”, dice Clavero. 

Otro de los testigos del avistamiento de submarinos nazis en las playas de Mar del Sud fue un antiguo vecino del lugar de nombre Osvaldo Aramendi, quien le contó al investigador que a los nueve años vio salir un sumergible en aquellas retiradas playas. Los hechos ocurrieron días antes de que dos de estos vehículos nazis (un U-530 y un U977) se rindieran en el puerto de Mar del Plata, en julio y agosto de 1945, sobre el final de la Segunda Guerra Mundial. 

En la playa de Mar del Sud se hallaron elementos de cubertería de los sumergibles. “También aparecieron aparatos radiales alemanes”, dice Clavero, quien espera encontrar los restos de un tercer submarino que desapareció sin dejar rastro. Ese sería el que desembarcó clandestinamente a la tripulación, incluidos oficiales.

Espías alemanes en Sudamérica

Se sabe que algunos de los criminales nazis más célebres escaparon a Sudamérica y vivieron en Argentina. Es el caso de Adolf Eichmann —uno de los organizadores del Holocausto—, Joseph Menguele —el médico responsable de experimentos con humanos en Auschwitz— o Federico Wegener —conocido como “El Carnicero de Riga”—, quienes huyeron de Alemania tras la guerra a través de redes de evasión con apoyo de España o Italia, y que cruzaron el Atlántico con identidades falsas en barcos comerciales.

En el centro de esta historia está el ya mencionado empresario Karl Gustav Einckenberg, quien ofreció su estancia de El Porvernir a los “capos espías de Buenos Aires”. Clavero habló con la hija y una nieta de Einckenberg, quienes le contaron lo que recordaban del día a día en ese enclave del Mar del Sud que funcionaba como “tapadera” de las actividades ilegales de la red nazi. 

Según el testimonio de la hija, Einckenberg se reunía con “gente poderosa del Gobierno alemán” en el Hotel Boulevard Atlántico, un majestuoso edificio contemporáneo al desaparecido Hotel Mar del Sud.

El Hotel Boulevard Atlántico, en la localidad argentina de Mar del Sud, centro de actividad nazi. ARCHIVO

Después de la guerra, Einckenberg fue detenido y encarcelado, acusado de espionaje. Pero al poco tiempo fue liberado. Para la hija del empresario, “lo usaron de cabeza de turco para cubrir una operación mayor”, y su liberación fue posible gracias a Eva Perón a cambio de una parte de la estancia. No hay documentos que comprueben esta afirmación, aunque los terrenos y la estancia terminaron en manos de Jorge Neuss, un poderoso empresario que hizo fortuna en los años ochenta gracias a sus estrechos vínculos con el expresidente Carlos Menem, asiduo visitante del lugar.

Clavero revela que en la estancia del exespía fallecido en 1986 también hallaron túneles de hormigón que comunican con una ruta. Y cerca de El Porvernir, a 50 metros del mar, “en otro rancho al que no le llegaba la luz ni el agua”, fue hallada la lápida de Richard Schmidt, el jerarca del Partido Nazi de Argentina. En el lugar, una casa que estaba abandonada desde los años setenta, Clavero también encontró libros en alemán y un sótano de hormigón.

“El diseño era igual al que usaban los espías alemanes para comunicarse”, remarca el investigador. “Sospechamos que modificaron la casa para meter la lápida, porque encaja perfecto”. También aparecieron postales y fotos, en las que se podían leer fechas de entre 1960 y 1970 y los apellidos de las familias que frecuentaban el lugar, todas de origen alemán. Uno de los apellidos era Ratzlaff, que se relaciona con los hermanos Karl y Marx Ratzlaff, nazis huidos que exportaron el nazismo a Sudamérica. De hecho, Max fue uno de los fundadores del partido nazi en Paraguay.

La batalla olvidada

Actualmente, Clavero trabaja en la postproducción del documental Hürtgen. Into the muddy battle, sobre una batalla que tuvo lugar tras el desembarco de Normandía que permanece en el olvido.

“La contienda fue una carnicería sin sentido”, dice el investigador. El teniente general Courtney Hodges, que estuvo a cargo de la operación, se empeñó en utilizar a todos sus hombres en una operación contra los últimos fanáticos de Hitler en el barro de un bosque helado. Aunque los aliados vencieron, fue la batalla más larga del ejército estadounidense, sin importancia estratégica, y supuso casi una humillación, de ahí que en los libros de historia apenas aparezca mencionada. Es por eso que Clavero, con ayuda de la recreación —una parte del documental es ficcionada—, se empeñó en rescatarla para que perviva en nuestra memoria.   

Porque, ante todo, Clavero es un divulgador, que vehicula su trabajo a través de las herramientas del cine, la escritura y la fotografía, con cuyo poder quedó fascinado cuando, siendo un joven paleontólogo, se unió a un equipo de la revista National Geographic para buscar huevos de dinosaurios en la Patagonia.

Periodista y productora audiovisual. Ha sido durante más de 15 años corresponsal en España de la agencia de noticias argentina Télam y colabora como reportera con medios como la cadena televisiva TN.