“Luchamos contra el machismo, pero aún no le ganamos. Las estrategias de cuidado son indispensables. Luchar para que las chicas no tengan miedo de salir no significa que no tengamos miedo de salir. Generamos redes, nos preguntamos si llegamos bien, nos acompañamos. El femicidio no sólo mata, sino que deja una guillotina plantada en la autonomía de las mujeres”. Luciana Peker escribió esas líneas en su libro La revolución de las hijas (Paidós, 2019), publicado entre Putita golosa. Por un feminismo del goce (Galerna, 2018) y Sexteame (Paidós, 2020). Antes, esta escritora que da charlas públicas sobre cómo deconstruir el amor junto al filósofo Darío Sztajnszrajber había acumulado una extensa carrera como periodista con perspectiva de género en Argentina.
Luciana (Buenos Aires, 1973) supo adentrarse en el profundo territorio nacional para dar voz a vidas y problemáticas absolutamente invisibilizadas. Desde las discusiones sobre la legalización del derecho al aborto a los encuentros plurinacionales de mujeres, lesbianas y trans, pasando por las agresiones sexuales injustamente juzgadas, el nacimiento de Ni Una Menos —y, en consecuencia, el armado para que el 8-M sea tomado como paro nacional—, las desigualdades salariales o el valor de los cuidados —tema que ahora se sitúa en el centro de la discusión nacional—.
La escritora cree que los varones no están siendo capaces de reflexionar sobre los avances del feminismo y las nuevas formas de vincularse que no responden al sistema patriarcal. Ante eso, su respuesta es la desilusión, pero, también, seguir apostando a través de la palabra y la acción por construir un sistema más equitativo. Lo señala como un deseo personal en la introducción de La revolución de las hijas: “No voy a parar hasta que mi hija tenga los mismos derechos que mi hijo”.
En Argentina, el nuevo año laboral recién comienza. La agenda de Luciana está colmada de columnas periodísticas, presentaciones de libros, viajes y más, pero, aunque el deber laboral cope su día, es una mujer que siempre tiene espacio para crear un puente de diálogo.
- ¿Qué significa la escritura en tu vida?
- Hace alrededor de 20 años que escribo y es lo más profundo que tengo. Lo llevo en mi ADN, es mi modo de respirar. En mi carrera tuve momentos de mucho reconocimiento, sobre todo cuando hubo un auge de la literatura feminista. En cambio, ahora siento que, a modo general, existe un retroceso, y lo adjudico a los avances de las estructuras liberales y de derechas.
- Sos una escritora y periodista especializada en género. ¿Te interesa una faceta más que otra?
- Me gusta mucho el periodismo, me representa y me siento una trabajadora. Estoy orgullosa de las diferentes investigaciones que llevé a cabo para el suplemento feminista Las12 de Página/12, muchas de las cuales fueron junto a mis compañeras de redacción. Hace 10 años, visibilizamos problemáticas de mujeres que recién ahora se discuten en el Congreso Nacional o que son temas de debate en nuestro país y en la región. Luego, escribir sobre el cuerpo, el amor y el sexo en un periódico nacional, con una forma de narrar poética y hasta incluso ‘zarpada’, hace que recuerde esa etapa con mucho placer. El suplemento Las12 hizo que me diera cuenta que dentro del periodismo existe espacio en donde se puede escribir de formas menos encorsetadas. Además, me encanta que las personas me recuerden por ciertas notas o coberturas que salieron. Con respecto a mis libros, Putita golosa es un orgasmo de lo que genera la escritura. Lo siento así, a partir de lo que me escriben las personas una vez que lo leen.
Se sigue esperando que el hombre sea el que tome la iniciativa sexual
- ¿Cómo están los vínculos sexoafectivos pospandemia?
- Mi teoría principal es que, como respuesta al avance de los feminismos y a los cuestionamientos sobre la violencia machista y agresión sexual, existe una mutación en forma de desaires, destrato o violencia emocional. Los varones no soportaron el sacudón que dimos las mujeres y las diversidades sexuales, y esto se demuestra en la enorme incapacidad que existe al momento de concretar una pareja. Sucede en diferentes escalas, como así también en rango etario. Por ejemplo, muchos jóvenes se volcaron a pensar y ejercer su vida sobre una inclinación libertaria de extrema derecha, como también existe una subcultura incel, y eso responde a prácticas machistas y estructuras patriarcales.
Creía que en pospandemia, luego de vivir sensaciones muy fuertes de soledad y desamparo, la idea de hogar y cuidados iba a ser posible, pero pasó un poco lo contrario. Por supuesto que hay ciertas clases sociales que lo llevan mejor, como también hay mujeres a las que este vacío y destrato emocional las frustra más que a otras.
- Desde la pandemia hasta la actualidad, diversas problemáticas económicas se profundizaron: inflación, desigualdad, pobreza ¿Afecta lo económico en las relaciones sexoafectivas?
- El dinero siempre penetra en las relaciones amorosas. En Argentina, actualmente tenemos un índice inflacionario del 100%, y esta situación rebota en nuestra salud mental y, por ende, en los vínculos. Indudablemente, a las mujeres les perjudica más que a los hombres: por el trabajo doméstico no remunerado y porque siempre nos fue más difícil negociar cuerpo a cuerpo. Los varones, en cambio, siempre estuvieron colocados en un lugar proveedor en este sistema patriarcal, entonces, la no circulación de dinero los puede inhibir sexualmente. Creo que hoy el gran tema masculino, dependiendo de la edad, es la impotencia. Ahora se espera menos que el hombre mantenga a una mujer, sin embargo, se sigue esperando que el hombre sea el que tome la iniciativa sexual.
Además, la no circulación de dinero deja sin efecto cualquier proyecto o goce personal. “Vamos a cenar, vamos a viajar, vamos al cine…”. Cuando no se puede, se generan tensiones. En la clase baja, suceden otras lógicas diferentes que a las de la clase media, media alta, donde cuesta, o no hay, una adaptación sobre la crisis económica en tanto poder sortear estos momentos y seguir vinculándote con el otre con las posibilidades que existen. Esta no adaptación genera soledad e individualismo.
- Dentro del sistema hetero cisgénero, ¿existen masculinidades en proceso de reflexión?
- Creo que no, y esto es una desilusión. No lograron acomodarse a la interpelación masiva que las mujeres llevamos a cabo, y tampoco a tender puentes. Es verdad que hay ciclos etarios donde los varones quieren formar una familia y, en este armado, algunos se vuelven muy sumisos ante las demandas femeninas con urgencias tiránicas. Muchas veces, soportan a mujeres autoritarias y no a aquellas con planteos más democráticos. Esas lógicas no son construcciones de parejas equitativas, pero a muchos estas estructuras de corralito amoroso les funciona. Otra discusión diferente pero en un mismo sentido es cuando aparece el planteo de un poliamor: usualmente, el hombre lo acepta, pero muchas veces son formas sexuales y amorosas que lo benefician a él.
Nuestro continente sigue siendo muy machista, no es que crea que en Europa las cosas están mejor, pienso que se trata de un fenómeno mundial. Sin embargo, al menos en España sí veo que existen planteos más legítimos sobre las masculinidades. Por ejemplo, con respecto a las paternidades: hay más presencia por parte de los varones sobre los cuidados.
- ¿Crees que las diferencias que existen entre Europa y América Latina se deben a razones culturales y educativas?
- No necesariamente. En Argentina hay sectores ocupados por varones progresistas, con buena posición educativa, que no tuvieron modificaciones sustanciales en cuanto a sus comportamientos machistas. En nuestro país, la responsabilidad y el compromiso con la paternidad es muy pobre. Tenemos leyes muy buenas, pero varones que no están a la altura o no acompañan. En otros países de América Latina, la situación es más compleja a nivel de leyes y machismo, pero hay un piso amoroso mayor para otras aperturas posibles de un vínculo.
- Con los avances de las estructuras políticas liberales, ¿dónde aparecen el deseo y goce de las mujeres y los cuerpos feminizados?
- Presenciamos un presente complejo donde no hay utopías. En América Latina, los efectos de la guerra se sienten menos que en Europa. Sin embargo, la escasez de recursos no genera un sentido de solidaridad, ni de comunidad amorosa. En ese sentido, pienso que las lógicas del liberalismo y de las políticas de derechas están provocando retrocesos de conquistas feministas y de la comunidad LGTBIQ+. Por un lado, leyes que oprimen y mujeres al poder que responden a sistemas conservadores y patriarcales. Por el otro, feminismos divididos. Creo que a las mujeres les costó bastante la sororidad con las compañeras que logran algún tipo de reconocimiento. Somos como las hijas adolescentes que cuestionan todo, con la complejidad de que en algunos momentos ese cuestionamiento es dañino, y eso creo que es un error.
Sobre el deseo, las mujeres y las diversidades tienen más que los hombres, pero las agresiones que nos suceden constantemente nos lo quitan. Por ejemplo, queremos ingresar en la política, pero el costo es tan alto que se nos esfuma el deseo. En lo personal, escribir tiene un costo altísimo por las constantes amenazas que recibo, y un deseo que nunca estuvo en duda ahora pasa a estarlo. En definitiva, ciertas vestiduras masculinas están erosionando ese deseo.
Las agresiones que nos suceden constantemente nos quitan el deseo
- ¿Cómo vive la cuarta ola feminista el colectivo adolescente?
- En Argentina, las chicas tomaron un protagonismo importante a partir de 2018, lo cuento en mi libro La revolución de las hijas. Esto fue en relación a sus padres, madres y pares varones. Además, pudieron tomar un lugar importante en las discusiones políticas y, en ese sentido, los varones estuvieron muy incómodos. No hubo instituciones que supieran abordar o contener toda esta revolución, y en la actualidad hay un retroceso, veo que las chicas están ubicadas en un lugar de mucha exposición y disponibles hacia la mirada masculina.
- ¿Qué semejanzas encontrás entre el feminismo popular de América Latina y el de Europa?
- En principio, hay similitudes culturales muy marcadas entre Argentina y España. Nuestra Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres tuvo como modelo la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de España. Hay encuentros entre la lucha por el aborto: el pañuelo verde que nace en Argentina es tomado por España. También existe una cooperación constante sobre políticas y leyes referidas a la identidad de género o las políticas relacionadas a la comunidad LGTBIQ+.
- De todas las discusiones que surgieron sobre el hit musical de Shakira junto a Bizarrap, ¿qué destacas?
- La canción no es feminista, lo que hace cierto feminismo es integrarla a la cultura popular y reinterpretala. Me parece interesante que el dinero deje de ser tabú, con lo que no estoy de acuerdo es con la antisororidad entre mujeres o personas de la comunidad LGTBIQ+, ni tampoco con el clasicismo. Las mujeres que se identifican con los movimientos feministas queríamos hacer la revolución, cambiar las estructuras patriarcales, no que nos dejen de querer. Las catarsis, el llanto y poder atravesar el dolor por una ruptura de pareja monogámica o no monogámica, son válidas.