Luis García Montero: “Hay que tomarse en serio las palabras”

El director del Instituto Cervantes habla sobre la importancia del idioma en vísperas del Congreso Internacional de la Lengua Española.

El poeta y catedrático de Literatura Española Luis García Montero, director del Instituto Cervantes. EFE/SÁSHENKA GUTIÉRREZ
El poeta y catedrático de Literatura Española Luis García Montero, director del Instituto Cervantes. EFE/SÁSHENKA GUTIÉRREZ

El IX Congreso Internacional de la Lengua Española, foro de referencia dedicado a un idioma que hablan casi 600 millones de personas en el mundo, se inaugurará por fin el próximo lunes en Cádiz, España, tras un recorrido accidentado. Será un acontecimiento de primer orden que reunirá a, sí, un impresionante plantel de nombres de participantes, autoridades, actividades y todo lo que comporta una cita de estas características. Pero, si se acerca el plano... ¿qué se hace en tan magno evento? ¿Para qué sirve? La cosa se pone interesante, y no siempre se cuenta con el director del Instituto Cervantes —organizador del encuentro junto con la Real Academia Española, la Asociación de Academias de la Lengua y el país anfitrión—  para preguntar y comentar estas cuestiones. “El asunto es muy importante”, afirma Luis García Montero (Granada, 1958). “¿Qué esperamos del congreso? En primer lugar, que evidencie la importancia del idioma español, de estudiarlo y atenderlo; y, en segundo lugar, que las reflexiones sobre el mestizaje nos den la perspectiva de la historia, que siempre habla a favor de la convivencia y que denuncia los peligros de identidades cerradas que se tratan con desprecio las unas a las otras”.

Mestizaje e interculturalidad son los temas sobre los que debatirán más de 270 congresistas de todo el mundo hispánico reunidos en Cádiz del 27 al 30 de marzo, después de que la sede prevista en Arequipa, Perú, no pudiera acogerlo por razones de seguridad y turbulencias políticas. Para las personas que trabajaron y se ilusionaron con su organización, García Montero tiene un recuerdo y un agradecimiento “por el esfuerzo y por los proyectos que quedaron en marcha; por la apuesta que se hizo”, resume. Y prosigue lamentando que la situación política aconsejara retrasar la celebración del evento en Arequipa para un momento “donde todo estuviese más asentado” y se pudiera producir la visita de las academias, las autoridades... “Lo que les puedo decir es que el Instituto Cervantes está convencido de que Arequipa será un muy buen lugar de encuentro para un próximo Congreso de la Lengua”, asegura.

El poder de la lengua

Abundando en las causas que forzaron el traslado, la inestabilidad desatada, quizá un congreso sea un buen lugar para recordar la importancia y la influencia de las palabras, de la lengua, a la hora de evitar tensiones y conflictos políticos o de favorecer la democracia y la convivencia. “Hay que tomarse en serio las palabras”, opina García Montero, “porque sirven para dar información, abrir puertas, convivir o también para engañar, mentir y crear discursos de odio. La historia lo ha demostrado”. Si hablamos desde un punto de vista económico, agrega el director del Instituto Cervantes, “una y otra vez los estudios confirman: entre sociedades que tienen el mismo idioma se multiplican las inversiones y los tratos comerciales porque entenderse da confianza. Así, desde un punto de vista cultural, entenderse y otorgarse confianza debe de servir para defender los valores del respeto y de la democracia. En el Instituto Cervantes sabemos que enseñar español va siempre unido a desarrollar una cultura y nuestra cultura debe ser, en la comunidad hispana, la de los valores democráticos, los derechos universales, de manera que: apuesta decidida por esos valores y mucha precaución para que nadie nos engañe utilizando de manera contagiosa un mal lenguaje”. 

Y de los grandes conflictos a otros más pequeños que se sobredimensionan en ocasiones sin saber por qué. Seguro que tanto los académicos como los numerosos escritores reunidos en círculos más o menos informales comentan el raca-raca alrededor de la tilde de solo. García Montero ya comentó en su momento que le trae “sin cuidado” la polémica y que es de los que tilda. Sin insistir con la anécdota, sí preguntamos su opinión sobre por qué algunos conflictos lingüísticos nos tocan tanto y tan de lleno la fibra. “A mí me parece que está bien reconocer que hay un vínculo muy estrecho entre una lengua materna y un ser humano. Nacemos en un lenguaje, en una comunidad y nos entendemos a través de unas palabras que forman parte de nuestra intimidad. Por eso cualquier tipo de discusión nos afecta y por eso también hay que tener cuidado y evitar ofensas; que los andaluces estamos un poco cansados de que se intente ridiculizar la pronunciación andaluza y, supongo yo, los catalanes pues están cansados también de los chistes que se hacen sobre su relación con el dinero. De alguna manera todo eso afecta a la intimidad y hace daño. Por eso el respeto es muy, muy importante. Hay que aprender a convivir y para eso lo importante es hacerlo con  el respeto a las lenguas, sin caricaturizar al otro”.

La utilidad de la filología

Hablando de caricaturas, en el libro Friedrich Nietzsche poeta (Trotta, 2022), el catedrático y académico Carlos García Gual barría para casa y recordaba los orígenes del filósofo alemán como filólogo —pues también lo era— y trazaba esta especie de retrato: “Hoy día un filólogo es alguien que no importa nada en la cultura general. Los filólogos somos unos tipos un poco marginados de los cuales los más eruditos van a los congresos que se hacen con amigos sobre temas más o menos insignificantes, y los otros tenemos todavía un cierto eje humanista que es una herencia del pasado, pero ya somos bichos raros”.

¿Son los filólogos bichos raros, son una especie en extinción los que reclaman, recuerdan o echan de menos el humanismo? “Llamar a los filólogos bichos raros me parece bien”, responde García Montero, que también es filólogo, “si sirve para decir: ‘Préstennos ustedes atención’. Y es que es muy conveniente que la filología no sea un bicho raro, porque la lengua es un capital humano fundamental a la hora de entenderse y si un congreso sirve para darle importancia a la lengua y a la filología, a la hora de, por ejemplo, denunciar la mentira, o de invitar al conocimiento frente al bulo, a la convivencia frente a supremacismo, me parece que conviene cuidar mucho la filología y los congresos. De modo que cuando Carlos García Gual dice que los filólogos somos bichos raros y que ya no le importamos a nadie está haciendo una afirmación de la importancia del humanismo y la cultura. Es verdad que la sociedad, en un momento determinado, puede unir la palabra utilidad al negocio inmediato. Se nos olvida que la ciencia y la técnica tienen raíces humanas y que si el mundo no identifica el progreso, el desarrollo tecnológico, científico, con la cultura humana y con las humanidades puede ser que se camine hacia lugares peligrosos, conflictivos, como ha ocurrido siempre”.

Un programa extenso

El IX Congreso Internacional de la Lengua Española dará comienzo formalmente el día 27 en el Gran Teatro Falla de Cádiz, con presencia de los reyes de España; el propio Luis García Montero; el director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado; y el ministro español de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares. En las jornadas se irán sumando académicos como Víctor García de la Concha, Juan Luis Cebrián, Ignacio Bosque, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Álvaro Pombo, José Manuel Blecua, Darío Villanueva, Soledad Puértolas, Carme Riera, Aurora Egido o Paloma Díaz-Mas y escritores como Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Juan Villoro, Martín Caparrós, Héctor Abad Faciolince, Carmen Posadas, Enrique Vila-Matas, María Dueñas...  

Junto a estos nombres, también hablarán sobre asuntos como identidades e hibridaciones, viajes de ida y vuelta y diálogos transculturales especialistas como la filóloga Lola Pons, así como expertos en otras ramas del saber, como el antropólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.

En paralelo, la cita contará con una amplia oferta cultural que incluirá exposiciones, conciertos, recitales poéticos, coloquios y presentaciones en las que se tomará la palabra y se celebrará la lengua, pues, al final, cada uno la hace suya porque, de hecho, suya es: “Yo creo que el dueño de un idioma es el que la habla”, afirma para terminar el director de lnstituto Cervantes, “porque la lengua es un bien que está vivo y, en ese sentido, hay que convivir con la libertad de un idioma que cambia y se transforma con el paso del tiempo o las distancias geográficas. Lo que sí conviene reconocer es el tesoro que supone un idioma que permite entendernos entre tantos millones de hablantes y en una distancia de miles y miles de kilómetros. Por eso merece la pena hacer convivir lo uno y lo diverso, la libertad de la lengua y al mismo tiempo el deseo de diseñar un marco común que mantenga la unidad para que por los siglos de los siglos sigamos comunicándonos en español. Por tanto, yo diría que hay que trabajar la lengua con la que hablamos y hay que sentirnos libres al trabajar esa lengua con la que hablamos”.

Periodista cultural. Colaboradora de medios como La Maleta de Portbou, El Salto y La Marea o de las revistas Diseño Interior y La Aventura de la Historia, con temas que van desde la filosofía y la poesía hasta la arquitectura y el diseño. Es autora de la novela La otra vida de Egon (2010) y los libros de relatos Siete paradas en el país de las sombras (2005) y La carretera de los perros atropellados (2012). 

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