Moby Dick, de Herman Melville; La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson; El lobo de mar, de Jack London; Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne; El viejo y el mar, de Ernest Hemingway… La literatura marítima nos ha proporcionado algunas de las mejores novelas de los siglos XIX y XX: historias de pescadores, aventuras de piratas, naufragios enigmáticos, tripulaciones amotinadas, antihéroes a la deriva y grandes batallas navales que componen un mosaico narrativo sobre la turbulenta relación entre el hombre y el mar.
Explicar estas grandes (y pequeñas) historias náuticas es uno de los objetivos del Museo Marítimo de Barcelona; una institución creada en 1929 que atesora una de las mejores colecciones europeas de esta temática, pero que quiere evitar ser un museo de historia al uso para generar narrativa marítima en tierra firme y ofrecer nuevas miradas contemporáneas.
“Queremos utilizar el museo para explicar historias: las de siempre y las que no se han contado nunca; además de ofrecer nuevos puntos de vista, como la versión de los vencidos, la vida cotidiana o el papel de la mujer en el mar. Buscamos crear narrativa en cada uno de los objetos de nuestra colección y dar protagonismo al mar como escenario de estos relatos. Es un museo con mucha historia, pero no es un museo de historia. Aquí se habla de etnología, arte, creencias, política, economía, sociología, medioambiente… Siempre con uno de los pies en el presente”, explica a COOLT su director, Enric García.
Un museo histórico en les Drassanes
El Museo Marítimo se ubica en las Atarazanas Reales de Barcelona (“les Drassanes Reials” en catalán), un conjunto de edificios con más de siete siglos de historia, que fue sede de la gran fábrica de galeras utilizada por la Corona de Aragón entre los siglos XIII y XVIII para expandirse por el Mediterráneo. Situado frente al mar y a los pies de la montaña de Montjuïc, el museo tiene hoy —casi un siglo después de su fundación— una de las colecciones de barcos antiguos, documentos históricos, maquetas, cartas, mapas e instrumentos náuticos más valorada por los amantes de la cultura marítima.
Entre sus piezas destacan, por ejemplo, la réplica a tamaño real de la Galera Real de Juan de Austria, utilizada en la famosa Batalla de Lepanto en 1571, o un modelo del Ictíneo II, el submarino de propulsión mecánica diseñado por el inventor Narcís Monturiol en el siglo XIX. Pero el gran embajador del museo es, probablemente, el pailebote Santa Eulàlia, un velero centenario, declarado Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat de Catalunya, amarrado a escasos metros del Marítimo y que puede visitarse a diario. Este fue uno de los últimos veleros dedicados al transporte de mercancías en el Mediterráneo, y ahora, una vez restaurado, sale a navegar cada sábado por la costa barcelonesa y participa en numerosos eventos culturales marítimos. Por ejemplo, es el barco que, cada 5 de enero, traslada a los Reyes Magos a la ciudad.
La conquista del Mediterráneo
Tres grandes exposiciones permanentes conforman la columna vertebral del discurso museográfico del Museo Marítimo: Atarazanas y galeras, Cataluña más allá del mar y 7 barcos, 7 historias. Y hay una cuarta muestra —Les sorres X— que, aunque “rompe en cierta medida el hilo argumental del museo”, según admite su director, exhibe una de las pocas embarcaciones medievales —muy particular en su diseño y estructura— destinadas al transporte de mercancías que se conserva en el Mediterráneo.
Atarazanas y galeras recorre la historia del edificio de les Drassanes, una infraestructura fundamental para los objetivos de expansión territorial de la corona catalanoaragonesa y que fue clave para la consolidación de Barcelona como una de las grandes ciudades del Mediterráneo, a la altura de Génova o Venecia.
La exposición ofrece múltiples maquetas de galeras y navíos de guerra de la época en la que el edificio servía para la fabricación de barcos, pero también explica el trabajo de los artesanos que intervenían en cada fase de la construcción, los instrumentos y materiales utilizados, la vida a bordo, la jerarquía marítima y las arengas del capitán, así como las principales batallas libradas en el Mediterráneo. La muestra incluye audiovisuales e interactivos y dos miradores sobre la imponente Galera Real.
El mar, un escenario de oportunidades
La exposición Cataluña más allá del mar es un repaso a tres siglos de historia de la marina catalana, del siglo XVIII hasta la actualidad, en la que se pretende explicar cómo un territorio pequeño, con tradición navegante y emprendedora pero con escasos recursos, se convirtió en una potencia industrial del sur de Europa gracias al comercio con América y a la construcción naval. La muestra relata la evolución en la relación de las personas con el mar, el paso del comercio regional al transatlántico y la relación entre las colonias y la metrópolis, así como el cambio de paradigma que supuso saltar de la navegación de vela al vapor.
El mar como un escenario de oportunidades es el hilo conductor de las salas de esta exposición, en la que se abordan cuestiones como el desarrollo de la tecnología naval, los desequilibrios geopolíticos de la época, las rutas y las cargas, el tráfico de esclavos, la vida cotidiana en alta mar y la creación en el siglo XIX de las grandes empresas navales, como la Compañía Trasatlántica. Entre las piezas expuestas más representativas se encuentran el modelo de fragata de Mataró del siglo XVIII, el vapor correo Infanta Isabel de Borbón de 1913 o la barca catalana Jean et Marie. La muestra cuenta con dos salas de proyección y más de 140 piezas procedentes de la colección del museo; entre maquetas, retratos, carteles publicitarios, instrumentos náuticos y astronómicos, pinturas, modelos de barcos y piezas de embarcaciones.
Historias marítimas en barcos emblemáticos
Navegar por aventuras marítimas a través de siete embarcaciones emblemáticas. Este es el propósito de 7 barcos, 7 historias, la exposición que cierra el recorrido por el museo y que invita a conocer cómo la humanidad se ha relacionado con el mar a través de los siglos.
Diseñada con siete grandes contenedores, la muestra trata temas universales como el descubrimiento del mundo, el mar como espacio de ocio, la vida a bordo de un trasatlántico, el mar como escenario de conflictos, la carga y su manipulación, la piratería y el corso, y el cambio tecnológico. “La exposición la inauguramos en 2015 y tenía que ser temporal, pero fue tan popular que se ha quedado de forma permanente”, explica el director del museo, Enric García.
Las siete embarcaciones protagonistas de la muestra son la nave Santa María de la Victoria, un balandro del siglo XX, el transatlántico Royal Edward, el barco mixto City of Paris, el portacontenedores Pilar, un navío de 80 cañones y el xabec de Santa Cristina. Cada uno de estos barcos tiene a un protagonista que cuenta su historia: el hijo de un cartógrafo del 1300, una bañista barcelonesa de los años treinta, un cocinero de un trasatlántico, un oficial de un navío, una estibadora, un capitán de barco de 1890 y una mujer del siglo XVII a quien los piratas han secuestrado a sus hijos. “Es cuestión de crear una narrativa con las piezas y explicar historias cotidianas para plantear preguntas y generar debate”, añade García.
Además de hacerse preguntas, los visitantes pueden entretenerse con numerosos juegos interactivos y experimentar con el olfato, el oído y el tacto; sintiendo, por ejemplo, el olor del mar o de la pólvora, el sonido de los cañones o descubrir el interior de los grandes transatlánticos. Una exposición con más de 80 objetos —desde cartas náuticas, atlas y teodolitos a carteles publicitarios, trajes de baño y cañones— que supone una propuesta con una museografía innovadora.