Periodismo musical, ¿para qué sirve?

La crisis de medios de referencia como ‘Pitchfork’ aviva las dudas sobre el futuro del sector. Ocho periodistas nos dan su opinión.

El periodismo musical, un sector en crisis. ELENA CANTÓN/FOTOS: FREEPIK
El periodismo musical, un sector en crisis. ELENA CANTÓN/FOTOS: FREEPIK

Pocas veces han coincidido tantos caos al mismo tiempo, uno detrás de otro y de magnitudes desmedidas. Un día despiertas, coges el celular para saber qué pasó mientras dormías y con suerte logras evadir durante unos segundos una oleada que muestra bombardeos, genocidios, incendios, feminicidios, corrupción, masacres, crisis migratoria, crisis ambiental, crisis de la democracia, dictaduras cool, “cambios” frustrados, libertarios represivos… Un frenesí que se asemeja a una torre de jenga alta y endeble; pareciera que cada día estamos sobreviviendo en ambientes hostiles, afuera y adentro.

En una medida infinitamente menor a ese ruido apocalíptico global, a todo esto se le suma hace unas semanas la noticia de que Pitchfork, uno de los medios especializados en música más reputados del mundo, sería absorbido por GQ Magazine, revista masculina especializada en estilo de vida y acceso a las celebridades. Y antes de eso fueron los despidos masivos de la plataforma musical Bandcamp, los de la discográfica Universal, los de YouTube, la puesta en venta del servicio de streaming Soundcloud, los recortes en Spotify, Tidal, Amazon Music… Se mire por donde se mire, el periodismo músical está atravesando un momento difícil. Un “colapso” que ha definido muy bien el crítico de jazz estadounidense Ted Gioia en su boletín The Honest Broker

El sector se enfrenta a una crisis, sí, y es durante las crisis cuando uno trata de adaptarse. Y más allá de señalar lo evidente o de predecir el futuro, este texto busca volver a la raíz del periodismo musical, a la pregunta de por qué hacemos lo que hacemos, y darle valor a la profesión. Entender lo que estamos defendiendo es quizás el primer paso para lograr mantener vivo este ejercicio que es parte de un todo.

Con esa idea, me acerqué a ocho periodistas musicales de perfiles diferenciados: Albina Cabrera (productora de contenidos latinoamericanos y editorial manager en la emisora estadounidense KEXP, donde también conduce El Sonido; y presentadora de Atajo en la emisora argentina Nacional Rock), Javiera Tapia (directora del medio chileno POTQ Magazine), Marta Salicrú (directora de la emisora española Radio Primavera Sound), Joel Moya (director de relaciones con artistas y sellos en el medio estadounidense Remezcla), Javier Rodríguez Camacho (periodista musical boliviano, autor del libro Testigos del fin del mundo), Santiago Cembrano (antropólogo, politólogo y periodista musical colombiano especializado en rap), Jaime Monsalve (director de contenidos culturales y de programación musical de Radio Nacional de Colombia) y Richard Villegas (periodista musical estadounidense, conductor del pódcast Songmess y colaborador de Remezcla Rolling Stone).

A través de sus miradas y desde su lugar en el ecosistema de la música podemos pensar este momento del periodismo musical. Esto fue lo que me dijeron.

- ¿Por qué es necesario el periodismo musical? ¿Es un capricho de unos pocos o tiene realmente una implicación social y cultural más amplia?

- Santiago Cembrano: No sé si es necesario, como la música tampoco es, en estricto sentido, necesaria. Pocas cosas lo son. El periodismo es una tribuna que nos permite pensar y analizar la música en toda su riqueza, desde sus procesos de creación hasta lo que refleja de su época y su lugar. Eso sin siquiera mencionar su rol como archivo; si hablamos de memoria, historia e historias, hablamos también de periodismo. En todo caso, sin periodismo musical se reducen los espacios de discusión sobre los corridos tumbados como ángulo para adentrarnos en la realidad actual de México, Lagos como capital del afrobeat, la relación entre cumbia e identidad latina, el soft power que Corea ejerce a través del K-pop y tantos temas más. De nuevo, nada de esto es necesario para vivir, pero la vida va más allá de estar vivo. Si es un capricho, definitivamente es uno con implicaciones culturales y políticas tan amplias como todo el resto del periodismo, sea judicial, financiero o deportivo.

- Albina Cabrera: Es una forma de poder archivar la memoria cultural, específicamente la musical. He aprendido historia, geografía, arte, a través de los cancioneros de nuestros países. Me parece que el periodismo musical es clave. Y, más allá de algunos agoreros de su muerte, me parece que, como la radio, siempre va a terminar triunfando.

- Joel Moya: El periodismo musical también desempeña un papel crucial en la promoción y difusión de talentos emergentes, así como en la exploración de géneros y escenas menos conocidos. A través de estas plataformas, brindamos visibilidad a voces diversas que, de otra manera, podrían pasar desapercibidas, contribuyendo así a la diversidad y riqueza del panorama musical.

- Jaime Monsalve: Nosotros no ejercemos un servicio básico. No somos ni salud ni alimentación. No estamos haciendo nada que realmente sea importante en el sentido de lo importante como aquello que permite el mantenimiento o la continuidad de la vida humana. Sin embargo, sí incidimos en uno de los factores que hacen posible la vida en sociedad, que es el ocio. Yo quisiera pensar que el periodista musical, de alguna manera, está propendiendo a ayudar a que la gente aproveche esos momentos de ocio de la mejor manera posible

- Javiera Tapia: El periodismo musical ha sido necesario y sigue siéndolo, pero las razones pueden ir variando o convirtiéndose unas prioritarias sobre otras a lo largo del tiempo. Si en algún momento era muy importante la labor de prescripción, por el acceso limitado que se tenía a las obras, puede ser que ahora sea importante porque navegamos en una sobreinformación atroz que, más que nunca, necesita contexto. Y también creo que es importante en su labor de archivo. La música, tiene una dimensión social ineludible y eso no lo puede suplir ningún algoritmo, ni tampoco las relaciones parasociales que se construyen entre fans y artistas a través de las redes sociales.

- Marta Salicrú: La escucha de música puede enriquecerse con información que nos ayude a ponerla en el contexto personal y sociocultural del artista, e interpretaciones sobre su significado que puedan coincidir o no con las nuestras. El periodismo musical contribuye a ello, y también otorga prestigio a una forma artística que, precisamente por surgir de manera tan orgánica, puede ser menospreciada desde las élites más conservadoras.

- Richard Villegas: El mundo del streaming —donde escuchar música no depende necesariamente de la suerte de lo que va a sonar en la radio, o de hacer una inversión financiera en comprar un disco o un ticket para un concierto— ha desestabilizado completamente la necesidad del periodismo musical. O, más bien, lo ha hecho evolucionar: ya no se trata de ese compromiso financiero para el consumidor, sino de crear una narrativa, una mitología, un relato que ayude a contextualizar la historia de los artistas y los discos dentro de un momento cultural.

- Javier Rodríguez: La música hace parte de las industrias creativas y una de sus características fundamentales es que busca generar unos retornos simbólicos antes que solamente económicos. Los periodistas musicales contribuyen a interpretar y hacer circular el valor simbólico de una obra. Escribir sobre un disco, incluir una canción en un listado de fin de año, entrevistar a la directora creativa de un videoclip, por mencionar unos pocos ejemplos, son actividades que apoyan la articulación de ese valor simbólico. Ayudar a situar las obras de unos artistas, desarrollar un diálogo o controversia con la tradición, elaborar una memoria y correlato histórico culturales, interpelar el presente y delinear el futuro desde una obra musical; todas esas son funciones “simbólicas” del periodismo musical.

La cantante colombiana Karol G, actuando en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, Chile, este domingo. EFE/ADRIANA THOMASA
La cantante colombiana Karol G, en concierto en el Festival de Viña del Mar, en 2023. EFE/ADRIANA THOMASA

- ¿Qué pasa si un día simplemente se acaba del todo el periodismo musical? ¿A quién le haría falta?

- Albina Cabrera: No creo que jamás se acabe el periodismo musical, siempre va a haber nuevas generaciones de periodistas que se vuelquen a escribir la historia de nuestras sociedades y de nuestras culturas a través de la música, es una herramienta más.

- Javiera Tapia: Creo que nos haría falta a todos, y agregaría una parte importante, que son los propios artistas. Allí también existe un intercambio que es más importante que la mera difusión o promoción de sus novedades. Quedarse solo con los palmoteos en la espalda de las personas involucradas en el negocio de tu carrera y los mensajes de cariño de fans puede ser peligroso, en el sentido de que te quita perspectiva sobre tu propio trabajo. Hace falta que se diga algo desde otro lugar que no sea el del fan o del negocio. Sin prensa musical, las conversaciones sobre música se empobrecen muchísimo.

- Marta Salicrú: Uno de los factores que ha contribuido a hacer menos necesario al periodismo es la posibilidad de comunicación directa entre músicos y fans en redes sociales. Algo que tiene muchas implicaciones positivas. Pero eliminar al mediador entre artista y fan también implica que el relato oficial, difundido por el artista o por el departamento de comunicación de su sello, se imponga sin contrastar.

- Joel Moya: La preservación y documentación de la historia musical, especialmente en las escenas musicales emergentes, enfrenta una amenaza significativa. Los medios tradicionales, aunque también están en riesgo de desaparecer, siempre tendrán un espacio reservado para artistas de renombre como Karol G, Bad Bunny y Peso Pluma, ya que son los que atraen más tráfico y atención. Sin embargo, la nueva generación de creativos se verá afectada por la falta de difusión de su arte. La desaparición de plataformas y medios especializados en escenas emergentes podría resultar en una pérdida significativa para la preservación y el reconocimiento de talentos prometedores, creando así un vacío en la documentación de la evolución musical. En términos más sencillos, antes de que Rauw Alejandro, Feid, Kali Uchis y otros artistas se hicieran famosos, todos necesitaron un medio como Remezcla para contar sus historias y llegar a una audiencia que busca nueva música.

- Santiago Cembrano:  Si un día se acabara el periodismo musical, ahí seguirían los discos y los cantos, los oyentes y el placer que te dan tus canciones favoritas; seguirían los conciertos registrados en mil stories. De hecho, seguro que habría revoluciones que arderían a partir de la semilla de un tema que aún no imaginamos. Pero todos estos puntos se enriquecen con el periodismo musical. Me gusta más verlo así, desde lo que aporta.

- Javier Rodríguez: En un mar de oferta, lo más fácil es ponernos en las manos de las recomendaciones algorítmicas. Estas no son transparentes y suelen beneficiar a sellos discográficos que tienen acuerdos con las plataformas de streaming, y esto tampoco es algo necesariamente sostenible, pues las mismas plataformas están en una crisis de rentabilidad y valoración financiera. Le entregamos nuestro arte y su correlato a capitalistas de riesgo y empresas tecnológicas, y nos está costando carísimo. No nos engañemos, las plataformas de streaming evalúan su desempeño como start ups tecnológicas, no como tiendas de discos o medios especializados. Y no son tan inmunes a la crisis como parecen serlo ante el cierre de medios de comunicación especializados. El periodismo cultural no es una actividad de nicho, superflua, de interpretación estética sin importancia económica y por tanto prescindible. Un momento histórico y una sociedad no se pueden entender sin periodismo cultural.

- Jaime Monsalve: Si algún día se acaba el periodismo musical, van a seguir existiendo resistencias en las redes, que es lo que está ocurriendo en este momento. El problema está en cómo capitalizarlas.

- Richard Villegas: El periodismo en sí no está en peligro. Seguirán existiendo newsletters, youtubers, tiktokers, podcasters, etcétera. ¿Quién está tuiteando acerca del colapso de Pitchfork? No es Taylor Swift. Es la banda de emo, una cantautora o una artista de música electrónica, para quienes una calificación de 7.0 puede tener un impacto a largo plazo sobre sus carreras.

- El declive de grandes publicaciones ha abierto la posibilidad a que surjan otros espacios independientes y alternativos. Si los grandes medios no sobreviven, ¿qué asegura que los nuevos que se vayan creando sí lo hagan?

- Javier Rodríguez: Tiendo a ser optimista precisamente porque, a diferencia de los grandes medios, que están a menudo a la merced de accionistas y fondos de capital interesados en márgenes y rentabilidades siempre crecientes, las motivaciones de medios independientes y alternativos suelen ser otras. Tanto Crawdaddy! como Rolling Stone empezaron como fanzines universitarios. Pitchfork, Stereogum, Tiny Mix Tapes, también, pero en formato digital porque esos eran los medios del momento. Hoy, no bells y Tone Glow tienen comunidades en Discord que permiten su subsistencia, pagando a sus colaboradores y sin tener que rendirse a anunciantes ni inversionistas.

- Albina Cabrera:  Cuando las puertas masivas se van cerrando en términos de periodismo tradicional musical, se van abriendo otras, porque hay un público cautivo que sigue necesitando esa conversación musical, ese aspecto curatorial. También estamos viendo una transformación en las comunidades digitales, donde quizás ya no va a ser importante ser masivo, sino que volvemos a la necesidad de comunidad más pequeña, más afín. Me parece que vamos a tener que empezar a aprender a hacer nuestro propio negocio, y a aprender muchos más oficios que tengan que ver con el periodismo y la gestión de medios.

- Javiera Tapia: Está más que comprobado que el problema es que los medios pequeños no sobreviven si no es en base a la autoexplotación y el entusiasmo de las y los periodistas que ven en este trabajo algo que les interesa y que quieren seguir compartiendo. El problema actual es que los espacios independientes no tienen cómo sobrevivir de una forma sana para sus equipos. Me consta que las y los trabajadores de esta área están sufriendo no solo apuros económicos, sino también crisis de salud mental.

- Richard Villegas: Todos estos colapsos mediáticos son motivados por dinero. Entonces, es importante recordar por qué yo como consumidor le voy a dar dinero a un Spotify o uno de esos conglomerados mediáticos que están echando a todo su staff. ¿Por qué voy a seguir pagando por una calidad pésima, por una calidad bajo el estándar que yo como consumidor merezco?

- Marta Salicrú: Los cambios tecnológicos generarán nuevos formatos, y las nuevas voces encontrarán nuevos soportes para ejercer alternativas a la crítica y el periodismo musical. Lo que es más difícil de predecir es cómo de precario será hacerlo, y si hay un horizonte real para la profesionalización. También tengo dudas sobre la viabilidad de la prensa escrita, en un contexto en el que prima el contenido audiovisual.

- Joel Moya: La supervivencia de los nuevos medios dependerá de su capacidad para adaptarse a los cambiantes patrones de consumo y comportamiento del público. A diferencia de los grandes medios tradicionales, los nuevos medios tienen la flexibilidad de ajustarse rápidamente a las demandas emergentes y adoptar enfoques innovadores.

- Santiago Cembrano: Nada, absolutamente nada [asegura que los nuevos medios sobrevivan]. Si acaso la esperanza es que, al ser iniciativas más pequeñas, muchas veces individuales, se puedan adaptar mejor a la falta de recursos. Quizás ya no serán medios de publicación diaria, sino con un ritmo semanal o mensual.

- Jaime Monsalve:  Una posibilidad podría ser algo así como un híbrido entre plataforma virtual y una red importante de periodismo musical que pueda ser ofrecido exclusivamente por los periodistas musicales. Hay agremiaciones como la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica, que, por ejemplo, está trabajando en ediciones impresas importantes con la Universidad de Guadalajara.

- En un mundo saturado de modelos de suscripción, ¿qué otras opciones existen para hacer viable el ejercicio del periodismo musical, para que sobreviva de una manera digna?

- Marta Salicrú: Aún es temprano para valorar la viabilidad o no de los modelos por suscripción. Especialmente en convivencia con un amplio volumen de contenido audiovisual de acceso gratuito. Aunque pueda sonar utópico, las grandes fortunas, corporativas y privadas, deberían invertir en periodismo de calidad y libre de manera altruista, por responsabilidad corporativa y como retorno a la sociedad, garantizando la libertad en la línea editorial.

- Javier Rodríguez: Si el trabajo es de calidad, los lectores pagarán por acceder a este en una modalidad u otra. Por supuesto que hoy se presentan más alternativas para generar ingresos, por ejemplo, haciendo publicaciones especiales en formatos distintos, ofreciendo niveles de recompensas diferenciados para suscriptores, organizando eventos en directo con artistas y periodistas, lanzando merch, proponiendo interacciones directas con los periodistas, la opción de sugerir temas a tratar o acceder por adelantado a textos, participación en espacios académicos, etc.

- Albina Cabrera: Me parece que la lectura de nuestras audiencias es fundamental para saber cómo la juventud está incorporando nueva música, incorporando nuevas unidades de sentido. Quizás ya ha dejado de ser a través de una revista o una review de discos. Los pibes están siguiendo a youtubers, generadores de contenido donde ves y sentís de otra forma. Yo misma sigo a muchísimos compañeros en Instagram que generan contenido de esa manera y me resulta súper digerible. También me parece que, dentro de lo que nosotros cubrimos, que es la música alternativa latinoamericana, nuestro poder está en la especialidad. Todo el mundo va escribiendo Bad Bunny, pero no todo el mundo va a escribir de Mula, Verito Asprilla o Mujer Cebra. Nosotros somos los primeros ojos, los primeros oídos y las primeras plumas de esos artistas.

- Javiera Tapia: No tengo idea. Si lo supiera, ya lo hubiésemos implementado con mi equipo en POTQ Magazine. Somos un grupo de mujeres periodistas y fotógrafas sosteniendo un proyecto independiente que ahora cumple 20 años. Nos encantaría encontrar una manera de hacerlo más amigable para nuestras vidas. Mientras tanto, continuamos.

- Richard Villegas: Para medios o periodistas independientes, la manera de sobrevivir es generar una comunidad. Eso suena un poco trillado, y definitivamente no garantiza nada, pero es la forma de crear redes de apoyo y difusión. En este mundo ultraindividualista, especialmente en las redes sociales, la única manera para seguir adelante es desafiar el algoritmo y darnos la mano los unos a los otros.

- Joel Moya: Esto se vuelve aún más difícil de responder en medio de este periodo de incertidumbre, especialmente cuando tantos colegas han perdido empleo. No estoy seguro de cuáles son las alternativas viables en este escenario.

- Santiago Cembrano: Para mí hasta ahora ha funcionado escribir libros y sacar el periodismo musical de los celulares y los computadores. Retomar lo tangible. Y, sobre todo, entablar relaciones directas con la gente que me lee o me escucha. Al final, hablo de crear una comunidad. La música nunca es individual, su potencial solo se cumple en colectivo. Por eso me parece una consecuencia muy triste que ahora todo tienda a plataformas individuales. En los medios había más de una mirada, había una línea editorial que representaba convicciones más amplias que las de una sola persona.

Asistentes del festival musical Lollapalooza, en Santiago Chile, el 19 marzo 2022. EFE/ALBERTO VALDES
Asistentes del festival Lollapalooza, en Santiago Chile,en 2022. EFE/ALBERTO VALDES

* * * *

Es claro que en el oficio aún está todo por hacer. Como dice el periodista colombiano Eduardo Santos, queda, por ejemplo, la esperanza de “un periodismo musical que problematice e investigue a fondo temas que atraviesan la música como la inteligencia artificial, los abusos dentro de la industria o el negocio totalmente desbordado alrededor de los megaconciertos”. A esa lista le podemos sumar otras tareas pendientes, y de ahí su importancia.

Ojalá no esté muy lejos ese momento en que el periodismo musical deje de ser visto como un hobby efímero y caprichoso, sino como una labor necesaria dentro de un ecosistema que permita vivir dignamente de esto. Para esto hace falta diferenciar primero el periodismo de espectáculo del periodismo musical especializado: no es lo mismo hablar del vestido de Karol G en una gala que entender el fenómeno social de la música urbana en las zonas marginales de lugares como Cali o São Paulo, Hermosillo o Buenos Aires. La transformación del oficio deberá estar mediada por la relación de marcas y medios emergentes, pero también de colectividades y apoyo mutuo, así como comunidades que encuentren valor y aporten a la sostenibilidad de proyectos independientes.

Mientras eso sucede, habrá que ser conscientes de que en la carrera hacia la adaptación a nuevos modelos habrá quienes resistan y logren salir victoriosos, pero también quienes desistan, aunque estos pueden dejar un legado inspirador para otros que se atrevan a crear.

Periodista musical. Creador, director y productor de Sudakas Podcast. Colaborador de medios como Radio Gladys Palmera, Remezcla, Revista Cambio y BeeHype. Fue editor de Noisey en Español y redactor de la revista Vice. Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2020.

Lo más leído
Newsletter Coolt

¡Suscríbete a nuestra 'newsletter'!

Recibe nuestros contenidos y entra a formar parte de una comunidad global.

coolt.com

Destacados