La política latinoamericana y el poder de lo simbólico

Líderes como Boric, Petro y Lula evidencian la importancia del uso de las representaciones icónicas a la hora de transmitir ideas.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, con la espada de Simón Bolívar, durante su discurso de investidura en Bogotá, el 7 de agosto. EFE/CARLOS ORTEGA
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, con la espada de Simón Bolívar, durante su discurso de investidura en Bogotá, el 7 de agosto. EFE/CARLOS ORTEGA

La política latinoamericana actual nos expone a una serie de imágenes cargadas de simbolismo, imprescindibles para manejarse en contextos tan mediatizados como los que hoy imperan.

Tanto las acciones gubernamentales como las contiendas electorales se configuran en representaciones icónicas que buscan influir en la voluntad popular y ser almacenadas en la memoria colectiva de la sociedad. Tres ejemplos recientes: los casos de Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia y Luís Ignacio Lula Da Silva en Brasil.

Estos tres políticos de izquierdas constituyen un cambio de expectativas para sus respectivos países, y cada uno de ellos utiliza distintos recursos simbólicos para reafirmarse en la construcción y constitución de poder y reflejar la diversidad, la pluralidad y la defensa de una democracia más participativa e inclusiva.

El proceso

El próximo 4 de septiembre, Chile realizará la última de las tres votaciones de su proceso de cambio constitucional: la población del país decidirá a través de un referéndum si aprueba o no la nueva Constitución.  

Al recibir el texto legislativo que será sometido a plebiscito, el presidente Gabriel Boric —principal cabeza visible de esta transformación— expresó: “Hay algo de lo que todos y todas tenemos que estar orgullosos: que en el momento de la crisis más profunda política, institucional y social que ha vivido nuestra patria en décadas, los chilenos y chilenas optamos por más democracia y no por menos”.

Como cambios más relevantes, la nueva Carta Magna propuesta incorpora el principio de democracia paritaria (plantea que las mujeres ocupen al menos el 50% de todos los órganos del Estado y ordena implementar medidas para alcanzar la igualdad sustantiva y la paridad), la adopción de Estado plurinacional e intercultural (propone que los pueblos y naciones indígenas sean consultados en aspectos que afecten sus derechos), su adscripción como Estado social y democrático de derecho (debe proveer bienes y servicios para asegurar los derechos de las personas), asegura condiciones para el embarazo, su interrupción voluntaria, parto y maternidad voluntarios y protegidos y establece el agua como bien inapropiable.

La presidenta de la Convención Constitucional de Chile, María Elisa Quinteros, entrega la Carta Magna al presidente del país, Gabriel Boric, y al vicepresidente, Gaspar Domínguez, en Santiago. EFE/ALBERTO VALDÉS
La presidenta de la Convención Constitucional de Chile, María Elisa Quinteros, entrega la Carta Magna al presidente del país, Gabriel Boric, y al vicepresidente, Gaspar Domínguez, el pasado 4 de julio. EFE/ALBERTO VALDÉS

La espada

El pasado 7 de agosto, tras jurar como presidente de Colombia, Gustavo Petro ordenó a la Casa Militar traer la espada de Simón Bolívar, constituyendo así, el primer choque simbólico con su antecesor Iván Duque, quien previamente se negó al traslado aduciendo motivos de seguridad. La histórica espada, se trasladó desde la Casa de Nariño —la residencia oficial del presidente— hasta la plaza Simón Bolívar de Bogotá, donde se realizó el evento de transición del poder. Fue así como Petro hizo de la espada militar uno de los ejes centrales de su toma de posesión.

Nunca utilizada antes para este tipo de ceremonias, el sable se había convertido en un mito ligado a la guerrilla urbana del M-19, donde militó Petro en su juventud. La noche del 17 de enero de 1974, un comando de cinco hombres pertenecientes a ese grupo armado robó la reliquia del caserón museo Quinta de Bolívar, en pleno centro de Bogotá. Más allá de este suceso, la espada está muy asociada a la idea de libertad y a las raíces de la formación de la nación. De allí que el nuevo presidente expresara: “Esta espada para mí, es toda una vida. Una existencia. Y quiero que nunca más esté enterrada, quiero que nunca más esté retenida. Quiero que sólo se envaine, como dijo su propietario, el Libertador, cuando haya justicia”.

La carta

A menos de dos meses para las elecciones del 2 de octubre donde se medirán Lula Da Silva y Jair Bolsonaro, la ‘Carta a las brasileñas y los brasileños en defensa del Estado democrático de derecho’, impulsada por la Facultad de Derecho de São Paulo, ha superado el millón de firmas, entre ellas las de banqueros, empresarios, políticos, juristas, académicos y numerosos artistas de reconocimiento internacional.

El título de este manifiesto, lanzado el pasado 26 de julio, remite a otra célebre iniciativa: la ‘Carta a los brasileños’ que dio lugar a la lucha por el regreso a la democracia en tiempos de la última dictadura militar. Sin mencionar a Bolsonaro, triunfante en la elección presidencial de 2018, el nuevo texto denuncia “ataques infundados” que cuestionan “la limpieza del proceso electoral” y “el estado democrático tan duramente conquistado por la sociedad brasileña”. Difundida a través de las redes en una lectura con la voz de grandes referentes culturales como el cantautor Caetano Veloso, la actriz Fernanda Montenegro y la cantante Anitta, la carta destaca que las elecciones brasileñas y el sistema electoral federal “ha dado ejemplo al mundo por la pureza del sufragio”, y recalca que el voto electrónico “es seguro y confiable”. El manifiesto responde a la virulenta campaña de menosprecio y descrédito contra el voto electrónico. Bolsonaro intensifica esta línea de ataque desde que los sondeos de intención de voto vaticinan su posible derrota en las elecciones venideras.

Lectura de la 'Carta a las brasileñas y los brasileños' por parte de artistas destacados. YOUTUBE

Del capital simbólico a las políticas de cambio

Los tres ejemplos brindados muestran una clara teatralización de la política a través de la comunicación, donde se crean eventos con distintos escenarios, en los que los personajes adoptan su papel —de acuerdo a un guion preestablecido— para transmitir un mensaje lleno de fuerza simbólica. Esta escenificación de la política opera sobre conceptos con fuertes contenidos: democracia, soberanía, solidaridad, igualdad e inclusión, como un movimiento de ruptura y reunificación de argumentos que se aglutinan en lo que será esa imagen simbólica.

Cabe recordar que en Chile, Colombia y Brasil las movilizaciones sociales y las demandas de cambios son muy contundentes, motivo por el cual el mayor desafío, lo constituye la conversión del capital simbólico en políticas públicas de cambio concretas.

Politólogo. Especialista en Comunicación Política. Director de la Especialización en Comunicación Corporativa e Institucional de la Universidad de Concepción del Uruguay. Autor del libro La ubicuidad del riesgo: gestión de la comunicación en contexto de catástrofes (2019).

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