Tengo cuenta en Goodreads desde febrero de 2012, cuando aún era una plataforma independiente en la que amantes de la lectura anotábamos, valorábamos y compartíamos lo que leíamos. Aunque esta comunidad virtual siempre ha sido mayoritariamente angloparlante, ya en ese momento era fácil encontrar libros en castellano registrados y con muchas valoraciones. Me uní, claramente, cuando se empezó a poner de moda en España: en julio de ese mismo año, la red social de libros tenía 10 millones de usuarios. En marzo de 2013 llegó la señal inequívoca de su éxito y potencial: Amazon la compró por una suma secreta (fuentes hablan de 150 millones de dólares), en una operación que causó cierto rechazo entre lectores y autores.
Como muchos usuarios, entro en la plataforma principalmente para marcar los libros que voy leyendo (y, sí, participo en el reto: cada año me pongo un número de libros como objetivo que no siempre cumplo). Me gusta leer las reseñas que otros usuarios hacen de libros que he leído y, a veces, cuando no tengo claro si comprar o no un libro, entro para ver qué opina la gente. En alguna ocasión, las malas críticas me han hecho decantarme por no comprarlo. Siempre fueron libros en inglés y críticas en inglés, lengua reina de la red social, los que influyeron en mi decisión de compra.
“Goodreads es todavía una red social muy orientada al público de habla inglesa y a las editoriales sobre todo de Estados Unidos”, explica a través de WhatsApp la escritora y periodista Raquel C. Pico, una de las responsables del medio online especializado en literatura Librópatas. Desde el universo hispanohablante es difícil comprender hasta qué punto la red social puede marcar el destino de un libro o un autor en Estados Unidos, pero noticias como la de las extorsiones a autores para no ser bombardeados con malas críticas, conocida el año pasado, dan una pista. Si los criminales que chantajean a pobres autores independientes lo hacen, es porque saben que tener buenas críticas en Goodreads es importante, y que lo contrario puede hundir una carrera. “Yo ya he visto auténticas debacles reputacionales por lo que ocurre con los comentarios de Goodreads de algunos libros, que luego se filtran a Twitter y a los medios online”, señala Pico. ¿Pasa eso fuera del mercado anglosajón? En España, que es lo que ella conoce más, “ni de lejos”.
En su opinión, la diferencia se debe a que, aunque sí hay mucho usuario leyendo y reseñando en castellano en la red social, el porcentaje es todavía pequeño. Además, cree que en general somos más amables al dejar valoraciones: “En inglés, que lo uso sobre todo como lectora de un género —romántica— y no tanto como profesional que escribe de libros, las reseñas son muy variadas. Es decir, si alguien piensa que el libro es horrible lo escribe sin contemplaciones”.
Esto que comenta Pico coincide con lo que dice Ana, española de 40 años, sobre cómo valora los libros en Goodreads. “No me sale poner una o dos estrellas”, confiesa. Aunque usa la red social principalmente para llevar la cuenta de lo que lee, sí le gusta añadir su valoración, especialmente si los autores “están vivos y son jóvenes”. Ha puesto alguna vez solo dos estrellas, pero únicamente “a clásicos”. En su propio código, poner tres estrellas significa “valoro el mérito, pero no me has enamorado y no te regalaría”; y cuatro estrellas, “lo recomendaría”. “Cinco es amor”.
Aunque para Goodreads cada número de estrellas significa una cosa, lo cierto es que después cada usuario dispone de sus estrellas según su propio código personal. Quizá entonces lo más práctico para hacerse una idea de si el libro nos gustará sea leer las reseñas que publican los usuarios que se toman el tiempo de escribirlas.
Para Daniel, usuario colombiano de 30 años, fue muy valioso cuando empezó a usar Goodreads leer las reseñas de una o dos estrellas de libros que le habían gustado mucho. “Descubrí que las mismas cosas que yo adoraba en esos textos eran las que otros odiaban, y comencé a comprender por qué. Creo que me conocí mejor como lector a partir de que usé la plataforma. Me amplió el panorama”, explica por correo electrónico. Por esa razón, se esfuerza en dejar reseñas también de los libros que no le han gustado. “Imagino que a alguien le será valioso el contrapunto”, dice.
En cuanto a si esas valoraciones influyen en la decisión de compra, hay un poco de todo. Carlos, usuario español de 49 años, asegura que usa Goodreads solo como una especie de base de datos interna y que nunca se ha fijado en las opiniones de otros usuarios. Rocío, por su parte, usuaria argentina de 21 años, admite que “no hay libro que no haya buscado en Goodreads antes de comprarlo”. En su decisión influyen las opiniones de otros lectores, aunque intenta que sea “en la menor medida posible” y que provengan de aquellos con los que comparte “ciertos gustos y géneros afines”. Es decir, acercar las valoraciones de extraños en Goodreads a lo que sería la recomendación de un amigo.
¿Sustituyen las reseñas a la crítica literaria?
Goodreads es un ejemplo más de plataforma en la que son los usuarios los que dan su opinión sobre determinados productos. TripAdvisor, Booking, Amazon, Letterboxd… las hay de todo tipo. Además, los usuarios tendemos a fiarnos de estas reseñas: la mayoría de los estudios sitúan por encima del 90% el porcentaje de personas que admiten que las opiniones de otros usuarios influyen en sus decisiones de compra.
En el caso de Goodreads y de otras plataformas en las que lo que se reseña es un producto cultural, estas opiniones compiten con un género periodístico, el de la crítica. Pero ¿lo sustituyen? ¿Pueden considerarse esas reseñas críticas literarias? En el análisis El prosumidor como prescriptor. Goodreads como alternativa a la crítica especializada, la investigadora Alba Díez Gracia concluye que no: lo que se encuentra en la plataforma son más juicios personales que críticas, aunque compartan algunos elementos con estas últimas.
Desde la editorial española Capitán Swing, donde no le prestan mucha atención a la valoración que obtienen sus libros en Goodreads, la editora Blanca Cambronero coincide. “La crítica literaria tiene el filtro de estar publicada en un medio, hay una cierta especialización de la persona que escribe sobre eso, hay una profesionalización del arte de analizar y plantear las cuestiones buenas o malas que tiene un libro”, explica Cambronero por teléfono. Aclara que las opiniones de los lectores tienen también mucho valor, pero que no pueden considerarse críticas. “Tú no sabes cuál es el contexto de una persona. Los libros llegan, gustan más o menos, por una infinidad de razones que desconocemos cuando leemos reseñas así aisladas”.
Pese a esto, a la editora le parece positivo que existan plataformas en las que se formen comunidades de lectoras y lectores. “Es bueno para que se retroalimenten los gustos, los intereses o conocer un poco más otros tipos de libros”, dice. Aunque alerta también que no hay que olvidar que Goodreads pertenece a Amazon y “funciona con sus algoritmos e intereses para vender libros en su propia plataforma”.
Pienso de nuevo en cómo uso yo Goodreads y sé que me quedo en una parte muy pequeña de lo que podría hacer. No consulto las listas y no suelo hacerles mucho caso a las recomendaciones que me ofrece la propia plataforma (al menos, no de forma consciente). Sí marco a veces como “quiero leer” libros que algún contacto comparte y que tienen buena pinta, pero me quedo con esa ilusión de que me lo ha recomendado una persona y no un algoritmo. Pongo estrellas con ese estilo amable que parece que nos caracteriza a los usuarios en español y soy de esas que leen pero no escriben reseñas. Pienso con cierta frecuencia en abandonar la red social por eso de pertenecer a Amazon, pero mucho menos a menudo de lo que pienso en abandonar otras redes. Entro en la app. Veo que ya voy atrasada en mi reto. Cierro la app. Abro un libro.