India, Pakistán, República Democrática del Congo, California, El Prat de Llobregat. Los cinco escenarios de Ya no somos amigos (Temas de hoy, 2022) son también parte del periplo vital de su autor. Agus Morales lleva 15 años contando el mundo como cronista y ahora empapa de esos universos su primera novela.
Esta historia brotó en su época universitaria, pero se expandió durante su tiempo como corresponsal en la India, punto de encuentro de Vikram, Batasema, Amani, Tiffany y Omar. Dice que ha escrito un Friends pero indio y donde cada protagonista es de un lugar distinto.
Entre entonces y ahora, a Agus Morales (El Prat de Llobregat, España, 1983) le ha dado tiempo a fundar una revista que cumple siete años, ganar el Ortega y Gasset de periodismo y publicar dos libros de no ficción: No somos refugiados (Círculo de Tiza, 2017) y Cuando todo se derrumba (Libros del K.O., 2021).
- ¿Era el momento de la novela?
- Realmente quise escribirla desde que estaba en la universidad, pero como le daba mucha importancia, nunca me sentía preparado para publicar. Hay fragmentos que escribí incluso en esa época, pero la mayor parte del libro tiene su germen en los años de corresponsal en India y Pakistán. Al final fueron 10 años de proceso, sobre todo porque, al ser cinco protagonistas, es muy difícil darles un peso similar, que los quieras y los odies igual.
- Has creado mucha no ficción en estos años. ¿Has tenido un momento para parar y sentarte con esta novela?
- He tenido momentos en los que he parado para centrarme en la novela, pero la mayor parte del tiempo hacía cosas en paralelo. Cada uno tiene su proceso de creación, que tiene que ver con las condiciones materiales de vida, de cuánto tiempo dispones. A veces hablamos de escribir como si fuera sentarte a hacerlo. Eso para mí es el acto físico, pero todas esas veces que estás paseando y pensando en una novela, en una trama, un personaje; todas esas veces que estás leyendo algo que es fundamental para luego escribir lo que escribes, estás escribiendo. Hay momentos en que no avanzas en páginas, pero sí que estás escribiendo, madurando o despejando ideas. La parte más importante para mí de la escritura es el paseo, donde se cuece todo, el momento puro de creación. Y luego le tienes que dar forma.
- Las personas que escriben novela por primera vez suelen sentir el listón muy alto, ¿Has sentido síndrome del impostor?
- Tengo síndrome del impostor sobre todo comercial, al ver que va en la sección de ficción, porque no estoy acostumbrado; pero respecto al puro acto de escribir, no. Tengo el mismo nivel de exigencia para ficción que para no ficción. En cada género se me ha alargado el proceso de publicar por ese respeto, ese miedo si quieres, a pensar que aún no estás listo, que no ha llegado el momento. Quizás sea un pensamiento un poco demodé.
- Ya no somos amigos es ficción pero emana periodismo. Es una novela llena del mundo que has visto como corresponsal y con Médicos sin Fronteras.
- Me cuesta decir dónde acaba una cosa y empieza la otra. Otras veces me dicen lo contrario, que cuando escribo periodismo se nota el lado literario.
- ¿Cómo llevas entrar en el mundo, más comercial, de la ficción? ¿Qué tal se te da hacer marketing de ti mismo? Sueles decir que es “un Friends en la India”.
- Para el marketing soy muy malo. Mira el título de la revista, 5W, que nadie sabe cómo pronunciarlo ni de dónde viene. Son las cinco W del periodismo (What, Who, When, Where y Why). Es un desastre, pero nos ha ido bien. Es verdad que el autor tiene que promocionar su novela. A mí me gusta hacer el chascarrillo de que es como Friends pero en la India, conoces antes la historia de cada personaje y los cinco tienen distinto origen.
- Conseguiste fundar un medio nuevo, de periodismo internacional y orientado a zonas del mundo desatendidas por la prensa occidental. Acabáis de cumplir siete años. ¿Cuál ha sido la fórmula de esta hazaña?
- No tengo ni idea. Si echo la vista atrás, no sé que fue lo que salió bien. Supongo que es el trabajo bien hecho de mucha gente que comparte un espíritu. La revista ha crecido, hemos hecho cosas que están bien, pero sobre todo me alegra saber que el compromiso con el que nació sigue intacto: hacer periodismo narrativo, crónica y fotografía; no tener una visión eurocéntrica; nos importa la actualidad, pero publicamos sobre todo cosas atemporales. Después de siete años no dependemos de la publicidad, no tenemos ninguna servidumbre en ese sentido. Hay espacio para dárselo a lo que lo merece. Esto es un lujo muchas veces.
- ¿Qué encontraron en 5W los 4.700 suscriptores que la sostienen?
- Mucha gente echaba de menos un medio, una revista, que mirara más al mundo y que no lo hiciera con lentes españolas. Y con ese espacio para buenas historias bien escritas, bien editadas, con buena fotografía. Quizás no es un público muy amplio, pero sí lo suficientemente importante para sostener un medio pequeño. Seguimos adelante y esperemos que por muchos años más.
- ¿Cuál es el perfil de vuestro suscriptor?
- Es gente a la que le gusta leer y a la que le gusta también la fotografía. Digo lo de que le gusta leer porque estamos en el momento absurdo de la historia en el cual ya casi pensamos en escribir para gente a la que no le gusta leer, eso me parece horrible y el fin del periodismo. Nuestra revista está pensada para la gente que disfruta leyendo, y por eso se le da el máximo mimo, para que después puedan deleitarse. De fondo hay, y esto ha hecho que conectemos con mucha gente, una intención de recuperar la relación de respeto entre el periodista y el lector, dejar de tratar a la gente como idiotas y darles el respeto que merecen.
- En vuestros eventos suele haber muchos jóvenes de universidad.
- Intentamos hacer un esfuerzo para llegar a las universidades, a mí me gusta mucho. Muchos suscriptores lo son o lo eran cuando llegaron a 5W. Esa idea que se tiene de que la gente joven no lee creo que no es cierta. Y, además, nos quejamos de que no tenemos tiempo para leer, pero en realidad estamos todo el día leyendo, redes sociales, WhatsApp; el problema es cuánto tiempo dedicas a centrarte en algo. Si hablamos de tener tiempo de calidad para leer algo, eso se esta reduciendo, pero siempre hay que buscarlo. Nuestra responsabilidad es que cuando esa persona encuentre ese tiempo, disfrute con la revista.
- 5W ha mantenido sus principios, pero también ha evolucionado. Ahora tenéis más cobertura de América Latina y más colaboradores latinoamericanos.
- Ha sido un proceso natural. En el grupo fundador muchos hemos sido corresponsales en Asia, Oriente Medio y África o hemos hecho coberturas en esas regiones, y eso hacía que al principio estuviera un poco más coja la cobertura de Latinoamérica. Pero al poco tiempo eso se empezó a corregir y ya tenemos colaboradores y colaboradoras en distintos países que hacen un excelente trabajo. Es un espacio natural en el cual queremos estar: tanto con crónicas como con presencia, en el debate público.
- Al principio hacíais más crónica atemporal o de lugares sin atención mediática. Ahora sí reaccionáis a crisis muy cubiertas y lo hacéis rápido. Estuvisteis muy pronto cubriendo la situación de los refugiados ucranianos en las distintas fronteras.
- Desde la pandemia de 2020 hemos intentado algo que yo tenía dudas, y sigo teniendo, que se pudiera hacer: periodismo narrativo de la actualidad. Aplicar todas las herramientas del periodismo narrativo y aplicarlas a la urgencia narrativa. Y lo hemos hecho sin límites, hasta llevarlo al extremo.
- En el especial ‘El exilio respetado’ hablasteis muy pronto de que la acogida que están teniendo los refugiados ucranianos no la ofrecieron los países europeos a refugiados de otros orígenes.
- Ese planteamiento no sale al principio, se desarrolla con los días de cobertura. No publicamos en el día a día y eso te penaliza: tienes alguien desplazado allí y no publicas una crónica, eso te penaliza en tráfico y en potenciales suscriptores. Pero pensamos que tenía sentido esperar un poco, esperar para hacer algo con más profundidad. Esa tensión permanente entre la urgencia y poder aportar algo más.
- Al final fueron 10.000 palabras y mucha fotografía, de Santi Palacios.
- Tuvimos tiempo para pensar. No demasiado, pero algo. Todos hemos vivido experiencias profesionales donde ni siquiera tienes un segundo para pensar: la máquina te exige más para que la rueda de hámster siga rodando. Nosotros estamos buscando de forma intuitiva y creativa formas de contar lo que ocurre. Siempre me pregunto qué podemos aportar. Hemos visto que a la gente le interesa no solo que le contemos algo que no tenían en el radar, sino también qué mirada tenemos sobre un tema del que se habla mucho. Nos estamos esforzando también por hacer eso.
- Vosotros sois españoles, la revista se hace físicamente en Barcelona y allí está la sede. ¿Cómo manejáis la relación con la cobertura de España? Al principio no había pero durante la pandemia fue amplia.
- Martín Caparrós, por ejemplo, nos criticaba porque no publicábamos demasiadas cosas sobre España y creo que en algunas cosas tenía razón. Eso cambió sobre todo con la pandemia, nos propusimos contar lo que estaba pasando aquí, a fondo. Los fundadores somos del País Vasco, Cataluña, Madrid, etc. Pero España, para la revista, es un país más. Puede aparecer y tiene más peso que muchos otros países. Más que la cantidad de temas, lo que importa es la mirada.
- Para quienes os leen desde Latinoamérica, leer sobre España es como para un español leer, por ejemplo, sobre Perú. ¿Aspiráis a ser una revista internacional también en lectores, no solo en temas?
- Sí, sí. La gran mayoría de los suscritos residen en España, las visitas a la web ya están más repartidas. Es algo que, poco a poco, nos gustaría ir modificando, con la idea de llegar a Latinoamérica. Nosotros contamos España como el resto de países: con contexto, detalles geográficos, para que cualquiera pueda entenderlo. Tenemos la intención de hacer más periodismo que hable sobre España, no solo para que se lea aquí, sino en América Latina. Y también que mucha gente en España elija nuestra revista para saber qué pasa en Latinoamérica. Es una calle de doble sentido.
- Vas mucho a universidades. A ti te fue muy bien como periodista en medios tradicionales y ahora, con tu revista. ¿Qué les dices a los estudiantes que aterrizarán en un universo periodístico muy distinto?
- Como periodistas, a veces nos hemos tenido que convertir en empresarios, en gestores económicos de nosotros mismos. Como autónomos, creándonos proyectos, ideando formas de sobrevivir en la selva. Esa es la visión que doy. Les cuentas el caso de la revista, que va bien, y sí que al final es un mensaje optimista. No me gusta pecar de eso porque es peligroso. Pero para mí el periodismo es una vocación y no puedo esconderlo. Se nota que vibras y eso no lo puedes evitar. Luego, las consecuencias de seguir según qué camino a veces pueden ser nefastas, o no. Ellos tienen bastante presente que la situación es dura. Necesitan ese optimismo y yo siempre voy con energía. La energía se necesita aunque sea para darse contra la pared. Si tienes más o menos claro hacia dónde vas, está bien probarlo.