Los índices de lectura han subido en España casi un 6% en los últimos 10 años. Y no solo eso: con la pandemia, el porcentaje de lectores frecuentes creció, y así sucedió también con los clubes de lectura, que hubieron necesariamente de modificar su naturaleza, pasando de ser encuentros presenciales a la forzosa virtualidad.
¿Qué ha supuesto la irrupción de estos clubes digitales? ¿Qué ventajas aportan? ¿Y cómo conviven con los físicos? Para conocer el estado actual de estos espacios de encuentro en torno a los libros conversamos con algunos de sus organizadores y participantes.
La biblioteca, el centro de todo
“Los clubes de lectura virtuales son herramientas eficaces de promoción lectora y revitalizadores de las relaciones entre lectores, autores y biblioteca”, se dice en el artículo “Conversando en la nube: cómo organizar un club de lectura virtual”, publicado en 2017 en la Revista general de información y documentación. Y así lo ratifica César Moreno, responsable del programa Acción Lectora y director de Acción Cultural y Educativa de las Bibliotecas de Barcelona. En marzo de 2020, en pleno confinamiento por el coronavirus, Moreno cuenta que “se creó una necesidad” por parte de los usuarios de la red pública de bibliotecas. Así, rápidamente se abrió una nueva línea de clubes de lectura virtuales, que hoy se mantiene. Estos clubes digitales suelen tener una duración de un mes y funcionan a través de tres aplicaciones: eBiblio para el préstamo de libros, Tellfy para chatear y Zoom para el encuentro final con el autor/editor/conductor. La cosa va así: se recluta a un escritor o conductor, quien en un vídeo inicial da las claves de lectura del libro escogido. Luego vienen unas cuatro semanas de interacción en el chat y, finalmente, se produce la videoconferencia entre autor/conductor y usuarios del club. Desde el inicio de la pandemia han trabajado con más de 250 títulos y formado una comunidad de más de 2.100 personas. Cada mes, tienen una oferta de entre 10 y 15 clubes de lectura en paralelo. ¿Las ventajas del club digital frente al físico? Pues se puede modular en función de la demanda, permite una lectura aumentada y, en última instancia, es un facilitador para ampliar las redes de acción de las instituciones que los mueven, ensanchando su radio de acción (que en el caso de Bibliotecas de Barcelona es la propia ciudad). ¿Y cómo lo hacen? Pues a través de su boletín digital, que llega a más de 250.000 personas.
También en Madrid, y tras la pandemia, se pusieron las pilas. El Club de los Gatos surge justo en ese momento, impulsado desde el Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento que dirige Andrea Levy, con una incipiente oferta de tres salas y carácter trimestral. En la actualidad se encuentran inmersos en la novena edición, y ya hay alrededor de 2.000 personas que han participado en la iniciativa. Desde el Ayuntamiento de Madrid explican que la ventaja de un club digital es la libertad de horario y de reflexión: “En los clubes presenciales y en las tertulias tienes que responder en el momento, mientras que en un club digital puedes tomarte todo el tiempo que desees. Cada persona puede acceder a las sesiones grabadas cuando más le convenga y desde cualquier sitio. Igualmente, las lecturas pueden realizarse con o sin conexión a internet”. Como complemento al club, y para que no todo quede en lo virtual, a los participantes se les propone un encuentro presencial con el resto de los miembros, con propuestas que van desde el encuentro con un autor o visitas a las instituciones culturales dependientes del Ayuntamiento.
Lecturas en Instagram
Más allá de las iniciativas impulsadas por las instituciones públicas, los clubes de lectura virtuales también han encontrado su hueco en redes sociales como Instagram.
Fernando Bonete es profesor de universidad e influencer digital. En febrero de 2021 puso en marcha un club de lectura sobre títulos clásicos de la literatura desde su cuenta de Instagram, la cual suma 110.000 seguidores. Para él, un club de lectura virtual tiene “lo mejor de internet”, ya que puedes participar “en cualquier momento y en cualquier lugar” y compartir la lectura con los demás “a lo grande”. “En mi caso”, dice, “con lectores de cuatro continentes y más de 13 países”. Según Bonete, la arquitectura digital del club de lectura “no disminuye” el nivel de los comentarios. “Acabamos enriqueciéndonos todos los que participamos de cientos de visiones distintas sobre un mismo clásico”, asegura. Bonete cree que este auge pospandémico de los clubes de lectura virtuales se explica por “el gusto que muchos cogieron por fin con la lectura en el confinamiento, las propias comunidades de lectores en redes sociales, que son cada vez más, y el apoyo que brinda un club de lectura para comprometerte con el acto de leer”.
De mucho antes de la pandemia viene el interés de Luna Miguel por compartir lecturas en las redes: allá por 2016, su cuenta de Instagram, donde hacía reseñas y recomendaba libros, comenzó a crecer. “Muchas lectoras me preguntaban por bibliografía, me pedían que les ayudara a leer o a entender ciertas cuestiones, me pedían recomendaciones”, cuenta la poeta y editora. De ahí nació #loslibrosdeluna, para de esa manera “empezar a guiar” en lecturas que a ella le emocionaban y que quería reivindicar. Todo eso estuvo muy bien hasta que económicamente se vio obligada a dejarlo. “Ahora mi club de lectura se ha trasladado a Patreon, donde por distintos niveles de suscripción hago reseñas, entrevistas, diarios, bibliografías temáticas, club de lectura, encuentros con lectoras, etcétera”, cuenta. Este club de lectura virtual le sirve para “dar a conocer autoras que de otra manera llegarían menos a un gran número de personas”, estudiándolas, conociendo su contexto, su generación, sus temas; realizando, en suma, un riguroso ejercicio de crítica. “A mí me ayuda a compartir pareceres, a conocer mejor a mis referentes, y me obliga a leer de otra manera. También me permite organizar mis lecturas propias, a profundizar en los temas sobre los que yo misma escribo”, afirma.
Sobre las personas que participan en su club, la escritora tiene una teoría: “Nos sentimos solos cuando no tenemos con quién compartir eso que leemos. Nos han dicho que leer es una cosa privada y solitaria, y aunque hay un proceso de lectura que sí es así, la segunda parte de esa lectura es más gozosa cuando se abre a los demás”. Por esa razón, para ella los clubes de lectura funcionan “porque nos ayudan a socializar a través de algo que supuestamente es privadísimo. Es como pasar de masturbarse solo en casa a participar en una curiosa orgía de palabras y de pensamientos”. Hablando del auge de los clubes de lectura virtuales, Luna lo tiene claro: “La culpa la tiene [la actriz] Emma Watson. Ella abrió en su Instagram un lugar que demostró con cuánta ansia miles de personas querían participar en esos grupos, hablar de sus lecturas, sentirse menos solas con sus bibliotecas”.
De las redes al mundo real (y viceversa)
Una extensión de los clubes de lectura virtuales se amplía hacia las plataformas de audio. Laura Ceballos, de la aplicación de pódcast Podimo, cuenta que en otoño de 2022 pusieron en marcha el Audiobook Club, cuya finalidad principal es la de crear una comunidad para todos los amantes de la literatura. Conducido por la periodista Mercedes Milá, ofrece un título nuevo en exclusiva durante un tiempo limitado para escucharlo en cualquier momento, y sobre todo, “para sentirte acompañado, aprender, y ser parte de una comunidad”. El club incluye un encuentro presencial con el autor o autora del libro.
Desde una convocatoria de Twitter nació Bookake. Este club se formó en 2019. “En un primer momento, consistía en una reunión presencial al mes, pero pronto empezó a crecer, se dividió en dos grupos presenciales (cada uno con una lectura diferente) y se abrieron cuentas en redes sociales”, cuentan sus responsables. En la actualidad, el club presencial cuenta con 50 miembros, pero cualquiera puede seguir sus lecturas en Instagram, Twitter y Telegram. Sin embargo, matizan: “Es evidente que la conversación sobre los libros que leemos es más dinámica y disfrutable en las reuniones físicas”. Su última reunión, por ejemplo, tuvo lugar en los jardines del Retiro, coincidiendo con la Feria del Libro de Madrid. “Tenemos la sensación de que a través de las redes sociales han surgido más clubes de forma espontánea como el nuestro, y quizá también más diversos”, aseguran desde Bookake. Los responsables de este club creen que “conversar con otras personas sobre libros te permite conocerte a ti mismo mejor como lector. Y, además, lees títulos que de otra manera no leerías, con lo que tu horizonte de lecturas se diversifica”. También destacan que “se forma una camaradería entre los miembros y se crean lazos de amistad que van más allá del amor por los libros”.
¿Presencial o virtual?
A la periodista Ariana Basciani le propusieron, desde la librería del Literal Ments de Barcelona, realizar una serie de clubes de lectura sobre algún tema relacionado con sus obsesiones lectoras, y así nació un club presencial sobre el deseo y el erotismo en las obras de escritoras irlandesas contemporáneas. Dice que “los clubes de lectura son generadores de sorpresas garantizados”, y no cree que ahora estén de moda. Es más, piensa que sigue habiendo un prejuicio sobre ellos: “Se les sigue viendo como algo que hacen señoras de cierta edad y que es aburrido”. En su opinión, “lo ideal sería crear más espacios, no solo de lectura de libros, sino de debate y reflexión”.
Al escritor y periodista Jordi Corominas le tocó realizar clubes de lectura virtuales por la pandemia. “Veía a 25 personas cada una en un recuadrito y no dejaba de ser chocante. Me turbaba un poco”, cuenta. Cuando se pudo pasar al presencial, todo fue mucho mejor; es el formato que prefiere: “La posibilidad de participar y de generar sinergias entre los alumnos es mucho más poderosa a nivel presencial. Mucha gente piensa que con lo digital la gente se corta menos, pero también es una forma de esquivar el bulto más fácil, es la sensación que tengo”, nos confiesa.
El también escritor y periodista Álvaro Colomer estuvo conduciendo clubes de lectura presenciales durante mucho tiempo y llegó a llevar cinco al mismo tiempo en las Bibliotecas de Barcelona. Colomer también nota que ha habido un incremento de los clubes de lectura a raíz de la pandemia. “Normalmente”, cuenta, “la gente que va a los clubes tiene un nivel muy alto de lectura. Son personas muy aficionadas a leer, y que suelen tener poco contexto de amigos con quien hablar de libros”. El público suele estar formado básicamente por mujeres, mayores de 40 años, y con un nivel cultural medio-alto, nos confirma Colomer. Hay también hombres, claro, pero la proporción suele ser de 9 a 1. Para él, es importante matizar que un club de lectura no es lo mismo que una tertulia: “En una tertulia se supone que hay un intercambio de opiniones entre gente más o menos del mismo nivel cultural, pero en un club de lectura al conductor se le pide que eleve un poco el debate”. Y respecto al tipo de géneros que funcionan mejor en los clubes, Colomer cree que las novelas sin género son las mejores, ya que la novela negra o la novela histórica pueden ser muy entretenidas, pero luego raramente dan juego para el debate.
Por su parte, la escritora Marta Barrio, ganadora del Premio Tusquets de novela en 2021 y participante de numerosos clubes de lectura en los que se ha leído su obra, cuenta que en las reuniones presenciales “se crea un clima, y la gente se anima más a compartir sus historias”. No obstante, los clubes digitales permiten la conciliación, el no tener que desplazarse y el poder “llegar a otros países y ciudades desde el salón de casa”. Pese a esa ventaja que supone la eliminación de las barreras físicas, Barrio opina que “se está volviendo con mucha fuerza a la presencialidad porque nos estamos dando cuenta de los vínculos humanos que se forjan en el cara a cara”.
Las editoriales también participan
Nahir Gutiérrez, coordinadora de Comunicación en el Grupo Planeta, explica que desde este conglomerado editorial colaboran con entidades como los clubes de lectura virtuales de la Comunidad de Madrid, “gestionando sobre todo la disponibilidad de los autores”; o con los distintos clubes que la ONCE tiene repartidos por España, en torno a los cuales se agrupan cerca de 20.000 lectores ciegos y con discapacidad visual —“Suelen elegir un título cada mes y, con el apoyo de un relieve hecho en 3D, hacen un debate literario”, explica Gutiérrez—. Planeta también colabora con la Fundación Anastasio de Gracia en la iniciativa Los libros, a las fábricas, que reúne a trabajadores de la industria con autores en reuniones de pequeño formato, una iniciativa que fue merecedora en 2021 del Premio al Fomento de la Lectura. En opinión de Gutiérrez, los clubes de lectura permiten “esa complicidad tan necesaria, esa simbiosis que está en la base del ecosistema del libro: quien escribe y quien lee”. También cree que el mundo virtual ha contribuido a multiplicar posibilidades para los clubes, aunque estos, en realidad, “han existido siempre en variedad infinita de formatos, funcionamiento y tamaños”.
También desde Penguin Random House se propician los clubes de lectura. Raquel Abad, responsable de Eventos y Alianzas Culturales del grupo editorial, cuenta que en febrero de 2022 lanzaron Penguin Club de Lectura, un proyecto que tiene dos líneas de trabajo: “Por un lado, queremos dirigirnos a la comunidad de coordinadores y directores de clubs de lectura, con el fin de facilitarles recursos con los que preparar las reuniones con sus grupos”. Por otro, organizan clubes virtuales en los que participan escritores de la casa. Abad dice que cada vez es más habitual apostar por lo híbrido, ya que la combinación “facilita mucho la participación de los autores” y abre la posibilidad “de organizar comunidades de lectores de todo el mundo”. En su opinión, la pandemia favoreció que se creasen muchos clubes de lectura nuevos, pero, además, “los presenciales pudieron mantenerse gracias a este formato”. Lo que se ha conseguido con ello es que “los clubes están muy abiertos a que los encuentros con autores puedan ser online, algo prácticamente impensable antes de 2020. Y esto es muy positivo, es una fórmula más cómoda para propiciar conversaciones y charlas entre autores y lectores”.
La editorial independiente Blackie Books lanzó su primer club de lectura con el libro Vozdevieja, de Elisa Victoria, en 2019. Los encuentros son híbridos: los hay presenciales —en sus oficinas— y digitales. Sus clubes regulares (y virtuales) están relacionados con su colección de Clásicos Liberados y los conduce Pau Ferrandis. Se plantean como lecturas acompañadas del texto en 10 sesiones de una hora larga, y se realizan por Zoom. Patrizia di Filippo, responsable de Comunicación de la editorial, cree que ambos formatos tienen sus ventajas y desventajas: “El club de lectura online te permite que se apunte gente de todas partes de España y, también hay que decirlo, supone menos coste para la editorial”. En su opinión, los clubes de lectura no están de moda, ya que llevan muchos años realizándose, pero sí sucede que todo el circuito editorial “se ha dado cuenta de que es una herramienta muy valiosa”. Y, añade, hablando desde el ámbito de la promoción, es un recurso que permite “salir un poco del sota-caballo-rey de presentaciones y entrevistas”.