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¿Cómo vivir en la ‘Isla partida’ de Daniela Tarazona?

La escritora mexicana parte de su experiencia para construir una “novela fragmentaria” sobre una mujer que padece un trastorno neurológico.

Barcelona
La escritora mexicana Daniela Tarazona, autora de 'Isla partida'. JAVIER HINOJOSA

Me conecto a un Zoom para conversar con la escritora mexicana Daniela Tarazona sobre su último libro, Isla partida (Almadía, 2023), con el que obtuvo el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2022. Se trata de su tercera novela: antes estuvieron El animal sobre la piedra (2008) y El beso de la liebre (2012). Al comenzar la entrevista, la autora me comenta que ha escrito también mucha poesía, y que también tiene un texto inédito que quisiera publicar, pero que ya siente “prehistórico” y que tendría que revisar para garantizar su calidad.

Del buen nivel de Isla partida parece que la escritora no duda. Al hablar de la novela, Tarazona (Ciudad de México, 1975) muestra seguridad, se transmite en su semblante. Explica que el libro comenzó de una forma “arcaica”, que lo construyó como los fragmentos de un collage. Fue a través de esa técnica que pudo dar con la clave simbólica que crea el sentido del relato. La narración, protagonizada por una mujer que padece un trastorno neurológico, da cuenta de una realidad que se va desdoblando, difuminando; recuerdos ficcionalizados de la propia experiencia de la escritora.

La portada del libro es ya un indicio: la imagen de un cerebro sobre el que aparecen una mujer y descargas eléctricas. Esa representación está relacionada con un pasaje de la vida de Tarazona, quien tuvo que someterse a varios estudios y electroencefalogramas debido a que sufría descargas eléctricas en su cerebro que la dejaban exhausta. Es así como cerebro y mente están presentes a través de toda la narración, entre luces y sombras: análisis espectrales de encefalogramas, circuitos nerviosos, escalas de ansiedad, traducidos en una niebla narrativa.

La novela nos remite a la obra de Cristina Rivera Garza, a la que Tarazona afirma haber seguido a lo largo del tiempo “con mucha atención y admiración”, igual que a Amparo Dávila. Sin embargo, para narrar la crisis de su personaje, bebió de otras lecturas como, por ejemplo, El amante de Marguerite Duras, obra fascinante que la ayudó a descubrir “el poder narrativo de escribir frases cortas y párrafos como unidades de sentido”. No es de extrañar que esa fascinación también recuerde sus inicios como poeta.

Desde los encefalogramas destacados en algunas de las páginas, Isla partida crea una especie de mapa narrativo, un guiño autobiográfico de la autora y, sobre todo, “la búsqueda y persecución de un significado; la paranoia y las relaciones extrañas, producto de las conexiones que se hacen en el cerebro cuando hay mucha carga de estrés”.

Identidad, verdad y lenguaje expandido

Es a partir del padecimiento como búsqueda de identidad que se construye una historia de descolocación humana. Con Isla partida podemos preguntarnos “dónde quedan los recuerdos, dónde queda uno mismo, quién es uno a partir de todo ese movimiento. Es esa búsqueda de sentido en un mundo que es muy semejante al mundo de hoy”, afirma Tarazona.

La autora cuenta que muchas de las cosas que observaba en sus momentos de disritmia cerebral eran muy parecidas a la realidad: “Eran acertadas, tenían mucho de verdad, pero en ese momento era muy angustiante verlas”. La protagonista de la novela trata de entender esa descolocación. Y en la búsqueda de qué es la verdad, el lenguaje abre el camino. “Estoy convencida de que sabemos muy poco en realidad. Me gusta escribir para preguntarme y confirmar que no hay ninguna respuesta y es el misterio lo que hace la escritura”, dice la autora.

Ese misterio al que alude Tarazona nace de la mención repetitiva en el relato de lo que la escritora denomina “el lenguaje bífido”, que se crea a partir de una “sensación de persecución, de paranoia o de angustia en las palabras de los demás, porque hay un sentido escondido”. Una angustia, agrega la autora, determinada por el recuerdo del diagnóstico y las descargas eléctricas que se veían en los encefalogramas: “No sabía si me estaba comunicando o si estaba escuchando, si había otro sentido en lo que las personas me querían decir, si había algo más y estaba oculto, algo no dicho de manera directa, justo todo lo que está detrás; es el juego del lenguaje en sí”.

Escribir para aliviar la soledad

Tarazona explica que su diagnóstico le hizo sentir “mucha soledad y una incertidumbre muy profunda” por la imposibilidad de explicar a las personas cercanas lo que sentía. Esa soledad debido a las descargas eléctricas es lo que la autora busca transmitir en Isla partida, con el fin de “dar a entender un poco esa experiencia, y que otras personas que hubieran vivido cosas así pudieran encontrar en esa experiencia un lugar común”. Para la escritora, la decisión de publicar esta vivencia no fue sencilla. “Por eso me aliviané tomando clases de canto en la pandemia, hice una canción y la promovimos con la salida del libro en México”, cuenta.

Comentando lo que ha logrado con este libro, Tarazona dice: “Yo no sé si yo hice lo mejor que pude conmigo en el pasado, pero sí sé que eso ya no está, que eso quedó atrás, y esta es una novela fragmentaria que ilustra ese momento y fue muy difícil de publicar porque era muy personal”.

El lenguaje y la palabra como sentimiento vivo se exponen en Isla partida para llegar a los lectores. Y la experiencia dolorosa se mitiga con la sorpresa de Tarazona de ser reconocida con el Premio Sor Juan Inés de la Cruz, galardón que también han recibido otras autoras como Cristina Rivera Garza, Nona Fernández o Margo Glantz. Un gran impulso para que la obra de esta autora se conozca.

Periodista cultural y especialista en marketing digital. Creadora y editora de la web feminista Culturetas. Jefe de producto de The Objective. Colaboradora de medios como Letras libres, Altaïr MagazineLetra global y Be latina.