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Cuando la ficción supera a la filosofía

Diversas novedades literarias abordan cuestiones clave que nos acechan en esta era de incertidumbre. ¿Es la narrativa contemporánea la nueva metafísica?

El Paso
MAR OLIVER

Klara, una inteligencia artificial alimentada por energía solar, espera en un escaparate  su futuro destino como compañera de juegos de algún niño que la elija. La lucidez de sus observaciones sobre la condición humana devela la gran capacidad del reciente premio Nobel Kazuo Ishiguro para auscultar las zonas más ambiguas de la incertidumbre contemporánea. Así lo demuestra el escritor británico en Klara y el Sol (Anagrama, 2021) con el advenimiento de la singularidad tecnológica y la posibilidad de que inteligencias artificiales alcancen niveles de empatía y desarrollo intelectual iguales o superiores a los humanos. Al igual que había hecho anteriormente con otras novelas que podrían incluirse dentro de la ficción especulativa como la distopía o la fantasía, caso de Nunca me abandones (Anagrama, 2005) El gigante enterrado (Anagrama, 2016), Ishiguro recurre a la ciencia ficción, para formular todas estas cuestiones desde la voz en primera persona de una entidad no biológica.

El recurso de Ishiguro no es novedoso: la ansiedad ante la singularidad tecnológica tiene una amplia tradición en ese género, no solo en la literatura, sino también en el cine. Ahí está el ejemplo paradimático de la implacable HAL 900 de 2001. Una odisea del espacio (1968), una inteligencia artificial que condenaba a los escépticos como “mecanismos fallidos”. O, más recientemente, la gruesa alegoría feminista en Ex-machina (2014), donde Alex Garland representó la liberación de la creación de su creador, planteada también en una obra germinal del género, Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley (1818). Sin embargo, a diferencia de estas narrativas, en la última novela de Ishiguro, Klara, una “amiga” artificial está más cerca de expresar una contagiosa perplejidad transhumana que la ansiedad e inseguridad que supestamente detonaría en nuestra especie sus elevadas capacidades intelectuales y morales.

Fotograma de la película 'Ex-machina', de Alex Garland. NETFLIX

De la singularidad a las nuevas ontologías

En continuidad con la perplejidad de la cándida Klara de Ishiguro, también puede considerarse ‘El ciclo de vida de los componentes de software’, del escritor estadounidense Ted Chiang. En esta nouvelle incluida en la antología Exhalación (Sexto Piso, 2020) se engarzan dos décadas de problemas logísticos y de esfuerzos por mantener el progreso de tres inteligencias artificiales por parte de sus dueños. Chiang, quien trabaja como redactor de manuales de software, se inspiró en la vida comercial de la multitud de gadgets y juegos de internet discontinuados por sus productoras en el ciclo infinito de la obsolescencia programada. De esta manera, esta historia explora las cuestiones éticas sobre los derechos de estas nuevas entidades mientras establece un continuo símil con la responsabilidad parental, los sacrificios, éxitos, renuncias y el coste emocional de sus relaciones con los humanos.

Sin embargo, esta aproximación de Chiang a lo que en la filosofía contemporánea se llama “nuevas ontologías” para expresar otras aproximaciones a inteligencias diferentes a la humana no solo se limita a las entidades no biológicas. En otro de sus relatos, ‘El gran silencio’, el autor se inspiró en una paradoja de la exobiología, la paradoja de Fermi, que se pregunta acerca de la posibilidad de contacto con otras especies en el espacio exterior. Encarnado en la voz en primera persona de una especie rara de loro africano, una inteligencia no humana que se dirige de una manera sensata y enternecedora a nuestra especie. Y la interpela sobre el absurdo de los argumentos que sostienen la idea de la excepcionalidad humana y la pretensión de comunicarnos con inteligencias exterrestres en lugar de observar más cerca, a las otras especies que nos rodean, como esta ave exótica capaz. Este lúcido y tierno cuento inspiró una adaptación en un cortometraje realizado por el consagrado dúo de artistas Allora y Calzadilla.

El feminismo especulativo: la distopía como redención

El expolio de los recursos naturales por parte de sucedáneos modelos económicos extractivistas y la consecuente catástrofe ecológica y climática son cuestiones de urgente relevancia en la agenda política contemporánea. Estas han sido planteadas en obras de gran reconocimiento como la de James G. Ballard o, más recientemente, en la ciencia ficción climática de Kim Stanley Robinson, con su celebrada trilogía sobre Marte como el espejo invertido de una Tierra futura en imparable proceso de desertificación.

Sin embargo, a diferencia de estos autores, algunas escritoras de una tendencia considerada ciencia ficción feminista esquivan tanto el cinismo misántropico de las distopías ballardianas como el escapismo extraterrestre de Robinson para expresar una cierta capacidad de redención en la distopía. Es decir, la posibilidad de una salvación en medio del desastre.

Con una actitud resignada pero que acuna el germen de la esperanza, la teórica poshumanista Donna Haraway anima en Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chtuluceno (Consonni, 2020) a reconocer la impotencia humana ante la catástrofe ecológica. Y lo hace interpelando a sus lectores a realizar ejercicio especulativo (entendida la especulación en un sentido positivo, entre el reflejo y la conjetura) desde la confluencia entre la teoría-ficción de imaginar las múltiples variedades y entramados de una utópica convivencia transespecista. Una convivencia que haría posible la supervivencia en este planeta en ruinas, en proceso de catástrofe ecológica irreversible.

Más allá de la especulación teórica y la teoría-ficción, las celebradas reediciones de maestras anglosajonas del género como Úrsula K. Le Guin (Los desposeídos, Minotauro, 2020) u Octavia Butler (La parábola del sembrador, Capitán Swing, 2021) expresan este renacer del interés en la distopía, que ha impulsado el redescubrimiento de autoras imprescindibles del género. Dentro de este fenómeno también debemos reconocer parte de la obra novelística de la eterna nominada al Nobel, Margaret Atwood. Aunque la popularidad le haya llegado gracias a la adaptación televisiva de El cuento de la criada, una distopía inspirada por hechos puramente históricos, en estos días está a punto de ser reeditada Oryx y Crake (Salamandra, junio 2021) la primera parte de la trilogía MaddAddam.

En esta sugestiva historia posapocalíptica, Jimmy, ahora denominado Hombre de las Nieves, llora la pérdida de Crake, su mejor amigo, y de la esquiva Oryx, de quien ambos estaban enamorados, mientras contempla el pasar de los días en absoluta soledad. A merced de una naturaleza que, luego de una serie de desastres, se ha transformado de manera imprevisible, el protagonista realiza un doble periplo hacia su pasado y hacia la burbuja de alta tecnología creada por Crake, el lugar donde empezó todo. Con una capacidad lírica que denota más melancolía que la sugestión ante el fin del mundo como lo conocemos, la novela de Atwood acuna la redención en medio de la catástrofe, esquivando el impulso prometeico y salvífico que ha caracterizado a la épica humana  contra el fin del mundo.“Empecemos por el fin del mundo. Ahora pasemos a algo más interesante”. Así es como comienza La quinta estación de  N.K.Jemisin (NOVA, 2020). Una frase inicial en la que Jemisin se exhibe a sí misma como un epígono de esa tradición donde el apocalipsis es solo el comienzo de una historia que no seguirá narrando la soberbia de la humanidad.

El Hombre de las Nieves, protagonista de 'Oryx & Crake', ante un paisaje dominado por la naturaleza. JASON COURTNEY

De la metafísica a las mitofísicas contemporáneas

Si la ficción especulativa está siendo el terreno de pruebas para la incertidumbre humana, algunos autores latinoamericanos que no necesariamente se enmarcan en ese género recurren a sus tópicos. Así lo hizo la escritora uruguaya Fernanda Trías en Mugre rosa (Literatura Mondadori 2021). En un entorno distópico en una ciudad portuaria, una mujer cuida a un niño con una compulsión por la comida, mantiene una relación intensa con su madre a la vez que visita a su ex marido internado en un hospital. Y todo sucede en un entorno donde una plaga de algas ha contaminado el mar y un viento rojo asalta de manera intempestiva la ciudad, marcando el ritmo de los días con el sonido de las alarmas que advierten de su presencia. A pesar de la preeminencia de este contexto natural agresivo y decadente, la dinámica de relaciones que se establecen entre los personajes a través de diálogos ágiles y con mucha suspicacia poética, la autora ausculta este mundo en disolución donde la catástrofe no está solo allá afuera sino latiendo adentro, en cada uno de nosotros.

De acuerdo con Déborah Danowski y  Eduardo Viveiros de Castro en ¿Hay un mundo por venir? Ensayo sobre los miedos y los fines (Caja negra, 2019), la emergencia del mito, del cual la ficción contemporánea expresada en la literatura y el cine serían su manifestación contemporánea, sustenta la necesidad de una sociedad de explicar algo a lo que no puede darle sentido a través de razonamientos lógicos y por lo tanto:

“La conocida frase de Jorge Luis Borges, que clasificaba a la metafísica como una rama de la literatura fantástica, terminaría exigiendo la reciprocidad: la literatura fantástica y la ciencia ficción son las nuevas metafísicas ‘pop’, las mitofísicas de nuestra época”

De esta manera, la ficción del presente expondría de manera más adecuada que la metafísica, la rama de la filosofía más abstracta y que se pregunta por el ser de las cosas, los interrogantes que como sociedad nos formulamos ante el declive de las promesas de la civilización global y las democracias neoliberales, así como la experiencia apremiante del cambio climático, la inminencia de la singularidad tecnológica o más recientemente, los efectos de las sucesivas olas de una pandemia global. Por eso, quizás la ficción sea la encarnación contemporánea del mito, y supere a la filosofía en su capacidad de calibrar estas preguntas que nos asedian en este presente asediado por catástrofes e incertidumbre.

Escritora. Colaboradora de medios como El País, Letras Libres y El Mundo, entre otros. Autora del libro de poemas Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr (2015), el libro de relatos Constelaciones familiares (2020), el ensayo Érase otra vez. Cuentos de hadas contemporáneos (2021) y las novela La puerta del cielo (2018) y Hemoderivadas (2022).