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El diablo anda suelto en Argentina

Leonardo Gentile reconstruye en ‘Satán de los esteros’ el caso Ramoncito, uno de los crímenes más oscuros de la historia reciente.

Detalle de la portada de 'Satán de los esteros', el libro en el que Leonardo Gentile reconstruye el caso Ramoncito. SUDAMERICANA

El mausoleo se encuentra en el cementerio de la ciudad de Mercedes. Unas mujeres allegadas a la madre de Ramoncito, la víctima, han querido levantar una capilla en su recuerdo. El fin, que no se olvide su crimen. Para ello hicieron la figura del niño asesinado a tamaño natural, vestida con la camiseta de River Plate que solía llevar puesta.

La gente toca la figura y le pide favores. Deja encendida una vela. Lleva la foto de alguien que necesita sanar.

No es el único caso en que una víctima se convierte en santo en el interior de Argentina. En especial, si tuvo una muerte sufrida y se trataba de un menor.

Es paradójico. Una variante atrofiada del misticismo de la región llevó a Ramoncito a convertirse en víctima de un sacrificio humano. Una acción que desea recuperar su recuerdo le convierte en santo popular.

El escenario

Mercedes, una ciudad pequeña del interior, provincia de Corrientes, Argentina. 70.000 habitantes. Rodeada de campos, de apariencia bucólica y serena, se convertirá muy a su pesar en la localidad del dicho nacional: “Pueblo chico, infierno grande”. 

La actividad ganadera y la agrícola vinculada a la yerba mate crean desigualdades. Con la crisis, las diferencias son un abismo. Dueños de campos millonarios y empleados en la extrema pobreza. A 245 kilómetros, la capital de la provincia. A 679 kilómetros, Buenos Aires. A los niños les dicen “guri” y a las chicas “guaina”. En Corrientes se habla español, guaraní y su mezcla, el jorapa.

El espiritismo y las creencias en santos paganos parecen estar allí desde siempre. En Mercedes, como en otras partes del país, se ha creado un clima de especial misticismo. A mayor crisis, mayor necesidad de un poder divino que les saque de ella. Cuando el hospital puede estar a cientos de kilómetros, la curandera tiene tanta autoridad como el médico.

A la salida de Mercedes, sobre la Ruta Nacional 123, se encuentra el santuario del Gauchito Gil, un santo popular que recibe miles de visitas cada año. Como hay quien se tatúa a “san Maradona” (incluso hay una iglesia maradoniana en Argentina), los hay quien se tatúan el gaucho en honor al santo.

Procesión en honor del Gauchito Gil en Mercedes. TÉLAM

También en los alrededores de Mercedes, a 26 kilómetros, se ubica el santuario de San La Muerte. Su calavera con guadaña está en todas partes. La conjugación de creencias crea fusiones extrañas con el catolicismo de siempre. Son católicos quienes piden favores al Gauchito Gil o a San La Muerte.

Hay otra corriente espiritual muy fuerte que viene del Brasil y que se ha ido enraizando con las tradiciones aborígenes. Entonces llega el satanismo y todo toma un giro tan inesperado como macabro.

En las calles de Mercedes, una red de narcotráfico que crece empujada por la falta de trabajo. Como si se tratara de una franquicia, acapara el tráfico de personas y el de armas. La secta que crece a su sombra utiliza este dinero para financiar el nacimiento de una nueva religión.

Este es el escenario. Todo ello forma una red criminal que en 2006 que llevará a la muerte a Ramón González, a quien decían “Mona” o “Ramoncito”, en un sacrificio ritual. De ello habla Satán de los esteros, del periodista Leonardo Gentile (Buenos Aires, 1969). Publicado en 2023 en el sello Sudamericana, este libro basado en los hechos sigue marcando tendencia un año después, vinculado a otros casos de desapariciones de niños. Con el reciente caso Loan Peña, un niño de cinco años desaparecido en la misma provincia el pasado junio, el autor volvió a estar en el candelero mediático. La causa: Satán de los esteros explica una realidad presente en Argentina.

Ramoncito, el niño asesinado en Mercedes en 2006. ARCHIVO

El caso

6 de octubre de 2006. El cadáver de un niño aparece al costado de las vías del tren de Mercedes. No es un lugar apartado. Al encontrarse en la intersección de la avenida principal, parece como si se quisiera enseñarlo. El aspecto es dantesco. Está decapitado y de su rostro ha sido quitada toda la carne. Una mano tiene un corte profundo en la línea de la vida.

Se trata del cuerpo de Ramoncito, tenía 11 años y era usado para vender drogas en la terminal de ómnibus de la ciudad. Luego se sabría que había sido abusado y torturado poco después de haber sido reclutado por una secta que practicaba ritos estrambóticos. Hasta allí llegará la investigación policial.

Todo había comenzado tiempo atrás, cuando Ana María Sánchez, quien tenía fama de tener cierto poder mágico, conoce a Martina Ventura. Entre las dos comienzan a reclutar chicos y a formar la secta. No tienen nombre, pero sí el atractivo suficiente para ganar adeptos. Leen material de internet, comprar un libro de magia negra y, entre lo que saben de santos y religiones, comienzan un guion espiritual con misas y ritos.

“Según los investigadores del caso, Sánchez y Ventura eran líderes intermedios. Los verdaderos líderes eran personas de mucho dinero y poder”, dice Gentile en conversación con COOLT. “Aunque no se pudo dar con ellos, esto está probado por los pagos que estas dos mujeres recibían. Esta cúpula quería formar una nueva religión, y estos delitos conexos explican por qué tuvo éxito este grupo, por qué logró reclutar a tanta gente. Servían para generar ingresos a personas que vivían en la extrema pobreza. Plata sucia a través de la venta de droga o la trata de menores. El dinero era el motor de la organización”.

El fin era otro: “Creen que practicando ciertos rituales van a ascender política o económicamente. El culto de los huesos de la religión umbamba y la guaraní les sirve de referencia. Hacen rituales con fetos y pronto se dan cuenta de que tienen a mano a esos chicos pobres que venden droga para ellos, y de los que nadie se ocupa demasiado”, afirma el escritor.

Fue así como eligen a Ramoncito. Estaba todo el día en la calle y su madre no podía cuidarlo. Para atraerlo usaron a Marianita, una de las “guainas” del grupo. El resultado, la muerte de un niño en un sacrificio ritual tras un sufrimiento inhumano.

Ilustración de un libro de rituales satánicos utilizado por los asesinos de Ramoncito. CORTESÍA

Satán de los esteros

Leonardo Gentile comienza la investigación detrás de otra pista. Por entonces quiere escribir sobre mujeres que practican cultos no legalizados y que son perseguidas por ello. Es así como da con Martina Ventura, cuando ella se halla bajo prisión preventiva. El periodista piensa en un principio que le han “armado un caso” para encontrarla culpable.

Gentile empieza a ver que detrás del caso de Ramoncito se esconde todo un mundo siniestro. Y que el misticismo de Mercedes es terreno fértil para ello. Ventura está implicada, y detrás de ella hay todo un entramado. El editor de la revista para la que trabajaba le dice que debería escribir un libro. Es entonces cuando se vuelca por completo en una obra que marcaría un antes y un después de la novela de no ficción en Argentina. 

“Esta investigación no la financió nadie. Si tenía franco, me iba a Mercedes pagando viaje y estadía de mi propio bolsillo. Entrevistaba a toda la gente que podía. Llegué a entrevistar a 18 personas en un día. Cada vez volvía con más dudas”, confiesa el autor.

“Lo que me llamó la atención es que se hace una pericia forense con un antropólogo social. Eso no es muy común”, agrega. “La conclusión fue que no se llegó a formar una religión, pero que estuvieron cerca. El paso previo es la hibridación, la mezcla. Para que se forme una creencia nueva, para que cristalice, tienen que ir pasando cosas, tienen que aparecer los cultos, hasta que se forma algo nuevo. Si hubieran llegado a ese punto, hubiera sido más difícil limitar su crecimiento. Entonces hay un cuerpo de creencias institucionalizado, hay personas que saben cómo trasmitirlo a otras”.

Gentile habla sobre la impunidad de quienes integraban el grupo: “Se sentían exentos de castigo, protegidos por vínculos con el poder judicial y político. Y no fue el único sacrificio. Hubo otro caso anterior, del mismo grupo, donde sacrificaron un bebé. Pero la Justicia no lo pudo probar y quedó en la nada”.

El periodista argentino Leonardo Gentile, autor del libro 'Satán de los esteros'. PENGUIN RANDOM HOUSE

El ritual

Una vez elegida la víctima, elaboran una misa. La idea es que cuando más sufrimiento alcance la víctima hasta su muerte, mayor será el poder del ritual. Es así como Ramoncito vive un auténtico calvario. Abusan sexualmente de él, lo drogan y torturan. Todo ello entre varias personas.

Una vez hallado el cuerpo, la ciudad de Mercedes se moviliza. Hay marchas para pedir que se esclarezca el asesinato. El caso pasa casi desapercibido hasta que un medio publica las fotos del cadáver de Ramoncito. Son aterradoras.

El libro de Gentile relata a la perfección los entramados más oscuros de la Justicia. Entre idas y venidas de las declaraciones de los primeros sospechosos se crea una compleja red de mentiras. “Hay mucha gente implicada. Incluso gente poderosa y vinculada a la política de Corrientes”, dice Gentile.

Marianita, la niña que usaron para atraer a Ramoncito, se rompe y se convierte en la testigo clave. Estuvo en el crimen ritual y lo que cuenta deja sin palabras a los investigadores. La policía allana casas y encuentra pruebas que verifican el testimonio de Marianita.

José Miceli, fundador y director del Gabinete de Investigaciones Antropológicas de Corrientes, llegaría a la conclusión que el homicidio de Ramoncito fue “un crimen ritual mágico-religioso de culto, realizado en carácter de ofrenda”. El caso sería el primero en ser calificado como “crimen ritual” en Argentina.

El 3 de julio de 2015 se dictaría sentencia por el crimen de Ramoncito. Diez personas fueron encontradas culpables por “homicidio triplemente calificado por haberse cometido con ensañamiento, alevosía y con dos o más personas con el delito de abuso sexual con acceso carnal y con el delito de privación ilegítima de la libertad”. Los condenados permanecen hoy día en prisión. Martinita pasó al sistema de testigos protegidos.

Fotos pinchadas con alfileres para uso ritual que tenía una de las acusadas del caso Ramoncito. CORTESÍA

Mientras los investigadores logran que se condene a estos diez implicados, un poder oculto detrás de los primeros sospechosos parece mover los hilos. Se elimina el Gabinete de Investigaciones Antropológicas y los investigadores son enviados a otros casos en lugares recónditos de la provincia.

Gentile habla y da nombres relacionados con el poder. Cuando se le pregunta si ha recibido amenazas, lo niega, pero asegura que ha sentido miedo: “Se trata de gente muy peligrosa. Me doy cuenta al investigar que hay un entramado mucho más grande del que yo creía inicialmente”.

Gentile no sale de su línea argumental. Todo lo narrado en el libro se basa en los hechos documentados y probados por la causa. Los líderes reales de la trama quedaron libres, y la posibilidad que la secta siga su curso parece inminente. El escritor no va a pasarse al campo de la especulación por ello. “Para poder afirmar que la secta continúa tendría que aparecer otro caso. No se pueden hacer afirmaciones sin pruebas”, asegura. Lo repite cuando estalla el caso Loan y le llaman para que hable de la desaparición de niños en todos los medios. Como en el caso de Ramoncito, este nuevo caso conmueve al país.

Dieciocho años después de su muerte, en el cementerio la Mercedes, la figura de Ramoncito con la camiseta de River pide que no se olvide su crimen.

Periodista y escritor. Ha colaborado en medios de Sudamérica y Europa. Autor de las novelas En el tren (2010), La duna (2013), El cuerpo de las palabras (2013) y Los jueves de redención (2018), y de los libros de no ficción Frontera Límite (2014) y El celador de Olot (2022).