“Una historia de amor inquebrantable en tiempos convulsos, de sufrimiento y esperanza, que refleja también la amistad, la lealtad y la traición”. Así definía su novela Lejos de Luisiana la escritora española Luz Gabás (Monzón, 1968) nada más recibir este sábado el Premio Planeta 2022. Un galardón que, por segundo año consecutivo, estaba dotado con un millón de euros, los cuales la autora de la exitosa Palmeras en la nieve (2012) —publicada también por Planeta y adaptada al cine— no tendrá que repartir con nadie.
La obra ganadora de la 71 edición del certamen —que tuvo como finalista a Historias de mujeres casadas, de Cristina Campos—es una novela histórica coral y de amor, ambientada en la Luisiana de finales siglo XVIII, cuando la entonces colonia francesa pasó a manos españolas. Todo un reto para una autora que se ha pasado los últimos tres años encerrada escribiendo “un cosmos, un fresco de los últimos 40 años de historia del siglo XVIII del corazón de Estados Unidos en el que convivieron colonos, criollos franceses, españoles recién llegados, ingleses, esclavos africanos, jesuitas, tribus indias”.
Para Gabás —filóloga, exalcaldesa del municipio aragonés de Benasque y autora también de Regreso a tu piel (2014), Como fuego en el hielo (2017) y El latido de la tierra (2019)—, Lejos de Luisiana es “una novela sobre la vida, el amor, las relaciones familiares, los anhelos de cada persona viva donde viva, la política, el deseo, la ambición, el sexo, en definitiva, la batalla entre la pasión y la razón”.
La escritora nos atiende en Barcelona, apenas unas horas después de haber ganado el galardón literario mejor pagado del mundo.
- Imagino que estará agotada…
- Pero feliz. Ya dormiré esta noche. Da igual.
- Nada más recibir el Premio Planeta, declaró que ganar este galardón suponía un “sueño cumplido”. ¿Por qué?
- Es el premio más importante, es muy difícil de conseguir, es un privilegio. Para un escritor, para mí, hay un antes y un después. Creo que hacerlo con una novela histórica de tanto peso, de esta envergadura, también es una forma de decir a los lectores: “¡Mirad qué novela hay aquí!”. El Premio Planeta no se gana fácilmente. También es una alegría para mi familia. Es una felicidad muy compartida. Lo he notado en los mensajes que he recibido.
- ¿Se imaginaba llegar a ganar este premio cuando empezó a escribir?
- Para nada. Cuando empecé a escribir ni siquiera sabía lo que suponía publicar una novela. Tú escribes y te parece que se hacen las tapas, se lleva a imprenta y ya existe la novela. ¿Y qué más? No sabes nada del mundo de la promoción, del marketing, de los periodistas, de las revistas. No tienes ni idea. Eso sí que fue el gran descubrimiento. Luego vas cogiendo tablas y vas cogiendo un oficio. Y vas escribiendo y vas trabajando. Y también aprendes a saber cuál es tu voz, tu técnica, tu estructura y los temas que eliges. Y luego llega esto. No hubiese podido escribir antes Lejos de Luisiana. Me pasó como con Palmeras en la nieve. La escribí por algo. Tienes que tener vida vivida.
- ¿A qué se dedicaba antes de ser escritora a tiempo completo?
- Daba clases en la Universidad de Zaragoza. Cuando me fui a vivir a la montaña [Anciles, en el municipio aragonés de Benasque] lo dejé del todo. No podía compaginar las dos cosas.
- Palmeras en la nieve se publicó en 2012, cuando tenía 44 años. ¿Cree que el hecho de empezar a escribir con una cierta edad le ha ayudado a llevar las cosas de otra manera?
- Yo tengo los pies en la tierra. Sé donde quiero vivir. Relativizo. Trato al éxito y al fracaso con el mismo respeto. Un éxito como el de Palmeras… te pasa a los 20 ó 25 años y te descentra mucho. Además, no puedes creerte el centro del universo porque una novela tuya funcione. Es una más en las cientos y miles que se publican.
- Después de triunfar por todo lo alto con Palmeras en la nieve, gana el Premio Planeta. Y lo hace con una novela ambiciosa, que ha definido como “todo un cosmos” y que ha tardado tres años en escribir, en una época muy difícil, coincidiendo con la pandemia.
- A nivel social, la pandemia fue un shock para todos. Nos hizo plantearnos para qué tanto esfuerzo, para qué mi trabajo, para qué todo, si nos vamos a morir.
- ¿Y cómo lograba concentrarse?
- Al principio, nos pasó a muchos escritores, no nos concentrábamos, no podíamos leer. Leía ocho veces el mismo párrafo y no sabía qué estaba leyendo. Sólo queríamos ver las noticias. Era un miedo interior a qué iba a pasar. Y se me juntó también con temas personales de salud de mi familia. Se juntaron muchas cosas. Y me puse a pensar en los pobres colonos y esclavos del siglo XVIII…
- ...Que es el tema que centra la novela ganadora del Planeta. ¿Cómo llegó a interesarse por este asunto?
- En 2018, la revista Zenda me pidió un relato relacionado con la intervención de España en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. El tema era libre: daba igual hablar de Bernardo de Gálvez, que de una batalla, o de uno que pasara por allí. Había vivido un año en Estados Unidos, en California. Conocía más la historia de ese estado; desde luego, no la de Luisiana. Solo tenía presente algún titular del siglo XVI, cuando los primeros conquistadores llegaron por Florida y al Misisipi. Di un salto de 200 años hasta la llegada de los españoles. Escribí un relatito de unas 10 páginas en las que Nueva Orleans le escribe una carta a la mujer del famoso gobernador Bernardo de Gálvez y le pone al día de lo que ha pasado en la ciudad en los últimos años. Hasta el final del relato, no se descubre que la ciudad es quien redacta la carta. Me quedó esto en la cabeza y me dije: “Pero ¿cómo es posible?”. Y empecé a tirar del hilo y salió muchísima información. Me pregunté por los que vivían allí antes de que llegasen los colonos. ¿Cómo eran? ¿Quiénes eran? ¿Cómo vivían?
- ¿Le enganchó el tema?
- Mucho. Empecé a leer todo lo que cayó en mis manos y pude conseguir sobre la Luisana española en el siglo XVIII. Cuanto más lees, van apareciendo personajes. Si hay muchos esclavos africanos, tiene que haber un personaje africano. No puedes obviarlo. Tribus indias: hay decenas, por lo que también tienen que salir. Se citan muchas, pero tiene que haber un personaje de una y otro de otra. Tienen que estar todos representados. Con las mujeres, igual: están las criollas, las esclavas, pero también las mulatas. Tiene que estar representado ese microcosmos, porque eso es lo que crea la sociedad en general. Eso es lo que es tan difícil.
- Hay que hacer compatible el rigor histórico con que sea una novela interesante, con que haya una trama…
- Y con que tenga todo que ver. La verdad es que ha sido un reto. Tienes que documentarte muchísimo, pero a la vez estremecer. Por eso fueron tan importantes para mí las palabras de Juan Eslava Galán, que dijo que la lectura de la novela le emocionó [“Le ha salido una orquesta sinfónica, complejísima de escribir; es un gran monumento literario y un gran hallazgo” dijo el escritor y miembro del jurado tras el fallo del Planeta].
- ¿Cuáles son los elementos clave de cualquier novela?
- Lo que espero cuando leo una ficción es aprender, que me entretenga y que me conmueva. Y eso te puede pasar con una novela histórica y hasta con una de ciencia ficción. Se trata de que te haya hecho pensar en algo en lo que no habías pensado.
- Entiendo que durante la pandemia no, pero, después, ¿ha podido viajar a Luisiana para conocer los escenarios de la novela?
- No la conozco.
- ¿Le apetecería ir?
- Me encantaría. Conozco la parte este y oeste de Estados Unidos, pero no la parte central. Igual algún día. Lo que pasa es que, si tengo que ir a todos los lugares que aparecen en las novelas, no me da la vida.
- ¿Cómo lleva esa doble vida de pasar de estar encerrada tres años escribiendo en Benasque a estar todo el día de entrevistas de aquí para allá?
- Ambas facetas se complementan. Está bien estar encerrada, pero a veces también va bien contactar con la realidad. Sales, te actualizas. Hay que resetearse. No puedes estar siempre ahí. Hay que viajar. Aunque sea alejarte 200 kilómetros de tu pueblo.
- ¿No le agobia entonces la promoción?
- Es parte del trabajo. Hay que ser conscientes del sistema en el que estamos. Y luego tengo el premio de que volveré a casa.
- Como decía al principio, ya dormirá esta noche o mañana. ¿Cuántas veces va a ganar el Planeta en su vida? Y lo ha conseguido siendo mujer que es todavía más difícil…
- No había pensado en eso. Últimamente sí que ha habido más mujeres, se está animando.
- Pero hay muchas menos…
- Es verdad. Estamos en ello. Llevamos años de retraso.
- Como mujer, ¿ha sentido algún tipo de diferencia respecto a los escritores masculinos?
- Tengo mucha relación con los pesos pesados de la novela histórica de España —hombres— y me llaman a sus encuentros literarios. Ellos saben que yo siempre voy a resaltar mi historia de amor porque me encanta crear relaciones muy apasionadas. Y yo siempre les digo que eso lo hago mejor que ellos. Pero han mejorado mucho… Lo hacen bien ahora [risas].
- Por último, ¿ve el salto de Lejos de Luisiana a la pantalla, tal como pasó con Palmeras en la nieve?
- Sí que lo veo. Pero eso no depende de mí. Ya sabes cómo van estas cosas… Pero yo creo que sí.
