La vida a pedales de Powerpaola

La historietista publica ‘Todas las bicicletas que tuve’, una autoficción en constante movimiento. “Uno está cambiando todo el tiempo”, dice.

Powerpaola, retratada en una de las viñetas del libro 'Todas las bicicletas que tuve'. SEXTO PISO
Powerpaola, retratada en una de las viñetas del libro 'Todas las bicicletas que tuve'. SEXTO PISO

La historietista Paola Gaviria, más conocida como Powerpaola, es una migrante nata. Nació en Ecuador, en 1977, y se crio en Colombia para luego viajar por el mundo con sus libros, historias e ilustraciones. Actualmente se encuentra en Berlín haciendo una residencia artística antes de volver a Buenos Aires, la ciudad donde vive desde hace unos años.

Powerpaola está en constante movimiento y por eso no es de extrañar que su nuevo libro, por el que nos encontramos para conversar en Barcelona, se titule Todas las bicicletas que tuve. La historia es, nuevamente, un paralelismo biográfico: el viaje a través de las bicicletas que la han acompañado a lo largo de su vida y cómo estas son una metáfora sobre el amor, la autonomía y el recorrido que debemos hacer para poder aceptarnos a nosotros mismos con nuestros demonios.

Esta nueva obra surgió de las ganas de la autora de hacer historietas cortas, de desgranar en un cómic de menos de 200 páginas, su vida a pedales. A pesar de ese deseo narrativo, la duda la asaltaba: “Yo venía pensando que quería contar unas historias sobre bicicletas, pero siempre era como ‘uy, dibujar bicicletas, eso va a ser muy difícil’ [risas]. ¿Cómo podía apropiarme de ese dibujo, que fuera mío? ¿Cómo dibujaría una chopper? Pero entonces leí un cuento de Cecilia Pavón, Todas las carteras que he tenido, y me dije ‘encontré el título’”.

A partir de esa idea, Powerpaola comenzó a adentrarse en el mundo de los cursos literarios con escritoras como la ya mencionada Cecilia Pavón, Marina Yuszczuk, Rita Indiana o Carolina Sanín con el fin de construir una historia menos explícita que su exitoso Virus tropical (2011), cómic autobiográfico sobre su crecimiento y migración que recientemente fue llevado al cine. En Todas las bicicletas que tuve, ella quería “hacer más autoficción, más realismo, más poesía”. En definitiva, meterse “en un mundo nuevo”.

Viñeta de 'Todas las bicicletas que tuve', de Powerpaola. SEXTO PISO
Viñeta de 'Todas las bicicletas que tuve', de Powerpaola. SEXTO PISO

Esa búsqueda iniciada para el nuevo libro tenía que ver con las ganas de la artista de salir del lugar cómodo, de lo que ella ya sabía hacer. Y también, como apunta la escritora Carolina Sanín en la contraportada del cómic, de encontrar su monstruo interior, al que, dice Powerpaola, ahora está “conociendo más a fondo”.

La autora recalca que gran parte de la historia de este proyecto viene de la idea de que es muy importante conocer la oscuridad propia y la de los demás: “Uno a veces piensa que es la única persona que está sufriendo en el mundo, pero, en realidad, todos los seres estamos sufriendo. Ahora le tengo un poco más de cariño al monstruo, porque, después de haber pasado por todo ese rechazo, es importante tenerlo cerca y verlo, no rechazarlo, porque te traga”.

Portada del libro 'Todas las bicicletas que tuve', de Powerpaola. SEXTO PISO

En ese sentido, en las páginas de Todas las bicicletas que tuve destaca la presencia recurrente de la alcantarilla, un símbolo para ahondar en la monstruosidad y las formas de oscuridad que nos persiguen, esas de las que muchas veces huimos al pensar que no hay salidas. El uso de este icono, explica Powerpaola, bebe en parte de la literatura del escritor japonés Haruki Murakami, especialmente del libro Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, donde siempre hay un agujero, un pozo. “Hay algo que me atrae de estar metida ahí y de saber qué se siente al estar ahí, porque si uno no tiene una escalera para salir, ¿en qué momento entra la luz?”, dice la autora.

A las influencias de Murakami se suman las de otros autores en los que Powerpaola ve “personas que te abren puertas” y que le han aportado nuevas ideas y reflexiones. Referentes que aparecen en Todas las bicicletas que tuve junto con “esas canciones, esas obras” que “interpelan” a la ilustradora y que se meten en su vida de una forma u otra.

Bicicletas y recuerdos

Todas las bicicletas de Powerpaola tienen nombre. Unas tienen el de la marca que las fabrica, mientras que otras están asociadas al recuerdo de la persona con la que la compró o usó o, simplemente, se vinculan con las ciudades que recorrió. Pero, sobre todo, las bicicletas, más que un objeto de identidad, son signo de independencia: “Son un lugar donde yo vuelvo a mi eje, a mi equilibrio, con la bicicleta tomo la decisión de hacia dónde quiero ir y cómo vuelvo a mí. Si estoy en momento difícil o superansiosa, mis propios ansiolíticos son irme a dar dos horas en bicicleta. Así no tengo que tomar ninguna pastilla ni ir a ningún psiquiatra. Las bicicletas me equilibran de alguna manera”.

Viñeta de 'Todas las bicicletas que tuve', de Powerpaola. SEXTO PISO
Viñeta de 'Todas las bicicletas que tuve', de Powerpaola. SEXTO PISO

Los recuerdos de las personas que han pasado por la vida de Powerpaola también forman parte de esa estabilidad mental, ya que el movimiento que aporta la bicicleta también se lo dan las relaciones, que se tensan y se estiran, que llevan hacia otros caminos para perderse y encontrarse. Un movimiento que se traduce asimismo en las mismas ganas de la artista de querer cambiar de lugar, no solo físico, sino creativo.

“Yo estaba en un lugar cómodo y cuando uno está en un lugar cómodo, ya sabe cómo hacer las cosas, entonces es aburrido. Yo necesito experimentar, ponerme en lugares incómodos, meterme en ciertos desafíos que me motiven, que me muevan como la bicicleta, que me sorprendan, que me hagan pelear”, dice la historietista, quien agrega que durante el proceso creativo llegó a perderse, a no ver la luz. Así, este libro es el que más tiempo le ha llevado, “a pesar de ser el más corto”.

Editoriales, cómics y alianzas

A Powerpaola le gusta trabajar con editoriales pequeñas porque cree que las grandes “hacen que el proceso sea menos amigable”. La artista dice que lo único que le interesa es hacer un libro, y que “uno sabe que hace libros porque tiene ganas de hacer libros, no para volverse millonario, y más con los cómics”.

Es por eso que, a la hora de publicar Todas las bicicletas que tuve, Powerpaola decidió hablar con las editoriales independientes con las que ya había trabajado antes y mantenía una buena relación. El proceso comenzó con la editorial colombiana La Silueta, que diseñó la portada y seleccionó el papel y su gramaje, y a partir de ahí, otros sellos (Musaraña en Argentina, Lote 42 en Brasil, El Fakir en Ecuador y Sexto Piso en México y España) se fueron sumando a un experimento colaborativo que avanzaba a través de reuniones por Zoom. “El trabajo colectivo me interesa porque se consiguen cosas que una sola no conseguiría. Si hubiese publicado el libro con una editorial grande solo se publicaría en España ”, cuenta la autora.

La historietista colombo-ecuatoriana Powerpaola. CORTESÍA
La historietista colombo-ecuatoriana Powerpaola. CORTESÍA

Este espíritu colaborativo en la edición también viene dado implícitamente por las múltiples oportunidades que brinda el cómic como género literario: “Ahora se están viendo todas las posibilidades que tiene, en todo sentido: en el texto, en la manera de contar las historias, en la manera de dibujar”. Para Powerpaola, las nuevas voces ahora tienen acceso a contar las historias de otra manera: “Hay mucha más gente joven, chicas, chicos, chiques, haciendo historietas desde otros lugares. También los festivales o ferias de autoedición son enormes. Hay muchas más mujeres y mujeres trans que cuando yo empecé. Antes éramos tres mujeres en un mundo completamente masculino y muy del cómic, donde había que escuchar cierta música o vestirse de cierta manera”.

El mundo está cambiando, según la visión de la autora. “Ahora uno siente que todo es posible. No es posible que solo exista esa idea de que uno tiene que ser como consistente, como si uno fuera un producto”, explica Powerpaola, quien insiste en que la identidad, como la vida, es mutable: “Uno está cambiando todo el tiempo, se está permeando de ciertas cosas. En mi adolescencia me encantaba el rock, pero luego descubrí la salsa y pensé ¡que entre también, que entre todo! ¿no? La vida también es poder experimentar de muchas maneras y no cerrarse a que sea una sola”.

Periodista cultural y especialista en marketing digital. Creadora y editora de la web feminista Culturetas. Jefe de producto de The Objective. Colaboradora de medios como Letras libres, Altaïr MagazineLetra global y Be latina.

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